domingo, 19 de febrero de 2012

CRUCIFIXIÓN- NACIMIENTO- VIDA DE JESÚSCRISTO

Creo en un Dios, y en Jesús Cristo como su Hijo. Con poderes que le son otorgados, por el Sentido de lo existente, y por existir. Creo en Él, como el primer y único verdadero revolucionario que ha existido, como el ideal perfecto de lo que, se debe Ser; y Hacer.

Me parecen de gran esterilidad las inacabables discusiones, investigaciones, especulaciones filosóficas, basadas en simbolismos esotéricos, que expresan, y buscan darles un carácter de revelaciones individualizadas, privilegiadas para unos pocos. Percepciones subjetivas que permiten fanatizar, y lograr parcelas de poder dominador sobre las masas.

Otras veces resultan temas para la creación literaria, que se traducen en obras especulativas, que despiertan esa adhesión que se encuentra dentro de nosotros de penetrar en lo desconocido por inverosímil que sea. La historia del Ser humano, de todo lo acontecido, durante miles de años, son narraciones con una gran carga de intereses personales y colectivos, que reflejan los acontecimientos de acuerdo a la conveniencia del momento, y esas expresiones escritas, u, orales, se van modificando, transgiversan, modificando, adaptando.

La antropología ha sido de gran ayuda para reconstruí las formas de vida de las civilizaciones; pero los hechos en sí, siempre quedan sujetó, al escritor, al trasmisor oral, a la narración poética" Infinidades de obras de bellezas inigualables, reflejan su poder de creatividad, de entrar con sutileza, agudeza, intuición, sagazmente, en los mundos descocidos a través de la imaginación; auscultarse, transformar, crear, transmitir, con encomio acontecimientos, que se tiene la certeza de su ocurrencia, o constituyen apologética, ficciones alegóricas, cuentos, fabulas; que siempre nos estarán vedados, por el inexorable tiempo humano, donde todo fluye, con tanta rapidez, son capas de conocimientos, de sucesos, que van enterrándose, superponiéndose unas tras otras, en un sinfín interminable, circunferencial de la mente humana, de su espiritualidad. En todas ellas se encuentran elementos acontecidos, o imaginados, soñados, deseados, que ya de por sí, poseen una realidad subjetiva, que al saltar, expresarse, manifestarse de mente en mente, a través de las palabras, dejan de ser subjetividades, para convertirse en lo deseado por el receptor, lo entendido, captado, conveniente, manipulado. Lo realmente grotesco, es lograr, constituirse en representaciones, originarias, elegidas, ungidas, por legado, herencia, descendencia, avasallando, abusando, fanatizando, a los seres humanos para las implementaciones de arrogantes tiranías de poderes.


CRUCIFIXIÓN
Versión de Aben- Ezara.

"Yo; fui soldado mercenario de las legiones romanas, asignado al cuerpo de infantería, conocida también como carne barata, para las aves de rapiña. Mi origen es etíope; Pertenecía por descendencia, a la nobleza antiquísima del imperio Rojo, nuestra raza es negra, pero un negro-purpura; Fuimos vencidos por los egipcios; absorbieron, nutrieron sus pensamientos con muchos de nuestros conocimientos, sabidurías ancéntrales; luego nos asimilamos a su cultura, costumbres y dioses. Fui aceptado como iniciado por la secta sacerdotal, lo que me permitió, conocer los secretos, ritos, símbolos sagrados, de sus deidades.

Sus sapiencias, erudición, refinamientos, son afamados, en todos los pueblos de África y de Asia. Es fuente que nutre a los grandes letrados de la cultura Helenista. Adorando e invocando a diferentes dioses, jerarquizándolos.
EL único pueblo, de tantos en los cuales he estado, prestando servicios mercenarios; que dicen poseer un solo dios, es donde me encuentro destacado. Los reinos de Herodes, en Judea, nunca aceptaron ser políglotas; porque según sus escritos sagrados, y sus profetas, existe un solo dios, siendo ellos el pueblo elegido. Emigraron hacia Egipto, por las prolongadas sequias en sus territorios, el hambre los exterminaba como una peste; para ese momento la civilización egipcia constituía el centro de prosperidad material y espiritual.

Sus descendencias fueron esclavizados; Siglos después un hombre conocido como Moisés, al cual se le atribuían descendencia noble egipcia, practicante del monoteísmo, fundamentado sus creencias en los escritos de los patriarcas judíos, logro un convenimiento con las clases sacerdotales, e imperiales, para sacarlos de Egipto, y regresar a sus tierras ancestrales de Palestina, guiándolos durante cuarenta años a través de los inhóspitos desiertos del Sinaí.

En ese andar lleno de penurias, controversias, deserciones, desobediencias, fueron forjando sus leyes, conocidas por las leyes de Moisés, entre ellas los diez mandamientos; Que definieron en su forma, y contenido, la fe en la existencia de un solo Dios, sin imagen alguna que lo represente; Pero en la seguridad, de que algún día aparecería en la tierra, para redención de todos los seres humanos. Sería un mecías, ungido por la gracia del único Dios.

Establecieronsé en diferente territorios de las tierras ancestrales; dividieronsé en diferentes sectas, guerrearon entre ellos mismos, fueron sometidos en diferentes épocas por los egipcios, Asirios, Persas, muchos se asentaron definitivamente en la prospera Babilonia.

Conquistada Judea por el imperio romano; El cual por la vastedad de sus dominios, practicidad, y en sabiendas de lo imposible de mantener la coherencia, el dominio de los pueblos invadidos, empleando únicamente la fuerza, permitieron que en su gran mayoría, permanecieran con sus costumbres, sus dioses; siempre y cuando no contradijeran la esencia de sus leyes
De ese dios, no tenían ninguna símbolo, representación, hacia cientos de años estaban esperándolo. Decíase, así mismo, que había llegado un hijo, de Él; Quién predicaba en su nombre.

En el templó, al cual llamaban Sanhedrín; Se rumoraba que se estaba blasfemando el nombre de su Dios; Y, a como diera lugar, era necesario terminar con esta situación, la cual ahondaba entre la clase sacerdotal, que veía amenazado su poder, día, a día; Por el hecho de que ese hombre, además de proclamarse hijo de Dios, en sus discursos, prédicas; Los cuales distaban de ser las monótonas palabrerías, las incoherentes invocaciones, de los tantos que se decían ser profetas, enviados de su dios.

El, les hablaba de manera tan especial, dando la sensación a cada uno de los oyentes, que se dirigía individualmente a su persona; La gran mayoría de sus seguidores son, los pobres, inválidos, enfermos, algunos gentiles, unos ricos, otros de medianos recursos, campesinos, y creadores de animales. Lo que más intrigaba, enojaba, enardecía, y le era reprochado por todas las sectas judías principales. La Saducea, Esenia y Farisea, él pertenecía a la Esenia; Es la igualdad con que trata a las mujeres sin distinguíos de ningún tipo, fuesen ricas, pobres, marginadas, enfermas, prostitutas públicas; Y aún más intolerable, la especial atención en el trato a las viudas, las cuales los sacerdotes a través de impuestos, y las costumbres, dejaban en una verdadera indigencia.

Los fariseos, escribas, y la gran mayoría de los poseedores de grandes fortunas; se ensañaron, de tal manera contra él, que lo acusaban también de ser, borracho, juerguista, prostituido; Sin desigualdades, divergencias, acudía a los festejos populares, invitaciones que le prodigaban los hidalgos ricos, muchos de los cuales acudían a escuchar sus sermones.

Se expresaba con palabras de gran profundidad, y sencillez; que penetraban en las mentes, llegando a lo más recóndito del corazón; de quiénes los escuchaban; Otras veces se manifestaba a través de parábolas, que de la misma manera les eran comprendidas, por su manera comparativa, expresivas, animadas, afectuosas, al emitirlas.

En sus prédicas les manifestaba, exponía la evidencia indiscutible, palpable, de la igualdad de todos los seres humanos, la solidaridad, adhesión, tolerancia, soportarse, sufrir, transigir, contemporizar, conllevar, perdonar, hacer el bien, no matar, lo destructivo de la envidia, el engaño, la maledicencia; De cómo corroe el alma, el egoísmo, la hipocresía; De la importancia de aceptar la vida, que labramos nosotros mismos, y la cual nos ha sido dada, por su padre Dios; Para que con nuestra voluntad, la aremos, cultivemos, dentro de los principios de virtud, austeridad, vigor, santidad, humildad, rectitud, imparcialidad, equidad. Dándole gran importancia a la Modestia, sostenía que esa virtud, es el cofre que encierra a todas las demás. La práctica de todas ellas, nos permitiría darle un verdadero sentido a nuestra existencia; Para vivir eternamente, luego de la muerte física. Al redimirse, salvar, liberal, emancipar, nuestra alma.

Entender, el sentido, las verdades, de sus palabras, pensamientos, que la gran mayoría lo tomaba literalmente, incluyendo muchos de sus seguidores, de entre ellos, uno llamado Pedro quien estando refugiados, escondido, desde su detención; se rumoraba, esparcía de oído, en oído, que a los tres días luego de su muerte, se le manifestó transfigurado, evolucionado, renovado en el nuevo amanecer eterno; Su alma, su energía; Bendecida por su Padre-Dios, y él no creyó en su elevación.
Ellos, todos sus seguidores, con la excepción de su madre María, y Magdalena, tenían el convencimiento de su desaparición definitiva; No solo dudaron, sino que exigían entre ellos mismos el verlo, palparlo, apreciar sus heridas. VERLO -“A ustedes les está vedado, impedido, el verme, sentirme, por carecer de Fe, Credulidad, Confianza, Creencia, en sus corazones, buscan mi cuerpo, mis carnes, rostro.

Como os predique, y enseñe. “Resucitar es rejuvenecer como el vástago en el árbol podado, cortado, donde sus raíces, perviven para emerger nuevamente, deslastrarse de lo pasado. A todos los seres humanos le es dado poder transcender, entrar a esa nueva vida, donde los sufrimientos, las desvirtúdes, las realidades materiales, que creemos absolutas carecen de todo valor. Pensamos, que únicamente existe lo que vemos, miramos, palpamos, saboreamos, disfrutamos. Es la sustancia lo que realmente constituye la vida
En muchas ocasiones sermonee, amoneste. Que lo que se ve como realidad es engañosa ¿Acaso hay dos persona, que mirando lo mismo, vean, aprecien de igual manera, lo observado; Disfrutan de las pasiones, placeres, con la misma intensidad, las valoren con un criterio uniforme; Reciban, captan, interpretan los conocimientos, las palabras, ideas, de manera análoga a lo que quiera transmitir otra persona; Sus sentimientos, virtudes, actitudes idénticas?

¿No es el hacer, y el Ser, de los ignaros, de los niños, de los virtuosos, tan puro como las aguas de los manantiales vírgenes, por no haber sido contaminado? ¿Podéis ver el aire que respiráis, el sentimiento del amor, el miedo?
No os veis, pero tenéis la certeza de su existencia. El verdadero ver está en el Espíritu, Alma, corazón, sus ojos son ilimitados, perpetuos, imperecederos, interminables. La eternidad, la inmortalidad, se esencia en Él; En la energía que perdura uniforme, indefectible; Su andar sin tiempo, espacio; Se hace visible, comunicativa, armoniosa. Sin los sufrimientos, necesidades, tragedias, que transitamos, en la brevedad de un tiempo abstracto, vacio, subjetivo, insustancial.
Observad, como se va transformando, metamorfoseando, indetenible, infalible, el Ser Humano. La resurrección, no es de la carne, del cuerpo, de esa coraza transitoria que envejece”
"Bienaventuranzas; amad a vuestros enemigos. Haced el bien a los que os odian. Sed compasivos, como vuestro Padre-Dios, es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados. No condenéis, y no seréis condenados. Perdonad, y seréis perdonados. Dad, y se os dará.

Que al final de la vida terrenal seréis medidos, con lo que has medido. No hay árbol bueno, que de fruto malo-

Manifestaba la prioridad del bien en el ser humano, siendo esté más importante, que las leyes hechas por los hombres, generalmente creada, para el prejuicio de los más necesitados. Igualmente rechazaba muchas costumbres ancestrales, que eran mantenidas para el beneficio de unos pocos, para proteger los intereses de los poderosos.

Un día lunes, antes del ocaso del sol, recibimos orden del capitán Pretorio Juliano; prepararnos para una acción que efectuaríamos, acompañados de oficiales de la guardia levítica, y tres líderes del Sanhedrín. La detención de un hombre, que por comentarios escuchado, y transmitidos, a nosotros por un sargento romano; estaba sublevando a gran parte del pueblo judío, en contra de los sacerdotes del templo, de la nobleza, escribanos. Poniendo en peligro la estabilidad imperial.

En realidad en la zona, pocas veces hay tranquilidad, los grupos de sediciosos contrarios a la dominación romana, bandas de asaltantes, secuestradores, son innumerables. Uniéndose, en ciertas ocasiones para lograr un objetivo; Ataque a los legionarios, saqueos a propiedades de los nobles; Luego de acometido el hecho se dispersaban. Uno de los más conocido es Barrabas, díscolo, afrentoso, criminal, que en sus acciones no le importaba para masacrar, asesinar, robar, que fuesen ricos, pobres, judíos, romanos, mujeres, ancianos, niños. En varias ocasiones lo habíamos capturado, pero con la misma premura que lo entregábamos al Sanhedrín, era liberado por los sacerdotes del Sanhedrín, se rumoraba que ellos lo utilizaban como esbirro para amedrentar al pueblo disidente, para ello le proporcionaban armas, y la inmunidad a los crímenes que cometía.

Caifás, conocido como el sumo-sacerdote, representante no solo de la clase sacerdotal, sino también de los detentores de las grandes riquezas, explotadores, terratenientes, agiotistas, comerciantes especuladores; Dirigíose en persona al prefecto romano, Poncio Pilatos. Planteándole la urgencia, de detener al hereje, subversivo, que de acuerdo a las leyes, costumbres, judaicas, y los convenios de conquista, debía ser juzgado por el Sanhedrín; Se le imputaba el delito de blasfemia grave, atentar contra las autoridades sacerdotales, fomentar la desobediencia en contra de su religión, y de su dios. Incitar a la sedición contra las autoridades religiosas, lo cual se traducía en atentatorio del poder del emperador.

Para la tropa, que en total éramos quinientos legionarios, más diez de la guardia del templo, y tres representantes del Sanhedrín; Todos los oficiales y soldados con las armas especiales, los abatimientos, aprovisionamientos para una campaña, nos pareció poco racional, para efectuar un simple arresto, el despliegue que realizábamos. Aún más, sabiéndose con certeza, que el presunto transgresor iría a los festejos, que celebran los judíos, siendo conocido por todos ellos. Habiendo estado tres días antes, en el templo del Sanhedrín, en la parte de los mercaderes, les predicó, sin ofuscación, en nombre de su Padre-Dios. Lo ominoso de aprovecharse de la buena fe de los creyentes, aciagas herejías, conminándolos a prescindir de los sacrificios.

El verdadero Dios, les dijo; No requería de lugar para ser invocado, todo lo manifestó con dulzura, como luego lo reconoció un judío, de la secta de los fariseos, llorando, porque dejándose llevar por los agitadores profesionales, había lanzado frutas podridas a su rostro, para provocarlo. A tal extremo fue su pasividad, decencia, que los guardias judíos del templo, sobre el cual tienen jurisdicción, los sacerdotes del Sanhedrín, no encontraron excusa para poder arrestarlo, lo cual les había sido ordenado. No entendía; El por qué, del despliegue, de tan numerosa tropas, para arrestar a un hombre, y someterlo a juicio.
Un ser humano, que en realidad decía grandes verdades, de manera pacífica, no se refería a situaciones políticas, no pregonaba alzamiento, desobedecimiento, desacato de las leyes del imperio. Interrogué de la mejor manera, a uno de los guardias del Sanhedrín, que nos acompañaba, aunque me consideraba un idólatra, pagano; Sin la menor reticencia, me respondió.

-El verdadero problema, es que con suficiente razón, lo que él predica, está de alguna manera expresado, por los patriarcas, fundadores del pueblo judío. Escritos, profecías, observaciones astrológicas, estudios astrales, realizadas en las diferentes etapas de la humanidad, por eruditos, profetas, magos-sabios; Habiendo gran similitud, con lo acontecido en su vida. Esas profecías, cada secta, las ha adecuado, a sus intereses; Interpretándolas de tal manera, que en su originalidad han sido desvirtuadas, modificadas, alteradas, por conveniencias, intereses de poder, que implica siempre lo económico.

En el templo del Sanhedrín, se realizan todos los negocios, que se puedan imaginar; Desde la venta de corderos, palomas, que es uno de los mejores negocios, porque los sacerdotes determinan cuales son puras, aptas, para ofrendarse en sacrificios, al dios que estamos esperando, desde hace muchísimo tiempo, y no termina de llegar, ni creo que llegue nunca, porque sencillamente se les terminarían los negocios; Así mismo se venden todas las mercancías procedentes de Omán, Bahrain, India, de otros puertos, y territorios; Perfumes, piedras preciosas, oro, diamantes, monos, pavos reales, sedas finísimas, mantones, incienso, mirra, plata, marfil, el acíbar, especies, almizcle.

El templo es el centro de todos los negocios, tangibles, e intangibles. Cambio de monedas, de acuerdo a los tabuladores, que establecen los mismos sacerdotes, en contubernio con las autoridades romanas, para las transacciones mercantiles, religiosas.

Los impuestos que imponen, por cualquier actividad comercial, de compra, venta. Adicionalmente se nos obliga cancelar, a todos los que somos mayores de veinte años, un impuesto llamado del templo, que lo extienden a los griegos, bajo la jurisdicción de Judea, y Herodes. El que ejerce la actividad de labrador, debe separar el doce por ciento del valor de su cosecha. Igualmente el criador de animales.
Se nos hace pagar, igualmente un diezmo para los pobres, que ellos se encargan de administrar, sin presentarle cuentas a nadie, dinero que utilizan para hacer proselitismo político, y religioso. La usura, se practica sin ningún tipo de escrúpulos, dejando siempre en la ruina a quienes son atrapados en ella. Otro de los grandes negocios es el diezmo; Tan buscado, y bien pagados, por los que violan los preceptos de la religión-
De pronto, como comenzó, dejo de hablar, el guardia del templo. Se sumió en un silencio profundo, en su rostro podía apreciarse, que estaba consciente, de la inequidad que se cometía.

Deduje con toda seguridad, claridad, que la verdadera causa, de la detención que íbamos a realizar, era por miedo a las verdades que denunciaba; A la similitud de su aparición, vida, santidad, con los escritos de sus antepasados, que a pesar de todas las alteraciones, e interpolaciones, que le habían realizando, era una prueba contundente de la veracidad, y ello les provocaba pánico. Los mensajes del acusado, habían penetrado en los corazones de los desposeídos, de muchos de los gentiles con grandes riquezas.

Como he referido; éramos quinientos legionarios, armados, entrenados, con sobrada experiencia en guerrear. A la mente más abstrusa le resultaba ridículo, que para detener a un solo hombre, del cual se sabía, no poseía ejército, ni brigadas armadas, lo seguían, gente pobre, indigentes, enfermos, personas que había sanado, testigos de las curaciones por el poder de la fe. De esas facultades, ascendencias, potencia, capacidad, estaban enterados los sacerdotes.

Nos acompañaba un hombre de estatura media, con una barba negra, bastante poblada; Sus ojos, no miraban con fijeza, avergonzados, temerosos, como el que piensa que está engañando, sin saber que el engañado, es él, extraviados de toda realidad; Los desgreñados cabellos, mostraban suciedad en su cuerpo, desprendiéndose un hedor nauseabundo, como de un cadáver, en proceso de descomposición; Se podía apreciar, por la rigidez de su cara, la ansiedad, añadida por un desliz, de su voluntad. Luego me enteré, que era su discípulo preferido de nombre Judas Iscariote; La razón de su presencia, que escuché; Envidia, previniendo, la oportunidad de hacerse del mando, una vez ejecutado el Mesías, convencimiento que le habían inculcado los sacerdotes del Sanhedrín, y él mordido por la codicia alimento; Veíase como guía del nuevo grupo, que se acrecentaba con una rapidez asombrosa, por su carácter revolucionario.

Uniformidad de criterio en la necesidad de arrestarlo, sin demora, ante la inminencia, subversiva, contra ellos; Estando dispuesto Judas Iscariote a denunciarlo formalmente; De proclamarse Jesús como el hijo de Dios; De la falsedad de sus poderes; así mismo confirmaría, las ideas subversivas que proclamaba, De igualdad, fraternidad, amor, perdón al enemigo; Y lo más intolerable, su desvergonzarte trato de igualdad, en general con las mujeres, y en particular con las que hacían la prostitución públicamente, afiliándolas a sus ideas, creencias. Otros decían; Que a Judas lo habían endrogado con mandrágora, alucinógeno utilizado por las pitonisas griegas de Delfos para dictar sus profecías, dejándolo sin el dominio de su mente, haciendo de él, un ser de arena sin voluntad; Y los menos, murmuraban, que ante la necesidad que tenían los sacerdotes de eliminar a ese hombre, entiéndase el Mecías, le habían ofrecido a Judas Iscariote una gran cantidad de dinero.
Llegamos a lo que se conoce como el jardín de Getseman, sitio donde acampaban, para entrar a Jerusalén al otro día.

“Lunes, 13 de Nisán; inicie los preparativos, para la cena. Cumplí el rito simbólico del lavado de los pies; además de mis doce discípulos, se encontraban Magdalena, Juana, Salomé. Igualmente acompañaban algunos seguidores, y enfermos, que se retiraron al bosque para descansar. Se inició, la última etapa, de mi permanencia física, en la Tierra".
"Los acontecimientos por venir, me habían sido revelados; Por Dios-Padre; Uno de los apostales, me traicionaría; Esa infidelidad demuestra que cualquier ser humano, sintiendo amor; Puede ser tentado por la codicia, avaricia, perfidia, deslealtad, intriga, perjurio, deseos agarrapatados dentro de su mente, espíritu, alma. Querencias que obran con fascinación silenciosa, opacando las virtudes, para adueñarse de él, por un instante; Destruyéndolo. Judas, es atrapado sin darse de cuenta; La codicia, envidia, lo hacen suyo, lo ciegan fugazmente; La adulación lo conforta, se siente importante, esencial. Caifás lo utiliza como un medio de desarticular, destruir mi obra, desmoralizar a mis seguidores.
La presencia de un ejército, para mi detención, fue una infundada, planificada estrategia, para atemorizar al pueblo, demostrar su poder, enseñorearse con la jactancia del delincuente, que siempre considera, que la única verdad es la suya; Que el pueblo, es él, porque lo manipula a su antojo, estar contra sus desvergüenzas, arbitrariedades, es sinónimo de enemigo.
Es una enseñanza, para mis seguidores presentes, y futuros; Estén atentos a las tentaciones, desviaciones; Inherentes a la naturaleza humana, que así como el abrojo se resiste a desaparecer, por mucho que se mantengan, en permanente guardia contra él, al menor descuido surge nuevamente, adueñándose de los caminos de la virtud. Así mismo, la maldad, traición, envidia, egoísmo, odio, mentira, codicia, vicio, inequidad, se encuentran en acecho permanente, persistente, sin descanso, ni tregua, aun más, cuando es un elemento del ejercicio del poder, para perpetuarse en el.
Les impartí los últimos deseos de mi Padre-Dios; Advertí los riesgos de mantener los principios con firmeza; Torturas, crucifixiones, muerte Deberían dispersarse por toda la tierra, predicando los principios, preceptos, normas morales, que transformarían de manera radical las sociedades; al Ser Humano; guiando la hermandad, amor, solidaridad, confratesacrificios, Las transgresiones, interpretaciones, falsificaciones, de los principio que les he enseñado. Del surgimiento de los eternos sabios, que se dedicarán a las inacabables enredaderas, especulaciones, tratados escabrosos, de lo que les he expuesto con la mayor claridad, diafanidad. Única manera de expresar la verdad.

Crearán sectas de auto-elegidos, que trataran de desviar los propósitos naturales, sencillos de las palabras. Manifesté la necesidad de los guías espirituales consagrados, varones, y hembras, sin distingo de ninguna naturaleza; Sin que ello signifique privilegios especiales, para alguien en particular, sino todo lo contrarío, porque en ellos descansarán las máximas responsabilidades, obligaciones, sacrificios.

Acepten los principios, por convicción, con fe; La vida en la tierra como el transito; Un privilegio concedido por la importancia primigenia, que encierra en sí mismas, de la cual es menester cumplir con esperanzas, devoción, resignación, creatividad, modestia; Para alcanzar en venturanza la eternidad del Alma. La inteligencia del ser humano es infinita, como lo es igualmente su poder destructivo, teniendo la decisión, voluntad, para hacer el mal, o el bien; Es parte de su ser.
Invocando el nombre de Dios-Padre, y el mío, se trataran de justificar todo tipo de atrocidades, crímenes, surgirán bandas inacabables de estafadores, charlatanes que a través del miedo, muy propio del humano, porque vigoriza la existencia, se aprovecharan de los mansos, puros de alma, al igual que en estos momentos, lo hacen los oprobiosos, perversos sacerdotes del Sanhedrín, con toda intencionalidad para su provecho personal. Habrá guías formados dentro de nuestras creencias que fomentaran guerras, genocidios, conquistas, ultrajes, abusos a los más elementales valores, serán los Herodes, Caifás. Nunca olviden que son humanos-

-Comenzaba a surgir las sombras de una noche, que en sí misma, presagiaba hechos que habrían de marcar la historia de la humanidad. En realidad para un legionario-mercenario, formado por los romanos, cuyo único objetivo en la vida, es matar para poder vivir, le es muy difícil tener sentimientos de justicia, o injusticia, pero en este caso, prevalecía una resistencia a hacer lo que debíamos, nuestra obligación; En la mayoría de nosotros, los rostros delataban un malestar anímico.
Nuestra presencia no debió tomarlos por sorpresa, la marcha era normal sin las precauciones de la sorpresa, yo iba en la primera fila, alineados de tres en fondo, al llegar al sitio, en un claro visible, sobre una pequeña loma, a una distancia de unos trece metros, se encontraba una sola persona, meditando y dirigiendo su mirada al infinito cielo.
Bajó su cabeza, nos miró, sin perturbarse; Se adelanto el Judío Iscariote, lo beso en ambas mejillas, se entrecruzaron alguna palabras inaudibles; El capitán Pretorio Juliano, nos ordeno hacer la torre circunferencial, sobre aquel hombre, que no poseía ninguna arma, ni mostraba la más mínima voluntad de hacer resistencia; Me sentí abochornado como militar, está maniobra, no permite ninguna oportunidad, de escape a los enemigos; Teníamos orden de cargar, al menor intento de resistencia. Todos sin excepción, quedamos perplejos por lo que veíamos. Vestía una túnica blanca resplandeciente, con una brillantez, como si de un claro oscuro, solamente permaneciera una exclusiva luz para él, revelando la gracia, la transfiguración, despertando el entendimiento, al mismo tiempo que la transciende, es la manifestación de Dios.
Su estatura, podía definirse casi con exactitud, sería de un metro setenta siete centímetros, de contextura delgada, pero se apreciaba fortaleza en sus músculos, y miembros; Su rostro no pude apreciarlo con nitidez, en ese momento. Luego, el llamado Jesús, camino hacia nosotros, con pasos lentos, pero seguros, con pasmosa serenidad. Sin dirigirse a alguno en particular, pregunto. -¿A qué se debe vuestra presencia?- Uno de los oficiales del Sanhedrín le respondió.
-Considérese bajo arresto, contra usted se han presentado varias acusaciones de delitos, siendo nuestra obligación hacer cumplir el mandato del Sanhedrín, donde debemos presentarlo para ser juzgado-.
ÉL, sin ningún tipo de resistencia, se entrego; Unos doscientos legionarios, fueron desplazados hacia el bosque, cuando se escucharon rumores, se encontraban unas treinta tres personas, tres eran mujeres, los treinta hombres tenían reflejados el terror en sus rostros.

El capitán Juliano y uno de los sacerdotes, hablaron aparte, el capitán, dio la orden de dejarlos ir, todos corrieron espantados; Las mujeres por el contrario nos siguieron, sin enrostrar el menor temor hacia nosotros, hasta el Sanhedrín. Lo entregamos en el templo, al suegro de Caifás, llamado Annás, en la parte reservada para los negocios. Me sorprendió, que había sido alumbrada, en demasía el inmenso salón.

Inmediatamente fue despojado de su túnica, y pude detallarlo minuciosamente, guiado por un interés, que no lograba comprender, pero que se había apoderado de mi voluntad, me causo indignación que lo expusieran, únicamente cubiertas sus partes intimas, en ese salón, ante tanta gente exaltada, que le arrojaban objetos, improperios, mofándose con suma crueldad. El color de su piel era morena acanelada, pero resplandecía por su brillantes, como la piel de la pantera, que hechiza por su belleza su suavidad, lo cual unido a la luz que emanaba de las ardientes antorchas, creaban una visión de su figura deslumbrante, como cuando el sol comienza a nacer, entremezclándose una lluvia de colores vigorizantes, despertando las esperanzas, la vida en todo lo viviente; Su rostro denotaba bondad, dulzura, inteligencia, amor; Sus ojos tenían cierta oblicuidad, sin color definido, cambiaban de color, azules como el cielo, verdes como un bosque, rayados de multicolores como el arcoíris, dependiendo de las variaciones, de la intensidad que producían, el fuego de las hachas de alumbrar; Miraba de manera penetrante, fijamente, con dulzura, pero con seguridad, como si supiese lo que pensaba, en quien posase su ojos; Los labios eran rojos purpura, el superior, sobresalía ligeramente, al inferior, daban la sensación de ser un loto brotando, naciendo en el amanecer; Cabellos abundantes, de color caoba, enblucados, le llegaban a los hombros, se podía imaginar su suavidad, como la seda de cachemira; Barba escasa, pero sedosa, le daba majestuosidad; Lo que más impresionaba a los fariseos, sacerdotes, escribanos, a los presentes en general; Serenidad inmutable, su entereza, fortaleza, vigor, firmeza, sosiego, como si supiese, todo lo por acontecer, sobrevenir. Reflexivo, consciente de su destino.
Permanecí en el salón, hasta el momento que lo trasladaron, a los otros recintos del templo, los cuales nos estaba vedado penetrar. Salí, con rencor, enojo, sintiéndome despreciable, como ser humano, encolerizado, con todo lo viviente; Al llegar a la plaza, frente al templo, escuche a un judío, que les refería a otros, que uno de los seguidores, del que se decía, Hijo de Dios, cuando se fue a realizar la detención, extrajo su daga, cortándole de cuajo la oreja, a uno de los oficiales del Sanhedrín, y el llamado Jesús, la recogió, adhiriéndosela de nuevo; Esa conversación me causo nauseas, repulsión, porque en demasía es conocida nuestra ferocidad, proceder sanguinario, de haberse presentado esa ocurrencia, en estos momentos, serían carne de carroña. Pensé, si han trascurrido solo horas de la detención, y, ya se cuentan estas necedades, que no inventaran, con el andar del tiempo. Que sean lo que son, o que no sean.

-"Fui llevado, al templo del Sanhedrín, era la segunda vez que entraba, a ese recinto, del más vulgar comercio, de injusticias, perversidades, descomposición, desgracias. El templo consta de dos atrios, el mayor, y externo, donde pueden, acudir, permanecer, cualquier persona, animales, objeto, que se quisiese negociar, esté atrio se halla cercado de pórticos, el más concurrido es el llamado Salomón, allí se instalan los cambistas, los prestamistas-usureros, se venden corderos, palomas, purificadas por los profanos asesores-sacerdotes, para ofrendar, sacrílegamente al dios que esperan; El innombrable, según expresan ellos. En está aérea, fue donde estuve la primera vez; Con gran celo me seguían los guardias del templo, por orden de Caifás, hombre que se había hecho de grandes riquezas, a expensas de los pobres, gentiles, judíos, cultivadores, creadores de ganados, griegos, donde ejercían jurisdicción los miembros del Sanhedrín, por concesión del imperio romano. En el primer atrio, me despojaron de mi túnica, profiriendo obscenos improperios, lanzaron objetos, frutas en descomposición, golpeándome.
Conducido a otro atrio, donde se prohíbe la entrada a los gentiles, porque lo consideran sagrado; Se ingresa a través de cualquiera de las nueves puertas, a la más grande la llaman hermosa, queda situada hacia el este, al penétrala se encuentran, tres atrios; El primero para las mujeres; El segundo lo denominan de Israel, donde se reúnen los hombres; Y el tercero para los sacerdotes. Ahí, fui conducido; Annás, suegro de Caifás, preguntó con una risita salivosa, entrecortada por la burla, el desprecio, perversidad, el vicio -¿Vos sois el hijo de Dios?- nada conteste, al anciano, por actuar con sevicia, odio; Sentí en mi espalda, un fuerte golpe, que penetro en mis carnes; Mi mente se nublo, comprendí que se iniciaba mi martirio.

Invoque a mi Padre-Dios, imploré, fortaleciera, me proveyese de las fuerzas necesarias, para poder resistir los castigos que se me infligirían. Doble mi cabeza, hacia el lado izquierdo, pude ver, que un oficial del Sanhedrín, estaba colocado detrás de mí, con un látigo, que se conoce con el nombre de flagelum, de nueve correas, de cuero crudo, adheridas en sus puntas, pequeños trozos de hierro, sin haber sido trabajado. Acudieron varios oficiales, me tomaron fuertemente por los brazos, arrastraron hacia la izquierda, por una escalera que accedía a la residencia de Caifás, habíanla construido, en la parte más alta, en la creencia; Que entre más arriba se esté; Se está, más cerca de su dios.
La asamblea era presidida por Caifás; presente todos sus miembros, setenta; Sin obviar detalle se preparo minuciosamente la tragicomedia que habían decidido escenificar. La noche entro en su profundidad; La norma judaica, prohibía que los juicios fueran nocturnos, transgrediendo sus propios preceptos; En sus rostros se refaccionaba la cobardía, ocultar, encubrir la verdad. Se inicio el proceso, en un salón, privado, que no correspondía al salón del juzgado.
Caifás preguntó -¿Vos sois el Mecías?- Yo, le conteste- Tú, lo has dicho- Los gritos obscenos de los sacerdotes, la algarabía, hacia evidente, su irracionalidad, desespero, contradicción, insensibilidad; Miedo a la verdad. Inmediatamente se colocaron dos guardias, a cada lado, provistos del flagelum, nuevamente fustigaron mi cuerpo, convertíase en un rio de sangre, las carnes brotaban, se desprendían de sus recintos naturales. Uno de los sacerdotes de mayor edad, se me acerco y pregunto -¿Cual es el secreto, para que te sigan, tantas gentes, sin valor?- Con la vista nublada, por el sudor, la sangre, que se entremezclaban, le respondí -Para mi Padre-Dios; Todo lo viviente, es su creación, al humano le ha dado el poder del pensamiento, la razón, la palabra, la voluntad, todos son iguales; Encolerizó más.
Brotaba la sangre, ya sin ataduras carnales, que la detuvieran, sentíame desfallecer, las piernas no me obedecían, percibía, experimentaba, que me encontraba en una sentina, inundada por la suciedad espiritual. Rotaban percutiendo, aporreando, zumbando, giratorias las imágenes, penetraban desaforadamente, en descomposición, sin poder determinarlas. Habían llegado a un estado paranoico, aullaban fuera de todo control, iracundamente, procaz ¡Maledicente! ¡Blasfemo! ¡Hereje! ¡Muerte!
Presentaron varios testigos, ninguno mintió, ellos expresaron, lo poco que habían entendido de mis sermones, torpemente, para el objetivo preconcebido, fueron descalificados, no por falsedad, sino porque su verborrea, los conducía a extravíos, que los guiaban a lo que en realidad predicaba, desviándose de los guiones que les prepararon.

"El perdón, la bondad, la existencia de Dios, dentro de cada uno de los seres humanos, hacer el bien sin esperar recompensa, darle de comer al que tiene hambre, de beber al que tiene sed, alojar al desamparado, ayudar al enfermo, porque todos somos hermanos, sin distingos de ninguna naturaleza; Siendo ese el camino para alcanzar el Reino de Dios”.

“Mi existencia en la tierra, llegaba a su fin, pero ellos no podían ejecutarme; sin la autorización del prefecto romano; Cubrieron con una gruesa túnica roja. Amanecía; descendía del cielo una suave brizna, me acariciaba, deshacía la sangre coagulada; Sublimemente se apoderaba de los sentidos, una bella somnolencia; Ennegrecían ofuscadamenté las nubes, únicamente de entre ellas, como semejando un túnel cilíndrico, emanaba un inmenso sol, rojizo, amarillo, carmesí, anaranjado, plateado, resplandeciente, de una inigualable luminosidad, pureza, permanecía despejado, sin nubes que se atrevieran a obstaculizarlo; Ese fulgor penetraba directamente, a una pequeña ergástula, su fulgido centellante, radiante, se concentraba, anidaba en ella; Fui arrojado en ella, escuche el canto de un gallo; De la luz, surgió un rostro, aposentado en el centro del pequeño recinto; Escuche una voz, era la de mi Padre.
-Con tu sacrificio, estás redimiendo a los seres humanos de sus pecados. Tú eres el protagonista, de un acto único e intransferible, por el cual el hombre, adquirirá la posibilidad de elevarse por encima de su naturaleza caída, y alcanzar la salvación; Ello se consumara con la liberación, del Espíritu de tu cuerpo; Se cebarán con más crueldad, tu alma se ha fortalecido, purificada.
Has sembrado las semillas del bien, estás germinaran en infinitos árboles, que darán sus frutos, de luz ilimitada, permanente- Ya entrada la mañana, se reunieron nuevamente los integrantes del Sanhedrín, puesto que la costumbre establecía, que debían ratificar la sentencia; Lo hicieron por unanimidad; La muerte, fue la decisión.

Entre sus seguidores, y las turbas embriagadas, me condujeron ante el prefecto romano, llamado Poncio Pilatos. Una comitiva, entre los que se encontraba, el mismo Caifás, expuso las acusaciones, y la decisión, que habían tomado por unanimidad. Poncio Pilatos me interrogo muy brevemente, con preguntas referidas a su emperador, de entre ellas; Qué, pensaba sobre el Cesar -A cada quien, le corresponde ser, lo que es. Dios es reconocido, por ser, Dios.

Se dirigió a Caifás, manifestó, que él no apreciaba delito alguno contra el imperio; Ladinamente Caifás, argumento la subversión, que yo promovía, entre los pobres, perturbando, trastornando, la seguridad, la convivencia pacífica; Reforzó sus argumentos refiriéndose a la hostilidad, aversión, del pueblo, por el ultraje a su dios, lo que originaría disturbios, saqueos, requiriéndose la represión que debía ejercer, lo cual repercutiría en sus superiores.
Pilatos; audazmente, de manera artera, les manifestó. -Estando el rey Herodes, en Jerusalén, siendo el acusado, sentenciado por ustedes, nacido en Galilea, dejaré a su voluntad la decisión final. Me condujeron ante Herodes, en el camino seguían aporreándome, insultando, mi voluntad crecía. Vi; a mi madre; Anhele la permanencia en su vientre, de sus ojos se desprendían con lentitud, las lagrimas retenidas por su padecimientos. Mi calvario lo transitaba con sufrimiento reprimido, pero con esa valentía, de la cual han sido dotadas todas las madres, para absorberlo.
Ya me eran indiferentes los castigos, en mi interioridad sentía un calor enternecedor, dulce, suave, como si estuviese protegido, por el vientre maternal, en un cobijamiento infinito.

Herodes; con una ebriedad tan evidente, en estado deplorable, le era difícil mantener el equilibrio corporal, aun sentado se ladeaba, su rostro abatojado, su mente aborricada, sus ojos parecían que se le fuesen a brotar de su cara; Rodeado de mujeres y hombres sodomizados, en igualdad de condiciones. Con una voz estentórea, escarniosa me dijo. -Haz, un milagro sencillo; Quítame la ebriedad que tengo; y te perdono- Todos los presentes rieron, así estuvieron por tres minutos, unos se tiraban al piso, retorciéndose de su ocurrencia. De entre la sangre que cubría mis ojos, pude mirarlo fijamente, a sus desorbitados ojos, comprendió, captó, el crápula, mi compasión hacia él, dejo de festejar; Con tono autoritario, e irritado, se levanto de su trono, dando la sensación a todos los presentes, de estar completamente sobrio, mando a hacer silencio. Se dirigió a los sacerdotes -Para el festejo de la pascua, es costumbre, el perdonar a uno de los judíos sentenciados a muerte; Hagan la elección pública, que decida el pueblo Judío.
Dos sentenciados a muerte fuimos expuestos. Barrabas, fue liberado, desde ese instante su vida cambiaría.
A partir de este momento, se culparía al pueblo de Judea de mi muerte; Será una falacia, inequidad, que justificará en el futuro, todo tipo de desmanes, crímenes, genocidios, despojos, humillaciones, contra ellos; lo cual los convertirá, en una sociedad cerrada, dispersa. Desde el inicio de la evolución del animal-hombre, hasta que se organizaron las primeras tribus, grupo o sociedades, se ha empleado la fuerza, el terror, la manipulación, el chantaje subjetivo, religioso, la creación de ídolos, sectas secretas con ritos mágicos, ideologías, que avivan las fantasías conjeturales de los pueblos, profundizando sus temores, engendrando en la conciencia colectiva, desajustes emocionales, que se manifiestan, en las conductas propias de las hordas, del animal irracional; en una masa uniforme, que embiste al objetivo que se le ha preestablecido. Para ello siempre habrá Caifás en suficiencia.
En las enseñanzas que les impartía a mis discípulos, les analizaba las escrituras de los llamados patriarcas, muchas verdades se encuentran en ellas, y, están dadas por la experiencia de la vida, pero de la vida que VE; no la vida que transcurre, únicamente mirándose; no, el conocimiento ensombrecido, que se adquiere, de lo que dicen, o quisieron decir los demás; auto-eliminándose la capacidad de razonamiento, análisis, autonomía de la voluntad, dejando que los especuladores mentales, sarcásticamente, con lindezas, sin bases, e interpretando en ajustes a sus intereses particulares, que siempre es de una pequeña minoría, se apropien, con fuertes bridas, del destino de todo un pueblo.
Los dogmas, son verdades fehacientes, para el que lo posee, y esa aceptación, debe ser el resultado del análisis de cada ser humano, no la aceptación irracional, fanatizada, ciega del alma.

La leyenda, mito, revelación, interpretación; transcrita en el Viejo Testamento; sobre Caín y Abel. Son eso; una narración, tradición; creación, fantasía. Confesar, manifestar, descubrir, propalar, divulgar, pregonar, una dualidad, para diferencial el bien, del mal, ES UN ARTIFUGIO, simplista, el error es involucrar a Dios, establecer como la causa, el rechazo de ÉL, a las ofrendas de Caín. La única y verdadera ofrenda, a mi Padre-Dios, es la verdad, la justicia, la equidad, la virtud sentida con la autonomía que ÉL, os ha concedido. Los preceptos establecidos en la Ley de Moisés, son normas, con un gran contenido moral; pero las actuaciones de Moisés, le pertenecen a él, son su responsabilidad, y nada tiene que ver Dios, con las matanzas criminales ordenadas por él.

Se esparcirán por los siglos; mi muerte como culpa de los judíos, habiendo sido una decisión, de un grupo, con intereses bien definidos; que a través de la manipulación, se apoderan de una multitud, tropel, indefinido, impersonal. Trastornadas, perturbadas, embriagadas, fanatizadas, de judíos armados, esbirros mantenidos, parasitarios, haciendo ver, que ellos son el pueblo, para evitar el desvelamiento de la verdad. Mi movimiento revolucionario, pacifico, es el inicio de una nueva era de la humanidad. El nacer de una concepción Humanística, esenciada en Dios-Padre; el Sentido de todo lo existente; en principios de Igualdadades de todos los seres humanos, independientemente, de su raza, sexo, clase social, creencias políticas, religiosas. Pero esté movimiento no trae aparejado consigo la obligación, imposición coercitiva, como el único valedero, cada ser humano es libre de decidir lo que más le conviene.

Habiéndose cumplido con todas las formalidades, debían ajusticiarme, para cumplir la sentencia, correspondía a los romanos, de acuerdo a sus leyes, ejecutarme. Para el delito; subversión contra el orden imperante; los romanos aplicaban la pena de muerte, en la Cruz. Castigo máximo, reservado para los enemigos políticos del imperio.

De la plaza donde se me sentencio, hasta el sitio de ajusticiamiento, el Gólgota, el basurero público, hay una distancia de tres kilómetros en pendiente. Simón de Cirineo, por primera vez, habiendo sobornado a los tres legionarios romanos, que me acompañaban para cumplir con la sentencia, me dijo. -Mi Mesías, yo, os he seguido en todas tus sermones, con mis hijos Alejandro y Rufo, nunca hemos tenido dudas, de que sois, el Hijo de Dios.

Por mi conocimiento, como comerciante de maderas, y materiales para la construcción, os digo que el peso de la cruz, es de ciento treinta y tres kilogramos, porque es de cedro, el palo principal; el travesaño horizontal, y el sostén para tus pies, es de olivo. Los clavos con los cuales, han de clavar tus manos, tienen trece centímetros de largo, y tres pulgadas de grueso. En tus pies acuñados, introducirán un clavo de treinta tres centímetros, su espesor tres centímetros. Esto te lo digo con la seguridad, que resistiréis tan atroz tormento, y en convencimiento, como Tú muchas veces nos los manifestaste, que conociendo la verdad, de lo que nos habrá de suceder, nos permite tener, extraer de nuestra alma, más fuerzas para enfrentar la realidad. –“Cierto Simón; cuando las verdades son conocidas y aceptadas, estás preparado para enfrentar las realidades; todo lo que nace en la tierra, tiene su fin, vosotros los humanos, tenéis el privilegio de poseer, el Alma, Espíritu, la Mente; la Autonomía de la Voluntad de dirigirla".
En mi cabeza forzaron, para colocar, insertar, una corona de gruesas espinas, lacerándola por completo; antes de comenzar con el martirio final. Según sus leyes, al condenado le ofrecen una pócima de vino, combinada con mirras, cuyo objetivo es adormecer la sensibilidad al dolor, rechace, me estaba vedado, por las únicas leyes verdaderas; la de mi Padre-Dios.
Había hecho el recorrido, siendo azotado treinta y tres veces, con el flagelum, por dos legionarios romanos, uno a cada lado; permitieron tres veces que fuera ayudado por Simón de Cirene. En los tres kilómetros; él se las ingenio, para ayudarme a cargar la pesada cruz, inicialmente trescientos metros por el kilometro, pero a partir del segundo, dejaron los legionarios que lo hiciera, hasta llegar al Gólgota. Yo, vi a sus hijos, que a cada momento les proporcionaban, muchas monedas, a los ejecutores romanos.

Al llegar al basurero del Gólgota, puse la cruz en la tierra, con la ayuda de Simón; todo el procedimiento sucedió, tal como me había previsto Simón. Me ataron a la cruz, en el madero horizontal; clavaron mis manos, en cada uno de los extremos, del palo horizontal; apoyados mis pies, en un pequeño soporte, en la parte inferior, del madero vertical, acuñaronlos, e igualmente los clavaron. Cuando procedieron a izar la cruz; de todo mi cuerpo, se apodero un calambre interminable, la respiración se me hacía casi imposible, no podía exhalar; el peso de mi cuerpo, se concentraba todo en mi pecho, las moscas picaban todo mi cuerpo, revoleteaban con libertad en mi rostro, las aves de carroña, comenzaban a morder mis carnes ensangrentadas, cada punzar, picotear, era como si atizaran con un hierro candente, parecían un panal de abejas, concentrándose por entre la corona de espina, donde manaba sin descanso, copiosamente la sangre.
Comenzaban a retirarse con cierta prisa, la muchedumbre que había asistido a la ejecución; mire por última vez hacia abajo, y pude distinguir que muy cerca de la cruz, únicamente permanecían; mi Madre, Magdalena, Juana, Salomé, Simón, sus dos hijos aún adolescentes Alejandro y Rufo, José Animatea; y como si estuviera ocultándose; un hombre alto de color negro su piel, vestido con túnica blanca; que había estado como legionario, en mi arresto-

Aben- Ezra:
En el cielo comenzaron a aparecer grandes nubes, que ascendían vertiginosamente; presagiar de lluvia; luego se tornaron muy oscuras, adelantaban la noche, auguraban una gran tormenta, los tres legionarios se miraban unos a otros, se apoderaba de ellos medrosamente el miedo, todos los espectadores, que inicialmente podían calcularse en unos tres mil, pusilánimemente, asustadizos, con denotada prisa desaparecieron, únicamente permanecían muy cerca del crucificado, cuatro mujeres, dos hombres adultos y dos adolecentes; yo me ubique cerca de ellos, entre un bojote de basura apiñado, de tal manera, que no notaran mi presencia. Habían transcurrido tres horas desde la crucifixión, y según las leyes romanas, era obligación, que debían esperar, hasta la muerte del ajusticiado por montus-propio; para luego darle un lanzazo, en el pecho. El temor de los tres legionarios, era tan evidente, que de pronto entraron en pánico; comenzó a rugir la tierra, la oscuridad era negrura total, solo se percataban de sus posiciones, por los incesantes, estruendosos, terroríficos centellazos; precedidos por los inmensos relámpagos; uno de ellos enloquecido, corrió hacia el crucificado, y con una fuerza descomunal, de un hombre delirante; horado su pecho, atravesando su corazón. Lloré calladamente; y en mi mente surgió nuevamente, la imágenes de la detención; no llegaba a entender, se entumecía el entendimiento, la ira brotaba desde lo más hondo de mi ser; preguntabame sin cesar ¿Cómo; era posible; que destacaran quinientos legionarios, para detenerlo? ¿En precaución de cual resistencia? Tal como se lo habían hecho creer al Prefecto Poncio Pilatos. Las realidades que había presenciado, en la detención; y ahora en su Vía-Crucis; a un crimen que explosionaba la naturaleza humana, tan baja en unas ocasiones y tan altruista, bondadosa, en otras.
El odio que corroe con ensañamiento, destruyéndolo todo, lleno de prejuicio, de complejos, discriminación, que ataca al cuerpo, deshace el alma, la mente; en un juego interminable; donde se extinguen, todos los valores humanos, dando paso a que surjan de manera incontrolable, el escape de la racionalidad, aflorando los aguijones que tenemos en latencia en nuestra mente, ira irrefrenable, egolatría, avidez, apetecer, para sacrificar sin importar, absolutamente nada.
En esté reflexionar se entremezclaban, lo inverosímil, lo inaudito, que para el trayecto que debía recorrer, para su ajusticiamiento, unos tres kilómetros; solo hubiesen destacado a tres legionarios, para controlar una masa de tres mil personas, que en minoría se mofaban de él; y los otros, una mayoría significante que permanecía aletargada de miedo, paralizada, ante la certeza de que si expresaban alguna disconformidad, la venganza no se haría esperar, manifestada de alguna forma coercitiva, verdad era que esa masa estaba constituida, por mujeres en su mayoría, ancianos, inválidos, y enfermos.

En muchas ocasiones, había presenciado ejecuciones de crucifixión, pena que los romanos, aplicaban con exclusividad, cuando se trataba de delitos políticos graves, que atentaran contra su autoridad suprema, seguridad. Implacablemente, acometían sin piedad; para dar escarmiento público, donde la crueldad, para la cual éramos preparados surgiera, como la voracidad de una fiera, cuando se siente amenazada de muerte, o su hambre la induce a matar.

Pero en nosotros, es un cegamiento, donde desaparece todo rastro humano, y sentimos placer en el matar, sin tomar en cuenta, o tener conciencia de quien sea, es un gozo, que se apodera con frenesí, lujuria insaciable como, una pasión sin límites; mujeres, niños, ancianos, nos es indiferente, es saciar, ese instinto, más que animal, reservado únicamente a los humanos.

Tardaron unas tres horas, en obtener el permiso del prefecto Poncio Pilatos, para poder bajarlo de la cruz; luego de extraerle, los inertes clavos ensangrentados; procedieron a limpiarlo. Lloré, recordé la existencia de las lagrimas, en mi garganta sentía un nudo, que entorpecía la respiración. En su cuerpo no quedaba una sola gota de sangre; realizaron los ritos que ellos hacen, para sepultarle; un tal Animatea; gentil, de grandes riquezas, logro el permiso; era entrada la noche, la tempestad, los insensibles rayos, indiferentes relámpagos, los ensordecedores, continuos truenos, rugir espeluznante como el atronador viento arenal, de las tempestad del desierto, que hacen temblar todo lo viviente; acentuaban lo tenebroso de ese día-noche; que parecía interminable e irrepetible.
Lo amortajaron, e introdujeron en una pequeña cueva, que toponearon con una roca; solamente se quedaron frente al sepulcro las cuatros mujeres; cansado y decidido, a abandonar los legionarios, para iniciar el viaje, hacia Egipto, con la intención de morir en mi tierra etíope-

"Mi alma, abandono mi cuerpo, flotaba por un rumbo que siempre había imaginado, pero ese andar, sin el tiempo humano, inescrutablemente ilimitado; sueño sin interrupción, sustancioso, inmanente, ingenito, supremo, ruego, imploración, supremacía del espíritu; se reflejo en la infinitud. Atrás quedaban, los actos limitados, el todo; ahí queda; es un rebobinar, eterno, imperecedero; hacedor de vida. Ya sin espera, había llegado por fin a la luz eterna, a la paz absoluta".


VIRGEN MARÍA
Dios, nos ha elegido, a nosotras las mujeres, para poder preservar la raza humana, pero ese privilegio lo divinizo, otorgándonos dones únicos, intransferibles; porque, cedemos parte de nuestra alma; y es ella, el alimento esencial para el hijo concebido, no importa la forma como lo hagamos, pero una vez CONCEBIDO; es parte de nuestro ser, alma, espíritu; sentimos una transformación sublime, una luz que se enciende, como si fuera una chispa, que inicia un fuego maravilloso.
A medida que transcurre el tiempo, esa sustancia, que aun luego de su desprendimiento, continua estando tan absolutamente, como la semilla que fue, desde el primer momento; cuando sentimos aflorar ese manantial, simiente de luminosidad inescrutable.
Magdalena; los ríos corren alocadamente, sin que nadie, ni nada, los pueda detener, quieren con prisa llegar a la Mar; es su destino, ese amor imposible que los va absorbiendo, sin dejarlos vivir; es la entrega, sin la esperanza; pero es la espiritualidad, amor del alma, de la mente; no de las pasiones; que se conjuga en el corazón, sin poder, ni querer, objetivilizarlo.
Les voy a referir la historia del nacimiento, de mi primogénito Jesús; nacido para ser firme, hábil, tener destreza, perfección, pulcritud, delicadeza, tacto, curiosidad, predicar la verdad, la virtud, el amor, la modestia, igualdad.
Su muerte ha sido ominosa, atroz, todos sus sufrimientos y torturas han sido para mí, quizás de mayor magnitud, porque ÉL, es. HIJO DE DIOS.
Esa noche de mi alumbramiento, se alinearon perfectamente tres planetas del Universo, tan cercas los tres, que parecía que fuesen uno solo; fue entre el veinticuatro, y veinticinco, de Diciembre, exactamente cuándo fenecía uno, y nacía el otro día. Planetas que son conocidos; por Sharu, que significa "Rey"; Venus, que significa "Madre"; y "Júpiter, que significa "Padre"; pertenecientes a la constelación de Orión; conocidos como los tres reyes, por su hermosura; representan los tres aspectos Divinos. Voluntad. Amor. Inteligencia. La unión de los tres simboliza. El Espíritu. El nombre de Orión, es la Irrupción de la Luz eterna.
Juicios emitidos por magos, sabios, profetas, así como las tradiciones sagradas de los pretéritos, anunciaban por toda Asia, y África, el nacimiento, advenimiento. Del Mecías, quién por medio de las palabras de su Padre-Dios; provocaría un nuevo amanecer, un nuevo ser humano, fundamentado en la igualdad, fraternidad, la justicia, la verdad.

Estos mensajes transmitidos a todos los pueblos, por sus sabios, profetas, astrólogos, hacían renacer las esperanzas de los esclavizados, de los pobres, de los hombres de bien, sin discriminación de ningún tipo.
Pero acrecentaba la intolerancia; el odio; de los que negocian con las creencias de los pueblos. Estaba escrito en los libros sagrados de los persas, de los caldeos, de los judíos, de los iniciados egipcios, arábigos, que Él; nacería del vientre de una mujer virgen. Un niño, hijo de Dios.

Entre los sabios astrólogos; habían tres reyes, cuyos nombres eran Melchor, con su reinado en Persia; Gaspar, con su reinado en India; y Baltazar con su reinado en Arabia; que dejaron sus posesiones, para retirarse al desierto, con sus servidores, ayudantes, sabios-magos, para dedicarse exclusivamente al estudio de las constelaciones, planetas, astros, satélites, en los cielos limpios, vírgenes, santificados, de las noches albergantés, de todos ellos; en las desoladas, inhabitadas, aisladas, tierras de los desiertos; y poder determinar con precisión el sitio, la fecha, hora, momento exacto del nacimiento, estar presentes en el alumbramiento.
Obtuvieron, luego de infatigables, incansables, constantes, tenaz, obstinadas, observaciones, de los astros, planetas, constelaciones, cometas; el lugar; día, hora, del brotar, encarnar, emanar, del Niño; Hijo de Dios; así les fue revelado, manifestado, descubierto, confesado por los cuerpos celestiales del infinito Universo.
Sería en la época del solsticio de invierno. Para ese momento se hallaría en el seno de la virgen, en ascensional helíaca; en el ocaso de los otros astros; hacia el horizonte oriental; así era representada en los cuadros astrológicos, dibujados con esmerada nitidez, en la bóveda divina, gloriosa, perpetua, inagotable.
Bajo la forma de una criatura, en el vientre de una virgen casta; se trocaba luego, en el equinoccio de primavera, en el carnero, o cordero, vencedor de la constelación de la serpiente; el mal; que desaparecería de los cielos.
Así mismo, determinaron con toda precisión; porque se reflejaba en el cielo, las escenas que acontecerían en ese momento. El establo, la constelación del cochero, y de la cabra, llamada Praesepe Jovis Heniochi, establo de Iou; Jesús; encontrando nuevamente el nombre Iou- Seph; Jesús- José.
No muy lejos aparecía en su mapa astral; el Asno de Tifón; la Osa Mayor; el buey, o toro, acompañándome en el nacimiento del Hijo de Dios; estos presagios, ubicaciones, deducciones, cotejados con los manuscritos antiguos; se cumplirían en su nacimiento; tal como aconteció.

En el mapa de su viaje, los tres sabios, astrólogos; establecían el paso por Jerusalén, donde reinaba desde hacia treinta años, el sanguinario, y déspota Herodes.
Enterado esté, por sus espías, del paso de tan eruditos reyes, en conocimiento de las conjeturas, anuncios, señales, anunciantes del magno suceso, esencia, comienzo, raíz, advenimiento; del Rey de reyes.

Aforismo, sentencia, que asimilaban en su ignorancia, a lo material, al poder transitorio, de los seres humanos en la tierra.
La ignorancia ciega a los tiranos, y en su enceguecimiento codicioso, pensaron que el reino al cual se refería el aforismo expresado por los sabios, correspondía a esté mundo material.

Envió Herodes, emisarios, para invitarlos a pernoctar en sus palacios, ellos aceptaron la invitación, comieron y saciaron su sed, en las conversaciones aprovecho el tirano, para preguntarles el motivo de su viaje, por estas tierras.
Le contestaron los huéspedes con la verdad, pero sin mencionar el sitio. La sabiduría, el conocimiento, de los seres humanos, y la fama de crueldad de Herodes les hizo sospechar sus intenciones; se retiraron a los aposentos, que les habían asignado, con el único propósito de asear sus cuerpos, vestirse con sus mejores prendas, para partir.

En sospechas de que serían seguidos, por los espías de Herodes; vistieron con ropas similares a tres de sus servidores, y los enviaron a salir ellos primero, con parte de su comitiva, por la puerta principal; reservándose, para ellos, a un pequeño grupo de sus séquitos, para su acompañamiento.
Después de observar, que sus sospechas eran ciertas; partieron por otra de las puertas del palacio, reservada para los proveedores.
Siguieron la ruta del mapa, su emoción se acrecentaba a medida que observaban, como iba creciendo la luminosidad, que producían los tres planetas, a medida que convergían en su máxima cercanía; produciendo los astros una sola luz.
¡De pronto sin percatarse! se encontraron frente a un establo; en el centro terminaba de nacer; el niño, Hijo de Dios, la Luz Celestial; se concentraba, comprimía, centralizaba, en su pesebre, de suave follaje.
Nos acompañaban, su padre humano, el buey, el asno, la cabra o cordero. Los tres reyes, se apearon, bajaron, de sus monturas, acercaron, y de hinojos, con la alegría rebosante, desbordante, fluyendo en sus rostros; extrajeron de sus alforjas, cada uno, un regalo para el Niño- Hijo de Dios.
Oro por su naturaleza de luz brillante, que nunca se opaca, y excepcional metal, entre todos los existentes. Incienso por su naturaleza Divina. Y Mirra, por su poder purificador.

Luego se levantaron, poseídos por la emoción; besaron la mano de José, a mí, en la frente; nos refirieron la conversación con Herodes; aconsejaron tuviéramos alerta; por cuanto consideraban que era un hombre, que había descendido mucho de su condición humana.

Se despidieron; y emprendieron su viaje de regreso; como nos lo habían manifestado, desviándose por caminos infranqueables, inabordables, intricados; para los que no poseyeran sus conocimientos, sabiduría.
Informado Herodes, de la inutilidad del seguimiento de sus espías; entro en cólera, en vileza dio la orden, infame, afrentosa, ignominiosa; de matar, ejecutar, aniquilar; a todos los niños nacidos, en los pueblos de su reinado; en los últimos tres meses.
Alertados fuimos; en nuestros sueños; de la violación criminal, inhumana, despiadada, brutal, orden; partimos con premura, con Jesús, hacia Egipto.
A los tres años, se expresaba en hebreo, arameo, y griego, a los siete, comenzó a estudiar, analizar todos los escritos de los sabios antiguos; a los trece años, nos dijo.
-Es esencial que conozca los diferentes pensamientos expresados por los seres humanos, sus culturas, que conviva, sea parte de sus alegrías, sufrimientos, mezquindades, egoísmos, amor, pobrezas, riquezas, comportamientos, religiones, de los misterios que manifiestan poseer-
Partió a ver las realidades de la vida, de los seres humanos, vivir, experimental por propio montus, todo lo estudiado.

"Así, pude determinar con toda claridad, las marañas, los malabarismos misteriosos, que hacen de la nada, cuyo objetivo es únicamente hacer invisible, lo que es más que evidente. A los trece años inicie mis viajes por todos los pueblos de Asia, y África, llegando hasta el Tíbet.
En Egipto; indague con los iniciados sus secretos religiosos, ritos sagrados, los cuales provenían de civilizaciones antiquísimas, habiéndolas asimilados, adaptados, adecuado a los intereses de las castas sacerdotales.
Estudie a profundidad los grandes pensadores griegos; como Parmenides, Pitágoras, Heráclito, Sócrates, Aristóteles, Platón, las narraciones históricas de Heródoto de Halicarnaso, las tragedias de Sófocles, Aristofanes, Eurípides, Esquilo.
Conocí los pensamientos de las principales sectas judaicas, mi familia había sido formada en la esenia; muy influenciados por la filosofía Pitagórica; desarrollando el poder de la sanación, por el poder la mente, y la fe.
Estudie las leyes escritas, de los antiguos profetas judíos, las normas consuetudinarias; las costumbres vinculantes de las civilizaciones desaparecidas, y las que aun existen bajo el yugo, dominio del imperio romano, su penetración cultural, la rigidez, crueldad, en las aplicaciones de sus preceptos.
En Persia conviví con los sacerdotes de Zoroastro, los fundamentos del Zend-Avesta; conocí sus métodos de vida, las concepciones morales.
En Siria, tuve grandes dificultades con los califas, y sus sacerdotes-magos, por el trato que dan a la mujer, teniéndolas como objeto desechable, omitiendo sus derechos como humanos.
Las practicas pederasta consuetudinarias, de casar a las niñas, aun no habiendo llegado a la pubertad, con hombres en su última edad; la sodomía.
Llegue hasta el Tíbet, donde permanecí durante trece meses, analice los escritos Védicos; El Ramayana, El Tao; las doctrinas de Confucio sus preceptos morales.
“El hombre ha nacido para ser recto; por eso el ser humano sabio, identifica la Plenitud con la Determinación práctica del Bien, que es la prudencia. Su realización en sociedad, requiere la Justicia, y Benevolencia. La Fortaleza para defender, o Conquistar sus principios. La Templanza para no ser abatido por el placer desenfrenado, incontrolable”.
Pero a pesar de que prevalece en ellas, un gran contenido ético, están referidas en su gran generalidad, a un manual de comportamiento, conducta, que se debe seguir como vasallo, propiedad de un poder omnímodo, absoluto, hereditario, de igual manera existe una férrea división de clases, castas, con privilegio, poderes de amos, sobre sus pueblos.

Estudie el Oráculo sapiensal del I Ching, un compendio en parábolas, consejos morales, caminos, alternativas, a seguir en los problemas cotidiano. Regrese a los desiertos de Etiopia, albergue, en las cuevas de los trogloditas, pudiendo meditar, crear, comunicarme permanentemente con mi Padre-Dios, en esos diálogos me develo mi destino.
Regresé a las tierras de Palestina; teniendo treinta años. Juan, mi primo, predicaba la eminencia de la presencia, del hijo de Dios; me uní a sus seguidores, y en el rito de mí Bautismo, realizado en las aguas del rio Jordán; me proclamo como el hijo de Dios.
Lo que motivo el nacimiento, del odio, la mal aversión, rencores, en las privilegiadas casta de de los fariseos, nobles, escribanos, y sacerdotes, que dominaban de acuerdo a sus interpretaciones, todo lo relacionado con la religión judía, proporcionándoles un poder absoluto, sobre el pueblo; bajo el manto, adherente del imperio romano; y la autoridad del emperador Claudio, hombre de cierta formación intelectual, de una audacia, y poder de premeditación excepcionales, lo cual le había permitido sobrevivir, a esa estirpe sangrienta, criminal, con instintos que no refrenaban, de manera alguna, para hacerse del poder.
Esté emperador, era amigo intimo desde su juventud, de Herodes Antipas; y consentido de la madre de Claudio, Juliana. Al asesinato del emperador Calígula, fue aclamado por las legiones romanas, como su emperador, entre una de sus primeras decisiones, nombro a Herodes, como rey de tres reinados de Judea, por lo que se le conocía, como el tetrarca; hombre despiadado, licencioso, sin frenos morales.
El pueblo judío, creía en los principios de una Teocracia organizada, sobre los principios religiosos; ya que los sacerdotes, del Sanhedrín; en sus interpretaciones de las escrituras, con la intención de aplacar las cargas impositivas impuestas, abusos de cualquier índole, que cometían contra ellos; les habían inculcado, que no existía diferencia, entre el poder político y religioso; que vendría un mecías, palabra hebrea, que equivale a la palabra griega christo, que se aplica a todo rey consagrado, de la casa, o descendencia de David, por línea directa; lo que significaba, para ellos, sin lugar a dudas, que esta proclamación, era un atentado contra su permanencia, y privilegios. Esa es la razón por la cual, algunos de mis seguidores, posteriormente, modificaron, alteraron las escrituras antiguas, para hacerme descendiente directo de David; ello se ajustaría a las profecías manipuladas, dándome el derecho; a ser presentado como el Mesías; cuando la realidad, es que fui concebido; por obra y gracias de mi Padre-Dios, en el vientre virgen de María, mi madre. En relación a la descendencia; si existe, como la mayoría de los judíos. Pero lo esencial, es que nunca llegaron a entender, al igual que gran parte del pueblo; que el reino al cual se refieren, todos los escritos antiguos judaicos, persas, hindú, egipcios, es al nacimiento, muerte, y liberación del alma, espíritu; del Hijo de Dios.

Su Crucifixión; es el vuelo indetenible de las palabras de Dios-Padre, el sacrificio de su hijo, en redención; comienzo de una nueva vida, y para que esparciera por la tierra, los precepto, principios, formas de vida, enmarcadas dentro de conductas verdaderamente humanas. Esa es la esencia del Sacrificio; remisión de los pecados; muerte corporal de su Hijo, resurrección de la muerte, referida al Alma, su paz eterna, lo cual le es dado alcanzar, a todos los seres humanos.
Luego, que fui Bautizado, por el profeta Juan; comencé mis prédicas por los pueblos de Judea, concentrando mis enseñanzas en Cafradum. En ellas exprese con toda claridad, diafanidad, las doctrinas, mantenidas como secretas; de todas las sectas, y de las religiones, de los iniciados. Por lo que fui considerado traidor; por haber revelado, lo que le pertenece a la humanidad, y no a un grupo de privilegiados.
Proclame la igualdad, la virtud, la solidaridad, la tolerancia, la libertad de elegir lo que se desea, sin perjudicar a los otros seres humanos, el poder de la mente, la autonomía de la voluntad, que nos he otorgada por Dios-Padre, pero ejercida por nosotros con plena libertad. Todos estos principios hacían estremecer los corroídas bases de una civilización destinada a desaparecer, e iniciar una era donde se actuara con libertad, en función del bien, de la transcendencia del alma, de la resurrección del Alma, de la paz eterna, luego de la muerte de la carne, estuche artificial, que a medida que va envejeciendo, se torna en una carga, de la cual el ser humano desea desprenderse, abandonar. Las escrituras antiguas, y las posteriores, se refieren a la resurrección; los crédulos se imaginan, que resucitaran, nuevamente con su cuerpo.
Las creencias, fe, convicción, del que actúa, buscando la armonía con las energías esenciales, Universales; vive en perpetuo estado de equilibrio, paz, serenidad, sin preocuparse de ese, más allá intransferible; sin la búsqueda obsesionante, muchas veces criminal, del eterno Paraíso. La resurrección es del Alma, espíritu, energía vital, de la Paz en la eternidad; y solo les está permitida a los que han actuado, vivido una existencia terrenal de acuerdo a los principios de la Virtud.
Los llamados apóstoles, que son los seguidores, a quienes había preparado, para que continuaran predicando, extendiendo los principios, transmitidos por mi Padre-Dios. Siguiendo, mis instrucciones, permanecieron escondidos, hasta tener la seguridad de no ser capturados, y ejecutados, para poder esparcir mis enseñanzas, algunos de ellos, acometieron la tarea de narrar los hechos, y como le es dado a la mente humana; prevaleció lo que ellos hubiesen deseado fuese; agregándole sus opiniones, imágenes, intereses y conclusiones; que al ser absorbido por los traductores, copistas particulares, cada vez, hacían más incompresible, lo que es claro como el agua de los manantiales.

Aben Ezara
Los miembros del Sanhedrín, terminaron por formar sectas esotéricas, enloquecidos, y pretendiendo tener comunicación con su dios, inventaron formulas, explicaciones inexplicables, manuscritos secretos en claves figurativas, símbolos guías. Para hallar a Dios solo se requiere la Verdad.
Judas Iscariote, se convirtió simbólicamente en el judío errante; y con fórmulas mágicas, los descendientes de los sacerdotes del Sanhedrín, crearon a un hombre de arena; que no es otro que Judas, al cual llaman Golem; posesionándose cada cierto tiempo, el alma errante de Judas Iscariote, dentro de la caparazón de arena; reviviendo monstruosamente para sembrar el terror, temor, por instantes, que perduran por generaciones, para luego proseguir su interminable andar, sin sosiego, ni paz.
Para decir las verdades de Dios, no se necesitan tantas palabras, fórmulas, manuscritos, cábalas, misterios, porque son tan sencillas, que pueden resumirse en una sola palabra. Amor.
Seguid los pequeños caminos; las pequeñas cosas; que pasan desapercibidas; con ellas, al final logras, que sean grandes. Confiad en Dios-Padre. ÉL, está dentro de vosotros; en todos los lugares. Nunca olviden, las infinitas posibilidades, que nacen, se hacen, a través de la Fe. Utiliza los dones que has recibido; compártelos con una interacción, que nazca de tu Espíritu; sin esperar recompensa. Permítele a tu Alma, la alegría de albergarse, siempre, eternamente en Dios.

FIN DEL COMIENZO.

lunes, 6 de febrero de 2012

El Niño Torero y El Solitario

Todo comenzó por una baja nicotinal, estaba leyendo y en precipitación agonizante, me dirigí al cuarto de servicio. En él hay un pasillo protegido con rejas, abierto, que permite una panorámica de la parte sur de la ciudad; Con toda precisión se pueden apreciar tres cuadras, con sus casas vetustas, que en mejores tiempos debieron albergar a familias con recursos económicos, hoy en día han sido transformadas en mini centros comerciales, pero mantienen el statu de esa zona, en apariencia emboscada.

Detrás de ellas han proliferado grandes barrios, que más que viviendas, se asemejan a un panal de abejas, extendiéndose desde la parte posterior de los comercios, hasta una pequeña montaña horadada con riguroso desprecio. La avenida principal bautizada como Giovanni Papini, pasa por sus frentes, y es una de las variantes, que desahoga la exclusiva urbanización de la Virginia, asiento en la actualidad del más granado oropel de la sociedad. El edificio Poseidón es ubicado en la parte norte de la ciudad, fue construido en la primera calle, que por algún verraco atolondrado bautizaron como, Edgar Allan Poe, de la referida urbanización, por lo cual pertenece a ella. En los años cuarenta está zona albergaba varios prostíbulos, exclusivos para la gente del petróleo, siendo el más afamado La Virginia, propiedad de madame Virginia, una puta chilena, que hizo sus pasantías en las islas francesas del Caribe, tropezándose en Martinica con un abogado, originario de Venezuela nombrado como Legnar Vicentico, que entre las muchas costrosas escafandras que cubrían su emperrada vida, tenía el exclusividad de descender del enturbiado semen del déspota Juan Cristobal Legnar, quien tiranizo a Venezuela durante veintisiete años, y procreo como el más burdo semental una casta ofídica. Su historia realmente no es una novedad en estos predios, donde los acontecimientos más inverosímiles se asimilan como naturales, pero no deja de ser elocuente para darnos una idea de lo enculebrado de nuestra historia. Está crónica ya tendremos la oportunidad de desarrollarla, en uno de los capítulos, mientras tanto continuemos con el Niño Torero y el Solitario.

La avenida Giovanni Papini es muy transitada a partir de la seis de la mañana, ya a las siete de la noche una soledad sepulcral comienza a apoderarse de ella, con riguroso luto negro, transparentándose una tristeza que anonada todo entendimiento humano; los postes de alumbrado público, por más que con insistente voluntad, se esmeran los obreros en su arreglo, una vez adueñada la noche del transcurrir del tiempo, como si existiera un pacto tácito, dejan escapar a otras dimensiones la luz artificial. A esas primeras horas del día la alegría depositada en los cientos de adolescentes que laboran en los comercios, se transmutaba en un verdadero oasis, combinándose con miles de colores, que surgen de los vehículos modernos relucientes e imponentes, los colores llamativos de los vestidos de las jóvenes y jóvenes; todo ello se va haciendo una confusión.

En su parte más centralizada el apartamento es sitio perfecto para observar el barrio El Medrugo, el cual ya referimos, y los locales del centro comercial E l Torero, en él funcionan una ferretería, cerrajería, una charcutería, y un restaurant. La ferretería y la cerrajería están contiguas, separadas de la charcutería por un túnel que desemboca en un inmenso terreno, al lado de la charcutería se encuentra el restaurante, si uno se para en la acera y mira hacia el restaurante ve las mesas con sus sillas, y un pasadizo que en la jerarquización de la mente debe conducir hacia los baños.

Ese día donde comenzó mi obsesión, observé no sin atosígame con el humo cigarrillal, que el pasadizo no solo conducía a los baños, sino que era una de las entradas al barrio, más concretamente, a un parcelamiento con las características más desesperantes que pueda imaginar mente alguna por lo grotesco, colores desaliñado prohibiéndose toda alegría. El reducido barrio posee únicamente una angosta callejuela, sin asfaltar; alineándose en contubernio barroco, se aprecian seis casas a cada lado de la calleja, fabricadas con todo tipo de desechos, construidas en una perfecta desarmonía.

Al final se ramifica la callecita en centenares de causes cañerillos, utilizados algunos como caminos para ascender, descender, a la montaña cubierta en toda su superficie por desechos ferrosos, que se erguían monstruosamente, conformando un paisaje Hitleriano, con rasgos decadentes de las atrocidades urbanas de la Habana; otros causes han sido tomados arbitrariamente por los ríos de aguas fecales, que desganadamente, sin apresuramientos, se amartillan en los recodos, negándose con aplomo a continuar su fétida existencia, y deseosas de permanecer inmóviles para anidar las verdosas, negruzcas moscas, y disfrutar de las caricias de los bravosos picoteares de las aves rapaces, que con solazada ternura de terror ahincase en espermosa fermentación salivar, para soliviantar su necesidad de horror.

Mayor se torno el descubrimiento, cuando ante la escases de visión, hube de esmollejarme hasta mi habitación y en desenfrénate locura apodere de la cámara fotográfica, instale el Sun de larga distancia. ¡No, digo que no puede ser posible! Siempre he estado de acuerdo, las Brujas no existen, pero de que vuelan, vuelan, y no en palo de escoba. ¿Pero, Dios, Diosito, fantasmas de día, y con este desvergatario Sol? ¡No! ¡Mil veces No! No dejéis mi Señor, que las profecías que en un día no muy lejano, me hizo don Gramal ¡Sí! el brujo de la quebrada del Ahocado, se conjugue con la realidad. ¿O, acaso es la ruletera vejez, con sus engaños?

Sin lugar a dudas, por muy desenfrenado que les parezca ¡Son Sombras, con figura humana! Las que deambulan, únicamente de día, solo una excepción, a quién he bautizado como el Solitario, el lo hace de día y noche. El andar de las sombras las hace diferentes a cualquier ser viviente, no se arrastran, ni vuelan, no caminan, no llegan a tocar la tierra, pero tampoco a prescindir de ella, desde que comienza a vislumbrarse la Aurora, todos salen, y hasta las cuatro de la tarde, no dejan de moverse, como si fueran palmeras azotadas constantemente por un viento persistente, pero controlado. Ya he dicho que solo uno nunca para de ¿?. El Solitario

Esa noche mi mente trajinó con su encanto de locura obsesionante: Estaba parado erguidamenté en el centro de la callejuela, entrada la noche, había cierta luminosidad que se extendía con soberbia de rico, de los grandes edificios situados en la Urbanización Virginia. A esa hora sabía por experiencia que la única presencia posible era la del Solitario, su manera de andar aleteándose, oscilante con ansiedad reprimida, como queriendo alcanzar definitivamente algo, ese algo que quizás sería la clave para aclarar el enigma; de ser eso, que quizás no es, pero dejando alguna posibilidad sin enclaustra. De entre los causes carñeriles se desprendían con firme realidad unas nieblitas gaseosas, supurantes, producían un murmullo que empujaba una gran ansiedad de nauseas. Sin detenerse el Solitario tuvo tiempo para decirme –Nosotros antecedemos todo lo viviente, a veces esperamos miles de años, otras nos quedamos siendo sombra, pero siempre persiguiéndolos, bien sea atrás, delante, o al lado, en ocasiones de uno, somos tres sombras, porque somos la esencia intangible de lo que está por ser tangible.

Finalmente, luego de haber solventado el desquisamiento, y haber logrado, después de muchas explicaciones a mi hijo, que me regalara unos binóculos de última generación, como los que se ven en las películas, entre en una displacentera obsesión psicótica, pasaba casi las veinticuatro horas arremolinado en una poltrona que otro hijo regalo, al observar que las venas se inflamaban, y en procura de evitarse ellos un gasto mayor, por la gran posibilidad que floreciera una tromboflebitis, y los desbancara. Instale, con las pretensiones de morir en el intento, pero nunca dejaría sin solución, lo que estaba en la seguridad, era la repuesta a todas las perversidades del ser humano. Adicionalmente había trasladado parte de la biblioteca, el computador, una neverita que el vigilante se encargaba, sin pronunciar palabras, de mantenerla avituallada de cervezas.

En la callejuela abarcando prácticamente todo el espacio de ella, se encuentra permanentemente estacionado, como si fuera un símbolo esotérico; a esa conclusión hemos llegado luego de rigurosos análisis, en conexión con los contúrbernos compañeros de la peña vejeta, conectados por internet; un vehículo rojo, pequeño, nuevo. Todos los días a las nueve de la mañana, se ve un hombre de carne y hueso, alto, corpulento, cabellera blanca abundante, de donde se desprende continuamente un rocío de cenizas; su piel azafranada; la perversidad perseverante lo atosiga, sus ojos al posarlos en las sombras-andantes, producen en estos oscilantes movimientos con desbarajustes, que no corresponden a los habituales. Con facilidad pude deducirse que todas las sombras, con excepción del Solitario, lo obedecen. Frente a la casa donde está estacionado, acuden a las diez de la mañana tres de los fantasmas, diferentes todos los días, el Solitario nunca ha acudido; el hombre les entrega los utensilios de limpieza, proceden con esmero, en muchas ocasiones no utilizan las mopa para lustrarlo, ellos mismo hacen las veces del instrumento; el auto desde que inicie mis estudios de investigación, no lo han movido del frente de la casa.

Al terminar la faena los fantasmas, el hombre se sube al auto, lo enciende, treinta minutos después lo apaga, cierra con el seguro a control remoto, da una breve vuelta al vehículo, y nuevamente introduce la llave en el cilindro de la puerta, como para cerciorase; entra a la casa, ahí lo esperan cinco hombres, por lo observado nunca se asean, apenas si se afeitan, se abrazan mutuamente y se sientan a jugar domino y a tomar cervezas. Mientras tanto las sombras se arremolina bajo una enramada, construida sobre cuatro horcones, con un techo de laminas de zinc completamente oxidado, y sumamente agujereado, esperan pacientemente hasta las tres y media de la tarde, hasta el momento que sale el hombre del auto, y les entrega a cada sombra un pequeño recipiente, que sin tener ninguna lógica es de deducir, que constituye su alimento. El Solitario es la sombra más delgada, nunca lo he podido precisar en el reparto del envase, tampoco en la enramada; su sombra llega a tal extremo en delgadez, que cuando soplan los vientos sin control, se adhiere como una pega a las paredes-desechos de las casas, cuando los vientos se encuadra en la normalidad, es veloz en su andar, con premura como si algo lo acechara con insistencia.

La Ferretería, Cerrajería, y Charcutería, tienen el mismo nombre El Torero, al igual que el centro comercial, por investigaciones realizadas en mis ratos de ocios, he podido determinar que es un mismo dueño, y en conclusiones estrictamente selectivas-descartarías, él es un hombre alto, obeso, calvo, ordinario siempre en bermudas, sandalias, y franelas de marca, siempre rojas por lo que sin temor a equivocarme, es del proceso disolutivo ñangara de chaveta (según La Real Academia de La Lengua Española: Locura).

A las cinco de la tarde en un vehículo negro, marca Mazda, desembarca de Lunes a Viernes, un niño de unos trece años, su contextura es delgada, cabello negro abundante, recogido en forma de moño detrás de la cabeza, impresiona su brillantez, mirada penetrante pero sin la dulzura de la inocencia, como si estuviese siendo labrada en un mundo sin valores, frívolo, vanidoso, donde el niño prodiga ese lado oculto de imponer todos sus caprichos; vestido con un mono rojo, su capote, y una espada de madera. La primera vez que lo vi, aunque no estoy de acuerdo con esa fiesta, por consideraciones que no vienen a nuestra historia, no dejó de alegrarme en cierto modo que en esta época, aunque en todas ha sido igual, varían los fetiches, pero siempre existe un medio de alienación; el niño dedicase sus horas de ocios a practicar tan exigente disciplina; siempre acompañado por su padre, dueño de los negocios, y otros dos hombres, que se turnan para ser el toro, adhiriéndose en su cabeza un aparato con dos cachos, los cuales los cubren forrándolos con telas por lo afilados, turnándose en la labor de ser el toro; iniciaban las practicas, y terminaban dos horas después por el manifiesto cansancio de los hombres-toros. De esa manera se repetían las escenas; entreteniéndome de la monotonía dedicándome a observar al Solitario, en cierta ocasión pude en parte, saciar una curiosidad que preocupaba, sobre todo en las noches cuando el Solitario se extraviaba al campo de recepción de mis potentes binóculos, es de entender que para las faenas nocturnas le adaptaba los avanzados equipos de visión, pudiendo penetrar a la quinta dimensión, grabándose automáticamente en mi computadora, con insistencia me preguntaba en mis meditaciones-deductivas ¿Cuándo descansa el Solitario? ¿Dónde se alimenta?

En realidad ya había decidido dejar la observación mitifica (mitad metafísica, y la otra científica) mis cuadernos estaban abarrotados de tantas anotaciones, tantas que en sinceridad no las entendía, ni mis colegas argonavegantes (argos-navegantes, porque con demasiada continuidad nos perdemos en la computadora, debiendo acudir a un profesional para que corrija el desvergue que le introducimos) tampoco. Pero como dice el refrán; Si deseáis encámate con mujer, pedicelo a cien, que más que menos, dos te lo dan, que como dijo el cura Emernegildo, que a la bestia se domina por cansancio, que el que persevera Dios lo Ayuda.

Un viernes, el padre y los hombres toros comenzaron a beber, a esos de las diez de la mañana; en el solar desde las más tempranas de la madrugada, treinta hombres se dedicaban a las labores de construcción, con equipos sofisticados; para la hora que ya hemos referido, como la de iniciación en el cumplimiento con los ritos del dios Baco, los trabajos permitían apreciar que se trataba de un anfiteatro o algo por el estilo, sin ser pedante yo preveía que era una plazueleta para torear, información que no había transmitido a mis colegas vejetes internautas, para no crear falsa perspectivas. Pensado y hecho es, que lo que pienso, a así se hace, a las cuatro de la tarde estaba lista la monumental plaza para la fiesta brava.
Llegó el niño puntualmente, como es de deducir el padre y los hombres, se deslizaban libremente, sin obstáculos, por los armoniosos caminos de la inconsciente ebriedad; al bajarse el niño del lujoso vehículo, y verlos en estado báquico, no era difícil adivinar el desvergue, sanfarroche que estaba en plena ebullición, con desarrollo imprevisto; los brazos del niño parecían dos hélices de un D-3, sin terminar de arrancar, pataleaba, taconeaba. Quédaselo mirando el padre, arremete lo abraza, levanta, conduce a la plaza; parejamente salen todos los empleados ciento treinta tres, dos de ellos se dirigen a la callejuela, otros tres se llevan al niño para la cerrajería.

¿Cómo? ¡El Solitario estaba sentado, al lado una viejecita llorando! ¡Coño, nunca lo había visto así! El hombre del vehículo de pie, al lado de ambos les hablaba con insistencia, manoteaba, su rostro denotaba mal humor, sus cabellos blancos se erizaban, y desprendían cenizas en abundancias como si fuera neblina, entorpecía la observación telescópica, aplique la visión nocturna al binóculo aclarándose las imágenes; los empleados del padre procedieron a sujetar a la viejita por sus brazos, ella trataba de zafarse; el solitario nada hacía, escuchaba; al rato asintió.

Al hombre del vehículo le entregaron una paca de dinero, parsimoniosamente los contos, luego colocó en un maletín, tomó del brazo al solitario, esté hizo una seña y el hombre dejo libre, dirigiéndose a la ancianita a la cual abrazó y besó; luego por propia iniciativa comenzó a descender con los empleados, la anciana tomo cerro arriba desapareciendo, ya en la callejuela penetraron a la charcutería, de ahí salió transformado en toro; negro era el hule semejando al animal, con rabo negrillo, el rostro feroz, por los agujeros de la nariz se desprendía substancias blanquecinas, que luego de contar su frecuencia, me hizo llegar a la conclusión de que se producían, al batirse dentro del disfraz el Solitario, los cachos impresionaban por lo afilados, eran los mismos del aparato, pero habían sido incorporados al traje dejándole cierta independencia de movimiento, controlable desde dentro de la escafandra de hule.

Ya hemos informado que al niño lo introdujeron en la cerrajería, al ver movimiento en ese local, enfoco hacia ese sitio. ¡Coño, se me atragantó el chicote! Traje de torero clásico, como los inmortalizo Goya en sus pinturas; una obra de arte, bordado en oro y plata; capote de paso encima de su hombro izquierdo; chaquetilla cuajada de alamares y bordados, labrados con sedas rojas y negras, taleguilla o pantalones rematados por las borlas o machos ajustados a la parte posterior de la rodilla; el chaleco celeste; medias de color rosa, zapatillas negras de cuero de cabrito con lazo celeste; camisa blanca de pechera rizada almidonada; corbata y faja roja; el cabello sujeto haciendo su coleta natural trenzada con la Castañeda, sobre está la montera con borlas negras por los lados, de terciopelo y pasamanería.

Arrodillase el niño Torero, ante la imagen de la Virgen De La Chiquinquira; besa con fervor los escapularios y medallas de oro que lleva en su cuello. Desfile, el paseíllo, dos hombres vestidos a las usanzas del siglo XIV, emburrados en dos jumentos dan el inicio a la fiesta; el matao en el centro; detrás cuatro subalternos dos a cada lado, caminando como si fueran muñequitos de cuerda; siguen dos asnos escafandrados con latones plateados y encima de ellos los picadores.

En el burladero el Solitario, abren la puerta, empujan al toro; sale el Solitario aparentemente acobardado, las segregaciones aumentan vertiginosas asemejan lagrimas; se enconcha el toro contra las tablas, le lanzan objetos y gritan improperios, se aleja hasta colocarse en el centro de la plaza como si fuese una estatua clavada. Entra al ruedo el Niño Torero, estruendosa algarabía, lanzan pañuelos, chaquetillas, flores rojas, amarillas, y sin atinar de donde tres látigos de cuero con borlas de hierro al final, estos son recogidos por los subalternos, quienes se los enrollan en la cintura.

Al centro de la plaza se dirige el Niño Torero en busca del Solitario; su andar es erguido, engreído, de su boca salían palabras de provocación, moviendo insistentemente el capote, se lo coloca en el rostro al toro, tratando de moverlo, el Solitario permanece inmóvil; atréchense de arrechera los picadores, espuelean sus montaduras asnales, ellos los pollinos, encabritasen desmontándolos, los picadores a pie lanzan las banderillas contra las nalgas del toro, corcovea esté, se lanza en persecución del torero.

Se cuadra el Niño Torero; ¡Pase de Verónica! Al unisonó ¡OleeeeeeE, encienden la miniteca, suena pasodoble español, Alfredo Sadel el tenor de Venezuela; como poseídos por extraterrestres, dos de los picadores le entran al toro a fuetazo limpio; de entre el hule brota sangre, pierde fuerzas, las piernas fallan; se sobrepone el Solitario, levanta las dos piernas delanteras hacía el cielo; la multitud se enardece, se aparecen otros dos subalternos pero está vez en bicicletas; en ese momento el toro se ha quitado la careta, y se ve la sombra del rostro del Solitario, sin la protección del hule, se le van las dos banderillas hasta los tuétanos, en su parte superior cada banderilla con una flor negra, ellas las flores, quedaron agitándose con los movimientos compulsivos del Solitario; se abalanza el torero sabe que están dadas las condiciones para matar.
Una parte del público se desgañotaba en convulsiones orgiásticas, la otra parte pedía la muerte del toro, a raudales corrían las botellas de licores espirituosos. En un lado del ruedo se encontraba el Solitario, en el centro el torero; erguido saca la espada del capote, la brillantez trae murmullos que se van convirtiendo en gritos, aullidos desenfrenados; entra el niño a matar, ojos codiciosos, acerca lentamente; el Solitario toma los cachos con sus manos como para defenderse, se apresura el padre, llega antes que su hijo, lanza un soberano vergajaso sobre el ensangrentado cuerpo despojándolo de lo que quedaba del disfraz de hule, se aprecia la sombra ahora es roja, él la sombra, bota los cachos; erguido el torero, abombado pecho, lleno de aire, camina lentamente, levantando la parte de atrás de los pies, ladeándose como si no deseara que sus pies hicieran contacto con la tierra; el matao comienza a caminar a su destino.

De las grandes ni un murmullo, silencio de cementerio por la noche; embiste el Solitario con la cabeza gacha; arquea el brazo derecho el torero, sin estupor arroja el capote, toma con las dos manos la espada, el Solitario baja aun más la cabeza, penetra el metal en la medula, un rio busca cauce, se encharca por encima de la sombra que yace en tierra; ahí con sevicia se ahincó el niño, hasta introducir el mango de la espada en el cuerpo del Solitario.

¡OLEEEEMATAO! Levantan al Niño Torero en hombros, él levanta sus brazos con efusiva alegría, ríe, ha triunfado. Desde hacía rato estaba paralizado, las piernas se negaban a obedecerme. Veo que el niño es conducido a su vehículo, tranquilamente sonriente se va. El Solitario yace en laguna de sangre en su pecho se han adherido las rosas negras. Volteó a la callejuela, venia una procesión, la representación de la muerte de Jesús. Cuenta me doy: Es viernes Santo; entran once fantasmas al ruedo acompañados del hombre del carro.

Bajo corriendo los once pisos, salgo a la calle, me dirijo a la entrada del restaurante, penetro al barrio, tropiezo con un troco de árbol, caigo sobre una tabla, enciendo el yesquero, leo ¡Colonia De Los Niños De La Calle! Regados por todo el solar miles de potecitos con la etiqueta: Pega De Zapato.
Benevolencia del Destino ¡Vomito, cago, de una sola vez las dos! Penetro a la plaza ¡Veo! ¡Un frio sudoroso eriza los vellos! ¡Las Sombras son niños! Once niños recogen el cadáver del Solitario, mueven el vehículo de la calleja, lo introducen en la Monumental El Torero; abre el hombre de cabello blanco la cajuela y colocan el cuerpo inerte, prende el auto e inicia la marcha, lo sigo, cruzan en otra calle más angosta, ignoraba su existencia, al final un basurero, ahí arrojan el cadáver del Solitario, el vehículo regresa en retroceso, lo estaciona y desaparece el hombre.

Hoy siguen Jesús, el Solitario, y el Niño Torero, en su infinito círculo. No se hablan, pero siguen muriendo, cada segundo, minuto, hora, día, mes, año, sin monotonía, hasta que su padre Dios se dé cuenta que lo hacho es demasiado defectuoso. Mientras tanto yo los sigo.