miércoles, 24 de agosto de 2011

CAPÍTULO XI

¡Oprobio, afrenta ignominia, deshora, vileza, fango, me repetía obstinadamente el maestro Platón! Navegábamos sin remos, por pantanosas aguas, las hiedras iban apoderándose de la frágil embarcación, de entre los manglares nos acechaban.

¿Quiénes? En el mercado correteábamos en enigmáticos pasillos, que se bifurcaban indefinidamente, en circulantes escalamientos. Urnas, ataúdes, se sumergían en los indetenibles intestinos, abrotoñados pujan buscando liberarse, franqueza, hipocresías, fogoso, impasible, estéril realidad.

-Señor Tiresias, realmente me parece un atropello, que usted tomándose la libertad, de manera tan arbitraria, veleidosa, injusta, cuente mi infancia, escriba sobre mi madre, de manera tan soez, cruel. Muchas historias, le he contado sobre mi vida; Acerca de mis primeros años de vida, absolutamente nada; Lo que narra del maestro Platón, de cómo se desato su furia pasional, es cierto, pero nunca vivió en el mercado; Continuo su vida, he escuchado rumores que está loco, o se hace, dejo de trabajar, destruyo a su esposa, y sus hijos, nunca tuvo esa valentía, para acabar con su vida.

¿Por qué trata a Hermes, con voluble desprecio? Si sabe, que el único culpable fui yo; O quizás usted, por haberme dado el nombre de su blog, e insistir que lo leyera. A Hermes enseñe, nos fuimos a un Ciber a leer sus escritos. Hermes sintió preferencia por el de Walt Whitman, siempre pensando en los negocios; Con astucia lo utilizó para conquistar, engatusar, demencial, a los corrutos hombres, insaciables en placeres lujuriosos, que como la arcilla son de una plasticidad, que adquieren la forma, que se les exija para saciar sus apetitos.

A Mario no lo conocí, nunca viví en el centro de Maracaibo. Cuando lo llevé a casa de mi madre, con el licenciado Alfaro, a conocer a mi hija, sin lugar a dudas apreciaron la humildad, pero de la misma manera el amor que me profesaba mi madre, pudieron ver, detallar, el barrio lleno de miserias, desesperanzas, inhóspito. Sobre mi muerte, usted sabe realmente como sucedió.

¡Anoche soñé, señor Tiresias que.…! -Disculpa Adrasto que te interrumpa, pero no sé, hasta qué punto sería razonable aceptar que tú sueñes; A estas alturas, ya tú sueño paso; Que era tu vida, lo que tienes actualmente es la realidad; Que es tu muerte-

-¿Y, Qué es el vivir, y el morir? Señor Tiresias ¿Alguna diferencia existe? ¡Acaso no es nuestra vida, la que llamamos existencia en la tierra, compleja, abarrotada de miserias, tragedias, felicidades fugaces, engaños crueldades, donde todo es dirigido arbitrariamente por nuestros sentidos! Encausada a un hacer, sin prever absolutamente nada, buscar sin saber lo que se desea, ceguedad voraz, veloz hacia el objeto ¿Cuál?

Y los que de manera tránsfuga, sin darse de cuenta logran apresar la vejez, la transitan en una desolación, soledad, que los va hundiendo con lentitud vengativa, decrepitud horripilante. El apego a esté mundo, a nuestros cuerpos mortales, se va deshilando con esmerada premeditación. ¡Ah! Quedad un consuelo, continuar con la falsa, como la de usted, escribir en su vejez ¿Por Qué? Sencillamente está inhabilitado, para acometer lo que en realidad desea. Otros que acumularon riquezas, quieren regresar. ¡Sí! Pero ese regreso se ahonda en dislocada caída.

Los ancianos exigen respeto ¿Ellos la tuvieron? Cuantas maldades se abrigan en sus mentes, ese acoso insoportable que sondea el alma, y cada día, noche, es como un parche de Carache, que se adhiere como queriendo ser piel. No es necesario querubines con espadas, que lancen llamas, con palabras llenas de heces con hipocresías, y a la vuelta de la esquina tengan su enconche para saciarse, es más honesto no esconder, lo que se. Lo que consideramos muerte es la realización plena de la Idea, su Liberación sin Mutaciones. Su Hacer Infinito, sin cordeles, gríngolas.

Vuelo sin Tiempo. Espacio, sin esconderse, ni ocultar. Mente Pura en Caos Primigenio. No es dualismo, es inescrutable el hacer. Nada es Absolutamente, ni lo uno, ni lo otro. ¿Qué garantía tiene de haber vivido, o de estar viviendo?

Como le decía, ¡Soñé! que era un hombre libre; Pero no era yo, sino Banus, el de la secta judía Escenia, me había transmutado en él. Enajenado de la razón, del sentido, por pasión, éxtasis. Mortificaba permanentemente, para bajarme la excitación sexual, constantemente me bañaba con agua fría.

Habitaba en una costa, de un mar sin olas, sin ruidos, muerto, al igual que yo. Vivíamos únicamente varones, de todas las edades, sin mujeres.

Así había sucedido por miles de años, cuando íbamos a intercambiar productos con los otros pueblos, nos estaba vedado, por propio consentimiento, el tener relaciones con las hijas de Venus, de esa manera se hacía inexplicable como subsistíamos sin mujeres, y nos perpetuáramos durante siglos. Un día, pregunte al más anciano de todos -¿Para qué son, esas doscientas setenta siete cuevas, a las cuales nos está prohibido, ingresar, solo se dirigen a ellas los adolecentes, cuando cumplen dieseis años?

-Estas muy cerca de saberlo, mañana cumples la edad. Te van a llevar a una de las cuevas, la de iniciarte, para moldearte, pensaras que es maleable, pero a partir de ahí, aprenderás a protegerte de las mujeres, no sentirás nada por ellas, te enseñaran que son innecesarias, traidoras, que nunca pueden mantener la fidelidad a un solo hombre, la única manera de mantener la libertad en comunidad, es entre los hombres-

Fui conducido a una de las cuevas, me dieron a beber, una pócima, muy amarga, proporcionaron un inmenso tobo de cuero, llenos de agua, dos largas, delgadas baquetas, forrados en cuero de liebre sin curtir sedosos. Me dijeron, dentro de breve tiempo comenzaras a evacuar, cada vez que lo hagas, te lavas con agua, la tercera vez, te introduces la vara en tu ano, hasta lo más profundo, al sacártela constata que no hay residuos de excrementos, luego untas la otra baqueta, con esta cera, y haces lo mismo.

Para avisarnos de que no existen residuos fecales, debes asomarte a la cueva, nosotros tres estaremos ahí para iniciarte. Asomé, vinieron, eran de diferentes edades, joven, adulto, viejo, me bañaron nuevamente, untaron todo mi cuerpo con un aceite aromático, besaron mi ano. En conjunto cantaban unas plegarias, balbuceantes, en un dialecto desconocido, me dieron a beber un rico néctar, sentí una sensualidad, voluptuosidad, desconocida que me elevaba, ellos repetían constantemente, sin cesar, en paroxismo ¡Ponte como un gato! en cuatro patas. ¡Brema! como una oveja. ¡Balancéate! como una serpiente. Entre en un éxtasis desenfrenado, sibarítico, luego sumí en profundo sueño; Eso me sucedió hace unos mil quinientos años (a.C)

-Adrasto ¿Por qué buscaste en esa época tan remota, a Banus?- -Señor Tiresias, por la misma razón, que al Alumbrado, Inspirado, con Finura, le fue confiado todo un saber. Nietzsche busco a Zaratustra, o viceversa. Su vasto conocimiento, erudición, lo condujo a él. A mí, la oscuridad máxima de Banus.

Nietzsche es la pluma del primer A-moral, que vislumbra con cruel veracidad, la falsedad de toda la moral existente, desde el nacimiento del pensamiento, palabra, y obra. Se hacen Unicidad él, y el sabio persa Zaratustra, quien fue el primero en determinar erróneamente, que el Quid que mueve todo en la vida humana, son los opuestos, tenidos como esenciales. Bien, y Mal

De ahí, desprende el motor, fuerza, causa sin fin de la atrofia masificada, todo lo que es generalizado, deja de ser selecto, inteligente, para convertirse en abrojo de manadas.

La Moral dualista le pertenece a Zaratustra, él fue quien por primera vez creó ese error, sin intencionalidad, el más fatal en la civilización humana, por tanto es su obligación, dada su rectitud, sabiduría, el indicado para que lo revierta, destruyéndolo. Ser el primero en reconocerlo. Así emprende Nietzsche como sol que es, cual astro lleno de luz, su pase a la inmortalidad.

Llegan los duendes, la inspiración invisible, que en su azar deja de serlo, para elegirlo y catapultarlo, o quizás enterrarlo; Porque si es vida el saber enciclopédico, ella debe ir acompañada, equilibrada, con sus otras facetas.

La historia entera, es la refutación de la ordenación moral del mundo, a través la conveniencia.

-Banus ¡YO! Adrasto; Invoqué al sabio filosofo; Eterno concupiscente, libidinoso; Agazapado Inmoral, permanente oscuridad del deseo reprimido, escondido. Fue mi formador, soy su semejanza, suprema hechura; A Él, busque, en las cavernas sin luz donde siempre estará, aguardando para hacer caer al inocente niño, y apoderarse de su mente. Conviví en esa secta por noventa años; Aprendí, luego de mi iniciación en la cueva, que el ser humano siempre ha sido el mismo, semejante en ocasione, o peores que las fieras, cambian los adornos, pero su alma es la misma.

La razón es obvia, en el eterno reencarnar, Ella es la misma, solo cambia la caparazón. La secta se mantenía, adoptando a los niños varones únicamente, unas veces lo recibían voluntariamente de los padres, en otras ocasiones, raptaban, compraban, para que pudiera continuar existiendo la secta, al recibirlos siendo niños, hacíamos con sus mentes lo que queríamos. Entre nuestros principios, enseñarles a odiar las mujeres, conviviendo entre nosotros mismo, todo lo compartíamos, a través de nuestra profeta, Madame ¡Autom!

Recibimos de la madre diosa, un manual de instrucciones. En mi última estada, los escondí en una de las cuevas de ese salubre charco, que bautizamos como ¡Mar Muerto! Fueron hallados, pero los historiadores religiosos, que son como las putas, que esconden los que no les conviene, hasta el día que se arrecha alguno, o prepararan una emboscada, como cualquier vulgar aspirante a dios < ¡Y, Zaas! > Lanzan algo, que estruje, mortifique, arreche, descojone, crie bandos, sacando a la luz, los supuestos secretos, que en la mera verdad, no lo eran, porque batallones de historiadores lo han escrito. Según fulanito de tal, es de la conclusión, de que tal vaina, fue así, no como lo conceptualizo, mi colega de Cambridge, perencejo de los palotes, porque según, los Valentinianos, los Gnósticos, Ofídicos, ¡Stopeee! de por sí mismo, no dejan de serlo.

La política del Vaticano es genial al respecto, de tiempo en tiempo, lanzan a las vigilantes hienas, un pedacito de algún documento, que de inmediato se convierte, en un Veste Vender, y comienzan nuevamente los replanteos, contra punteo, de los eruditos, en el siglo tal, por el hallazgos, de cientos de escritos, o royos escritos, sobre piel de camellos, escritos con tinta, obtenidas de moluscos, en las cuevas del mar Muerto, donde se presume habitaron originalmente esta secta; Luego esa secta, se dividió en varias facciones, por cientos de años, miles, subdividiéndose, hasta llegar a la existente, hace unos cientos cincuenta años (a.C), que es reformulada, moldeada, por Juan el Bautista, siendo esa a la que pertenecieron, la virgen María y José, de la cual extrajo Jesús muchos de sus conocimientos, se asentó en Galilea, siendo por origen, una de las más pobres, pero de más Fe, en el poder de Dios-Padre.

Creían y practicaban la sanación con las manos, mente, y poder del creador, manifestado a través de los ungidos principios, practicados desde la más remota antigüedad, dadas a conocer por las corrientes filosóficas Pitagórica, quien a su vez las obtuvo de los sabios egipcios, y estos de la civilización llamada roja que existió unos cinco mil años (a.C) en Etiopia.

Todo eso, señor Tiresias, lo recordé, en el preciso momento, cuando penetro el primer chuchazo, puñalada, en mi cuerpo.

-Mira Adrasto quiero decirte algo, yo no te he inventado a ti, tampoco la historia del niño-adolecente, ni la de Mario, Platón, la tía, la madre del niño, las organizaciones, mafias de la mendicidad, las perversiones de los personajes, desviaciones, el abogado, los esposos Autom, al mayordomo Eimarmena, El Policía-matador, Belial, esas historias tú mismo me las contaste. Varguita, el restaurant, toda la narración está basada en hechos que han acontecido, otros por cumplirse, porque sencillamente las leyes del destino son inexorables, si se siguen ciertos comportamientos, los resultados fatalmente son los mismos. Son las leyes naturales de la vida, las probabilidades son casi absolutas, se producen variaciones, pero es muy ocasional.

Lo único que puedes reprocharme, es haber asimilado dos historias. La tuya, ya se cumplió, la de el niño, que ya no lo es, está en proceso, su final, lo más seguro, es que se asemeje al tuyo, sinceramente, Dios quiera que no, pero hay tantas similitudes ¿Te recuerdas, que una vez te réferi, cuando vivías aun?, que físicamente, y en la forma de ser, te parecías mucho, a un amigo mío de la adolescencia, que murió trágicamente, en circunstancias muy similares. No escuchaste la historia, a todos nos sucede, luego nos lamentamos, pero el pasado es irreversible. Para finalizar esta conversación contigo, porque el sueño se me está desbaratando, y en ruinoso despliegue la mente se va tornando a la rutina; Te garantizo que la narración la terminare sin violentar en lo mínimo, los hechos que faltan por relatar-

Era mi cumpleaños veintiuno, fui al Urogallo, aviste al asturiano, le di las gracias, dispuse a marcharme sentía desesperación por salir de ese local, aturdía, cegaba, confundía ¡Mozo, gritó, espérese un momento! al rato regreso entrego un cheque por mis prestaciones de trabajo, quede anonadado, estupefacto, las daba por perdidas.

En los días anteriores había estado en la barra un tío, hermano de mi madre, trabajaba en uno de los cuerpos de seguridad del estado, estuvimos hablando, quedamos de vernos al soltar la guardia.

Vorágine de hierbas se alebrestaron en ruidosa circunferencia, paroxismo desvírgante del alma, mente, cuerpo. Esa noche fue la más intensa fumarola de drogas que jamás había tenido, los desguaces que viví satisfacían para varias vidas. Comenzaba el día, cuando me dejo en el apartamento; Como azuzando la ventisca que podía presentirse por su olor, que hacia levantar los orificios de la nariz, me regalo una pistola, Sig-Sauer, de diez siséis percusiones, continuas, tres cargadores adicionales.

Abriese el prepucio, como el loto en el amanecer, y con él, mí instinto criminal ¡Salta erguido, el falo metálico que escupe muerte! Buscando que horadar ¡La fuca destella, relampaguea incesantemente! Creó mis propias normas morales, y de todo tipo, someto, esclavizo, a mí voluntad, soy un hombre Vital, amo la vida, y esté mundo, acepto el eterno retorno, pues cuando tomo una decisión, realmente la quiero tomar, sin ninguna posibilidad de arrepentimiento de mis actos, se que la vida es dolor, placer, pero no reniego de ella.

Siendo niño fui inocente, crie mis valores en mi mente, toda imaginación era realidad. Al igual que Jesús, mi candidez hacia las reglas esenciales del vivir, sin que en mi mente existiera la menor sospecha, de la posibilidad humana de la perversidad, de lo detestable. En el camino, fui distorsionado de modo grotesco, infundado, muy temprano. Aberrante momento frente a Ti, mí Dios.

Sangre a raudales, comienzo la zafra, saciedad de carne perforada, ostentación, esplendidez del predicador cuando Avasalla, Ofrenda profanando, Des-Consagra al templo, solo con su presencia; Mi antro de perdición inicial.

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