miércoles, 24 de agosto de 2011

CAPÍTULO XI

¡Oprobio, afrenta ignominia, deshora, vileza, fango, me repetía obstinadamente el maestro Platón! Navegábamos sin remos, por pantanosas aguas, las hiedras iban apoderándose de la frágil embarcación, de entre los manglares nos acechaban.

¿Quiénes? En el mercado correteábamos en enigmáticos pasillos, que se bifurcaban indefinidamente, en circulantes escalamientos. Urnas, ataúdes, se sumergían en los indetenibles intestinos, abrotoñados pujan buscando liberarse, franqueza, hipocresías, fogoso, impasible, estéril realidad.

-Señor Tiresias, realmente me parece un atropello, que usted tomándose la libertad, de manera tan arbitraria, veleidosa, injusta, cuente mi infancia, escriba sobre mi madre, de manera tan soez, cruel. Muchas historias, le he contado sobre mi vida; Acerca de mis primeros años de vida, absolutamente nada; Lo que narra del maestro Platón, de cómo se desato su furia pasional, es cierto, pero nunca vivió en el mercado; Continuo su vida, he escuchado rumores que está loco, o se hace, dejo de trabajar, destruyo a su esposa, y sus hijos, nunca tuvo esa valentía, para acabar con su vida.

¿Por qué trata a Hermes, con voluble desprecio? Si sabe, que el único culpable fui yo; O quizás usted, por haberme dado el nombre de su blog, e insistir que lo leyera. A Hermes enseñe, nos fuimos a un Ciber a leer sus escritos. Hermes sintió preferencia por el de Walt Whitman, siempre pensando en los negocios; Con astucia lo utilizó para conquistar, engatusar, demencial, a los corrutos hombres, insaciables en placeres lujuriosos, que como la arcilla son de una plasticidad, que adquieren la forma, que se les exija para saciar sus apetitos.

A Mario no lo conocí, nunca viví en el centro de Maracaibo. Cuando lo llevé a casa de mi madre, con el licenciado Alfaro, a conocer a mi hija, sin lugar a dudas apreciaron la humildad, pero de la misma manera el amor que me profesaba mi madre, pudieron ver, detallar, el barrio lleno de miserias, desesperanzas, inhóspito. Sobre mi muerte, usted sabe realmente como sucedió.

¡Anoche soñé, señor Tiresias que.…! -Disculpa Adrasto que te interrumpa, pero no sé, hasta qué punto sería razonable aceptar que tú sueñes; A estas alturas, ya tú sueño paso; Que era tu vida, lo que tienes actualmente es la realidad; Que es tu muerte-

-¿Y, Qué es el vivir, y el morir? Señor Tiresias ¿Alguna diferencia existe? ¡Acaso no es nuestra vida, la que llamamos existencia en la tierra, compleja, abarrotada de miserias, tragedias, felicidades fugaces, engaños crueldades, donde todo es dirigido arbitrariamente por nuestros sentidos! Encausada a un hacer, sin prever absolutamente nada, buscar sin saber lo que se desea, ceguedad voraz, veloz hacia el objeto ¿Cuál?

Y los que de manera tránsfuga, sin darse de cuenta logran apresar la vejez, la transitan en una desolación, soledad, que los va hundiendo con lentitud vengativa, decrepitud horripilante. El apego a esté mundo, a nuestros cuerpos mortales, se va deshilando con esmerada premeditación. ¡Ah! Quedad un consuelo, continuar con la falsa, como la de usted, escribir en su vejez ¿Por Qué? Sencillamente está inhabilitado, para acometer lo que en realidad desea. Otros que acumularon riquezas, quieren regresar. ¡Sí! Pero ese regreso se ahonda en dislocada caída.

Los ancianos exigen respeto ¿Ellos la tuvieron? Cuantas maldades se abrigan en sus mentes, ese acoso insoportable que sondea el alma, y cada día, noche, es como un parche de Carache, que se adhiere como queriendo ser piel. No es necesario querubines con espadas, que lancen llamas, con palabras llenas de heces con hipocresías, y a la vuelta de la esquina tengan su enconche para saciarse, es más honesto no esconder, lo que se. Lo que consideramos muerte es la realización plena de la Idea, su Liberación sin Mutaciones. Su Hacer Infinito, sin cordeles, gríngolas.

Vuelo sin Tiempo. Espacio, sin esconderse, ni ocultar. Mente Pura en Caos Primigenio. No es dualismo, es inescrutable el hacer. Nada es Absolutamente, ni lo uno, ni lo otro. ¿Qué garantía tiene de haber vivido, o de estar viviendo?

Como le decía, ¡Soñé! que era un hombre libre; Pero no era yo, sino Banus, el de la secta judía Escenia, me había transmutado en él. Enajenado de la razón, del sentido, por pasión, éxtasis. Mortificaba permanentemente, para bajarme la excitación sexual, constantemente me bañaba con agua fría.

Habitaba en una costa, de un mar sin olas, sin ruidos, muerto, al igual que yo. Vivíamos únicamente varones, de todas las edades, sin mujeres.

Así había sucedido por miles de años, cuando íbamos a intercambiar productos con los otros pueblos, nos estaba vedado, por propio consentimiento, el tener relaciones con las hijas de Venus, de esa manera se hacía inexplicable como subsistíamos sin mujeres, y nos perpetuáramos durante siglos. Un día, pregunte al más anciano de todos -¿Para qué son, esas doscientas setenta siete cuevas, a las cuales nos está prohibido, ingresar, solo se dirigen a ellas los adolecentes, cuando cumplen dieseis años?

-Estas muy cerca de saberlo, mañana cumples la edad. Te van a llevar a una de las cuevas, la de iniciarte, para moldearte, pensaras que es maleable, pero a partir de ahí, aprenderás a protegerte de las mujeres, no sentirás nada por ellas, te enseñaran que son innecesarias, traidoras, que nunca pueden mantener la fidelidad a un solo hombre, la única manera de mantener la libertad en comunidad, es entre los hombres-

Fui conducido a una de las cuevas, me dieron a beber, una pócima, muy amarga, proporcionaron un inmenso tobo de cuero, llenos de agua, dos largas, delgadas baquetas, forrados en cuero de liebre sin curtir sedosos. Me dijeron, dentro de breve tiempo comenzaras a evacuar, cada vez que lo hagas, te lavas con agua, la tercera vez, te introduces la vara en tu ano, hasta lo más profundo, al sacártela constata que no hay residuos de excrementos, luego untas la otra baqueta, con esta cera, y haces lo mismo.

Para avisarnos de que no existen residuos fecales, debes asomarte a la cueva, nosotros tres estaremos ahí para iniciarte. Asomé, vinieron, eran de diferentes edades, joven, adulto, viejo, me bañaron nuevamente, untaron todo mi cuerpo con un aceite aromático, besaron mi ano. En conjunto cantaban unas plegarias, balbuceantes, en un dialecto desconocido, me dieron a beber un rico néctar, sentí una sensualidad, voluptuosidad, desconocida que me elevaba, ellos repetían constantemente, sin cesar, en paroxismo ¡Ponte como un gato! en cuatro patas. ¡Brema! como una oveja. ¡Balancéate! como una serpiente. Entre en un éxtasis desenfrenado, sibarítico, luego sumí en profundo sueño; Eso me sucedió hace unos mil quinientos años (a.C)

-Adrasto ¿Por qué buscaste en esa época tan remota, a Banus?- -Señor Tiresias, por la misma razón, que al Alumbrado, Inspirado, con Finura, le fue confiado todo un saber. Nietzsche busco a Zaratustra, o viceversa. Su vasto conocimiento, erudición, lo condujo a él. A mí, la oscuridad máxima de Banus.

Nietzsche es la pluma del primer A-moral, que vislumbra con cruel veracidad, la falsedad de toda la moral existente, desde el nacimiento del pensamiento, palabra, y obra. Se hacen Unicidad él, y el sabio persa Zaratustra, quien fue el primero en determinar erróneamente, que el Quid que mueve todo en la vida humana, son los opuestos, tenidos como esenciales. Bien, y Mal

De ahí, desprende el motor, fuerza, causa sin fin de la atrofia masificada, todo lo que es generalizado, deja de ser selecto, inteligente, para convertirse en abrojo de manadas.

La Moral dualista le pertenece a Zaratustra, él fue quien por primera vez creó ese error, sin intencionalidad, el más fatal en la civilización humana, por tanto es su obligación, dada su rectitud, sabiduría, el indicado para que lo revierta, destruyéndolo. Ser el primero en reconocerlo. Así emprende Nietzsche como sol que es, cual astro lleno de luz, su pase a la inmortalidad.

Llegan los duendes, la inspiración invisible, que en su azar deja de serlo, para elegirlo y catapultarlo, o quizás enterrarlo; Porque si es vida el saber enciclopédico, ella debe ir acompañada, equilibrada, con sus otras facetas.

La historia entera, es la refutación de la ordenación moral del mundo, a través la conveniencia.

-Banus ¡YO! Adrasto; Invoqué al sabio filosofo; Eterno concupiscente, libidinoso; Agazapado Inmoral, permanente oscuridad del deseo reprimido, escondido. Fue mi formador, soy su semejanza, suprema hechura; A Él, busque, en las cavernas sin luz donde siempre estará, aguardando para hacer caer al inocente niño, y apoderarse de su mente. Conviví en esa secta por noventa años; Aprendí, luego de mi iniciación en la cueva, que el ser humano siempre ha sido el mismo, semejante en ocasione, o peores que las fieras, cambian los adornos, pero su alma es la misma.

La razón es obvia, en el eterno reencarnar, Ella es la misma, solo cambia la caparazón. La secta se mantenía, adoptando a los niños varones únicamente, unas veces lo recibían voluntariamente de los padres, en otras ocasiones, raptaban, compraban, para que pudiera continuar existiendo la secta, al recibirlos siendo niños, hacíamos con sus mentes lo que queríamos. Entre nuestros principios, enseñarles a odiar las mujeres, conviviendo entre nosotros mismo, todo lo compartíamos, a través de nuestra profeta, Madame ¡Autom!

Recibimos de la madre diosa, un manual de instrucciones. En mi última estada, los escondí en una de las cuevas de ese salubre charco, que bautizamos como ¡Mar Muerto! Fueron hallados, pero los historiadores religiosos, que son como las putas, que esconden los que no les conviene, hasta el día que se arrecha alguno, o prepararan una emboscada, como cualquier vulgar aspirante a dios < ¡Y, Zaas! > Lanzan algo, que estruje, mortifique, arreche, descojone, crie bandos, sacando a la luz, los supuestos secretos, que en la mera verdad, no lo eran, porque batallones de historiadores lo han escrito. Según fulanito de tal, es de la conclusión, de que tal vaina, fue así, no como lo conceptualizo, mi colega de Cambridge, perencejo de los palotes, porque según, los Valentinianos, los Gnósticos, Ofídicos, ¡Stopeee! de por sí mismo, no dejan de serlo.

La política del Vaticano es genial al respecto, de tiempo en tiempo, lanzan a las vigilantes hienas, un pedacito de algún documento, que de inmediato se convierte, en un Veste Vender, y comienzan nuevamente los replanteos, contra punteo, de los eruditos, en el siglo tal, por el hallazgos, de cientos de escritos, o royos escritos, sobre piel de camellos, escritos con tinta, obtenidas de moluscos, en las cuevas del mar Muerto, donde se presume habitaron originalmente esta secta; Luego esa secta, se dividió en varias facciones, por cientos de años, miles, subdividiéndose, hasta llegar a la existente, hace unos cientos cincuenta años (a.C), que es reformulada, moldeada, por Juan el Bautista, siendo esa a la que pertenecieron, la virgen María y José, de la cual extrajo Jesús muchos de sus conocimientos, se asentó en Galilea, siendo por origen, una de las más pobres, pero de más Fe, en el poder de Dios-Padre.

Creían y practicaban la sanación con las manos, mente, y poder del creador, manifestado a través de los ungidos principios, practicados desde la más remota antigüedad, dadas a conocer por las corrientes filosóficas Pitagórica, quien a su vez las obtuvo de los sabios egipcios, y estos de la civilización llamada roja que existió unos cinco mil años (a.C) en Etiopia.

Todo eso, señor Tiresias, lo recordé, en el preciso momento, cuando penetro el primer chuchazo, puñalada, en mi cuerpo.

-Mira Adrasto quiero decirte algo, yo no te he inventado a ti, tampoco la historia del niño-adolecente, ni la de Mario, Platón, la tía, la madre del niño, las organizaciones, mafias de la mendicidad, las perversiones de los personajes, desviaciones, el abogado, los esposos Autom, al mayordomo Eimarmena, El Policía-matador, Belial, esas historias tú mismo me las contaste. Varguita, el restaurant, toda la narración está basada en hechos que han acontecido, otros por cumplirse, porque sencillamente las leyes del destino son inexorables, si se siguen ciertos comportamientos, los resultados fatalmente son los mismos. Son las leyes naturales de la vida, las probabilidades son casi absolutas, se producen variaciones, pero es muy ocasional.

Lo único que puedes reprocharme, es haber asimilado dos historias. La tuya, ya se cumplió, la de el niño, que ya no lo es, está en proceso, su final, lo más seguro, es que se asemeje al tuyo, sinceramente, Dios quiera que no, pero hay tantas similitudes ¿Te recuerdas, que una vez te réferi, cuando vivías aun?, que físicamente, y en la forma de ser, te parecías mucho, a un amigo mío de la adolescencia, que murió trágicamente, en circunstancias muy similares. No escuchaste la historia, a todos nos sucede, luego nos lamentamos, pero el pasado es irreversible. Para finalizar esta conversación contigo, porque el sueño se me está desbaratando, y en ruinoso despliegue la mente se va tornando a la rutina; Te garantizo que la narración la terminare sin violentar en lo mínimo, los hechos que faltan por relatar-

Era mi cumpleaños veintiuno, fui al Urogallo, aviste al asturiano, le di las gracias, dispuse a marcharme sentía desesperación por salir de ese local, aturdía, cegaba, confundía ¡Mozo, gritó, espérese un momento! al rato regreso entrego un cheque por mis prestaciones de trabajo, quede anonadado, estupefacto, las daba por perdidas.

En los días anteriores había estado en la barra un tío, hermano de mi madre, trabajaba en uno de los cuerpos de seguridad del estado, estuvimos hablando, quedamos de vernos al soltar la guardia.

Vorágine de hierbas se alebrestaron en ruidosa circunferencia, paroxismo desvírgante del alma, mente, cuerpo. Esa noche fue la más intensa fumarola de drogas que jamás había tenido, los desguaces que viví satisfacían para varias vidas. Comenzaba el día, cuando me dejo en el apartamento; Como azuzando la ventisca que podía presentirse por su olor, que hacia levantar los orificios de la nariz, me regalo una pistola, Sig-Sauer, de diez siséis percusiones, continuas, tres cargadores adicionales.

Abriese el prepucio, como el loto en el amanecer, y con él, mí instinto criminal ¡Salta erguido, el falo metálico que escupe muerte! Buscando que horadar ¡La fuca destella, relampaguea incesantemente! Creó mis propias normas morales, y de todo tipo, someto, esclavizo, a mí voluntad, soy un hombre Vital, amo la vida, y esté mundo, acepto el eterno retorno, pues cuando tomo una decisión, realmente la quiero tomar, sin ninguna posibilidad de arrepentimiento de mis actos, se que la vida es dolor, placer, pero no reniego de ella.

Siendo niño fui inocente, crie mis valores en mi mente, toda imaginación era realidad. Al igual que Jesús, mi candidez hacia las reglas esenciales del vivir, sin que en mi mente existiera la menor sospecha, de la posibilidad humana de la perversidad, de lo detestable. En el camino, fui distorsionado de modo grotesco, infundado, muy temprano. Aberrante momento frente a Ti, mí Dios.

Sangre a raudales, comienzo la zafra, saciedad de carne perforada, ostentación, esplendidez del predicador cuando Avasalla, Ofrenda profanando, Des-Consagra al templo, solo con su presencia; Mi antro de perdición inicial.

miércoles, 17 de agosto de 2011

CAPITULO X

Con decisión me dirigí al Urogallo, era el restaurant del amigo del maestro Platón, fui recibido por él; Era un hombre alto, de ojos azules, corpulento, su mirada penetrante, roja su piel, como si la sangre, quisiera brotársele de sus venas, su voz, denotaba poder, arrogancia, sin embargo, algo en él, reflejaba bondad, solidaridad, recordaba lo dicho por el maestro -Es mi único amigo- era sencillo deducir, que conocía todo lo acontecido.

Me dijo -Mi amigo Platón lo apreciaba mucho, para mi es suficiente, tengo entendido, que desconoce el oficio de mesonero, y de todo lo relacionado con atención al público, lo voy a ubicar, en la barra, donde labora mi mejor empleado, él lo va a enseñar, y a medida de sus posibilidades, habilidades lo enviare a los cursos, que patrocinan las compañías proveedoras de bebidas, lo único que le voy a exigir, es honestidad.

Mis ojos brillaron, sentí alegría en mi interior, complacencia, estreche su mano, las únicas palabras que le exprese -Muchas gracias, tenga la seguridad, que no defraudare, al maestro ni a usted-.

El jefe del bar era una persona joven, veintitrés años, color moreno, su cuerpo musculoso, acicalado, terso, limpio, pulimentado, sin protuberancia de grasa; Inquietaba, turbaba, ver en ese amontonamiento, aglomeramiento; La consonancia, maestría, voluntad, para disponer con acorde, cada musculo, dándole el tornado perfecto, de una composición escultural, esculpido, con toda minuciosidad; Desencajaba su cuello pequeño, rostro ovalado, ojos que deseaban dejar su cavidad, cejas muy pobladas, lo cual hacían resaltarlo sus ojos, haciéndolos vivarachos; Su boca, de la raza negra, aplacaban una mala impresión, siempre riendo, hablando, se hacía llamar Belial*, y a todos las personas, incluyendo los clientes, se dirigía diciéndoles "my Belial" acentuando agudamente, como si lo cantara, moviendo sus brazos, manos, en arqueo de abajo, hacia arriba.

El local estaba decorado, fastuosamente, con lujo, buen gusto; Al entrar, existía una recepción, atendida por una bella joven, elegante, siempre con pantalones, que se le ceñían al cuerpo, dejando poco a la imaginación; De su pecho salían dos senos redondeados, como el capullo ansioso de abrirse, firmes, sensuales, fácil de imaginar su dureza, por no bambanearse en demasía al caminar, sino lo justo, evaporando tibieza ardiente, como el asfalto en las horas del mediodía, de la Tierra del Sol Amada, se asomaban desde su blusa, como queriéndola zafarse de la esclavitud, de los sostenedores del vestido; En la parte derecha, subiendo dos escalones, la inmensa barra rectangular, toda de caoba, trabajada con esmero artístico; Del techo, colgaban infinidades de copas, de diferentes tipos, cada una específica, para el licor requerido, la pared posterior, estaba cubierta en su totalidad, por un espejo, donde se reflejaba, apreciaba completamente el salón, en todas sus partes; Al lado izquierdo, suficientemente retirados, dos inmensos, lujosos baños, uno para mujeres, el otro para hombres; En el centro, entre la barra, y el comedor, un gran salón de estar con lujosas, confortables, poltronas, quedando en su frente, el escenario, y una gigantesca pantalla de televisión; El salón del restaurant, con hermosas mesas decoradas, con fino gusto, las sillas asemejaban a tronos, tapizadas con finos cueros de cabrito, teñidas de rojo purpura; En la parte de atrás del local, la inmensa cocina, se adivinaba su existencia, por la entrada, y salida, de los mesoneros, con los platos, de manjares de la mar.

La categoría del personal, podía ser determinada por el estilo del uniforme, a excepción del Belial, que se despojaba de su chaqueta, y no usaba la corbata; A mí, me habían provisto de dos pantalón negro, tres camisas blancas de cuello, o vestir, dos corbatas amarillas, y un chaleco negro sin mangas, con un escudo de distintivo, resaltado por haber sido bordado en amarrillo, semejando el oro, era el escudo de Asturias, realmente, sobraba demasiada tela, por lo desmirriado, macilento de mi contextura.

Belial asistía a un gimnasio, donde a la vez era instructor, su eterna manía era estarse mirando en el inmenso espejo, se admiraba sin ninguna inhibición, lo manifestaba. Habían transcurrido tres semanas, en mi nuevo puesto; Belial no cesaba de insistir, para que asistiera al gimnasio, a cada momento me decía -¡my Belial, usted confié en mí! no se imagina el cambio, la confianza que uno adquiere cuando cultiva el cuerpo, la gente se fija en usted, esa partida de viejos, viejas, que vienen aquí, en su mayoría lo hacen para verme; Quizás sueñan, con haber tenido un cuerpo así, o me desean ¿Acaso no ve las propinas, que me dejan? a usted, ni siquiera lo notan, hágame caso- me abrazaba sentía entre sus piernas, un enorme falo, que hacia contacto con mi pequeño pene; Pensaba ¿quizás que vaina se adhiere?.

Resueltamente le dije el día que cumplía, dieciocho años, fechas, donde decidía cualquier paso que fuera a dar –my Belial, quiere llevarme hoy para el gimnasio- me abrazó efusivamente, pasó toda la tarde hablándome con sincera emoción, a las seis de la tarde nos fuimos, en su enorme, vetusta camioneta, la cual, como el mismo decía, estaba envenenada, tenía un motor V-8, doble transmisión, asientos de cuero, imitando el color de un tigre, tablero cromado, con tacómetros digitales, el equipo de sonido era de última generación, con control en el volante, se le podían introducir cinco C d, en todas partes tenia cornetas, o parlantes, en verdad era una nave.

Ese primer día en el gimnasio, cambio mi vida por completo, comprendí lo que el viejo maestro, quería decirme, cuando me hablaba del héroe Aquiles. -¡Todo en demasía, es perjudicial para el alma, mente, espíritu, cuerpo; porque a la larga, nos daña de alguna manera, nos esclaviza, somete, desvía, arruina! Al protagonista, famoso, corajudo, bello, agraciado Aquiles, lo llevó a la ruina, autodestrucción, su hermoso cuerpo, su amor, su prepotencia, su cólera-

Recordé el caso, de un filósofo al cual se refería el maestro con insistencia, llamado Nietzsche. Que se le hizo obsesión, apremio, subyugación, congoja, matar a Dios, pregonar que había muerto; Crear un nuevo hombre, un súper hombre, perfecto, sin necesidad de estar sujeto a nada, sino en el mismo, autosuficiente.

Su eterno retorno, la historia Universal es interminable, periódico, renacerán en otro ciclo, los hombres que ahora viven, repetirán los mismos actos, pronunciaran las mismas palabras, harán nuevamente lo que hicieron, sin diferencia alguna, vivimos, y viviremos, un número infinito de veces. Se dedico con tanta firmeza, perseverancia en ello, que olvido que era humano, se enamoro una sola vez, sin que la mujer amada lo supiese, sospechase. Alucinado, desconoció, enterró, omitió la vida. Su lirica, una de las más bellas, del idioma Alemán, el tema, demasiado escrutado, decía el maestro Platón.

Ese acicalado momento, terminó con mis amarguras, complejos, aflicciones, y paradójicamente dio comienzo a arraigarse con agriedad, una sensación de la cerquedad enjambrada, panal de cientos de recintos uniformemente orificados, con la precisión del abejar, que nos conduce ciegamente a través del incierto futuro, realmente no creía, o no sabía de él, vivía un presente que se extenuaba cada día, con más premura.

Todos los jóvenes que asistían, sin excepción, mostraban sus cuerpos desnudos, de manera tan natural, que en mis adentros pensaba ¡Coño, que banquete, se darían los pervertidos, y zamuros! La adoración, idolatría, a sus carnes, plasmadas con corpulencia, grosor, densidad, consistencia artística. Los que, habían pasado sus años de juventud, comenzaban a darse de cuenta, del indetenible ocaso; Se les podía observar, cierta nostalgia, tristeza, forzándose, porque permaneciera inalterable, invariable, impávida, la ilusión de lo que es perecedero, la Juventud.

Ese mismo día, comencé a inyectarme, tomar esteroides, vitaminas, bebidas, compuestos químicos, adicionados a los alimentos, mi cuerpo a los seis meses, era sencillamente bello, me ejercitaba por lo menos cuatro horas, todos los músculos se endurecieron, desarrollaron con templanza, como el prototipo que en mi imaginación había esculpido, de tanto describirlo, el maestro Platón, mi estatura a los diecinueve años, alcanzaba un metro ochenta centímetros. Mi miembro, creció, me sentía orgulloso de él, se marcaba con toda visibilidad, en el pantalón; Igual, mi trasero, al menor chance quedaba fascinado mirándome, admirándome, en el inmenso espejo de la barra.

Había alquilado un pequeño apartamento, las paredes las forre de espejos, contemplaba toda mi figura depilada, sentía una liberación, como si me elevara a un mundo mágico, donde el pensar estorba, cansa, comicidad, deformidad, monotonía, solo se es fantasía; Acostaba en la cama boca abajo, extasiaba admirando mis onduladas nalgas, su formación, tal como las veía en las esculturas griegas, las líneas resaltaban, carnes abundantes, lisas, duras, las levantaba, masturbaba, era autosuficiente, no necesitaba a nadie, ni nada, para sentir la sublimidad del sexo; Penetré en un túnel, que desconocía si tenía fin, y volvería a ver la luz.

Comencé a salir, sin establecer diferencias, los hombres normalmente, pagaban mejor, exigían menos, y generalmente se convertían en amigos. A mis veinte años, se había cumplido mi segundo deseo, ser amado, necesitado, escoger amigos, ser admirado, todo lo podía hacer, realizar, mantener, sin ningún tipo de sentimiento, remordimiento. Sentía que la fuerza de la imaginación era tan intensa, que las desgracias vividas se me hacían un estorbo, como un viento que viaja falto de sentido, sin encontrar obstáculos. Definitivamente cada uno mata su ventura, o desventura, que a bien, saliendo de ella, y vivida dentro de ella, es menester responder de ella. Seguro estaba, que no habrían más corcoveo, domados los sentimientos, o abandonados, solo queda ignóralos, sin escrútalos. A ello, estaba dispuestos, me sentía dueño, y señor de la embarcación; Tras la cruz, está el diablo, eso lo sabía.

El vacio, dejado con la muerte del maestro Platón, la había, solventado, con dos clientes, que se hicieron, asiduos, únicamente iban los lunes, y miércoles, a partir de las doce del día, jamás pasaban de las cuatro de la tarde, la primera vez que entraron al local, los atendió Varguita, quien era el decano de los mesoneros, conocía a todo el mundo, trabajaba en el oficio desde los dieciséis años, tenía un estilo, cualidades, condiciones, peculiares, excepcionales, bondadoso, en breves palabras, había nacido para mesonero, lo disfrutaba.

Se sentaron dándole la espalda al inmenso espejo, sitios que eran los preferidos, de las personas de edad, por lo aislado, menos frio, y podían observar, dominar, todo el local; Ellos lo hicieron en la parte izquierda, cerca de los baños. El más alto, elegantemente vestido se llamaba Luis, el otro Tiresias. Acorde de inmediato del maestro Platón. Rigidez, erizamiento, fue el pretérito para que mi mente excavara, una depresión que se escapaba, destilaba, sin poder simularla, reprimirla, impelabasé empedernidamente, espontáneamente, imperando en mi voluntad.

El Señor Tiresias, se fijo en mi palidez; con voz suave, familiar me pregunto ¿Joven, le sucede algo, esta pálido? -No doctor, fue un simple malestar repentino, quizás por el exceso de trabajo, anoche fue fuerte- Sin casi dejarme terminar, me espeto con cierta sorna -Mire amigo, más doctor es usted, le agradezco no me insulte, doctores son muy pocos, y pueden ser contados con los dedos de la mano, y no llegan a nueve- Enseño la mano izquierda, le faltaba el dedo medio, causando hilaridad, risas, entre los clientes que escucharon; Enfumandose mi estado emocional. Se acerco Varguita estiro su mano, ellos estrecharon con efusividad emotiva, lo abrazaron, visiblemente ensimismado Varguita con un leve tartamudeo inicialmente, le dijo -Señor Tiresias, tenía tiempo que no lo veía, la última vez fue en el Delfín, andaba usted, acompañado del doctor Filipo Vanderling, que más que medico, parecía un lord ingles, elegante, distinguido, inconfundible, de palabras directas, sin tapujos, como si estuviese declamando, difícil de entender sus parábolas, que lanzaba como dardos llenos de humor oculto, era un genio en la práctica de la medicina, pero más aún lo era, en la concepción de la amistad, sagrada como un templo; Su muerte nos sorprendió, entristeció, pero para eso nacemos; Luego saludo muy efusivamente al licenciado Luis. Continuaron hablando de tiempos pasados, a cada momento, se destornillaban de la risa, contando anécdotas, situaciones, hechos acontecidos.

En breve tiempo, me hice amigo de los dos, se interesaron en conocer mi vida, aproveche la ocasión, para preguntarle, por qué, lo llamaban Tiresias, se estuvo riendo, un buen rato.

Mira, Adrasto, estas son vainas de Luis, quién me apodo con ese nombre, por escribir un blog que se llama Los Escritos de Tiresias- Les conté lo sucedido al maestro Platón, ambos se quedaron asombrados, serios sus rostros, el señor Alejandro su verdadero nombre, dijo -Pensar, que ese escrito, salió de mi mente, estando sentado en la barra del Bohío Azul. Llegaron dos jóvenes, ambos muy bien parecidos, eran parejas, a los días fui nuevamente, solo uno estaba, contra mi costumbre pregunte, por su amigo; Lloró, silenciosamente, cuando pudo, seco sus lagrimas, dirigiéndome sus palabras -Él, murió, hace tres días, de Sida, realmente no sé, el por qué se fijo en usted ese día que nos vio, comentándome sobre su sombrero, su tranquilidad bebiendo, cordializando con los mesoneros-

Calló, quede mirándole, dijele –Cuanto, lo siento, ustedes me inspiraron cuando comenzaba a escribir, tenia precipitación por hacerlo, desde mi niñez leo, pero ahora en la vejez es cuando tengo oportunidad de hacerlo, uno de mis hijos enseño a medio manejar una computadora, él me creo, un blog, se llama Los Escritos de Tiresias. Pensando en Walt Whitman, y ustedes hice un escrito con el nombre del poeta, entre los comentarios, recibí uno, que decía –Gracias señor del sombrero, en el Bohío Azul, usted nos vio. El arquitecto

jueves, 11 de agosto de 2011

Capitulo IX

De entre la oscuridad del alma, la voz de la parca Laquesis, deciame: Al final del camino te verás, como lo que siempre fuiste, y serás, el creador absoluto, libre, de todas tus vivencias, y cuando veas tu vida, a la luz de la conciencia ¡Que, es maquina, que solo graba para Ella! Sentirás una compasión enorme, por Ti Desearas haber evitado tanto dolor, sufrimiento, pedirás, suplicaras, imploraras, una nueva oportunidad, pero ya la madeja tejida por Mí, ha llegado a su fin, solo mi hermana Atropos, puede ayudarte, cortándote el hilo de la vida, y deshaciendo la madeja que tu creaste.

Mi esposa, con mesura, bondad, benignidad, sensibilidad; Auscultaba, para saber que me sucedía; Callaba con grandes esfuerzos, trataba de cumplir con mis obligaciones; Caí enfermo, con fuertes dolores, en el estomago, de emergencia fui conducido a una clínica, era una apendicitis crónica, debían operarme de emergencia; Al practican los exámenes, requerido, entre ellos el de sida, salgo positivo; Confieso ¡He, tenido relaciones homosexuales! Debo, decir los nombres de las personas, todo acabó; Así fue, como llegue al mercado, de tanto vagar, conseguí refugio, los chinos del almacén, me ayudaron.

El maestro Platón, enmudeció mirando sin ver; Tomó el último litro, se lo pego, a pecho, sin darle resuello. Nauseas sentí, un nudo que se atoraba en mi garganta, represaba las lagrimas; ¡Brotaban! en contra, de mi voluntad; Al otro día, cuando despuntaba el amanecer, frente al guacal del maestro, se aglutinaban un grupo de personas, pregunte ¿ Que, sucede? al unisonó, varias ¡VOCES! me contestaron. ¡El maestro……… Se, Ahorcó!

Hay, miles de manera para suicidarse, las clásicas: Ahorcase, Envenenarse, Dispararse un Balazo, Cortarse las Venas, Sobre Dosis de Barbitúricos, Droga; Existen otras, que es necesario tener valentía, o saber que todo es un sueño, para acometerlas; Son las lentas, conscientes, cuyo objetivo es pagar en vida la ocurrencia, error, desatino, mala hora, jugarreta del azar, y, se ejecutan con tan flemática planificación, que de por si demuestran, coraje, valor, ira, incumplimiento, a sus valores, deshonra, a los seres queridos. Podría pensarse ¿Qué valor tiene, el torturase tan cruelmente?

"Vida que pasas, tú no sabes, con cuánto dolor, me trajo mi Madre”.
Te admiro; eres indiferente.
Mágicamente apareces, sin decir ¿el por qué?
¿El destino, los duendes? Tus incondicionales esclavos.
Llegas despertándonos, de un sueño; ¡Y! te vas, siéndolo.
¿Eres ficción, ilusión, fantasía? ¿Bufonada, sin sentido?
¡Luego de nacer, te ansiamos!
¿O, quizás? Te despreciamos, Calladamente
Alegría inconsciente; En la infancia; ¡Corres con prisa!
¿Rebeldía, Apariencia?
Cremallera dentada, que agarra
Criadero de fantasías, sueños, que desgranan
Silenciosamente, con suprema maldad
Sin dejar, despertar, ver, saber
Es breve, hoyo en el camino
¿Simulación de Inmortalidad?
Efímera flor, de rápido marchitar
< ¡Pretérita juventud! > “Como te Anhelo”
Madurez, desespero de la mente.
Lirio Venenoso; Flores Blancas.
Declive penoso, vientos Céfiros del Oeste
Turbulencia, que arrastra
el semblante < ¡Mugientes Sonidos! >
¿Que desean? “Ser” ¡Apetitos desordenados!
Placeres, incontinencia, liviandad, lascivia
¡ÉL! ¿Quién? Tiempo, se hace presente
Con, sus realidades ¡Que, son, quizás, ilusiones!
Sogas peludas; Tejidas con Alambres de Púas.
Vejez displicente, mórbida
Que quema, el Espíritu, fin que se teme
Desliz, sin obstáculos; ¿Para qué mentirnos?
Transfiguraciones, Insondable
De las carnes, escape planificado, premeditado.
Rostro Engalloso; Poses Inocentes. ¿Imitar al Párvulo?
¿Reflejar Lastima? ¿Pordiosear Amor? ¿Perdón?
Laberinto encerrado, prisionero.
¿A Sabiendas?
Burlador falso, sin la esperada Paz
Tú no eres lo que he buscado.
Jamás te presentí; Ni ocupe, de tu existencia
¿Qué eres? Ignoro. Poca importancia, Mereces
¿Naci, pare ello?
¿Cuánto, me has buscado?
Quizás, yo te he ansiado, sin tu saberlo
La idea me viene, de un pasado soñar
De algún lugar, que seguramente, he compartido contigo.
Evoquemos, mientras nos conjuramos
< ¡Hagamos la Paz, con fluidez afectuosa! >
Movimiento impulso, escalofrió de fiebre
Nerviosismo del alma
Aguardo a ver; Lo que tardó, en morirme
Enmohecido, estropeado, displicente
Entusiasmo, emoción, angustia, afán,
Sin amilanarme, me disfrazo
Multitud de personas, a duras penas me limpian, purifican;
Es el mundo, Globo Terráqueo,
Enemigos, Ratoneras, Galerías,
Cubierta de excrementos,
Mutabilidad, Inconstancia, Mutilación,
Cambio de hombre, a mujer,
Transformase, mutuamente,
Mente muda, inanimada,
Dardo de odio, misterios sepultados, idos,
Ceremonias secretas, sacramento del altar,
Sacrificio en el Averno Desolado,
Contrariamente a lo esperado.
¡No hay! barquero, ni Careonte;
¡Llevó! …………..”La moneda”
¡Cerbero, no aparece!
Tengo desagradablemente ¡Que mirarme! ¡VERME!
Palabras, Suposiciones, Teorías;
Iniciar la eternidad de la nada; ¡Meticulosamente!
Atalaya ¡Un fuego! SURGÍA; De algún lugar elevado,
Estaba en acecho, en una nave,
Atisbando, envigorizando, desde una gruta
Enclavada en la montaña,
Sin tener esperanzas, ni confiar;
Seducían, Cautivaban, Persuadían,
Con halagos, embóbame sedosamente,
Suavemente. Debilidad absurda
Ligeramente amarga. Fingida Libertad,
Desvelos aturdidos, que pasman,
Ahogando las sediciones, con estupor extático
Seductor; Viciar; Contaminar
En el momento mismo de la marcha,
Bajo el dominio del juicio oculto,
Cultivo de las facultades; Espirituales,
En rivalidades secretas
Llevadas antes de la Crucifixión;
Aplicar, ahincar, ARCHIVAR, CUARENTA
¿Quiénes? ¡El VATICANO!
Suplantar hacer pasar, por verdadero lo falso
Quemar, subvertir con penetración aguda;
Excavación, llevando a cuesta, sin poder responder;
“¡Grito!“
¡HUMEDO, AMBAR! Amarillento

La fiebre comenzó a ceder; Doña Ana, la dueña de la pensión, acudió al siguiente día, en horas del mediodía, , en sospechas de que algo me sucedía, al no haber salido de la habitación, siendo mi costumbre, madrugar; Encontró como ella luego narro, en un estado lastimoso, deplorable, el cuarto inundado de vómitos, ardía en fiebre escalofriantes, sudores transpirabansé por mi piel, hablando locuras, la voz del más allá, según ella, ruidos gruñía, vociferaba, alborotaba mi cabello, desencajaba el cuerpo, como si estuviese posesionado, por los demonios; Llegó, un seminarista, niño, hizome recordar, lo que fui.

-Reposado, pausadamente, recitaba, hablaba como un doctor- Según la expresión de doña Ana. -Nada de lo que usted decía, entraba en mi viejo cacumen, pero eran tan bellos las locuras que decía; Que al escucharlo hubo momentos que me arranco lagrimas, al menudeo primero, luego sin poder atajarlas se desprendían como la ceniza del tabaco de mi comadre Juana, cuando comienza a jalarlo frente a las imágenes de la Virgen de Chiquinquira, y la diosa María Lionza, pidiéndole un favor, que nunca es para ella, y en desbocado alud, tal si fuese nieve, se avienen en precipitación demente, avisándole que el pedimento está aceptado; La piel erizó, como las de mis gallinitas, cuando las agarro para sacrificarlas, y presienten que su hora es llegada; En ese estado me encontró mi comadre Juana; Y usted, tranquilo con la vista fija al techo, aproveche la oportunidad, para darle una medicina que mi abuela invento, con varias raíces de plantas, que sacan a Satanás de la mente, del alma, de los borrachos; Porque, si bien es verdad, que los rascados* dicen lo que en realidad piensan, a veces el diablo, o uno de sus esclavos, aprovecha la confusión para hacerlo suyo; Y ¡ahí! si es bien difícil arreglar al pobre cristiano; Usted, va para tres días en este trajinar, gracias a Dios, que se le ve muy mejorado, voy a prepararle una tina de agua tibiecita, para que se bañe, luego serviré un buen caldo de gallina negra creada con maíz, aquí en el patio de mi casa, creciendo, comiendo, esparciéndose, recibiendo su solecito, hasta que lo desee, y cuando no, se abrigan debajo de las matas que si no fueran por ellas, asados estuviéramos todos, durmiendo como Dios manda; No como esos pobres animalitos que crían ahora, sin la misericordia del Señor, sin dejarlas dormir, con luz eléctrica todo el bendito día, ellas comen que te comen, mételen jeringas, y que de vitaminas, y en quince días los desgraciados animalitos ya pesan como cinco kilos; No señor, eso es ir contra lo que es natural, bien criminal que es; Con ese caldito, que yo le pongo doble recao de olla* se le terminara el despabilamiento- Luego del baño, y el hervido, dormí hasta el otro día.

Cuando comenzaron a cantar los gallos, de la pensión, que eran los únicos hijos, de doña Ana; pensé la prodigalidad, amabilidad, amor al prójimo, que poseen miles de personas que actúan ayudando a los menesterosos, inválidos, niños de la calle, sin hacer alardes de sus bondadosos procederes; Pasan desapercibidos, ignorados, en esta sociedad virtual, guiados por un subjetivismo aberrante; Yo, Mí, nada de él, ellos, criadero de parasíticos; Doña Ana, podía vivir tranquilamente fuera de la pensión, en un lugar más cómodo acorde con su edad, sin embargo a las cinco de la mañana, estaba en el ajetreo con su comadre, limpiando, cocinando, para los pensionados que desayunan en el sitio, los menesterosos que acuden religiosamente, diariamente a yantar en un salón, que les tiene asignados; Todos estos pensamientos, me causaban indignación, conmigo mismo; En realidad en ningún momento, me había detenido, a meditar sobre la labor que realizaba esa anciana, siempre con su sonrisa a disposición, como abertura de flor al amanecer; Me di de cuenta, del egoísmo que prevalece en los humanos, que nos hace pensar, estar seguros, que el único mundo es el de uno, fuera de ahí, nada importa; Es cazar diariamente, guerra silenciosa, donde se entretejen todas las madejas, mirando por un solo orificio; ¡Él Nuestro! todo enfocado con un solo objetivo, vencer, saciarse, dominar, estrujar, joder, escoñetar, a los demás, no importan, los métodos, bajezas, daños, es sobrevivir, por encima de todo, luego Dios, proveerá el perdón; Ya habrá tiempo para ser perdonado, Y si don dinero está presente, duda no habrá, que, que por lo menos la sensación de que estás viajando en un Apolo a los Cielos dejaras, entre los presentes, ausentes, diarios, televisión, floristería; Cada día, sale a la calle un pendejo, el que lo agarre de primero, de él es; Ser prospero, es ser tramposo, ganar sin trabajar, disfrutar al máximo, la vida, ¿Para qué jodece? Si siempre, nos vamos a morir. Así pensamos, la inmensa mayoría; Y viene, la doña Ana, a contrariar las reglas sagradas de la vida; < ¡Arrechísimo, Encojonado, levante! > Vestí, y salí a la calle.

domingo, 7 de agosto de 2011

Capitulo VIII

Parquee, en el estacionamiento de una cafetería, en mi mente con diáfana claridad, entretejían las imágenes, vivencias, llenas de felicidad con mi esposa, e hijos; A todo lo escrupuloso, moral, esfuerzos realizados durante mi vida, se impuso la ansiedad de penetrar en la vedija lana, enredada, apretada; Decidiéndome, a leer los escritos que me había entregado-

-Se levanto el maestro, con dificultad de la empuércado taburete, extrajo de un destartalado cajón una carpeta, de ella, saco unos escritos- -Adrasto, quiero leértelos, jamás, persona alguna, los ha conocido por mi iniciativa, menos aún, que me fueron entregados, para fingirme una declaración de amor.

“Salacías se mecía, a un ritmo suave, acorde con las brisas
Las Nereidas conspiraban en el fondo del mar
Palemón, el recatado por un delfín, lanzase a la mar
Los Tritones jugueteaban con un balón, hecho de multicolores coralinas.
Entretanto; Sentarosen en la barra del Bohío de la Mar Azul.
Que da, a admirarlo.
O ver, las tranquilas olas en su andar.
Un bello joven, en la plenitud de su adolescencia, y un altivo, elegante hombre, con toda la esplendidez que da el amor; sin arrogancias.
Pusieronsé a mirar. Quizás sea el mirar, sin ver, sin pensar.
No obstante fuese lo uno o lo otro. Eran lejanías, letanías; sin duda alguna.
En la Sima de la Mar, busca yacer el Alma.
Sin llegar a su fin.
Bajar, descender, sin cesar.
Lecho definitivo. No consiguen.
Pero la necesidad de continuar
Para obedecer las pasiones; los hacen peregrinar.
Dispuestos están, a soportar el castigo eterno.
Antorchas, ni hachas de fuego eran llevadas.
Ni cantaban en himeneos.
La flauta Lidia, se sonorizaba por su Patetismo.
Dirijierosen al acantilado señalado
Por los arquetipales dioses.
Todos querían estar presentes, oscilantes
Para hacerse de pitonisas, de augures.
La diosa Discordia; trajo su otorgado permitido.
Una caña de pescar, para ponérsela en el alma
A uno de los enamorados y advertirles
Las adversidades del Amor.
Pensativos quedaronsé.
En sus almas un llanto eterno.
Siguieron sumergiéndose
En la infinita sima de la Mar.
Sin detenerse a pensar, ni saber lo que estaba ocurriendo.
Refugiarosen los dos enamorados.
Dentro de una gruta submarina.
Un hermoso río atravesaba el mágico recinto.
Quitaronsé sus túnicas.
Cromos, se había ido a dormir
Deteniéndose el andar del tiempo.
De sus órganos, la miel sagrada se destilaba
Originando un manantial.
Eros; los alimentaba sin darles oportunidad de predecir.
Los dioses todos; se sentían humillados por la voracidad, avidez, sobre humana de esa pasión amorosa.
Encomendaron; a la diosa Casualidad castigarlos.
Del vestido de la inescrutable divinidad, caían al azar.
Joyas, coronas de oro incrustadas de relucientes brillantes. Rojos purpuras rubíes, verdes esmeralda.
Monedas de oro, prisiones, todas las desgracias inimaginables. Nada afectaba, ese amor inmortalizado.
Acudió en su ayuda la diosa Furia.
Quien envió prontamente, a las anguilas a raptar a uno de ellos.
¡Quizás al más joven y bello! Carpo.
Encarnación de la lozanía, juventud.
Hermosura intemporal de la desnudez primaveral.
Hijo del dios Céfiro, el que sopla la vida, y la diosa Flora, la ofrendada siempre en el amor.
Bañabase el Febo, en las endiosadas aguas del mágico río.
Envolvieronle las cilíndricas y aceitosas anguilas.
Haciéndolo yacer eternamente en las aguas dulces de los ríos.
Enloqueció el otro amante Cálamo.
Buceaba con desesperación en las prisadas aguas que no detienen su andar, en busca de su destino, que es la Mar.
Invocó primero a los vientos del Oeste.
Ofrendo una cabra blanca, pidiole regresaran las aguas del río
Mas su ruego no fue escuchado.
Oponíase Cerbero, el perro rabioso de tres cabezas que guarda las puertas del mundo de las sombras.
Luego evoco a Circe, la dominadora de las artes negras
Quien podía metamorfosear a los seres humanos
Su suplica fue escuchada.
Convertido en caña de pescar fue.
Sondear los ríos es su destino; en busca del amor raptado.

-Se quedo Platón, mirándome fijamente, con rabia, pena, desasosiego, bebió con gran ansiedad tres copas seguidas, de la burbujeante ensoñadora, continuó el maestro -Al terminar de leerlos, mi excitación era de tal magnitud, que como un colegial, presuroso, impulsivo, arrebatado, penetre en la cafetería, marque el número telefónico entregado; Atendió una persona, que por su voz era bastante joven, le pido que me comunique con Emilio, pasan cinco minutos, que se hacen interminables, e imprimen en la mente torturas, antes no vividas; Escucho su suave voz.

-Disculpe, profesor por haberlo hecho esperar, estaba bañándome- -¡Avalanchase, lo veo, imagen, cuerpo desnudo, tiemblo! -Si usted desea, podemos vernos en el café Tibor- -Contesto, con voz entrecortada, emocionada ¡Yo, estoy, en ese café!- -Profesor, por favor espere, en unos diez minutos, estaré ahí- Me siento, en una de las mesas menos visibles, adosada a la pared final del local, dos columnas la hacen imperceptible, ordeno al mesonero -¡Un vodka, doble, golpea mi garganta, aturde el pensar! Bebía únicamente en reuniones sociales, llamó al mesonero -¡Sírvame, otro!- cuando él llegó, estaba en el primer paso, para la ebriedad inconsciente, recuerdo, que estrecho mi mano, paso su brazo por el hombro -profesor, disculpe mi tardanza breve percance, me retraso ¿por qué, no damos una vuelta, en su auto, conversamos? yo puedo conducir, tengo los documentos en regla- -trato de sacar su cartera, pero lo detuve, le entregue la llave del auto.

Tomó la autopista, no hablamos, agarro mi mano, poniéndola en su órgano, estaba erecto, apreté con furico deseo, se abrió la bragueta, con su mano, acarició mi cabeza, con ternura suavidad, la dirigió a su órgano viril, con ferocidad irracional, lo introduje en mi boca, él gemía suavemente, desvió el auto por un sendero sin asfaltar, se veía un anuncio, rojo, parpadeaba intermitentemente, al acércanos, pude leer claramente Las Avispas-Motel, la guerra, la paz, el conflicto, y el amor entre los sexos, la libertad y la opresión, explosionaron en una mente que se negaba a obedecerme, fantasía camuflageada llena de realidad. Dirigió directamente el vehículo, a una de las habitaciones, penetramos en ella.

< ¡Sonaron las campanas, cientos de ellas al mismo tiempo, y con la precisión de un misil, acertaban toda su conjunción sonora, en mi alma, presa de un violento combate, que se desea continúe, a sabiendas que no se tiene, la más remota posibilidad de triunfo! > ¡Un solo rugir! Epilepsia, epilogo, epítome, epitafio, trajo sosiego, placidez, quietud, por breves instantes, consciente estaba, que no habrían más amaneceres, que la eterna oscuridad, de la demencia, se posaba para no abandonarme.

Entregó la llave del vehículo diciéndome –Profe, puede conducir- con una mímica expresión de la cabeza, le conteste. Continuó -Vivo cerca de su mansión, puede dejarme cerca, en la entrada del barrio, es bastante peligroso, ingresar en él. -No importa, quiero correr el riesgo, de esa manera se dónde vives- En el recorrido, solo acariciaba mi mano, no entrecruzamos palabras algunas, unas tres cuadras, antes de llegar a mi casa, me dijo -profe, desvíese aquí- Era, una estrecha calle, ascendente, con las típicas construcciones barrocas, edificaciones de dos, tres, hasta cuatro planta, que comienzan al pie de montaña, van engarfiándose, enrrocasdosé, unas con otras, en una simbiosis incompresible, de astucia arquitectónica; -profe, trate de regresarse en esta parte, donde existe espacio para que pueda hacer la maniobra, yo vivo, en ese edificio, de tres plantas, en la parte de abajo, conmigo conviven tres estudiante, no imagina el deseo, que tengo de salir de esta pocilga-

Antes de bajarse, agarro con cierta violencia mi cara, dio un prolongado beso, su lengua, lo hacía todo. Llegue a mi casa, note en el vigilante preocupación, salude, deje el auto para que lo acomodara, al entrar, mire el reloj, marcaba, once, de la noche, había perdido la noción, del tiempo, realidad; Sentía felicidad, vaciado como el oro fundido, luego de haber sido sometido a las altas temperaturas, para darle la forma requerida, mostrando su complacencia en esa brillantez opaca, llena de felicidad escondida, a los ojos de los ignorantes de ese arte; quise gritar < ¡Soy, Yo! >

Sigilosamente, penetre en mi habitación, pase el cerrojo de seguridad, y con una alegría inusual, brinque, para caer en mi cama; Desperté, sobre saltado, eran las diez de la mañana, había dormido con placidez, pensé, así debe ser el morir; Nunca, había faltado al trabajo, llame al celular de mi esposa, era bionalista, a las cinco y media de la mañana, salía para su clínica, con toda normalidad, le mentí, sin remordimientos, dijele, que había estado en una reunión, con otros colegas, su voz transmitía extrañeza, nunca en domingo lo había hecho, al final, me dijo -Te mereces, un descanso, si quieres llamo a la facultad, para participarles que no te sientes bien, agárrate el día, nos vemos esta noche-

Me quede acostado en la cama, surgieron sin darme de cuenta las realidades pretéritas, de la civilización Helenística; Siempre he considerado, que prevalecen todos sus valores en la civilización Occidental, habiendo absorbido los principios Cristianos, que de alguna manera, sobre todo en la filosofía Pitagórica, estaban fundamentados, y estos en las fuentes egipcias, persas, hindú, unos utilizados sin parquedad, otros sumergidos en nuestras mentes, de manera latente. Las alegrías son inestimables, finas telas de algodón. Cuando mis ojos, admiraron la belleza de su cuerpo, mis manos se posaron en esa suavidad de calicó contacto, mi nariz aspiró su perfume humano, exhalación de la piel, humor de las carnes, individualización enrostrada, que solo cambia con la edad, nuestros labios, bocas se deleitaron con el particular, exclusivo sabor de los órganos, que bribaron a su contacto; ¡Viví, ese éxtasis de la fantasía! hecha realidad; Cuerpo masculino, perfección de sus músculos, órgano sexual, la simetría ondulante de su trasero, desplegados con sensualidad en sus caderas, sobresaliendo de su ajustada, equilibrada cintura.

A las once de la mañana, estaba llamando a Emilio, contesto él, lo invite a que almorzáramos juntos, y pasáramos la tarde en un apartamento que poseía en el litoral central. Con voz decaída, lamentosa, me contesto, que no me imaginaba cuanto lo desearía, pero lamentablemente, debía acudir a una cita de negocios, con una gente, que le estaban consiguiendo cinco mil dólares para traer una mercancía, de Panamá, quizás nos veamos, cualquier día de estos, gracias profe. Tranco el teléfono, quede desconcertado, no atinaba a coordinar; Instintivamente, volví a llamarlo; Le pregunte ¿Para cuándo los necesitas? -Para hoy profe- No, te preocupes, nos vemos a la una de la tarde, en el restaurant Galeón, cuando llegue, estaba en la barra, esperándome, entregue el dinero, almorzamos, bajamos hasta el litoral, anochecía, recordé la existencia de mi esposa, llame; Dijele que había decidido bajar hasta el apartamento, del litoral, que regresaría mañana, me contesto, que le parecía una excelente idea.

A partir de ahí, fue para Emilio como saquear, un banco. El deseo es perpetua servidumbre y perpetuo desengaño, el vehemente enamorado, se esclaviza, permanece eternamente solo, únicamente en el delirio del sexo, ve las bellezas, que lo hacen esclavo insaciado, dolorosa insatisfacción, humillante tiranía, engaño de los sentidos, alterados por la excitación.

Pedí mis prestaciones, revente las tarjetas de crédito, ya me era imposible conseguir más dinero, así se lo manifesté.

< ¡Hipogeo, Cadáver que lo habitas, haciéndote abono; Abrojo que cubres el lecho eterno! > Distorsión grotesca de las fantasías, manipulación para el retorno, estoicismo absurdo, infinitas revoluciones del tiempo, infaustas lunas, soles, enriquecimiento de prodigios, desventuras, adversidades de mártires, teólogos, heresiarcas, dogmas, bibliotecas.

Ese momento comenzó el distanciamiento, costabame conseguirlo, habíala cedido un apartamento, que tenía en Prado Alto, fue a vivir con su amigo; Poseía una llave, decidido a aclarar la situación, de una sola vez; Penetre en el apartamento, para esperarlo, era asombroso, las veces que repico el teléfono; Eran las tres de la tarde, Emilio no aparecía, su celular permanecía apagado, hacía dos días. Senté en la silla, de su escritorio, el estado febril en el cual me encontraba, hacía que mis manos jurunguearan sin premeditación, moví desapercibidamente el mouse, se prende la pantalla, decía, Emilio Bloqueado, pincho, salen, Los Escritos de Tiresias blogspot.com.

Walt-Whitman

Comienzo a leer los versos, mal acentuados, evidentemente emparapetados por un principiante, estrofas, sin las reglas elementales de la gramática; Sintaxis, semántica, silepsis; La primera parte correspondía a los versos, que me entregó, plagiados, adecuados, adaptados; Sigo revisando; Correos enviados; Los mismos versos, si es que pueden llamarse así, enviado a treinta personas; Tiemblan mis piernas, siento que me ahogo, corro al sanitario, vomito hasta las saciedad.

Entra Emilio, ve, el desahogo cañeril -¡Coño viejo, que le sucede!- trato de golpearlo, esquiva con facilidad, sale del baño, mira hacia la computadora -No me joda viejo, usted es idiota, pendejo, o un simple guevón ¿Acaso se ha tomado en serio, la relación que hemos tenido?; Usted me disfruto, yo, he recibido una remuneración, así de sencillo, no tiene como seguir pagando, se acabo, cada quien tiene su profesión; La de usted, es admirada; La mía, execrable; Pero nada más ¡mírese en el espejo! su abdomen, sus flácidas nalgas ¿Coño, no me diga que cree, en un enamoramiento? Un hombre de cuarenta cuatro años ¡Chucha, madre?

-Sin pronunciar palabra alguna, salí del apartamento; Entre a una Tasca, me embriague. ¡Timballl, túmbaloOO, túmbAAAooolooOO, en tu bailar, así, así, PARA allá, para Akhaia, muéveteE, mulato, enciérralo negro, en mi cuerpo, tu llorar ancestral, dale,dalee,daleee, estrepitoso resonar, taaa,tiiii,taaa,tiiiii, aullar, alma de negro, en su llorar, por sus tierras ancestrales, burbuja lagrimal, vientre materno, seno universal insondable, fustas diabólicas azotad mi cuerpo, que relinche mi alma, de tanto llorar, como la Marlinche, en su soledad sepulcral, sin fin, sin esperanzas, sangría del Timo, timado, traicionado, vergüenza sin llegar, a ella, me está vedado, desesperación impotente, decidir por los lodazales, de ficciones fingidas, demenciales, ¡ahí, ahíi, ahííí!

Al despertar, estaba desnudo con dos adolescente, en igualdad de condiciones, en una destartalada cama, de un miserable motel, no podía parar. Las ideas, son las cosas como tales, pero las cosas como tales, no son nunca, las realidades sensibles, sino las inteligibles, por eso nada es aprehensible, solo el alma ve con su mirada, el deseo como modelo de fantasía ideal, es en esencia inalcanzable como realidad, al lograrlo deja de serlo.

jueves, 4 de agosto de 2011

Capitulo VII

Un fuerte dolor de cabeza, despertó, costabame coordinar las ideas, mi mente un tornado empeñado en destruirse, pesadez cebaban de manera abrasivas. Vientos suaves eran absorbidos por formas circunferenciales, rectangulares, piramidales, que sin terminar de concretarse deshacían, cambiándose, perdiéndose, volviendo, huyendo, persiguiéndome, alargaban, encogían, ensanchaban, para ir desapareciendo en un rio sin agua, ni cauce. Sofismos ocultantés de las repugnancias de los hechos, engañosas ilusiones, vivir las fantasías de la mente; ¡Quizás son verdades eludidas!

Murió Mario, sus sufrimientos los últimos días fueron tan crueles, barbaros, despiadados, acostumbrado como estaba a sentir, ver las inhumanidades de esta vida, me parecieron estas aflicciones, desgracias nimias, ñapas del destino, comparadas con las de, él; Encerrároslo, en la pieza que una vez me fue asignada, donde había una destartalada cortina de hule, encajaron una fuertes rejas de hierro, con candado Máster, por puerta; El día que lo encerraron, ayude para bajarlo del ático donde habían encadenado, fue la última vez que lo vi; Su dócil, enclenque cuerpo, estremeciase como un cachorrito de perro cuando ha sido vituperado, golpeado por su dueño, y presiente la cercanía de su presencia; Zozobraban sus ojos, como una débil embarcación sin remos en el mar embravecido, con recelo sospechoso, como si aun en la mente pudiera discernir, que sería su último albergue; Criptica.

Falleció, solo asistieron al cementerio, la banda de embriagados desechos humanos que habíanse convertido en su familia, el velorio, se lo realizaron en una casa fúnebre que en realidad semejaba a uno de los tantos bares que frecuento, a las diez de la noche sus dos hijos concebidos con mi tía desaparecieron, momento donde surgió con frenesí, una verdadera orgia bacante. Dentro del ataúd vaciaron doce litros de ron, tres de sus más allegados, tan cadavéricos como él, pusieron todo su empeño, voluntad en tratar de introducirse en la urna, para acompañarlo en el silencioso andar de su alma, iniciado desde hacía rato; Evitado fue, escaramuza de corta brevedad; En comparsa entraron las meseras, con sus mejores galas, desgastadas sus coloraciones negras, que desde mucho atrás, abandonaron su preeminente coloración originaria, cubiertos con velos transparentes sus rostros, reflejándosele con tenuidad las facciones, iniciaron ellas los rosarios, calmo el ambiente, los hombres en su mayoría abandonaron por ese momento el estrecho recinto.

Hermes, y, yo permanecíamos impávidos, en un pequeño pasillo observando, nada nos decíamos, solo mirábamos la complejidad de los actos expresivos, para mi eran una secta con su pactos secretos, pero sin simbolismos, formulas, intereses; Únicamente manifestación de amor humano.

A las seis de la mañana, en oscuridad predominante, presentaron dos hijos del primer matrimonio, en dos lujosos, inmensos vehículos eran conducidos por choferes, trajeados con uniformes, delante una carroza fúnebre lujosa, detrás tres camionetas negras incluyendo sus vidrios, daban miedo. De ellas nueve hombres, con violencia desafiante, tipo swap como los de las películas, sin lugar a dudas habían sido entrenados, colocaron estratégicamente abarcándolo todo, trajeados de negro, armados de ametralladoras, dos inmensas coronas de flores portaban otros dos, estos penetraron al recinto, las depositaron alrededor del cajón de lata, donde reposaba bañado en licor el cuerpo de Mario.

Las cayenas, trinitarias ofrendadas por sus amigos, y las mesoneras, en pequeños paqueticos, perdieron su erguidez, marchitaron, dejando vencerse sin luchar, como si tuvieran conocimiento de la desigual batalla.

Entraron los dos hombres, a la oficina del encargado de la parapetada funeraria. Somnoliento este, se esclavito con insospechada rapidez, dirigió hasta los hijos, marcharonsé ellos, cerraron el ataúd, como pudieron sus amigos, bamboleándose, de lado, hacia atrás, delante, en curvatura, no permitieron que lo introdujeran en el carro fúnebre, decididos estaban a conducirlo sobre sus hombros.

Las mujeres lo siguieron en un camión de estacas apretujadas, llorosas, sin decirse palabras. Nosotros seguímolos en un taxi; Fue sepultado en el cementerio del Corazón de Jesús, era su eterno devoto, en la parte reservada a los olvidados, quedaronsé luego en rededor del tosco, maltrecho aposento; Siete de la mañana, el sol comenzaba a imponerse con su usual altanería, nos retiramos, ellos aún permanecían sin intención de hacerlo.

En la noche entere, que el ataúd había sido comprado a través de una colecta colectiva, realizada entre todos sus amigos, mendigos, prostitutas, no alcanzándoles para el pago del carro fúnebre, situación que solventaron, expresando que no la requerían, porque la intención era trasladarlo en hombros hasta el cementerio, la distancia es de seis kilómetros, la razón que aludían, ante el dueño de la funeraria, querían hacerle ese homenaje. El hueco donde lo depositaron, carecía de las coberturas de concreto en su interior; Tierra Desnuda.

Recordé en ese momento mi primera infancia, donde mi tía, en permanente alteración, por la escases de alimentos durante todo el día, antes de la aparición de Mario. Requeridme a cada momento la penosa tarea de acudir, a una de las vecinas del barrio -Adrasto, andavete a casa de misia Flor- o de cualquiera otra, mediase la posibilidad de no fallar -decile que me preste dos plátanos, tres cucharadas de azúcar, un poquito de sal, que cuando regrese en la tarde se las regreso-

Remembras que depositaron en mi mente, una verdad; Que a medida que se escala económicamente, social, intelectualmente, se atraviesan las diferentes etapas de la vida, pocos seres humanos mantienen inalterable sus sentimientos, van siendo amoldados de acuerdo a las circunstancias, intereses, tanto en el pobre como en el pudiente.

Decidiendo marcharme definitivamente de la casa. Con esmerada precaución, intuición, con la lentitud, perseverancia de las hormigas, había realizado mis ahorros, que me permitían vivir por unas dos semanas; Alquile un cuarto con baño privado, en una de las pensiones más respetables de la zona, amplios patios, frondosos árboles, cientos de pájaros, gallos, libres, sin ataduras materiales.

El maestro Platón, en un atardecer, de los que llaman los cazadores; De Venado, por la esplendidez sus luces multicolores, llenas de alegrías, que obligan aun sin saberlo, a permanecer en un estado de admiración hacia la vida; Saliendo los venados, atraídos por tanta belleza, sin su acostumbrada prevención a caminar con su elegancia natural, sin entender que puede ser su última; En completo estado de sobriedad me llamó, condujome hasta su guacal, tenia dispuesto siete litros de champaña Don Periñong; En una pequeña mesa de caoba, tallada con figuras alegóricas a la diosa Amaterusa con su consorte el dios Susanoo, y las guerras fratricidas entre los diferentes clanes japoneses, en esa época de definición existencial, formativa como nación. En su parte central; Ovalada su forma, esculpidos grandes lotos rojos en la parte donde finalizaba su centro.

La primera vez que me la mostro, contó con orgullo la historia. Habíala traída del Japón, en su viaje de luna de miel, constituía el único objeto que poseía, de su pasada vida; El contraste con las demás pertenencias, daban la sensación de una grotesca intención premeditada, para engranar sin cesación su sufrimiento; Como sillas cuatro pequeños taburetes, construidos con la misma madera, e igualmente talladas, con dragones, serpientes, que en círculo perfecto, ellas mismas se engullían; En una de las paredes roídas por el moho, impresionaba un crucifijo de madera, que él mismo había esculpido, pareciéndome que el rostro, sufrimiento expresados en él, con gran realismo, no era otro, que el suyo; Destapo la primera botella, trajo un estuche, de el extrajo dos bellísimas, finas copas de cristal labradas con relieves, sentó, e invito a hacer lo mismo, no sirvió el elegante néctar; Fijó su verdes ojos, sin alteración con serenidad, parsimonia, en la tranquila, e infinita, nada supuse que pensaba en profundidad, si le era dado contarme su secreto, existía en mí ese presentimiento.

-Adrasto, nunca te he preguntado nada sobre tu vida, y tú en ocasión alguna, has expresado algo sobre ella, posees una cualidad que muy pocos seres humanos logran cultivar; Escuchar, y hablar lo menos posible, ello te hace inmune a muchas cosas, una muy importante, que la gente confié en ti, y aprecien tu amistad; Acerca de tu vida, para mí es fácil imaginarla, es la vida, de la gran mayoría de los pobres. Nacimientos infaustos, desgraciados, funestos, nefastos; Infancia atropellada por el abuso, engaño, arbitrariedad, perversión, infamias, esclavitud; Adolescencia de rebeldías, truncadas por las escaseces, necesidades, que los conducen a ser pasto ideal, para ser consumidos por la gran variedad de pervertidos, transitar sin amparo, abrigo, defensa, apoyo, ayuda; Cuerpos que deshidrata el oropel, deseos, pasiones, que encadenan, hasta hacerlos vagar por las ilusiones desérticas, de los tormentosos despoblados, desolados, solitarios, vacios, abstractos, caminos, para culminar sin darse cuenta, sin desearlo, en el desiderátum. Me he tomado, el atrevimiento de hablar de ti, a un paisano de mi mismo pueblo, que ha sido, mi único amigo; Luego te enteraras, del por qué; Cuando lo necesites, acude a él, ten la seguridad que te encausara.

Ahora he de comenzar a escanciar, la última ebriedad ha de ser serena, fría; Si lo deseas, puedes acompañarme, con dos, o tres copas, no más; Si te he referido, que tu vida me ha sido fácil deducirla; La mía, me resulta incompresible, incongruente, inconcebible, oscura, chocante. El día, donde comienza mi tormenta tempestuosa, turbulenta, libertina, desordenada, execrable, borrascosa, paradójicamente ocurrió en la casa de, Dios; Acudía asiduamente con mi esposa, y tres hijos, a darle gracias a Dios, por todas las bondades, felicidades, que nos proporcionaba; Instintivamente sentía que alguien me veía, con una intensidad, que enardecía pasión; Ladee mi cabeza, y mis ojos con aturdimiento, se posaron como dos imanes, en los ojos de un adolescente, los de él emitían energías que reflejaban, lujuria, lascivia, sensualidad, carnalidad. Mi cuerpo temblaba, estremeciase, ardía, radiaba angustias, inquietud; Los temores aterradores, espeluznante, los cuales creía enterrados, desembarazados, de mi mente, saltaron con toda libertad; Habíanse apoderado de mí.

Quien no haya sentido la necesidad de la insaciabilidad carnal, no puede comprender la esencia de la lujuria. Excúseme, con mi esposa, salí sin haber terminado los oficios religiosas, situé el vehículo, de tal manera que pudiese abarcar, la salida de todas las personas; De pronto quede paralizado, entumecido, privado de movimientos, absorto; ÉL, golpeó suavemente el vidrio de la ventana derecha de mi auto, simultáneamente hizome señas, para que abriera la puerta ¿Cómo logre hacerlo? aun hoy, no lo recuerdo; Mi mente era un laberinto, donde era imposible descifrar, el más mínimo sentimiento, fugaronsé como duendes, que alimentan nuestros sueños irreales, de perfección, principios, moderación, parquedad, abordo el auto, sabiéndose dueño de la situación, con voz afemenidada, dulce, pero que denotaba dominio, me dijo.

-Nombran Emilio, me llaman el Afable, por mi carácter dulce. Durante las noches visito a los durmientes, sacando de su mente, todos sus secretos, para luego, poder ayudarlos a que los deseos más ansiados, se le cumplan. En usted, he penetrado en varias ocasiones; Su pasión se hace delirio, ha podido refrenarlos, ocultarlos, pero llega el momento que la resistencia es innecesaria, absurda, nacemos marcados, queremos que esa huella que nos delata, permanezca invisible, pero siempre hay alguien, que logra verla; Sin ser su alumno, asistía a sus clases, hasta que fue nombrado decano, de la facultad de Filosofía y Letras, en muchas ocasiones lo he seguido, sin que se fijase en mí.

Para corroborarle que no le miento, inspirado en el deseo, la pasión, he escrito estos versos, es mi regalo por haber logrado, por lo menos hablarle; Déjeme por favor, frente a la plaza, este es mi teléfono, cuando lo desee, si es que alguna vez tiene la curiosidad, capricho, puede llamarme- Se manifestó, con asombrosa desenvoltura, soltura, facilidad, gentileza pedante, naturalidad desmedida, insolencia del que posee la seguridad, de que está arando en tierra virgen, fértil; No me dio oportunidad de hablarle, como si augurara, mi imposibilidad de hacerlo, lo que sentí luego que se apeo del automóvil, es de una complejidad inaudita, miedo, ira, deseos, pasión, desmarañarme, destriparlo, matarlo, pero a esas series de pensamientos aflictivos, angustiosos, se les imponía su bella imagen, su rostro, piel de porcelana, su esbeltez, su musculoso, atlético cuerpo.

lunes, 1 de agosto de 2011

Capitulo VI

Seráfico atardecer, acostumbraba a esas horas vespertinas, a caminar por las playas, siempre había llamado mi atención una mansión, que penetraban en su estructura, unos cien metros, en el lago, estaba completamente amurallada, su extensión era enorme, nadie sabía por quien era habitada, lo cual despertaba la normal curiosidad. Decidido a develar lo que se me hacía, una obsesión, penetre en sus predios, lanzándome sumergido a nado, desde la playa contigua, al salir, la impresión fue de asombro, encantamiento, fascinación, no podía mi mente concebir, que existiera algo semejante, a los palacios que el maestro Platón, me refería en los cuentos, de las Mil y una Noches, que con esmerada minuciosidad describídmelos, como si hubiese estado en ellos.

La mansión principal, estaba construida sobre una estructura geológica, que corresponde a la era primaria, de la formación del planeta, una imagen de lo más arcaico de lo existente, ya de por sí, el contraste era alucinante, la rocas amarillentas, rojizas, al confrontarse con la luminosidad decadente del sol, le daban una visión espectral, sumidad empeñosamente en continuar brillando, por la construcción toda de mármol blanco, pulimentado, como si el objetivo fuese disputar a la misma virtud, su blancura; La altura de la montaña rascosa, unos nueve metros, por lo que era de deducir, que su cercado de hormigón, debía medir como unos diez siete metros, no pudiéndose apreciarse desde afuera, tan pomposa arquitectura.

Hipnotizado permanecía, sin darme de cuenta de las garitas, que albergaban a los vigilantes armados; Comenzaba a oscurecer, el encendido de las cientos de lámparas, me hicieron retornar a la realidad, competían ellas en brillantez, todas de metal amarillo, con las bujías fluorescentes, que se desprendían como lagrimas perlinas, sin terminar de caer; Entre en pánico, con la premura de la desesperación, pude vistear, que en la enorme mole de piedra, a su lado, donde no había construcción alguna, se erigía un enorme bosque, con inmensas arboleda de mangos, cañafístula, cotoperí, mamones, almendrones, al final de ellas salía una inmensa lengüeta del cerro, como si hubiese sido camuflageada, con toda intencionalidad, el ladridos furioso de una manada de perros, acrecentó mis temores, divise unas enredaderas, adheridas con saña a la montaña rocosa, apretuje contra ellas, para cubrirme, el esfuerzo me hizo caer en una cueva, que horadaba la primitiva piedra, mi asombro exacerbo, mis ya mal trechos nervios, sentía que de mi cuerpo habíanse escapado el alma, un sudoroso frio recorría mis carnes; Penetre guiado por una leve luz, que manaba de su interior, ahí permanecí acurrucado, tratando de librarme del espanto que se aposento en mí, sin la menor intención de quererme abandonar, la jauría de perros continuaban, su interminable algarabía al pie del improvisado escondite; Lo cual condujo a los vigilantes al sitio, entraron con sus lámparas, enfocaron un interruptor de electricidad, todo el sitio quedo iluminado, entre el miedo, pude observar que era un pasillo, túnel, forrado en mármol beige, semejando el color de la tierra.

Estaba descubierto, nada imaginé, ni pensé, los hechos atropellaron, cuando reaccione, me encontraba dentro del mismo palacete; El recibo era del tamaño de una de las viejas mansiones del centro de la ciudad, apareció un hombre de unos cincuenta cinco años, vestía de manera formal, impecablemente, pero lo que me dejo perplejo, es que en lugar del palto, lo cubría una especie de bata roja purpura, de pana abrillantada, que le llegaba, hasta un poco más debajo de las caderas, haciendo resaltar su camisa, de un azul suave, tenue, y su corbata amarilla como el sol, cuando en las mañanas, ya se ha definido.

-Joven, como está usted- nada conteste, continuó -realmente, es sorprendente que un niño, haya destruido, lo tan arduamente planificado por ingenieros, la seguridad, y hasta cierto punto dejado en ridículo a la vigilancia, pero bien, veamos, a que debo el honor de su visita- no atinaba a pronunciar palabra, el descontrol, aturdimiento descomunal, provenía de que nunca, me hubiese imaginado, que existiera un ser humano, con tan inmensa decencia, como pude, le explique, que mi curiosidad por penetrar a su propiedad, estaba fundamentada en lo que se decía en la calle, sobre todo en el mercado, de donde se puede observar con esplendidez la imponente muralla -Su curiosidad me parece muy normal, a esa edad, pero nunca olvide, para el futuro, que cuando nos entrometemos, en lo que no nos atañe, buscamos el peligro sin necesidad alguna; Más vale en la vida, ser como un espejo, que nada queda grabado, para los demás, únicamente para él; Mi nombre es Autom, pero para evitar complicaciones, siempre me han llamado Tom- lo interrumpí para preguntarle qué significa Autom, me parece un nombre raro pero bello; Él, enseguida me contesto -Realmente, de raro no tiene nada, yo diría que es un nombre muy trajinado, desde que se creó la palabra; Pertenece al idioma francés, al igual que yo, de Francia, significa sencillamente Otoño, es cuando comienza a oscurecer algo, en esencia se refiere a la estacione del año, que corresponde a los meses, de Septiembre, Octubre, y Noviembre, en la vida humana, asoma la verdad, donde comienza la declinación del ser humano, de la plenitud, a la vejez, bueno joven, dígame su nombre, y refiérame qué es lo que dicen en la calle, sobre mi casa-

-Mi nombre, es Adrasto, al mercado van todos los brujos, santeros, adivinadores, que existen en la ciudad, a buscar las hierbas, tabacos, licores, esencias, necesarias para sus trabajos ¿usted sabe?- -Se comenta, que en su palacio, se reúnen lo más selecto de la sociedad, empresarios, comerciantes, políticos, prelados, de los diferentes cultos religiosos, forman una sociedad tienen secreta, hacen sacrificios humanos, y someten a los jóvenes, a torturas para que puedan ingresar, e iniciarse; Que, en el cerro, donde está su palacio existen túneles, donde hacen todas estas cosas- después de haber hablado, estas borricadas, y viéndolo reírse, a mandíbula batiente, me sentí apenado, estúpido, abobado, en mis adentros me decía, como siempre pongo la cagada, si no lo hago a la entrada, lo hago a la salida.

Entre risas que le hacían brotar lagrima, y contorsionabalen todo su cuerpo, me paso el brazo, por los hombros, me dijo –Son casi las ocho de la noche, me supongo que no ha cenado, lo invito, y olvidamos su travesura, con una condición, que me cuente sobre su vida, porque realmente para ser tan joven, se desempeña con desenvoltura, viveza, astucia-

Dio la orden a un señor, entrado en edad, parecía ser su padre, por su elegante vestimenta, y la condescendencia con la cual le habló, su cabello blanco totalmente, hacían contraste con unas gafas negras, amablemente le dijo que me llevase, a una de las habitaciones de arriba, para asearme, lleno de asombro, mis ojos no se detenían, la escalera toda de mármol negro, en forma circular, cortado en la parte de abajo, para terminar en una estrella, la que llaman de David, el contrates del blanco, y negro, con las lámparas graduadas su intensidad, con el propósito de que produjera sombras triples, de todo lo que se introdujera en el enorme pasillo, me hizo sobresaltar, por primera vez tenía conciencia del desdoblamiento fantasmal, de la realidad de uno; Alma, Cuerpo, Incógnita, separándose, fundiéndose, con burlona alevosía, dedicándose a un juego perpetuo, interminable, insistente, imperecedero, que terminaba bulliciosamente, en mímicas incontrolables, en vacilaciones que denota anarquía, ya sin poderse esconder.

El señor que me conducía, noto mi estado, con voz, gestos suaves, me dijo –Joven, comprendo su perplejidad, vacilación, sin lugar a dudas, su conducta ha sido de estupefacción, no solo para usted, sino también para nosotros, quiero que escuche con atención, lo que le voy a contar.

-Un ser abandonado, vive protegido por el destino, y otro bien defendido, muere herido por el destino. Sobrevive el huérfano abandonado, en las grandes ciudades, porque sus instintos los desarrolla en armonía, con sus necesidades, y peligros; No se entretiene con nimiedades, por no estarle permitido, aprecia lo minúsculo, como si fuera oro, y al oro, le da la misma importancia; El valor de las cosas, y de lo que nos sucede, está determinado por la necesidad que se tenga de ello; Muere el niño cuidado en su casa, con excepcionales atenciones, con todo esmero, cuando el destino le es adverso, porque no lo dejaron que desarrollase, lo que por naturaleza le es dado, por Dios.

Suerte te ha dado el destino, al ocurrírsete está travesura, mucho has de aprender del señor Autom, y quizás, que otras cosas lograras de él; Pero recuerda, que el destino es traicionero, impredecible, y solo te permite llegar al fin con éxito, cuando no lo desafías, con frecuencia; Ven, deja ya tu asombro, que lo importante en la vida, es lo que se tiene dentro, todo lo demás, son chucherías de la vida, naces desnudo, y mueres desnudo, nada material traes, y nada te llevas.

Escuche que tu nombre es Adrasto; Voy a contarte la historia de Adrasto, y el rey Creso de Sardes, quién se creía el hombre más dichoso. El sabio Solón, luego de haber creado las leyes a los atenieses, por orden de sus ciudadanos, se ausento diez años de Atenas, para evitar tener que abrogar las leyes que había promulgado. En su viaje visito al rey Creso, esté lo hospedo en su palacio, mostrándole todas las riquezas, resultados de sus conquistas.

Preguntó, el rey Creso, al sabio Solón ¿Has visto al hombre más feliz de todos? –Sí, rey, Telo de Atenas- -Porque motivo, lo crees el más dichoso- pregunto el rey Creso –Porque en una ciudad afortunada tuvo hijos hermosos y buenos, vio nacer sus nietos, y murió antes que todos ellos, con gloria, luchando por su ciudad, siendo honrado como héroe por su pueblo.

Pregunto el rey Creso, a quien consideraba de segundo. Nombrándole dos jóvenes Argivos, que murieron en sacrificio a su dios, honrando a su madre. Se encolerizo el rey, y le dijo que si no apreciaba su prosperidad. Contestándole el sabio Solón

-La vida normal de un hombre es de setenta años, lo cual representan veintiséis mil doscientos cincuenta días, ninguno de ellos es idéntico, el hombre es todo azar. Esa pregunta no puedo responderla, antes de saber que has acabado felizmente tu vida.

El hombre muy rico, no es más feliz que el que vive al día, si la fortuna no lo acompaña, hasta acabar la vida en toda su prosperidad. Muchos ricos son desdichados, y los que tienen poco pueden ser dichosos, se puede ser rico pero acosado por las enfermedades, o por los médicos. El que no tiene, poco se enferma, porque no abusa de las comidas, ni de nada. Tú eres afortunado, pero solo sabrás que eres dichoso, cuando llegues a tu fin.

Estas palabras no agradaron al rey, despidiéndolo. El rey Creso, en esos momentos estaba preparando la boda de su hijo, cuando llegó a su reino un hombre frigio, de linaje real envuelto en una desgracia, había matado sin querer a su propio hermano, pidió al rey lo purificara, Creso lo hizo, quedose a vivir en su reinado. Se caso el hijo del rey, apareció un inmenso jabalí en el monte Olimpo, se prepararon los jóvenes guerreros, para matarlo, oponiéndose Creso, a que fuera su hijo, en razón de que había tenido un sueño, donde su hijo moría atravesado por una punta de hierro, enfureció el príncipe reclamó a su padre su actitud, este le confesó el sueño, y el miedo que tenia. Con astucia el hijo le hizo observar, que los jabalíes no tienen hierro, sino colmillos, cedió el padre, y llamó al frigio, para que se esmerara en cuidar a su hijo.

Preparados los guerreros, escogidos por su valor, con sus venablos, arcos, arcajas, y perros, a cazar el enorme jabalí, que destrozos y muerte sembraba en los pueblos aledaños. Llegados al monte Olimpo, buscaron la fiera, hallaron, lanzaron los venablos contra ellas. Fue en ese mismo momento cuando el frigio, protegido, purificado por Creso, lanzo su venablo, fallando, dando en el cuerpo del hijo del rey, se cumplió la predicción del sueño, el frigio se degolló ante la tumba del hijo del rey; Su nombre Adrasto ¡Metete al baño! dúchate, al salir encontraras en el vistiere, que es esté, nuevas prendas de vestir, son del hijo del señor Autom, quien tiene tu mismo porte, la ducha te proporcionara agua caliente, y fría, la de color rojo es caliente, la azul fría, puedes combinarlas, si deseas bañarte en la bañera, le das a esté botón, para que el agua salga por el grifo de ella, si necesitas algo, aprietas esté interruptor, enviare a alguien, para que te ayude, no te retrases demasiado- -¿Cuál, es su nombre? Pregunté- -Eimarmena-

Incertidumbre, susto, espanto, me abandonaban con sortilegio mágico; ¡Soberbia estúpida, insolente, jactanciosa, ridícula, elucubraba en mi mente! Pesquisa fantasiosa, acrecentaba mí certeza, las habladurías, de los brujos, ebrios, buhoneros, carretilleros, les daba el soporte que se le puede proporcionar a una nube viajera. Impusosé doña Mesura, de la cual háblame el maestro Platón, causa me decía, en parte de mi desgracia, por haberla dejado a un lado, siempre se deben medir las consecuencias de nuestras decisiones; Poniamé como ejemplo: No te dejes llevar por las habladurías, comentarios, del pueblo, ellos nutren el vacio de su alma, con supersticiones, fantasmas, no es, que en su mente perviva como una costra, el deseo de dañar, de la maledicencia, sino que la naturaleza, y Dios, les han dado ese escape, para que la vida no se les haga tan aburrida, y sin sentido; Es de ahí, de donde nace, lo que incorrectamente llaman, cultura Popular. Todo hacer, deshacer, manifestación, creación, comportamiento humano, es cultura, no hay parcelamientos.

< ¡Adrasto, termina de contarnos lo esencial, me dijeron los señores Luis y Tiresias, agregando el señor Luis -Como dijo algún escritor, que en este momento, no me es dado recordar su nombre “Las cosas pueden decirse, no con apresuramiento, y sin encantos, pero si, dejando que la mente de los oyentes, puedan fantasear, con los detalles, y crean sus propios sueños” que la minuciosidad en el cuento, no tiene hoy en día, ninguna justificación, por el contrario, es una de las causas de que cada vez, existan menos lectores, y más cibernéticos-

-Bajé al salón, estaba una bella dama, sentada en uno de las lujosas poltronas, me sentía completamente raro, con la vestimenta, es decir, tenia la seguridad que andaba delirando, desnudo, como el rey del cuento del poeta Anderson, creo que me decía Platón que así se llamaba. Vanidoso, extraviado de las realidades de su pueblo, encerrado en un narcisicismo que manifestaba su arrogancia, insensibilidad, incapacidad para guiar a un pequeño pueblo, a la prosperidad, su única preocupación, era los vestidos confeccionados con las mejores telas, creadas por el ingenio indetenible del ser humano, sus ministros dedicabasen exclusivamente a buscarles las más inverosímiles, dos aprendices de sastres, observaron con detenimiento al alocado rey, cuenta se dieron, que como la mayoría de los que gobiernan, una manía desarrollan en su vacía mente, siempre fuera de la realidad, se las arreglaron ingeniosamente, juraron poniendo como garantía su vida, que ellos confeccionarían el vestido jamás visto con telas mágicas, nunca utilizadas, ni vistas por la humanidad, en el lapso del hacer la vestimenta, a cada pieza del fantástico vestido, consultados eran los ministros sobre su belleza todos exclamaban con asombro, su aprobación, terminada su realización, salió de su palacio, erguido, erizado su andar, escoltado por los zorros ministros, caminaba por impecable alfombra roja, su piel era banca como la leche, entrado en edad, carnes bofas, flácidas huyentes con prisa del descornado cuerpo por el tiempo, habían reunido a todo el pueblo, sin excepcionar a nadie, silencio sepulcral, ojos desorbitados del pueblo anunciada con antelación la revelación, que por generaciones seria transmitida.

Entre los presentes dos niños, gritaron como si en sus gargantas les hubiesen instalados dos micrófonos de los que utilizan las minitecas < ¡El Rey Está Desnudo! > Los pensamientos de los locos, que apreciamos como incoherentes, en su esencia tienen la magia de lo real maravilloso, cuando no tienen poder. Pero cuando lo poseen son destructivos, malignos, más aun, cuando son aupados por los bofos ministros.

Los vestidos me elevaban, transformaban, sentía en mi interior cierta superioridad, pero a la vez vacuidad, suaves como las dormilonas de seda, la cual había acariciado en casa de la amiga de mi madre, la de corruptora de menores, poseía como si las coleccionase.

Como si me conociera desde mi nacimiento, se levantó la señora Autom, y con una efusividad de madre, tomó mis manos, beso en ambas mejillas, la aroma que destilaba, tan imponente mujer, surtió un efecto narcotízante; Hice lo mismo, con la mayor delicadeza, bese suavemente, una de su mejilla, como lo había visto en las películas del cine Vallejo* Sin dilación, con prestancia, elegancia, majestad, retiro un poco, para observarme en detalles –Tienes un parecido asombroso, con nuestro hijo- -¿Cuál es tu edad?- –Diez siete años ¿Dónde está su hijo?- Dos lagrimas, se desprendieron de sus ojos verdes, como si fueran dos peñascos, retenidos por una montaña, que se resiste a soltar parte de ella, todos los vellos, nacientes de mi cuerpo, levantaron como queriendo salirse de sus poros, la piel se estrujo, el espíritu sobresalto, una sensación completamente desconocida, produciendo un nudo, en mi garganta, deseos de llorar. –Él, él, se, se, encuentra en Francia- -Tomó de la mesa una servilleta, de seda blanca, con delicadeza, como si fuese a atrapar en sus manos su alma, que deseaba escapar, corto el camino a las dos perlas, quedadamente, lentamente, deslizabasen sin prisa, por sus rojo rostro, las atrapó, en el sedado pañuelo, guardo, en el cofre de su corazón-

-¿Reconfortado el Joven?- Me preguntó el señor Autom, sin esperar repuesta, se dirigió, a la señora, abrazo con delicadeza, beso tiernamente en los labios, diciéndole a manera de interrogación -Bien ¿qué te parece, el mozuelo? Ella, se quedo mirándome, en sus labios dibujo, una silueta roja, virtuosa con armonía, como el sol naciente, beso, retiro, despidiéndose, con breve mímica, de su mano.

Unos minutos, el señor Autom, quedose embelesado, extasiado. Fervorosa fe, anonadado se veía, tan aprisionado, esclavizado, como deben sentirse los luceros, que perduran eternamente, en la soledad del Universo, sin compañía, a quien puedan expresarles sus cuitas.

A partir de ese momento, el señor Autom entro en un trance. Se presento, el señor Eimarmena, sacándolo de su letargo, era su mayordomo. Creimiento tenía, que eran vainas de las películas, nos condujo a una inmensa terraza, donde se podía apreciar toda la belleza nocturna del lago, era finales de Febrero, las brisas díscolamente jugueteaban, vientos se hicieron, dos eran, cada uno tratando de vencer al otro, golpe y contra golpe, tronar insensato, guerra sin sentido, las olas en asombro, no les era dado decidir a quién elegir; Ir, venir, sin tregua, ni descanso.

Sirvieron la cena, poco comí, tantos instrumento, a los lados de los platos, me hacia recordar la única vez que penetre a la morgue, para reconocer, a uno de los habitantes del mercado, que habíase suicidado; Al finalizar la cena, tal como había enmudecido, comenzó a hablar, el señor Autom.

–Mira Adrasto, lo que pueda decirte, no tiene relevancia alguna para mí. Nadie te va a creer, que tú, has estado aquí, mucho menos, que has conversado conmigo, por ese motivo, puedo ser bastante franco contigo, la razón de que te haya invitado, a departir un rato, es por tu gran parecido con el hijo de mi esposa; Él, fue concebido, en su primer matrimonio, vive en nuestra villa, de los Alpes franceses.

Anda, con cuidado; Si miras al Sol, con fijeza desafiándolo, la ceguera se posara en ti, por el el resto de tu vida; Sombras, sed, y fuego, serán tu eterna compañera. En mi vida, he tenido un único pecado, adquirir poder insaciablemente, ha sido tan absorbente, que ha guiado mi fantasía, como las olas negras de la tempestad. Las religiones, me parecen estériles, de mentes infantiles. ¿Acaso Dios, no ha creado el universo, para que quede manifestado su poder, gloria, amor? Si Dios, es el Sentido primigenio, el hacedor por antonomasia, infinito, perfecto, absoluto, en sí mismo, ¿Qué necesidad tiene, de dar pruebas, de sus divinos poderes?

Demostrar, significa convencer, en sí mismo, un obrar incomodo. Siendo, Él, tan puro, que necesidad tenia de crear lo impuro, imperfecto, lo finito, el Eterno Sentido, los mortales. Las impredecibles bestialidades, de los llamados humanos. ¿Qué honor, complacencia, pudo sentir, al haber dado origen a insectisillos, que se devoran insaciablemente, ante su imperturbable mirada?

Me retire, a la placidez de las voluptuosidades de la vida, en las costas del mar Mediterráneo, día, y noche, disfrutábamos de la vida excelsa malsina, no había tiempo para pensar, que pueda existir otra vida. Amaneciendo un día, contorsionárseme el cuerpo, mi alma recibía un fuego abrazador, cientos de colores envolvían, sin humo, solo chirrisca; Con ella, la revelación de mi verdad, existencial. Se instalo en mi espíritu, en sucesión audible me confesó < ¡La Creación es una decadencia, un desliz, una caída del Sentido, de las Tres Divinas Personas; Ellas, no son otra cosa, que la humillación, el sacrificio, de la Trinidad Divina, para poder existir, y su eterna expiación!> Manifestasen en tres Divinidades, con una única naturaleza. De ellas, Una, nos es conocida, porque tomo forma humana; Poco vivió entre nosotros, dada la ferocidad codiciosa del Poder-Esclavizar, que nos nace, al ver la posibilidad de cualquier negocio < ¡Vivo, no, nos Servía! >

< ¡Muerto, se haría una mina, de valor incalculable! > ¿Acaso, no le era obligación, ser Redentor, Caída, y Humillación? La creación implica, rebajamiento, sacrificio. El Padre rebaja a su Hijo, a la Humillación, de ser humano. El Hijo expía, la culpa de Adán. El Padre, la de Lucifer. Adán, al igual que todos los humanos, sueñan, aspira a ser dios. Lucifer, le disputó la supremacía a Dios, se hizo rebelde, fue precipitado al abismo. El Espíritu Santo, encarno su misión redentora, para expiar los pecados, del género humano, que destruyen incansablemente, el mensaje de Cristo; Los apósteles, desde el mismo momento de su ingreso al movimiento Revolucionario, de Jesús, tenían cada uno, sus planes de acciones; Solo esperaban, la Crucifixión.

Así descubrí, por primera vez en el pensamiento humano, el más grande secreto, nunca manifestado a persona alguna, la verdadera causa del origen de lo viviente. Toda la creación es una traición, pero una traición necesaria para existir, de no haber sido, seria la nada, que aun rondaría, para buscar Ser Existencia. Engrandecido fui, por los más altos intelectuales, en todos los campos del saber; Procedimos a inventar claves, indescifrables, aun para nosotros, símbolos, parábolas, estratagemas, teorías, doctrinas, sectas discordantes, para enmarañarlo todo. De ahí, mi mente extrajo una de las teorías, por no decir la única, que abre mágicamente la verdadera vida, de está existencia tan escuálida, endeble, voraz, fugas, cruel.

¡Únicamente, pon tu esperanza en Dios! cuando irremediablemente, no haya otra solución a tu problema, es decir, antes de tu muerte, complaciente Él, te dará su perdón Desde mi niñez, el mal ha agitado mi ser, con deseo gozoso; Busco sin agotamiento las tentaciones; Trato por todos los medios de multiplicar, agrandar mis pensamientos de creativa maldad; Hago caridad para ayudar a los necesitados, a hundirse más, buscos los medios, para que se conviertan en dependientes, viciosos, esclavos, de esa manera pierden toda libertad; Él no existe dentro de mí, igual me da que otros crean, siempre y cuando no interfieran. Mi natural divinidad, es Satanás, el Diablo, a él, he cedido toda mi voluntad; Mis pecados son conscientes, buscados, deseados, peco sin ser vencido por las tentaciones, yo las creo, por eso, no soy temeroso, no cedo a la vileza del remordimiento, de la confesión, expiación.

Deliberadamente adopte el mal, solo temo, cuando hago el mal, no haberlo hecho lo más profundo posible; Si la perfección a través de Dios, es válida, también lo es, su contraria, la del Diablo. En esos túneles, que tu curiosidad te permitió saber que existen, nos reunimos, cada dos años, los más crueles, diabólicos seres vivientes. Dictadores, Potentados, Presidentes, Primeros Ministros de la Grandes Potencias, Políticos, Guías de Todas las Religiones- -Señor Autom…… ¿Los Otros?