jueves, 27 de agosto de 2015

Una araña en el huerto de los Abrojos - Capitulo III


Apareciese Rametratus, el gran dios, develado por las inmortales medusas, de andar sinuosos y palabras ya dichas en un pasado sin existencia: me dijeron –Todas las cosas tienen un arranque que, por sí mismo, es suficiente; sin acordada ayuda de otra cosa, así lograras multiplicar infinitamente tu poder, pues de otro modo, se echaría a perder y quedaras guindado. No sólo han vivido los humanos de falsos dioses, sino también de su falsedad ancestral; ellos, los dioses muertos, fueron creados por los humanos a su semejanza. Sus doctrinas, al igual que la filosofía y todos sus derivados, son el verdadero antro de la especulación, se afianzan en busca de un último fin ¡Imponerse a como dé lugar! La filosofía es la madre de la ociosidad y los filósofos sus hijos. La verdad es siempre sencilla, por eso los filósofos la entrapan ¿Acaso, no les he dado hacerlo? La locura marca su huella y esta es la de los enredadores, entendible para los que poseen su misma capacidad. Es fácil para el marañero, saber lo que lo mata o hace fuerte. Para los mentirosos no existe el remordimiento ¿Para qué? Dios existe, porque existen los hombres y sus intereses noveleros. El hombre nunca ha elegido su verdad, siempre se la han impuesto y el mejor medio para subyugarlo es su miedo durante su vida. El loco no sabe de tragedias, es él  la malaventura. ¿Acaso, puede ser y pensar sistemáticamente el demente, o quizás es al revés? Es el privilegio de ser demente, sin aceptar que lo es  ¿Habrá, un solo ser humano que se ufane de no ser loco que no sea un comediante?

Canto inmediatamente la Turba, que coro que se había formado: Maestro, si tú empiezas, nosotros seguiremos, que de ocio vivimos, alabanzas y jaladeras que, para llegar a superar al maestro, adhesión incondicional debemos pregonar.

Contestó Rametratus  -Sabed todos cuantos buscáis el arte de la maraña para hacerse del poder; que la verdadera tintura verde, jamás se puede hacer, sino no es a partir de la Piedra enmantada de marañas; y, para que no echéis a perder vuestra alma, ni vuestros billetes verdes y para que no sobrevenga tristeza a vuestros corazones, yo os aseguro, y recibidlo de mí como maestro y dios vuestro que soy, que si no transformo está esperanza verde, en dólares verdes, me os comprometo a dejar de ser Maestro de maestros; y dios fenecido seria, por el rencor y olvido. ¡Ea! pues, tomad la maraña, lavémosla y hagamos circularla, que todo es mercadeo y corrupción.
 Apareciese Agradiel, el narco-lavador, con rostro compungido y cizañando una estocada, pronunció tan devastador pensamiento: La llave de cualquier poder es el arte de blanquear que, no solo es proveniente de los enjambres adormecedoras que dislocan la mente, haciéndonos viajar por los mundos deseados; sino también de todos los que están enchumbados y embutados en los mágicos negocios que depara la ambigüedad del mundo globalizado; la solidaridad con los mundos de los pobres, que no son otra cosa que la cantaleta de prodigarse marañas haciéndolas aparecer como invenciones de nuevas doctrinas; las fundaciones, para protección de cualquier cosa, organizaciones de los derechos de tutilimundi, menos, de los seres humanos, abandonados del mundo, dichosos ejemplares de laboratorios, para la exposición, más no para resolverles los verdaderos problemas.

Replícale Armanis, el actor cizañador: ¿Qué, es aquello que corrompe y a la vez la renueva? No es otra cosa, que las ideas de los sabios, doctrinarios y politólogos que, a través de inalcanzables siglos han podido prever que todo es lo mismo, en su esencia, que, no es, Ser o no Ser, simplemente es Estar y Hacer, formas, ilusiones engañosas, dibujándolas, deshaciéndolas y adaptándolas; porque, al igual que la serpiente, solo es menester mudar el cuero que el veneno sigue anhelando ponzoñar: La naturaleza se regocija con la Naturaleza; la Naturaleza supera a la Naturaleza y la Naturaleza contiene la Naturaleza; y, el ser humano solo tiene una Naturaleza: Dominar. En estas palabras, están contenidas todas las historias; no busquen la quinta pata al gato. Por tanto, dejad todas las cosas superfluas y toma los sabios consejos y congélalos; solo así, el cuerpo, el espíritu y el alma, harán brotar la esencia; los dioses, a su tiempo, que ellos dependen de tu audacia incondicional y marañera.

Dijo Ariétatelo, el lingüista: Sabed, que hay muchos que hablan enmarañando, de diversas maneras; pero la verdad no es más que una sola cosa, que está en los excrementos y se le conoce, por su textura: Yacer los muchos con los machos y de ellos no surgirá ningún fruto, porque aquellos que plantan abrojos que no fructifican ¿Qué ha de durar su trascendencia? Muere el dios por el olvido y surgen otros que, igualmente se les antoja que son inmortales, porque la ofrenda siempre oculta la desnutrición mental de los secuaces.

Mi infancia, se convirtió en una mudez del alma, en peregrinación llena de odios sin expresarse, furia avasallante, enlodada en jagüeyes, sin poder andar; encharcados en reminiscencias que dejan marcado para toda la vida, que se hacen látigo, azote rígido y recio, descreído e inconsciente como la  llanura, el paramó, la selva y las ciudades, que albergan el encadenamiento esclavizanté para no volverte a soltar, desvarió trastórnate. Con el ahincó de la locura, dios que rugía, me afinque a demostrarme mí hombría en la naciente adolescencia. Mi primer amor, sin serlo, selló con esclusas inamovibles, las bóvedas de la compasión en mi alma, solo objetos sexuales deseados, odiados, despreciados; locuras avasallantes sin misericordia, tempestades que horadaron el alma; rayos sin luz, noches sombrías abrumado por su permanencia; escape urdido en busca de mi anormal realidad que, solo huía buscándose sin hallar la otra parte que vivía en mí, deseosa de escaparse y dominar

Una sola mujer, en mí vida, fue suficiente, para que quedara saturado todo sentimiento de amor, mi Abuela: un rayo, negro, fantasmagórico, desprendido de las profundidades de la tierra, atravesaba todo lo que encontraba y sobre ese rayo, cantaba sin pronunciar palabras, solo mirando y bailando, estaba ella, solo fuego que se cubría con rosas  negras, que dejaban ver su voz; se posesiono en un valle azul, el parpadear insistente de un rayo sin elocuencia, se encajaba repetidamente en los cielos, desafiando al sol que se extenuaba ante su belleza, haciéndose una acuarela indefinida, con el rojo de sus boca y sus tristes ojos; de sus palabras, no pronunciadas, pero imaginadas, se asomaba una tempestad que se abrigaban en mi existencia, haciéndome explosionar rumores en mi corazón, que se dejaban oír en carrera sin andar; la guarde con cerrojos, después de atarla para que no se escapara, pero el capturado en sus redes fui yo; se hizo humo liberado, sueño amodorrado; y me hice ave de carroña, en busca de mi esencia; me eleve a los cielos, dormite entre las navegantes nubes, miraba sin ver, y en ese devolverse fui comprendiendo a las mujeres; callado me hice con ellas, porque toda conocimiento sobre ellas, es dado al degaste de la misma vida. Y, ¿Qué es la vida sin las mujeres? Jardines que nunca dejan de serlo, preñeces en la mente irracionales; delirios como las olas del mar sin sentido, alocadamente buscando un fin sin darse de cuenta que esa locura se encierra y niega, toda posibilidad de intrigar algún escape. ¡Caminar sin conseguir el sendero! ¡Y! ahí permanecí entumecido, las fragancias de los rocíos deambulaban, se hacían insignificantes, ante ese sentimiento que nació para no dejarse morirse, sin decirlo; para arrullarme en los sueños inconscientes, que me han acompañado con sus sombras devastadoras. Luego quise volver hacerme, pero los tiempos humanos fenecen.

Buscando otros mundos de poder, busque a Satanás, porque Satanás presentándose como Sombra, de sus labios se fraguaban balbuceantes sonidos, henchidos de llamas codiciosas y lascivos humos que despertaban el alma, en frenéticas contorsiones; fijaba sus hermosos ojos verdes acrisolados con amarillosas y anaranjadas pinceladas que acribillaba mis ojos y el cuerpo y el alma recobraban su vigor y me sumergían en notas voluptuosas; así, para comprobar que se estaba comunicándose, enfatizaba ciertas palabras por encima de otras, haciéndose chasquidos que adormecían el entendimiento, y me aconsejaba éste o aquel pecadillo, de pocas importancia; casi siempre resistía tales tentaciones, pero al aumentar los años, crecían en fuerza y malicias, sin dejarme pegar ojos, presentándose con tan bellos sensualidades sus insinuaciones, que me hacían asomar una díscola sonrisa, la cual disfrutaba en silencio.

Con la entrada a la cofradía de la Santería, apadrinado por mi padre de la isla de la felicidad, se multiplicaron las insidias y las seductoras borrascas. Hasta el día que vi el rostro y cuerpo de Satanás; desde ese momento comenzamos un dialogo. Llegaba a muy tempranas horas del amanecer, sentabase en la poltrona de cuero, con variedades de funciones, la cual tenía adobada a la pared de mi cuarto, frente a la cama; mirabamé fijo, sin pestañar; en el crepúsculo matutino cuando los colores comienzan a configurarse, dejando atras su tonalidad tenue, podía apreciar su completo contorno; su belleza era terríficamente bella, de una hermosura monstruosamente deseada, el rostro ovalado con la perfección de una Tuma labrada por Lilith, la primera mujer de Adán: -te abandono casto hombre porque careces de condimento y el más desazonado de los diablos es preferible a ti-; en ella, en la Tuma, estaban contenidos los colores primarios, que se conjugaban como un volcán en erupción, en su máxima efervescencia; resaltaban, sus vivaces ojos de múltiples tonalidades, acrecentando su indefinición a medida que la luz se posesionaba con majestuosidad inescrupulosa de la habitación; su esbelto cuerpo desnudo esculpido con la magnanimidad de la voluptuosidad despertaba todos los instintos procreados en los seres humanos.

Un buen día, se dirigió Satanás, en un tono completamente audible, desechando los convencionalismo y la distancia que manteníamos, encandado y encantado nuestras relaciones -No quiero que ensordezcas con tantas salmodias; levántate, camina por los jardines, escucha el canto de los pájaros; cuando los lirios se abran y toma sus gotas del roció en el cáliz de una flor-  Obedecí, mi corazón temblaba con la contundencia de la tempestad, luego continuo -¿Por qué te has encerrado aquí, en esta ergástula, donde no lograras conseguir el camino para extasiarte con nuestro creador, porque si, Él, no existiera, yo fuese no creado? ¿Por qué rehúyes? A tu destino, que es ser Héroe, dominar las masas, encender sus instintos, descubrir nuevos mundos para ser el primigenio nuevo dios, con tus propios diablos, mundo por descubrirse por ti, donde solo existan arañas ¿Acaso, te lo ha pedido Él? No olvides que a través de todas las creaciones de los seres humanos, los dioses siempre se han envidiado y matado entre ellos mismos. Quizás sea rivalidad.  Ignoras que Dios los ha creado para que procreen la raza, vivan su miseria de vida, disfrutando de los placeres que  les otorgó. La vida que te propones llevar es sacrificio inútil-   Sentía, que cada dialogo suyo era como una inyección de cocaína, haciéndome girar como un torbellino arrasador de los preceptos imitatorios, hervía mi sangre, como el caudaloso Orinoco, desborrándose para dar nueva vida y muerte. Todo se me hacía atractivo e imagen de delectación; me veía sentado en un enorme palacio, por encima del mismo Dios, con miles de aduladores de hinojos, que no se atrevían a mirarme, pero en coro cantaban plegarias alabadoras: ¡Salve, rey único del Universo, de los planetas conocidos y por descubrirse; Corazón de todos los pueblos, de las constelaciones existentes y en formación y de todas los fluidos que surcan los infinitos espacios en su eterno deambular, enrancia que busca tu cobijamiento; eres joven, bello, inmortal y el más grande de todos los tiempos!

Vivía en esa anarquía, en un extasiado rencor que quemaba y el dolor de una atroz desilusión; cargadas de truculentos rollos, estucos enmohecidos y codicias avasallantes. Dedique, con ahíncoso reconcomio, al estudios de los iniciados y profetas; es decir al conocimiento científico-dialectico, en concordancia con las coordenadas filosóficas esotéricas y la ciencias de libre pensamiento, condesadas en los estudios progresistas de las doctrinas por hacerse: pero en este caso y adaptándome a las marramuncias científicas liberales, no acudí a libro alguno: ¿para qué? seguir con la cantaleta de escritura, rollos antiguos y revelaciones  Penetre al mundo cibernético, en ofuscada confusión, lleno de esperanza, en busca de un tutor engendrador ¡GOOGLE! Entiéndase.

Sin petulancia, puedo manifestarles que, ya me había sido debelado mi futuro, por el gran Maestro, cabeza de perro con cuerpo de hombre; máxima deidad que conduce por los caminos pedregosos, a los espíritus de los marañeros, criminales, violadores sexuales y elegidos apócrifos: ese mundo alfombrado de abrojos descarriados, nacidos sin nunca florecer, embardunados con la fetidez pestilente de tan simpáticos visitantes. Así, parejamente, comencé a transitar por los caminos descocados del conocimiento. Previendo no engarrapatar la capacidad abolsaba de mi cerebro y en procura de una mayor velocidad, sin desgastes cercenarios de la cilindrada engranada en el corpus mollera, a una exorbitante velocidad que refunfuñaba en mis arcanas arterias, tome autopista, abandonando toda posibilidad de volver a callejuelas. ¡Nada! me dije, o le dije, al bergantín cerebral, obcecado, que navegaba bajo vientos propios, sin trémulos tangos que le ahincaran las rodillas, en un aguacero de sentimientos, rokoleros y putañeros. Superados los primeros latigazos, que me aventó sin misericordia del nefando destino, decidido estaba de llevar a buen puerto, el engranaje apopléjico sin malograr los sembradíos, que abonados estaban, y en espera de la cosecha.

Lograda, pues, tan agitada manifestación insurrecta, en reverso de los principios anticuados, y sin mediar bofetada o contratiempo, dedique a retocar la maquinaria revolucionaria de mi padre, pero adaptándola a la nueva sanguijuela mediática; porqué deciame, en mis claras noches, claras por la sencilla razón, de que no pegaba los ojos en todo el discurrir de su orgullosa y atolondrada insolencia andariega. Sí existe un hecho notorio que abre las compactas cerraduras del ambicionado poder y por consiguiente de los billetes verdes, pero del imperio: la novedad está en la forma elocuencia, triturar, teatral y entrampada, de la presentación de las gestas épicas, es decir en la forma, porque en su esencia, la maraña, es y siempre será la misma: estudiemos, caso por caso, con la pastosidad meditativa del gran Zaratita, el gran elegido por las turbas de locos sedientes de encofrase en una no entendible disgregación, pero de dinero, sin necesidad de montaña, ni simbolismo, que esa es una ranchera en desgastes, que se viene utilizando desde tiempos inmemorables, cuando surgieron los primeros marañeros.

Dedique, sin tomar en cuenta el desperdicio, de lo dejado de ganar; y con dilatada modestia acudí nuevamente a mi amigo Google, y en áurica acrinomancia volantinera, pase dos días con sus noches, sin despegar los ojos de la sapiente pantalla; repito, no me importo lo dejado de ganar, en esta acrecentada ociosidad estéril; pero los resultados fueron contundentes, cumpliéndose una de las profecías de mi dios padre, el de la isla, y en manifestación de la erección suprema de mi voluntad. Ordenada las apariciones googleras, por orden de mando y envergadura.
Google a Wikipedia: historias Marañadas desde la más remota existencia vivencial. Aplicabasé la maquina a joder: historias de marranadas, contestaba: de tanto juruguearla y juguetearla, y, ya entrando en una de Nerón, psicopática e incendiaria me di por vencido; dejé, en Tao estático, sin evolución del Sentido, a la agraciada máquina, y en contra de mis principios aplopejetico en poltrona camal; acomedí, a dejar transfigurar los exordios virtuales de los cuales se había alimentado la insuficiencia migratoria de mi mente. Me fue revelado, sin asombro, ni fanfarria, la Verdad de las Verdades: Estos principios te han de servir para preparar el camino a la verdad rigurosa y seria, haz pues el Manual de los Valores Marañeros. Hazlo en un tono tolerante, diáfano, ameno, debiendo ser  un resumen esbozado de manera muy audaz, de tus heterodoxias filosóficas esenciales, que se introduzca en los cerebros de todos los seres vivientes, como el cáncer de medula, caminante envolvente de policromados colores en circundantes melodías, sin los fingimientos que acechan a los ignorantes y que embelesan la sensibilidad de los investigadores, cuando va apagando la llama moribunda de la vida. Este opúsculo, debe ser dado a conocer bastante antes que el libro capital que concebirás y que pronto comenzaras a redactar. No habrá nada más sustancioso, más independiente, más malvado. No hay ninguna realidad, ninguna idealidad, que no sea tocada por tu libro capital, es una declaración de guerra contra la pobreza de los pobres, de su dejadez, sus ansias de compasión y misericordia, mediocridad, ingenuidad; la ignorancia, la religión, los sistemas políticos democráticos; el mal gusto y la degeneración de los principios contenidos en los valores aristocráticos, únicos paradigmas de grandeza, triturados y escarnecidos por las masas sedientas de vulgaridad.

Lo que verdaderamente ha de preservar, no es un orden social basado en el consenso sobre la base de la igualdad, sino la supervivencia y la potenciación de los individuos exenciónales y fuertes, los elegidos por su superior poder de voluntad. Lo que es útil a la vida no lo es al orden social, basado en la igualdad de derechos de todos los miembros del colectivo;  generada por un adefesio social signado entre iguales. La verdad está en el poder de fuerza de cada ser humano elegido, sin tomar en cuenta el bien o el mal.

Como ya les he referido, la Sombra, o quizás no lo he referido, se deshizo en tres figurillas que jugueteaban, incomodando mi sueño, ya definitivamente me sentía vencido. Opte por embárcame, con todas mis vituallas y avituallado, en el cálido y amoroso Ferrari, obra de suprema sabiduría oroperal, que como las mentiras gozan de brevedad, tanto como el volátil y sediento polvo del verano, y en un mar de felicidad sin sus olas, escondidas ellas, en los insondables vericuetos cavernarios de sus entrañas, donde rugiendo un coro apocalíptico expresaba: No te lamentes con el fracasado, puesto que a todo el mundo lastima le da, pero el mordisco de la lechuza no llega a tocar su corazón; y se alegran otros, adoptando un aire festivo, compungiendo su rostro en el que no hay sentimientos espontáneos; sino, felicidad procedente de un fingimiento revelador, de una amistad falsa, pero aduladora, porque a pocos seres humanos, le es connatural rendir honores sin sentir envidia del amigo que ha triunfado; un veneno malévolo le carcome el alma al sabandija, se mortifica con sus propios padecimientos y se arrecha (enoja) al ver la dicha ajena
Las sombras que al comienzo festeaban sin piedad mi voluntad, se unieron y sin que mediaran sonidos, únicamente señas y sañas, que no eran desmanteladas, pero quizás maquinadas, empujando en retoños su sabiduría, me dijeron -Para buscar el cielo no es menester estar soñando, sino todo lo contrario y para vivir en el infierno solo se requiere ser pelabolas, desquiciado confeso de la virtud y antojadizo creyente en las leyes, de los legados de la civilizaciones antiguas, creer en la buena fe de cualquier Ismo que sea practicado “con organización inventadas, programadas y ejecutadas por corporaciones, estados, asociaciones(monarquismo, feudalismo, industrialismo, capitalismo, comunismo, socialismo, cristianismo, mahometismo) y por ultimo me adosaron, y yo endose, la creencia que todo lo relatado por la historia y los eruditos, sea la verdad de las ocurrencias ocurridas, sin ningún tipo de manipulaciones.

Que el ocio brinda calma y cordura, ambidiestra y los resultados son calofriados y chocarreros; y solo se condena por no tener reales o anuencia y oportunidad para adular, que la justicia, no es que ciega sea, ciegos son los intereses humanos y sus  leños de ambiciones que se prenden de manera chaveteada, y manos a la ubre, que sacando la leche es como se obtiene el queso. Sentí, entonces, las olas con sus mantos, deshaciéndose en los oleajes, elevándose mi alma a los campos  donde mana el dinero, sin lograrse ver, acurrucados en bellas melodías, tintineantes de la acartonada tarjetas debítelas, que deleitan las codicias y preñan las arcas de abortos.

Busqué como solución, aferrarme enloquecidamente a las doctrinas del Tao y Buda, de esas fuentes de sabiduría obtuve grandes repuestas existenciales, llegando a transcender de una manera tan profunda que, logré no solo conocer en detalle mi vida actual, sino tres vidas anteriores; y escribir el primer manual de orientación para lograr el éxito: no hay amor físico, el mental es suficiente; todos debemos buscar al señor anamnesis; todo ser humano es prisionero de sus ilusiones; la verdadera liberación sólo se logra aprisionando a los demás; debemos vivir en el infierno y ello solo se logra a través de Mnemosyne la diosa de la memoria, porque si deseas permanecer en el poder económico, es esencial que nunca olvides: el pensamiento debe buscar las debilidades, develar los pensamientos subversivos y ello solo se logra haciendo que la sospecha sea concretizada, no importando la verdad o falsedad de la presunción; el amor carnal conduce a la muerte; Dios está arriba, el hombre abajo. Dios es Dios, el hombre es el hombre. Cada cual a lo suyo, cada cual en su terreno; todo pasado no deseado es trágico, el presente comedia novelera, y el futuro, puro humor. El Inversionista se asemeja a Dios, Dios que no tenga culto y una organización es muerto; el  que no tenga un buen sistema de computación es hombre frito; que las mentiras son en verdad las realidades que veinte año no es nada, como dice el tango, y lo corroboran los millones de estafados con los bonos de inversiones, los seguros de pensiones y vida; cambalache es la vida y se tránsfuga en esperanza; y si llegáis a viejo, poca monta tiene el recuerdo, del por qué, acaso no deseaste que te estafaran, aduladores te enredaron, pero ricos vivieron ¡Igual murieron!

¡Oh, dios de la Isla! Acobíjame en tu ignorancia ilustrada y la arrogante soberbia. Porque si mediante engaños perecemos, al igual que hemos engañado, sabido es que la vida es siempre un esperar, sin saberse para qué. ¡Dadme el poder de atraer todos tus demonios! Y, haced mío las multitudes, esas masas de soledad, extraño hormigueo sin conciencia; cuan negras gotas del sangriento roció, afanosas de la inesperada muerte. Y, camine en mi nuevo nacimiento viendo la belleza y el arrullar sin darme cuenta que cada volar y cantar decreta mi breve vida terrenal, para convertirme en el único dios del Universo.

Yazzar, el carnicero, me condujo por el palacio de los engaños, llenos sus relieves de vegetales geométricos y epigráficos policromados, en tonos donde predominaba el rojo y el azul, para los fondos y el dorado para los relieves que, junto con los zócalos, en alabrasto con decoraciones epigráficas y las solerías de mármol blanco, daban al conjunto de gran magnificencia; en el testero norte penetré, en un gran salón dorado, tenía en sus extremos este y oeste, dos aposentos privados, las yeserías tapizaban con panales decorativos labrados en yeso las paredes de las estancias, un zócalo de alabrasto de dos metros y los suelos de mármol negro; los techos en madera de caoba, reproducían los infiernos del Cosmos y todo el salón una imagen del Caos, cuajada de los símbolos esotéricos que sobre el universo, ejercía el maestro, que, aparecía como heredero de Dios. Penetre por un acceso, atravesé un pasillo, con cuatro arcos entrecruzados maxlilineos, entre los cuales, en altura se situaban otros de herradura más simple, entre los filigranas había la representación del caudillo errante, hecho en forma astrágalo, polvos de titanio, uranio y otras materias apenas en formación, pero de más valor; era ¡Yo! con forma de dios alado, con prepotente cuerpo de gases que se esparcían sin límite por todo el Universo, relinchando mis ojos con fuego encendido, que bajaban de los planetas nacientes, velados por sulfurosos gases y enormes luciérnagas, semejando grandes paraguas de luces para acompañarme en la enrancia-
De tanto chulear, la Sombra de la isla, a todos los países del mundo habían quedado, él y su pueblo embocados; sin las concebidas ayudas paranoicas de las desmesuradas y esnobiticas civilizaciones, cansadas de tantas matanzas, por los momentos; invenciones de teorías defraudatorías desintegracioncitas de la invernada mente; buscándose palo donde agarrarse para sobrevivir ya agotados por los cenáculos hamponiles, de los divergentes mundos financieros y la monotonía vivencial, enguarapetada en los genes de las nuevas generaciones, sin que puedan culipandearse (no tener para dónde coger o agarrarse, venirse en caída libre) en efervescencia de horizontes que justifiquen el transitar en esta vida, que cada día se les hace más sin sentido. La verdad verdadera, sin tropiezos que impidiesen la realidad hambreada del borrego pueblo; se dijo el maestro.
El Chulo Mayor de la Isla

Mi último latrocinio chuleado al por mayor, se desmorona por su propia pudrición acumulada desde el inicio mismo de su estrafalaria revolución, forjada y reforjadora de una galería de criminales, muy difícil de volverse a lograr en los anales de la humanidad, muy superiores a los míos, por haber carecido mis cholitos, consuetudinariamente de dineros, para encubarlos en los engarrapatados y solidificantés verdes del imperio; toda su desgracia se inició casi desde el mismo comienzo por no haber aplicado los principios que, con denotada pureza nos había engendrado el Padrecito Stalin. Ahí, en ese oasis de sabiduría, me pario a mí.  Luego de tantas reflexiones e inflexiones filosóficas y doctrinarias, entresacadas de los mismos tambores donde nosotros nos hemos nutrido, decidí  encarapitarlo en las cimas del poder. Estocada se me avecinaba, ya en demasía habíamos estado viviendo de los espejos convexos y las palabras huecas: Libertad Igualdad Soberanía Patria Socialismo Solidaridad y tantas otras que si hubiesen sido escrutadas por algún ocioso no existiría nomenclatura para expresar el número.  Por un rayo de leche, el cholito sin tuerca donde enrocarse, apresentasé pidiéndome consejos. Los huracanes ambiciosos de las parasitarias oligarquías lo picoteaban sin misericordia-   
Por supuesto ese cholito soy Yo.

Abrojos con sus Sombras.
Pobre de aquel que no estima la breve vida y todos sus días se van persiguiendo la bola del poder, engrasada con excrementos deslizante ante cualquier atadura; plazo ilusorio de una efímera gloria, aupada con panegíricos de mis aduladores. Desciendo veloz y vencido a las profundidades de la muerte.
De esa manera se inició la última etapa de su vida, donde los ensueños chaveteados que lo condujeron a pretender, en sus delirios, a construir un imperio Universal su verdadero destino, conjeturado por la tropas Santeras de la Isla, África y Haití, quizás le dieron tregua y pudo constatar por muy breves momentos, la farsa a la que fue guiado.

Sombras del Abrojo de la Isla
¡Oh! magno héroe pacotillero de mil batallas vividas con tus Arañas, en los altos árboles, en los páramos que encierran miles de melancolías y delirios y sus grandezas enterradas en la nada, languideces deseoso de lograr alguna paz que amedrente tus ímpetus de grandeza soñada. Titán de los terrestres mares y de los espacios, en tus andanzas de mil confrontaciones caudillista con el granujo elfo Maisanta. Hoy vienes a esta Isla, de la pretendida felicidad, libertad e igualdad, sepulcro de cinco generaciones. Entre circunstantes tumultos, agregamiante descuellan mis crímenes; siglos pasaran y sobre mi tumba maldiciones cantaran de los infortunios que deje. ¡Arañero! no ha nacido tu igual, ni nacerá, solo tú eres mi igual; los abortos contra natura no son repetibles por la naturaleza ni por Dios, nos semejamos pero nos superamos por nuestras maldades.
La hacedora de Araña
Fuiste poderoso, ya no lo eres, solo despojo inmundo, pohedumbre viviente, dabas festines, te hiciste líder, despilfarrando, regalando, chantajeando, extorsionando, en festines anduviste, hoy eres festín de la muerte. Cuantas desgracias abatiste a tus gobernados, tiranizados. ¿Acaso, el ropaje fantasioso, que han construido tus adulantes, permanecerá en las mentes de tantas víctimas? ¿Quién es el que no ha de morir? Di, a los que te terminaron de loquearon si eres inmortal. ¿Quién eres?  ¿Ya, lo sabes? ¡No! no eres mi arañita, fuiste un monstruoso egoísta.  Y, lloras. La sabiduría de la vulgaridad es la opulencia del ignorante. La perorata sin decir nada albergara en tu transcendencia; y las arañas grises, sin colores acompañaran tu alma errante y aullante, en tu deambular sin descanso por las oscuridades sin retorno. 
Abuela: Cuesta tan poco compadecerme, odiarme, amarme, dignarse a indignarse conmigo, es una bagatela, mi cielo es negro, sin transparencia, donde no hay tesoros escondidos sino solamente abandonados, por tantos dioses que pretendieron la inmortalidad. Mi descaro y éxito se inició tan sorpresivamente con el tufo enmohecido de la fortuna; pergeñada por un hombre sin atributos, que ha vivido en una isla maldita, con monederos falsos, sin el don apacible de la inteligencia virtuosa, sino prodigada por un deseo de maldad ilimitada imposible de llegar a satisfacer: Ansias de Inmortalidad que ha destajado moralmente, físicamente, constablemente destruido a un país que dejo de existir como tal hace mucho tiempo. Asesino de la utopía que mantiene dentro del criminal neoliberalismo la esperanza tan necesaria, al ser humano, para continuar con su maraña irrealizable.
Mientras agonizo, sólo, con ruidos de furia sin encontrar el ritmo del viento que escapa. ¡Ciego sigo! Justificándolo, ayudándolo, cayendo en una fosa para vagar sin cascadas que abrazar para hacerme tan inmortal como ellas mismas, aguas que ruedan sin ser vencidas, libres, con su alegría interminablemente joven sin cansarse de ser eterna vida. ¡Aquí, estoy! yerto, tieso, rígido, sin la benévola muerte en posesión definitiva, escondrijo torturante; zullencos que se aventosan sin dilatados espacios, con continuidad avasallante, tregua: yacija del bronce frio, inerte, que horada sin obstáculos, libres, al cuerpo insensible; zurridos enloquecedores que se fraguan en un crisol de hojarascas putrefactas; algarada que tumultúa mi alma; esclavizado por prisiones subyugantes con voceríos algareados; cernícalos rapaces, turba vil y despreciable, trúhanes, bergantes, volando ante el cadáver, sin serlo aún, disputándose la carroña: Canto ahijar, zurrando: Si estas vivo da siete golpes, si estas presente da tres golpes ; desperdicio de la vida. Solfeo a mi creada inmortalidad ¿Y, todo, para qué?

¡Hijo!  ¡Impela todo deseo de llegar a la vejez! Tu inmortalidad está en el morir joven, siendo el Héroe, el Elegido, el Dios Odín de los trópicos. Tú, viste la luz en un pueblo noble. Quebradas e inaccesibles montañas, bosques, inmensos ríos, mares, llanos que abrazan para nunca soltar, desiertos áridos donde bullen sin cesar los alocados vientos, perfumados árboles, esbeltas  e imponente palmeras, riquezas prodigadas en abundancia que enceguecen. Nuestra época necesita profeta; eres el milagro, el misterio inescrutable de la creación, eres la raíz más profunda, raigón que nutre todas las demás turbulencias, desarrollándola, el culto hacia ti; eres la admiración que trasciende, que se siente por un elegido; eres el pasmo y aturdimiento que sumisa, ferviente, ilimitada; ante ti me postro, el  más sublime de todos los héroes que han existido en la historia de la humanidad, sentimos y reverenciamos tu imagen. ¡La Época te llama! Acepta con valentía tu muerte y entraras en las rudimentarias almas humana, serás el ídolo de todas las generaciones por venir; se instituyeran juegos creativos con tus hazañas que serán plasmados en las computadoras; tu rostro será mercadeado en este moribundo planeta y en los mundos paralelos y estrellas por hacerse y habitarse. Inmensos parques de recreación, creatividad y esparcimiento, serán concebidos con máquinas que reflejaran tu vida, hazañas, guerras épicas vividas, donde con fiereza demostraste tu heroicidad; perseverarás en la mente naciente de todos los niños, alumbraras a la generaciones jóvenes con tus hazañas, serás la efigen de la moda  ¿Acaso, no me ves? Castigo, tortura, martirio, persecución de mis crímenes, miles de cadáveres se arremolinan sin cesar, me fustigan, no hay día, solo oscuridades, no consigo al sepulturero; y todo por haber llegado a la vejez. Morir es distraerse de la muerte, es el tiempo del perseguido, el abandono de sus fetideces y la derrota para la persistente muerte. No hay ser humano que no este deseo por desdibujarse, cuando lo acosan sus crímenes para hacerse sueños permanentes. La vejez se apodero calladamente, con tenacidad y permanencia monstruosa de mi mente y de mis ultrajadas carnes. He deseado morir, lo he intentado, pero presiento que fuerzas que siempre las ignore y mofé de ellas, conspiran para mantenerme en permanente castigo agónico. La vida se me ha hecho breve, no así la muerte que se posesiono con sus errantes recuerdos, dentro de mí, hace muchos años; morir lento, atroz, triste tan sin objetivos, orgasmo que ya no preñan que delatan todo urdimiento fingido, agotándome en el limbo de la desesperación
Acuden, tantas sombras en la noche perpetua, arrastrándome sigilosamente, aun en el día, donde la luz del sol es opacada por la negritud de los recuerdos, que se han hecho montañas inmovibles, adueñándose de toda mi mente ¡Me buscan! ¡Atrapan! ¡Martillan sin cesar! Cuantas cosas me dicen, muestran sus rostros silenciosos; de sus ojos se desprenden luces serenas, que me queman oprobiosamente, consustanciándome con terrores que me hunden, en pantanos de pohedumbre, con solo reptiles solazándose en mi interior; masturbación en la dilatada soledad, de una vida transcurrida, excrementándose en la insaciable maldad, buscando una gloria pretendida ¡Infausto deseo! desde mi infancia que desato pasiones insaciables, pensamientos extraídos de las perversas mentes de los demonios ¡Solo el FIN, he buscado! Muerte de todo sentimiento de solidaridad, amistad, humanidad ¡Sólo, el Objetivo de mis insaciables deseos! ¡Oh, Dios mío! ¡Compadecedme!   Metamorfosis del alma que se solidifico, deteniendo su energía en oscuros parajes; que se detuvo, anclándome sin poder transmutarme a otros estados; engarzándome en la desesperación, de no poder borrar las profundas huellas de mis crímenes; tormenta única, devastadora, furiosa fragua que no deja de fundir mi espíritu, castigo inagotable por lo hecho; reminiscencias, figurillas relumbrosas obstruidas en el túnel sin fin, carcajadas sin circular.
¡Hijo! Objetivo absurdo es el envejecimiento. La codicia por prolongar la vida se despierta al iniciarse la peregrinación y se va engrandeciendo con terrorífica crueldad, como la noche insondable de los desiertos, con los aullidos de los vientos donde cabalgan sin tener fin, las sombras errantes con sus abrojos. Así vituperaba la ingratitud, de no habérseme ocurrido que las ansias  de penetrar y andar en ella, deben ser ofrendadas con la locura sigilosa, con el desconcierto de la insaciabilidad de los recuerdos; existencia, que nunca se llega a comprender; buscar infinito del sin sentido; mendigar lealtades, que solo han sido fingidas; adulaciones que hacen escarpadas cimas de pohedumbre; dolores que extenúan los órganos, las carnes; caminos avasallantes, corrompidos.
Realmente en mi mente ya no se alojan pensamientos, soy poseído por el abotagamiento insensible de la vejez negada, viajando en una elocuente ignorancia que se apremia en engañarme; acobijada, quizás, o no develada; en un malograrse donde se precipitan las sensaciones y los pensamientos sin definirse; quizás, sintiendo repulsión por un anhelado retorno que no cesa de manipularme. Los sueños se me han hecho tan reales como el mismo degaste de mi vida; nada ha de detenerme, para hacer real mi última maldad y poder acabar.
La razón de mi modo de ser no debe buscarse en teorías sociológicas, psicológicas o cualquier otra disciplina que todas están empuercadas en una mezcolanza de zalamerías entubadas, desde las épocas más remotas, construidas y reconstruidas, cada vez con más enchunbanmientos en los océanos de detríticos tan saturadas de defecaciones, como mi mente que nunca ha estado libre de inmundicias.
Presentimiento de Muerte
¡Saltan escaramuzas! de una lágrima, que no llega a ser, descojonándome el pecho, donde un leve rugido se atosiga, sin poder expresarse, deseando salir del alma, pero las costras de maldades, hipocresías, engaños, crímenes, han petrificado todo sentimiento.
Sobre las bondades de tan inescrupulosa estancia vivirir ¡Riñones! hay que tener para azafranar tan desvergonzadamente la emputada, chocheada, estancia, muergana infesta de víboras que se regodean en los oxidados anaqueles mentales.
Entré en un torbellino disgregante. Una sequedad se hizo dueña de cualquier pensamiento que saltara de la mente abarrotada, ensenándome sin compasión los engaños en los cuales me he mantenido
¡Un látigo! escollado con borlas de hierro centellaba inclementemente en las sienes; pantanos con lotos en pohedumbre, sin alegría, enmohecidos, mascullaban las vivencias de un joven, su cuerpo e ímpetu, son mis sueños, la mente se niega a reconocer la realidad del organismo, del gaste físico, busco ansiosamente nuevos espejos para reflejar y festejar la imagen deseada, y ese nuevo mundo imaginado, alucinado, obsesionante, que emerge desafiante, acechante, se deja rodar, haciéndose castigo; creo haber conseguido nuevos senderos, sin darme cuenta de su artificialidad, se entrevera la mente, y no me permite sospechar la imposibilidad de realización alguna, y esa euforia momentánea, que me engaña al tratar de atraparla, son bríos presagiando la muerte del cuerpo, del espíritu que nunca estuvo vivo, y ese torbellino que me enloquece es la última empalada, la más desgraciada
 ¡Viejo soy! Pero la indomabilidad de mis maldades, con las ansias de proseguir dañando, domando, manipulando, avasallan toda posibilidad de aceptación, y deseo continuar recorriendo los caminos entrapados. ¡Colmado, no estoy! ¡Renazco! ¡Delirio! ¡Acoso indetenible! Sacrificar, estrujar, manipular, al obcecado delirante, imberbe demente, venido a héroe de pacotilla, tunante engarzado en sus propias redes de adulaciones cañerillas, suplicante con insistencia. He buscado al ser que se me asemeje, pero ha sido en vano, pero ese deseo no deja de ser sufrimiento que adormece y tortura. Permanecer encofrado, sin movimientos, sin urdir. Todo tiene un tiempo para desaparecer. ¿Quién desea vivir? cuando la pasión, el entendimiento y el pueblo se niega a seguirme como borregos. Todo humano elegido, por las fuerzas azarosas del destino, tiene su tiempo para hacerse de la gloria, pero tu verdadera gloria esta en hacerte dios ¡Hay del mortal! que siendo dios desdeña la bondad de la muerte, cuando todas las ocurrencias lo conducen a la gloria buscada.
Vivir ¡Hijo mío! Los largos días sin propósito, fondeado en una barcaza de la muerte, sin aguas, sin corrientes que aligeren la marcha de las ancladas horas menguadas, con el dolor. La desdeñada vejez nos proporciona los mayores males y ellos, no son la transformación del cuerpo, sino la hediondez y displicencia del alma ¡Oh, muerte guiada por el dadivosa destino ¡Venid, sin fustigarme más, cumplid el divino auxilio, ponedme en el umbral del abismo, precipítame a las simas donde se esconden los temerosos mares del vértigo eterno, en las insondables bajezas de los tiempos vividos, hacedme yacer en la Mansión de los Muertos, sin sombras que me persigan, sin sueños que me estrujan; que la luna cargue mi alma en su oscuridad hasta esa finitud amarga, sin preguntarme, ni inquirir, cual es el fin de la existencia. El sufrimiento anda como el abrojo sin poder meditar, ni detenerse, martirizándome, hasta detenerse en los confines del ya no andar.
Por momentos la esencia de mi obediencia hacia el maestro me era incompresible. Una noche, donde deambulaba por los corredores del palacio, encendiendo cigarrillo tras cigarrillo, en un enloquecimiento que se había albergado definitivamente, para no abandonarme, presagiaba que era engañado sobre mis dolencias por el maestro: sentí una molestia en la zona final del sacro, palpe el sitio, sintiendo una cola de tejidos con nervios, vertebras, músculos y piel; sentí que un espanto absorbía mi alma.
El ataque masivo de la sombra, que se había independizado de mi interior, comenzó en la región peritoneal, en la parte posterior del abdomen; luego, concentro su ataque con sus poderosas armas de energía radioactiva a la pelvis; posesionándose, inmediatamente, estratégicamente, con ataques de escaramuzas, empleando la energía negra, que hace moribunda a las estrellas viejas, luego de vivir durante diez ml millones de años; ese ataque se concentró en el hígado, caderas, alcanzando el fémur, páncreas y pulmones lo cual calmo la ansiedad que comenzaba a invadirme, a pesar de la promesa formal del maestro, de que solo se trataba de una penetración psíquica de la C. I. A, sembrando realidades, que no lo eran, además el hecho que estuviesen la desquiciada Sombra, realizando los ataques con energía negra, era prueba evidente y contundente, de que mi inmortalidad estaba garantizada por diez mil millones de años, y que los estudios realizados, estaban en casi la certeza, que luego de transcurrido ese tiempo, mi energía adquiriría nueva forma de vida.

En horas de la tarde falleció el mejor amigo de la Meseta de la felicidad a lo largo de su historia. Nos cabe el honor de haber compartido con el líder de las Arañas del Universo, los mismos ideales de justicia social y de apoyo a los explotados… Los pobres son los pobres en cualquier parte del mundo, del Universo, Cosmos y del Caos, Su ideal en la vida es sobrevivir a su permanente vida de tormentos.


Lo inverosímil de este cuento, no es la prodigalidad de la astucia del maestro, con el vendedor de Arañas que desde el mismo comienzo de su vida él las transformo en abrojos. Lo realmente terrorífico es que esta historia se ha repetido infinidades de veces, los personajes cambian, pero el demonio sigue Arañando con toda impunidad, y porque no decirlo, siempre con su público renovado y creyente es su Maraña. Pero lo lamentable es que aún se cree en ese espécimen.

sábado, 1 de agosto de 2015

Una araña en el huerto de los Abrojos - Capitulo II

El Maestro

-Creamos una religión temerosa a la vida, hacedero de la muerte, gozosa del crimen, alimentada con odios, complejos. Epicentro de una descomposición que hemos logrado expandir a países vasallos, donde merodea el hambre pervertida, seductora, libertina, como el ácido mordiente, destructivo; guiadas por filibusteros, bucaneros, piratas, embarcados en hilvanar costales de deshechos, sin revelar su enferma ambición a los dineros dadivosos; sociedades tomadas por la corrupción, el crimen y la impunidad. Tragedia que se alimenta sin cesar al sacar a la superficie los más bajos instintos de los seres humanos, la poca valía de alguna virtud, es el enseñoramiento de la codicia y la corrupción.

El Arañero                  

Mi doctrina es como el viento peregrino que no le interesa saberse conducido a un objetivo determinado, andando sin conciencia: la hechura de nuestros supuestos es el mejor secreto guardado, porque sencillamente no hay tal reserva o disimulo. Las razones que me inducen a confesarme es el veloz tiempo, silencioso, especie de Tsunami que lo arrastra todo, en el que permanecemos sumergidos como exhalaciones que somos y luego no lo somos. Sombras como abrojos en todas partes, que no somos nosotros, pero sin dejar de serlo, que difieren de nosotros, pero las originamos; energías de esas sombras, vórtice infinito que se transforma, para nunca aparecer sin poder perecer. ¡Miedo! ¡Temor! ¡Sospecha! ¡Turbación! ¡Desasosiego! ¡MIEDO!
El Maestro, empeñosamente se propuso a crear los planes de acción, ante la evidencia impostergable de mi muerte, le era tan esencial que de ello dependía su subsistencia. El azar es la esencia de la casualidad, pero su digirimiento debe ser absorbido por la perspicacia y el olfato de quien la observa para poder aprovecharse de sus consecuencias; así mismo las casualidades pueden ser en cierto modo provocadas,  a través de situaciones estimulantes, cuando se ha tenido la experiencia de situaciones similares, en estos casos los estímulos tienen una gran probabilidad de provocar los mismos efectos, con algunas variantes y pueden ser adecuadas a lo que se desee; y…..con la ayuda de la suerte o del demonio que llevamos encima, conduce a la obtención del fin deseado.

La astucia del Maestro no puede ser cuestionada, ni aun, por su peor enemigo; es como si cada uno naciera con todas las posibilidades de cumplir un designio, en unos de virtud, en otros de maldad, pocos avistan estas posibilidades, a otros se le presentan, la ven, tienen conciencia de su existencia, la miden y se hacen los ciegos y sordos, la dejan pasar; pero, existen los que poseen la voluntad de la santidad o de la maldad y están dispuestos a actuar hasta sus últimas consecuencias; normalmente, los primeros sufren todo tipo de contratiempo para alcanzar el fin y terminan siendo Martí de la causa o dios tránsfugo; porque bien es sabido que, cada dios debe tener su público, de lo contrario desaparece; en los segundos existe una especie de desprecio por todo lo humano y divino, gozando con las situaciones que se van originando, lo cual acrecienta su maldad y seducción. En el caso del Maestro pareciera ser que, todos los demonios sobrevivientes de los últimos veinte siglos se concentraron en él.

Me repugna hablarles sobre él, pero se hace necesario, para que puedan entender mi historia: Imaginemos un árbol, el manzanillo de playa o arena, con apariencia de manzano, nativo del Caribe; es todo mortal, todo en él es puro veneno. Tocarlo causa grabes quemaduras, comer su fruto una grabe intoxicación mortal; al quemarlo, el humo es toda toxina; si llueve, nadie puede guarnece bajo sus follajes, el agua de la lluvia al hacer contacto con el árbol y escurrirse por su tronco y hojas, se transforma en acido tan igual al ácido clorhídrico; si la persona se guarnece para protegerse del inclemente sol del trópico el árbol expela, al contacto con el sol, un polen caustico, ocasionando en la piel eczemas que generan quemaduras de primer y segundo grado; todas sus partes: corteza, hojas, flores y fruto, manan un látex blanquecino, poderosamente irritante que pueden ocasionar la muerte; si mirarlo y tener algún contacto con ese árbol, es sumamente peligroso, comer su fruto es realmente conseguir la muerte de contado o a crédito, súbitamente o con sufrimiento y desesperación; la sabrosa apariencia que pregona silenciosamente sus frutos, parecidos al que prodiga el manzano verdadero, a los diez minutos de haberla ingerido se convierte en una inflamación de las mucosas, la tráquea se cierra y al llegar al estómago la toxina ocasiona una hemorragia masiva; si te atan al árbol, te consumes lentamente, sin posibilidades de deslastrar la muerte buscada, ese árbol es ¡Él, el maestro de la isla de la felicidad  ¡Árbol de la Muerte! Esta, es la triste historia del árbol de la muerte y la mía, que me ate a él, proclamándolo como mi padre y renegando del verdadero. Este es el árbol que por más de cincuenta años ha arruinado familias, cometidos los más atroces crímenes, manipulado generaciones, esclavizando completamente al pueblo, alquilándolos como esclavos a otros países y empresas, este es el árbol que ha mirado de soslayo la prostitución del pueblo y la ha refrescado con chistes muy caribeños, este es el árbol que se ha inmiscuido, fomentado, introducidos sus esbirros y sicarios en innumerables países, este es el árbol que ha provocado y atizado crímenes, desde su misma juventud. Este es el árbol que consumió mi existencia y me convirtió en un deslastrador de mi país.

Ideó unas misiones en procura de divisas y como un instrumento dirigido por la Religión, para garantizarnos por vía del populismo, la compra-venta de voluntades y conciencias, aferrando por un sólo camino, la unión de dos países, con la comandita de los países satélites, vasallos. Dos esperpentos de revoluciones en una misma destrucción. Somos el mismo Especimen y el mantenimiento de esa cosa, requiere las fuerzas dispuestas a operar como aniquiladores de toda acción que se oponga al desmontaje, del todo en la sociedad; a profundizar la polarización y las respectivas bandas o bandos de amigos y enemigos, tomándose como bastión ejecutor a las cruzadas de la fe. El camino a los pantanos estaba decidido.

Ahora, que me encuentro completamente paralizado, viviendo sin hacerlo, sumergido en un miedo que trato de disipar recordando a mi abuela;  carcomido, por todos los males que puedan penetrarle a un organismo y al alma de un ser humano; pienso que pude tener un fin auraleado con cierta dignidad. El destino, quién siempre me ha ayudado para escapar de mi innata cobardía, una vez más lo hizo, pero en está ocasión, no evitará que se conozcan las verdades “Por Ahora” a las cuales siempre pude vencer, enmarañando los hechos con mi elocuencia, odio, narcisismo, abrojos. Madeja que se deshizo. Despilfarre cien mil millones de dólares americanos por año del ingreso de la explotación petrolera, los empréstitos obtenidos, los ingresos por impuestos, desbarate generaciones, los hice tramposos y perdígueños, convertí a las barriadas humildes en refugio de delincuentes, aúpe el delito y el crimen reconociéndolo como una necesidad loable que puede ejecutar el necesitado;  fui cómplice de las actuaciones criminales de las bandas armadas narco lavadoras y cultivadoras de drogas; introduje en los países vasallos a los gobiernos más retrógrados, terroristas del planeta. No es que Matatías no me hubiese dado a comprender la igualdad de los otros sistemas políticos, pero el haberme adherido a ellos no me hubiese permitido un lugar de protagonismo heroico, tal como lo he logrado con la ayuda de los dineros públicos, de la tecnología computacional de punta y el asesoramiento del maestro. Los verdugos que me han acompañado, en estos momentos, de manera grotesca, viven en un arrebato por los despojos, ellos saben que no van a sobrevivir y deben enfrentar lo que es inevitable, su ocaso; ya los presagios dejaron de ser, son hechos; ellos se derrumbaran, al igual que mi esperpento, en el transcurso de una década.

Desde mi infancia fui considerado como un niño muy mentiroso, idolatra de la magia; afanoso buscador de tesoros escondidos; las batallas épicas, narradas por mi abuelo, enrarecidas con una melcocha de fantasías alucinantes y de ebriedad acampesinada, donde se desatan los demonios y fantasma que siempre lo acompañaban, penetraban con gran impacto en mi inestable mente. Me veía viajar en las inmensas naves que se dejaban venir, desde los más remotos planetas en busca de la heroicidad necesitada por el Universo. En mis sueños era el elegido apodíctico, incontrovertible, irrefutable, grato, tranquilo, que con solo mi deseo, era fuerza suficiente para aprestar los problemas del universo.

¡Sobresaltado me desperté! un irreverente sueño o quizás alucinación, abatíase sobre mi mente con obesa soñolencia y centellante aturdimiento; había penetrado imperiosamente y majestuosamente la Aurora. Un viento extraño se enfurecía por asimilarse a eso rayos refulgente, logrando su cometido adhiriéndose a ellos, a través de los intersticios de las forradas persianas; se irradiaba en mi mente una gigantesca tormenta, era, como si toda la arena de un desierto avanzara indiscriminadamente, creando  deformaciones tumultuosas que llevaban encima encrespadas figuras, semejando torres floreadas de donde se deslizaban rocíos de sangre; se fortificaban, protegidas por penachos negros que se esparcían navegando en filamentos hechizados, sin resplandor alguno, brotantés; briznas de arenillas hilvanadas en celulares ahebrado; permanentemente viviente y renaciente; acampanadas y ensanchadas figuras prolongaban su estancia, agitándose con una afluencia demencial que se iba engarzando en mi mente, gorgoteaban, bullentes, hirvientes; alucinadas por las imágenes en algazara que iban enrareciendo todo posible discernimiento; canticos guturales que deseaban ser, sin lograr su propósito, saturaban y anegaban toda posibilidad de compresión.

Farolillos gigantes de rocas calientes se elevaban desde las capas más profundas de la tierra; en los espacios visibles, se posesiono tiranamente, el negro absoluto en toda su extensión, menos en su centro, donde prevalecía  colores incrédulos en extravagante anarquía; marrones, rojos, naranja, tenues y llorosos blanquecinos; luego se hizo, únicamente, fuego agitado, confundido, apenas molestado por matices rojizos, pincelazos irreflexivos, contrariados y en su médula, una imponente franja amarilla.

Así, en una noche donde las nubes ultrajaban la presencia de la Luna, inicie mi viaje con las ilusorias figurillas, por los caminos de todo lo pensado y existente. Con ira premeditada, se avenían con furia, grandes nubes astrales negras, emitían sollozos que se transfiguraban en gases sulfurosos, a medida que crecían las emanaciones, ya sin sonido, dejaban traslucir su estado moribundo, el tamaño se reducía en premioso vértigo; habían sido estrellas, celajes nacidos, desurmegidas de las inmensidades presentidas, pero ignoradas; grandes meteoritos negros buscando sus colores policromaticos retozaban, traían mensajes encargados por las Sombras. En secreto corrí a buscarlas, para escaparme con ellas. Hice mallas de luceros y de planetas estériles, que deambulan lacrimosos, buscando gestar vidas, que le han sido negada por la casualidad del Caos; presagie de sus tenues luces y sus vapores floreados, solo blancos y amarillos, que navegaban enamorados. En tristezas se convirtieron; acorneando en fragoso y escarpado abismo escabroso; vi, a los que quisieron ser dioses; llorar, no se les permitía; deseaban les cediese una única oportunidad para poder ser, lo que se es, por un solo instante. Un ruido caminaba como energía negra, a su vera me adherí, para viajar con él en su seno; sus sustancias se encontraba en las profundidades de la mar; ahí se preñaban de las colisiones de las grandes olas oceánicas que se estrellaban contra los fondos marinos, apropiándose de su energía, o quizás, siendo lo mismo; gran gama de verdes, marrones, rojos y amarillos se reflejaban en mis pensamiento, que se hacían ferocidades, saltando libres; 
Luego surgieron vivencias, sin frustraciones, ni engaños: mágicas  fantasías libres, degustando las neblinas fluidas, retozando en los espacios sin ataduras, sin denuesto ofensivo, pero con aptitud desafiante. Siguieron transitando, pregonando con preñez insaciable, su inmortalidad ávida en una perpetuidad que se desconocen, pero que se ha vivido, dejando las fragancias  de esas evocaciones, que perduran eternamente en las ensortijadas y ondulantes figuras de los Sueños.
El día borra las sombras; ocultándose en las sombras, que no son las de ellas mismas, sino, las sombras de otras Sombras, y, así, hasta el origen de la primera, que vive en un Caos infinito, que no termina de comenzar, deshacerse ni concluir de descubrirse, urdiendo permanentemente su existencia. Las sombras, se van haciéndose, gradualmente visibles a la mente que las aprisiona. El embelesamiento, no existe dos veces de la misma manera, es irrepetible: yo, vi mi última sombra, que ya no estaba en mí, no me acompañaba, ni en el frente, ni detrás, ni a los lados, presentía la presencia en un todo, en lo existente e inexistente, en los rocíos que acariciaban los árboles, en los cantos de los pájaros, que hablaban con las fuentes de oro y plata, entretejida en las nubes, en los vientos hechos hebras de diamante; en el universo sin inmutarse por los designios de la anarquía; nublando su confuso entendimiento con plomizos pensamientos. LA incorregible Sombra, se desplazó con premeditada satisfacción, sobre la ruidosa cascada, comenzando a hacer su cauce, en sus aguas corrían con atolondramiento los primeros pensamientos, eran capullos golosos en su inconsciencia, su néctar era solamente de miel, sin contaminaciones; nada sabían del miedo ni la muerte; hizo su laguna y en ese primer aprisionamiento, comenzaron a crearse olores nauseabundos que ya no desistieron de acrecentarse, hasta llegada la permanente oscuridad.
No hay sombra que, no esté deseosa por desdibujarse, para hacerse sueños; aceptamos la realidad porque presentimos que no existen, como las palabras escritas en el mar o como cuando se vislumbra el fin, quedando las imágenes sin palabras. A veces nos sumimos en una melancolía tan profunda que nos hacemos insoportables, a nosotros mismo, y lejos de poder explicárnoslo, sus causas, acudimos a embalsar esos problemas y la hacemos piedras negras, lubricadas por la locura.
¡La vitalidad se me escapa! la sombra que me ha acompañado en este nuevo transitar, deseosa, se descompone con reconcomio, haciéndose volantinera y mimética; desea viajar; liberarse de las ataduras que mi cuerpo ha querido imponerle; suavemente huye, quizás, con algo de premura y desagradecimiento; me pregona, sin hacerlo, su monotonía, desencajándose. Visiones, imaginaciones alegóricas, encarnadas, invisibles; desasosiego de símbolos que se masturban alterándose; perversión que se transforma en juego de fantasía; nebuloso fermento semejante a ficciones y engaños; marea oceánica que lo arrastra todo; exhalaciones que se hace indiviso, para luego dejar  de Ser, la esencia del más grande misterio que es uno Mismo.

Me hago preguntas, cargantes, insidiosas, sediciosas, de nada sirve la angustia; a cada rato enciendo la computadora: noticias infecciosas, alebrestan, taladran el letargo de esa necesidad; desasosiego, el mundo aniquilado, cada vez menos existencia espiritual, como si todo se hubiese sumergido en una oscuridad borrascosa; tabletas electrónicas que hacen todo y nada, que engullen malévolamente el poder de la voluntad, mentes hipnotizadas, cautivas. Columnistas que marchitan los pensamientos, desbaratan las palabras, asesinan el verbo: imponer, seducir, penetrar sublimemente, seductoramente; cantaros de zulla se descarga interminablemente; estrujados, anoticiados, paralizados y obstruidos; nidos de lombrices que se apoderan de toda libertad; carroña que nunca se deslastra; amortecidos permanecemos sin posibilidad de desatarnos; intoxicación que solo nos abandona con la muerte; perturbación en el alma; muerte. Asesinatos, secuestros; estados delincuentes con presidentes insaciables de riquezas, de lujuria; empresarios y políticos, peones de los traficante de drogas, extorsionistas; planificaciones de genocidios, abatimiento de las especies, exterminios de la fauna; impulso a asfixiar el planeta con la emanación de gases letales. Solo Codicia, avidez, concupiscencia. Buitres insaciables, jauría aullando sobre cadáveres; miserables al contado; discursos de babeles, se pegan, arrastran, estrujan sin cambalaches; malayos, matraqueros. Seducción que no cesa; y nos arrastramos para copiarlos; tufo de aguardiente, carne en vara; sexo a cuotas, sin distinción, todo vale si despierta.

Asfalto Negro; noche negrilla y esa negritud se hace parche de caraña que se adhiere al alma; vasto e insondable micro universo de silencio presentido; hedor que como la saga de la ventisca nauseabunda de una laguna aprisionada, sin posibilidad de obtener oxígeno, saltar como una fiera liberada al percatarse de la existencia de sus instintos, de la tragedia tramada que he vivido, transpirando de mi cuerpo la venganza que ha de venir, quizás temida y esperada.
Escucho la voz, de mi silente sombra -Hemos visto mundos desconocidos.  Vivido en el Universo por hacerse; en el mundo que acobija a los mortales; sus  páramos, desiertos, bosques; las bóvedas de su insigne ignorancia que, no termina de forjase y abandonar a los presumidos humanos. Viaje por los abismos ocultos, a las profundidades de los océanos, en sus simas inciertas, acompañado de los gigantes crustáceos, que han buscado la soledad absoluta, inescrutables, huyéndole a la barbarie humana, donde los sonidos se mecen libremente, sin ergástulas obscenas que lo esclavicen. Con mis hermanas, las viajantes y diminutas Medusas, inmortales, rejuveneciendo, rehaciendo sus células en una transdiferenciasión inacabable.

En las grandes y multidinarias ciudades, constate la forja inagotable de fantasmas olientes a soledad enmohecida, vagando, buscándose, buscando sin encontrarse, en una monotonía engranada por operarios capitalistas que blandean un poder que le es desconocido; en las soledades urdidas para conseguir la libertad, la independencia, el deseo de lograrla, fría rigidez como las tranquilas rocas negras de los páramos, que lloran con roció su fría permanencia sin tener el auxilio de una tibieza, solo es éxtasis adormecedor, muerte que no termina  de lograr su objetivo, que se sabe está, dentro de nosotros, buscándonos, o quizás, a sabiendas que su fin no será recuerdo fingido, sino el ultimo que adornara la exquisita tranquilidad. Anduvimos en las cavernas indómitas de las efímeras nubes, con sus monumentos de fantasías delirantes. Frecuentamos a los eunucos planetas donde abunda la inquieta nostalgia, en búsqueda de los rituales para hacerse y Ser.

Descubrimos la negritud manifiesta de los elementos formadores de  la insaciabilidad del poder; el espejo inagotable que deforma cóncavamente la vida; el triángulo buscando el inagotable infinito; los elixires que producen todas las maravillas que, vienen de las profundidades de la memoria inacabable, eterna; digerimos la oscuridad obscena de la psique humana, de todas los instintos, emociones, intuiciones, percepciones y pensamientos, que se han ocultado a lo largo de la existencia humana.

Penetramos las fluctuaciones del Macrocosmo, los espacios donde pudimos constatar que cada acontecimiento de la vida, es duplicidad contraria, inversa, que existe en un tiempo plano, sin límites; estuvimos con las clarividencias del futuro, sumergidas en una turba de ansiedades, sin conseguir  terminar de concebir y aceptar que, el futuro es uno solo, sin variar; manifestándonos: Te advierto, imagen errante, que te descompones en el invidente Universo, que si deseas sondearme para apresar mis secretos, búscate primero en tu interior que, con seguridad hallaras dentro de ti las verdades que anhelas; tampoco podrás hilvanarlas, si no has dialogado con las fluctuaciones que se preñan de conjetural en los océanos oníricos.

En las nebulosas de Orión, pude observar la guardería Estelar, donde nacían nuevas estrellas; en el vientre estaban los parvularios, de aquel torbellino arropado por variados y brillantes colores; las nubes de polvos cósmicos formaban hermosos filamentos laminados y burbujas radiantes que, hacían islas vaporosas, nacientes, adolescentes, calientes, era su primer verano, forjaban un encendido lazo en el cielo; de su brillo anaranjado, sobresalía la portentosa imagen de un caballito de la mar, espigaba su fantástica figura, tratando de deshacerse de la brumosa condensación de gases; océanos de polvo semejando un tapiz Guayuu con la figura de Awa Alas, la núbil y virginal doncella indígena, en su alrededor se congregaban, cómo buscando hacerle el amor, la nebulosa de la Llama y del Bucle. Continúe mi viaje acompañado de mi Sombra, de mis ojos se precipitaban las lágrimas, ante mí veía la agonía de una estrella moribunda, la estrella ligeramente menos masiva que nuestro Sol, se encontraba en la última etapa de su vida; soportaba ya, los estertores que presagian su muerte; ruidos espantosos que la hacían expulsar depósitos de materia, dándole a la nebulosa moribunda, una extraña forma de un bulbo; en su configuración podía notarse su vejez decrepita y senil; la cascara murmuraba su edad: diez mil millones de años; atrapada la estrella agónica por los gases y rodeada por millones de otras estrellas que se ahincaban para dar mayores brillantes, como despidiéndola, se proyectaban espumarajos finos y azuladas, entrelazándose con un gas rojizo, los cuales centellaban para ir reduciendo su tamaño, haciéndose Enana, la estrella Enana Blanca, una ancianita espacial, destejiendo sus arañas, deseosa ya, de descansar; luego se fue enfriando, con lentitud, hasta desaparecer definitivamente
Fuimos guiado por dioses misteriosos que reposan sin premura en la psiquis, a sabiendas de su supremacía, reprochados en la absurda realidad pero que, disfrutamos con su manifestación, su deslizante y suave permanecer; sus imágenes que colman los deseos avanzando sin correajes y se van entretejiendo con sigilosos murmullos, para hacerse voz que retumba en la vejez.
Figuramos la aparición del poder de la voluntad en el ser humano, dispuesto a abandonar toda supremacía que no fuese la de Él; desflorándose su cerebro en pétalos humedecidos por las desgracias; luego su esquematización, organización, para ser abordado por una locura silenciosa, que lo hunde sin misericordia en una alienación. Viajamos en los pulsares, los núcleos de las estrellas, a velocidades vertiginosas, de vértigo; eran estrellas enormes como una montaña, emitiendo pulsaciones de radiaciones electromagnéticas, miles de millones de ellas irradiaban sus luces, haciéndose los faros del Universo; guiados por estas moles de luces, recorrimos los planetas gigantes, dándome cuenta de los miles de millones de mundos que permanecen buscándose; aguante mi mirada en una estrella que lloraba, errando moribunda, en una galaxia situada a tres mil seiscientos millones de años luz distancia, en la constelación de Leo, de pronto, en un tiempo no predecible ni medible, explosiono en miles de rayos gamma, convirtiéndose en un agujero negro, el rayo gamma con su energía, de al menos de noventa y cuatro mil millones de electro voltios, la hizo suya, aspirándola y arrastrándola consigo por todo el espacio e interactuando con el gas, previamente arrojado por la estrella moribunda, generando esplendores, morados, rojizos con manchas negruzcas que se desvanecían en azuladas, luego en vertiginosos rojos, anaranjados y amarillos que se batían produciéndose entre las mismas energías vahídos, que eran succionados por una boca, que de amarillo se deslizaba al blanco plateado, pudiéndose observa que en sus profundidades abismales, se posesionaba la oscuridad de la muerte; otras estrellas a su alrededor aumentaban sus luces, haciéndose reflectores que amenazan la oscuridad del enorme agujero negro, haciendo nacer en él, ramilletes de luces blancas como perlas que viajaban hacia el interior de su hacedor y exterminador para morir siendo flores.

Con apresuramiento, desde las lejanías del Universo, apareció una protoestrella, semejando una inmensa flor, envuelta en una nube de gases y polvo recogidos en los helados desiertos del espacio, de sus pétalos surgían ingentes cantidades de agua en formas de paraguas, sus lágrimas eran de tal caudal que a cada segundo equivalían a cien millones de veces el caudal del rio amazonas, expulsándola a una velocidad de doscientos mil kilómetros por hora, era su ansiedad en demostrar su belleza y audacia; podía deducir, que apenas iniciaba la adolescencia, menos de cien mil años, muy poco tiempo para una estrella, que puede durar miles de millones de años, venia de la constelación de Perseo, asemejándose a nuestro astro rey. Observé la expansión del Universo, su aceleramiento, lo vertiginoso  de su crecimiento, impulsado por la energía Oscura; su expansión acelerada, provocando que la materia que contiene el Universo, en formas de galaxias y estrellas se dispersen y alejen cada vez más ; al final, dentro de un tiempo inimaginable largo, con toda la materia que existe diseminada a enormes distancias , en un espacio gigante y oscuro, el Universo se apagara para siempre , será un momento de tristeza y soledad, su desvaneciendo será de inexistencia, para volver a comenzar, poco a poco ira perdiendo su entereza, como una red que va deshaciéndose sus nudos. Ahí, estaré rehaciendo las arañas de mi abuela, para inyectarles mi inmortalidad

En esos Cielos sin fin, en ese Caos Ordenado y consentido por todos sus habitantes, vi colocado a Dios, en su justo lugar, en la esfera sin fin que le corresponde; observaba la creación del universo y el Big Bang, me miro sin sorpresa alguna, lo que me hizo sospechar, no sin cierta alegría y por supuesto orgullo, que mutuamente nos era dado conocer y compartir nuestros pensamientos, me dijo –Es imposible que yo le pueda decir a usted, que está equivocado, porque todo origen solo es conocido por el mismo hecho, por tanto se hace indemostrable y no se contradice, a sí mismo, por cuanto es incomprensible; solo por la fe se crea mi existencia, nadie tiene la posibilidad de borrar las creencias de otra persona y no pueden hacerlo, por carecer de elementos que puedan justificar y sostener alguna contradicción; esa misma razón, es suficiente para no tener la osadía de querer  imponer la verdad que Yo represento a otra persona, porque se estaría forzando mis valores, sobre una persona que no desea aceptarlas, cada persona debe tener su propia capacidad para ver el Universo tal y como lo capta y lo siente. A mí, me era dado darles su redentor, mi hijo vivo no servía, muerto se haría el Cristo, el hijo de Dios, el redentor de los pecados de los humanos, su caída y humillación abre un nuevo vivir, su crucifixión es la culminación de un proceso revolucionario, verdaderamente rebelde, al darle a conocer a los excluidos de la sociedad su igualdad con todos los seres humanos, pero mi hijo no utilizo su poder sobre las masas que lo seguían para imponer en su provecho personal, para hacerse Dios. En ese momento lo interrumpí y así le dije: Toda nueva creación implica Caos, Destrucción y Sacrificados, tanto es, como el abismo de la creación a la inmoralidad que es anhelada en el delirio; cuando estaba levantando mi pecho para aréngalo hacia mi revolución, pude constatar que ya no estaba, por supuesto debió irse por las múltiples tareas que debe cumplir. Solo se escuchaba una voz que me decía.
-Con tu Sombra has viajado por infinitos paisajes, visitado y observado lo maravilloso de la Creación del Universo, sus secretos ignorados por las mismas fuerzas energéticas que buscan el Hacerse Definitivo, para iniciar su proceso de vida de acuerdo a sus fuerzas y sabiduría, consustanciadas con su materia perecedera; has notado y percibido que, la inmortalidad que tus seguidores te adjudican acreditándote como mi igual, observan y enuncian que, sólo existe diferencia en la forma de presumir, existiendo una sabiduría que se enrostra y aniquila toda posibilidad de alcanzar alguna verdad absoluta por lo que, en ese caos para los nuevos dioses es irrelevante la fe y muy relevante el dinero. No existe un solo ser humano que tenga la posibilidad de lograr conocerse a sí mismo, menos de conocer a los demás; puede existir todo el poder de la voluntad para hacerlo, pero el camino para llegar a ese estado, está lleno de abrojos y como el alma de los abrojos se pierde en esos caminos sin fin que han de caminar; el egoísmo, la vanidad, la hipocresías, se hacen semillas que obnubilan el querer y lo conducen a un hacer en busca de llenar y llenarse de aturdimientos su alma contaminada; aparece la obsesión y llegan a estados paranoicos donde la única verdad es la suya; luego al verse acorralados por los acaecimientos del destino, se finge la modestia cuando la desgracia ya los ha atrapado en sus redes; bajan enloquecidos, vertiginosamente, palideciendo al mirar hacia atrás y poder comprobar la inutilidad de su ofuscación, pero ya es tarde,  su abrojo ha llegado a su destino que es el fin de su andar. Mi hijo fue asesinado por el Poder de la Voluntad de los humanos, Él, es la semejanza de ellos, fue creado para que habite en su interior, su muerte, su crucifixión, es el sacrificio, que de alguna manera transitan en cada uno de los humanos. ¿Acaso, no te has dado cuenta que la vanidad y la hipocresía, atrapa a tus creyentes en la misma trampa tuyas, y dispuestos están a aplicarlas aun contra de ti mismo? ¿Acaso no te has enterado que todos los nueves dioses han transitado por tus penurias?

Los pensamientos de un ser humano sólo, y en muy exclusivas ocasiones, puede ser comprendido únicamente por él, y es tan breve esta aprehensión que, al intentar ordénalos bajo el mismo significado original que lo cimiento, la primera vez, ya han cambiado, se le ha escapado, porque la transición, tanto en el pensamiento, como el cuerpo y el organismo, no detienen su andar; si esta es la realidad de los pensamientos, más volátil resulta la expresión de esos pensamientos a través de la palabra y aún más mediante la escritura; el receptor de la idea, pensamiento, bien sea, las transforma a su antojo, de acuerdo a su nivel de conocimientos e intereses; y si es, la captación y reflexión condesada en la escritura es apresada con mayor intensidad e interpretada de acuerdo a la inspiración del receptor; y es tan precaria esa interpretación que al leerla en otra ocasión le dará una nueva interpretación, llegando en ocasiones a hacerla completamente suya; todas estas consideraciones me permiten decirte que, la simbología de la Torre de Babel, no es otra que la imposibilidad de los seres humanos de llegar a comprenderse, aun existiendo la voluntad de hacerlo, es una traba insuperable que en cualquier momento desbarata los amores, las pasiones, la amistad y cualquier sentimiento que sientan, solo es cosa de tiempo que surjan las equivocas interpretaciones entre ustedes los humanos, no hay posibilidad de cambiar esta situación; cada uno de tus súbditos y creyentes es un mundo exclusivo que te sujetan y te contienen; los haces y te hacen, los dominas y te dominan, los acabas y te acaban. Arañero fuiste atrapado en tu propio tejido.

¡Se me desvanece la ilusión de mi propia imagen y de los mundos vividos! Hacía mucho tiempo que mis pensamientos eran ferocidades que erraban maquinando madejas; fríos vientos que subían de las simas de los pies de las entumecidas montañas solo pobladas de negras rocas, ennegrecidas por las lágrimas de millones de años llorando su frigidez e infecundidad, mirar, mirar sin ver en esa eternidad llena de vacío sin sentido; luchaba incesantemente contra mis pensamientos que me impedían actuar consonantemente. Repetidamente con cierta furia que, no dejaba de dañarme, me repetía: no hay bajas pasiones, sencillamente todas se convierten en miserias, porque a cada ser humano le es dado la oportunidad de construir su fortuna o infortunio.
No, hay actitud inocente y no hay vida que no sea arropada por las capas de valores que aceptamos, silenciosamente, inconsciente, impuestas desde el mismo nacimiento y viajantes de generación en generación. Hasta que de manera mágica se revela la psiquis, desenclichandolas abusivamente.

Buscan su liberación el alma, tarde, siempre ha sido, es tan fatal la realidad de nuestro cautiverio; él se preñan de lo soñado, de lo buscado; hacemos los momentos, las conductas, el hacer que se ha de tener. Las infecciosas bacterias mediáticas, los deseos incontrolables, contaminando desde su mismo origen, destrozan las posibilidades de ser verdaderamente libre. Me niego a aceptar las virtudes que nos disfrazan de humanidad, modestia, solidaridad, inocencia, lealtad, afecto, pudor, compasión, esperanza, ilusión, altruismo, que aparentamos; el egoísmo, mezquindad, suciedad, codicia, traición, adulación, lujuria, lascividad, ira, que escondemos. La depredadora estupidez, de ese animal que somos, que nos habita, nos hace y deshace.

Mi inseparable amigo Matatías, por allá, en un pueblito; luego de haber obtenido mi libertad; me condujo a las fuentes de la insaciable ignorancia, me entregó un libro que habría de abrirme las esclusas del poder: El Viejo Libro de los Marañeros, y con la fiereza de la amistad inconsciente, me dijo –Nunca he conocido un hombre con tanta ignorancia, pero así mismo con una imaginación tan fértil y preñada de delirios, y tanto como los dioses de la inconsciencia; pues, ellos pueden cambiar lo que no ha pasado y borrar lo que ha pasado, sin los efectos de la concatenación de causa y efecto; contar cualquier nimiedad con el embellecimiento de la imaginación maligna es un prodigio que te ha sido otorgado por lejanos misterios de los genios aun no creados ni develados.  Deduje o conjeture que el camino era una premonición de una batalla que debía realizar.

Dedique a recorrer en silencio vulgar los alrededores de una desvirgada montaña que, sin vegetación ni flores, se imponía con desvergüenza escapatoria; nacida de las gotas de sangre de las portentosas águilas que la poblaron en tiempos inexistentes; maldecidas, atrapadas en las tinieblas de sus almas que quisieron imponerse. En amanecer, sin serlo aún, meditando me encontraba en la bendecida meseta que albergaba la isla de la felicidad; solo cardones y cujíes me acompañaban para contemplar el saliente Sol; se entretenía arropando con su refulgencia todo lo viviente y perecido, desafiando a los iracundos dioses creados por el ser humano: lo contemple por unos instantes, extenuarosen y dilataron mis pupilas, quedándose grabada en mi mente el disco solar en toda su esplendidez. Cerré los ojos; él, el sol, permanecía, ocupaba mi existencia en su totalidad, habíame hipnotizado, sin adorméceme, veía dentro de mí un inmenso e intenso diamante con una luminosidad jamás soñada bailoteaban sin descanso millones de figurillas que se hacían y desbaratan y lanzaban jadeantes y sonoras carcajadas que hacían estremecer mi estómago, no me producía adormecimiento; despertándoseme, en la mente un estado de meditación y renacimiento; surgió entonces un rio de aguas serenas y cristalinas, una fuente de permanente elocuencia me comunicaban los secretos que circulaban sin descanso en sus cauces, luego se convirtieron en arenilla azulada, creciente, transparente y resplandeciente, entretejida por cuerdas de oro, incrustada de tumas tan brillantes que se reflejaban en ellas siete dátiles verdes de esmeraldas que, lanzaban danzantes rayos de luz a los ocho ángulos de la base de todo lo pensado y lo por pensar; en cada lado, de los ocho rayos, se dividía cada uno en cien gemas; y cada gema en mil rayos de luz y cada rayo en ochenta y cuatro mil colores; reflejados en la brillante y azulada arenilla que, multiplicaban por un infinito número de veces al radiante sol; descomponiéndose en luciérnagas que enloquecidamente y frenéticamente, y como si fueran guiadas por la embriagues de los sentidos y los deseos suplicante, se enrojecían exaltadas buscando exhalar su excitación. Entonces, escuche el rayo que precede a la tempestad. Desde los fondos de los sueños, no escrutado, pero deseosos de serlos, rugían escandalosamente siete enormes reptiles, unidos todos por cordeles con siete esmeraldas cada uno, y con dicción clara y precisa me dijeron al unisonó, los siete enormes reptiles, hambrientos de parquedad: Cuando hayas logrado formarte una percepción del conjunto deberás meditar, se formaran sin anarquía las Sombras y sus Abrojos, que no lo son, pero que serán, mantén tus ojos abiertos, ellas, sin mirarte, te verán y te hablaran; en ese preciso momento tu alma absorberá la sabiduría de La Turba de los Locos Endemoniados y comenzara tu muerte.