jueves, 21 de julio de 2011

Capitulo V

Homero tomó para sus hexámetros; Hechos execrables, ruinas del alma. Fueron los duendes de las musas, que a través de él, surgieron para moldear, hechizar, hipnotizar el inconsciente colectivo; Pintar, en forma ignorada, entreverados cuadros, no solo revelando escenas fantasiosas, sino también penetrando en la mente de los personajes, dejándose guiar, por sus querencias, plasmadas, en las palabras escritas, con finura elegancia, donaire, exquisitez, exaltación, ellos se apoderan, y expresan sus realidades.

Homero es el espíritu mágico, que nos transmite la belleza creativa. Logrando sobrevivir, traspasar, las enterradoras capas del tiempo, de manera incólume. El rapto de una mujer llamada Helena, es causa aparente, no solo para destruir, aniquilar una civilización; Además permite la preponderancia de una civilización, que ya, traía acrisolada en su seno, una cultura del intelecto, pero emparejada con su esencia, viene también, la elocuencia de la mentira, engaño, astucia, deshonestidades.

De la ILIADA, y la ODISEA, rosas ambas del jardín de Homero, impecables, hermosas desde el punto de vista literario, creativo; Se generaron, nacieron cientos de creaciones del género literario Trágico; Extraen los Trágicos, los cadáveres insepultos, eternos, anidados en el inconsciente, en permanente acecho. Somos Pozos de Excrementos-

En varias ocasiones, como si la casualidad azarosa se refrescase, con un odio inusual hacía él, señalándole con denotadas insistencias, las situaciones con elementos vivenciales de su pasado; Saliendo del mercado para realizar una breve caminata, que con fervorosa alegría, efectuaba en los atardeceres, donde el sol se dilata en efervescente despliegue de su poderío multicolor, enredando los primarios colores, con tonalidades secundarias que los desafiaban, sobreponiéndose a ellos, y en muchas ocasiones, desplazando sus bellezas primogénitas.

Atravesó por su frente, quizás con una intencionalidad premeditada, uno de los hombres más respetados de la ciudad, medico de alto vuelo, que viajaba en una alfombra mágica, confeccionada por las creencias solapadas en los inconscientes del pueblo, otorgándole poderes visionarios, sobrenaturales, y bondades que se regían por la aparentes menudencias de sus honorarios, unido a su belleza física, y la afabilidad con la que trataba a sus pacientes, lo cual en muy breve tiempo le permitió, hacerse de una no muy pequeña fortuna, invirtiéndola en su primera clínica. Muchas otras habrían de construirse, hasta llegar a una obsesión, que disecaba su ya enjuta alma.

Parrase en el balcón del hotel Inglaterra, centro de acopio de lo granado de una secta, que evitaba por todos los medios, de siquiera rosarse, con personas que no fuesen de su cofradía. Miró, y con claras mímicas receptivas para el más despistado observador, se expresaba con arrugada intolerancia, sin lugar a dudas, de su rostro compungido, expresivo de pensamientos atorados, prestos a abandonar la cavidad craneal, para sepultase en el fango de la maledicencia enlodazantés, de un rio deseoso de dejar su cauce encrespado con residuos fecales, para engarronar con odio retenido la sepultura andante del Maestro.

Ladeó Platón, y con él Adrasto, con presuroso desespero, el caminar del maestro ya de por si tosco en su andar, donde afloraban sin tregua, no fantasmas, porque él era parte de ellos, sino las hipócritas realidades encajonadas como momias, que vagan lamentándose de la decisión de haber decidido ser. Llorares interminable que en los infinitos espacios, de la interioridad de los seres, se esconden sin poder hallar el sepulcro misterioso, de ese vacío ansiado sin sonidos, presencias, pensamientos, donde se anhela, aullé, el deseo de lograr un descanso eterno.

Bajó en gavilla, acompañado de otros galenos en presurosos pasos, el tunante mal habido, desollar la existencia ya escarnecida por las circunstancias, de aquel despojo de toda humanidad, era su exime propósito, quizás con cuanta veleidad en su refugiosa caverna despensante, sin haber conocido el cultivoso hacer de los jardines, que con sus flores adormecen el alma; Había visualizados los sueños grotescos de la ruina definitiva. Ese despropósito velaba sin tapujos en su agotada mente.

Resuellan en Platón, fogonazos candecentes que encandilan, estrujando las últimas resistencia de un batallar extenuante, que ha querido petrificase para hacerse materia inerte, y morir sin renacer. Ofuscación que enardece en una rebeldía que se transfigura en impotencia subyugante, aberrante; Sombrío enrrutar, que acechante se niega a no expresarse, fuego quemante en los insomnios, sin hacer sueño transportador a las esferas del inconsciente fallecer. Deambulan con premeditación, y en desafiante estrujar del alma, que desea hacerse solidaria irrumpen con algarabía desbocada.

Es la infancia que se apresura a develarse en su azaroso andar, se abarrotan los quemantes recuerdos, abrojos que recorren los inmensos desiertos con su arenales, escondiendo los secretos milenarios, deseos que sobrepasaron la imaginación, para hacerse de esclavos.

Asfalto negro, noche negrilla, y esa negritud, como un parche de caraña pegada en el alma, sigue siendo insondable, como un vasto universo que a cada momento, es un silencio inaudible, que por su intensidad se hace irresistible, preñando la mente con instintos que desea saltar, como la fiera domada, que al darse de cuenta del engaño urdida contra ella, transpira por su piel el deseo de la venganza; Hedor, que como el viento desconoce su destino; Busca posarse en algo, en alguien, para defoliarlo y hacerlo objeto de su mismo castigo. En el centro de ese absoluto Negro, continuó estacionado sin poder continuar; Los desechos de esa eternidad se transformaron en su destino, y serán su perdición

Como el zopilote sobre la carroña, deseosa en desespero, dominado por el instinto insaciable de corroer lo putrefacto, que con enervado celo busca ser consumido; Acercase el galeno; Sus ojos desprendían esa luz irradiante, lujuriosa, acechante, y a la vez de mansedumbre empozoñonsa, su olor lo delataba con ebriedad orgiástica. Quedose mirando a aquel portento de despojos humanos, como tratando de asegurarse, de que su presa era realmente la deseada, y buscada; En presurosa acometida, sin dejar posibilidad de escape alguno.

Ya la tarde declinaba, el atardecer de los venados con su eterna sonrisa de colores, que dulcemente arrullan los sentidos, se opacaban a medida que el sol parsimoniosamente, presto estaba a continuar su interminable, y esclavizante ciclo. Bajaba en centellante caer, una gaviota ansiosa por engullirse al ciego pescado, que con sobrada elegancia saltarina, buscaba los últimos rayos del prolijo astro. Momento de desajuste emocional que aprovechó Adrasto, para enconcharlo, y a su lado él, estrujado, pero en alborozada festividad, en uno de los huacales vivenciales, que como sabiendo de su preeminencia, para ponerse a salvo, de los imprevistos de la azarosa correría de una vida, que no se cansa de prologar las nefastas casualidades, han construido en disimulo, y con gran maestría los incansables desposeídos.

Una sonrisa liberadora estalló, sin producir sonido alguno, sino dentro de la adolorida alma del Maestro, pasó su mano suavemente por los cabellos del audaz joven, aturdiéndolo de tal manera, que deseo abrazarlo como un padre, sentimiento que en ningún momento de su vida había pensado existiría.

-Maestro, dijole Adrasto, con un rostro embellecido por la picardía del que sabe guardar los secretos, y comprender sin serle comunicada palabra alguna, las situaciones vivenciales, por las cuales atraviesan esos seres humanos, recluidos en los nichos sepulcrales, aun sin haber muerto físicamente; En varias ocasiones he observado, como cambia su estado emocional, al vislumbrar la presencia del doctor Cosme, presagios agorreros se huelen de entre la vestica que produce el contacto de su cuerpo con el enrrarrecido viento, entremezclándose con sus humores acumulados de odio hacia usted; Conocido son por el barrio sus debilidades, las cuales encubre con su displicencias habituales, queriéndola enforrar en jardines de rosas artificiales, plásticas, tan hediondas como él; Dado no me es, estar comentando la vida de nadie, pero para su tranquilidad, en lo que pueda actuar como paliativo, creo un deber referirle lo que de inmediato contare:

Cuando iba a buscar a Mario, el querido de mi tía, y veía a los zamuros adolescentes, así le decían, porque no les importaba, el tipo de carne que se iban a comer, horadar. Emperifollados unos; Trajeados de manera discreta, los menos; Con vestidos estrambóticas otros, en simbiótica combinación; El objetivo de su estada, hasta las horas del amanecer; Esperar la salida, de algunos de los asiduos visitantes, que en estado de ebriedad quedabasen mirando al grupo, de jóvenes, como si ellos fuesen carroña eligiendo al zamuro, para que se comiese sus carnes putrefactas.

Elegida el ave de rapiña, se iban con ellos, en sus vehículos; Como todo se sabe, en esta vida, es difícil esconder, simular, lo que se hace, lo que se es; Todos estábamos enterados, quienes en estado de ebriedad, soltaban la tercera velocidad*, bajándose de la mula* con magnificencia, después de quedar satisfizo. Los había de todo tipos, el normal que quería que lo cogieran, y san se acabo; Travestida que gustaba estarse bailando, cantando, desfilando, haciendo, poses femeninas; Otros que deseaban que lo enamoraran, besaran, acariciaran, como si fuese una coñita, señorita, y aplazaba la comida carroñera para otra ocasión, pero quedaba lleno de felicidad a la espera de la próxima cita; El que gustaba de ver desnudo y excitado al chamo, sus nalgas, mandabase el carroñoso tronco de masturbada; Acariciadores se satisfacían con sentir en diferentes partes de su cuerpo el falo, terminando por embocárselo; Los menos, desnudaban al adolescente para aconsejarlo, hablarle de sus problemas.

Hubo dos casos, que a todos nos llamaba la atención. Erase el de un prospero, dinámico, audaz abogado, de complexión delgado, alto, bien parecido, que enloquecía a todas las putas, llamabalen guevito de oro, porque no había puta que no quedase satisfiza, luego de haber estado con él, más aun no le cobraban, a sabiendas que el tío ganaba un realero, gastabase tronco de nave, y vestía impecablemente.

Una noche saliendo del prostíbulo, se dirigió a Hermes, mi amigo inseparable, afamado por su órgano, cuerpo, hermosura, discreción, e invito a que dieran una vuelta en su vehículo; Pasmado Hermes titubeó, pero nunca pensó que fuese para apagar una pasión, se monto a su lado, y raudo el abogado en su efervescente dialogar, de entrada le espeto una hablada Cantiflerica
-Mira Hermes, el cuerpo es el sepulcro del alma, y por consiguiente, el alma no está en él, como un elemento informador, sino prisionero; Pero la realidad es, que el cuerpo es una resistencia, opuesta al esfuerzo y voluntad del yo, mismo.

Se ha elaborado, una minuciosa fenomenología del cuerpo, en tanto que lo que mi cuerpo es para mí, a diferencia de la objetividad y alterabilidad, en principio de cualquier cuerpo, como tal. El cuerpo, aparece bajo tres dimensiones ontológicas; En la primera, se trata de un cuerpo para mi, de una forma de ser que permite enunciar “Yo existo, mi cuerpo” En la segunda dimensión , es para otro, o bien el otro, es para mí; Se trata entonces, de una corporeidad radicalmente diferente, de la de mi cuerpo, para mí; En este caso se puede decir, que mi cuerpo es utilizado, y conocido por otro, pero en tanto, que yo soy, para el otro, el otro se me devela, como el sujeto para el cual soy objeto; Entonces yo existo, como conocido para ti, en forma de cuerpo.

Mete el carro, en un montecito de la autopista, frenase la valiosa nave; Agarrase del falo de Hermes, con una desesperación de siglos retenidos; Se va, el Hermes sin muchos miramientos, regase el alabastrado docto, el semen vivificador, en todo su rostro; Bajase el pantalón, interior, toma el palo encendido, empújaselo sin compasión, en su ano, bambolease como si fuese carne trinchada en fuego, que quiere incendiarse; Ya de tanto darse, sin darle oportunidad a Hermes de reconfortarse; Pide esté clemencia, sin ser escuchado, trata de zafarse, del anillo que aprisiona su órgano, lo aprieta el doctor, con más tenacidad, agárrale con los brazos, como si fuese pega-loca; Hasta que el cansancio, desahogo, logran vencer al titán.

La contraprestación fue tan aceitera, que Hermes asedió a su único requerimiento, de seleccionarle cuando él necesitase, un adolescente-zamuro, y enviárselo a su apartamento de soltero, ese hecho le prendió el bombillo a Hermes, para definirse en el mundo de los negocios, quizás el más lucrativo. Se recuerda, que en son de broma, en una oportunidad le hicimos referencia de la conversación, y usted con cierto enfado nos dijo.

“Lo que expuso, el señor abogado, son teorías de los filósofos griegos antiguos, de las diferentes concepciones, opiniones sobre el cuerpo, alma, y el sexo; Uno de los filósofos que se oponía con su teorías, al amor entre los hombres, era Aristóteles, pero como sucede siempre con los hipócritas, moralistas, resulta que su querida Erpiles, mujer de una belleza extraordinaria, pero que su pobreza la llevo a la puteria, hasta que se empato con el filosofo, cuenta ella, que además de su mal aliento, frialdad e impotencia en la cama, su cuerpo repugnante, su egocentrismo, fue amante del tirano Ermías, y de uno de sus esclavos, de belleza excepcional llamado, Mirmice, al que inicio, como dicen ustedes, desde su adolescencia como zamuro”.

La otra referencia que deseo hacerle, involucra al santo-doctor, que sin querer ser imprudente, usted le teme; El porqué, realmente desearía no me comentara sobre ello; Lo verdaderamente importante para mí, y está demás decirlo, que no se repita la conversación, la razón es obvia, cinco personas han muerto en circunstancias inexplicables, todos ellos fueron parte de la orgía, tres zamuros, y dos médicos, sus cuerpos lacerados por las torturas aparecieron casi simultáneamente en la zona del bajito, entre los basureros.

Los tres médicos contrataron los servicios, de igual número de zamuros, se fueron a la casona del doctor Cosme, que como es sabido, es inexpugnable, esa misma noche ejecutaron a dos de los zamuros, y uno logro escapar a nado, refugiándose en la calle de las putas; Esa noche nos encontrábamos Hermes, y yo, de parranda en casa de la madame Safira, avisada de la llegada del fugitivo, el cual era uno de sus cabrones, hizo que lo buscaran y escondió en uno de los sótanos, que tenia salida al lago, llegado en estado de crisis el joven, no paraba de hablar, en ocasiones divagaba, lo cual sometía a dudas lo que contaba, más aun tratándose del personaje, y en realidad yo no le creía un ápice de lo que expresaba sobre el doctor Cosme, en razón de que conocía, o pretendía conocer a las carnes de carroña que se ofrecían; Hermes introdujo la incertidumbre al llamarme a parte, y decirme –Adrasto, estamos metidos hasta los tuétanos, el hombre envía a su custodio de confianza a buscarnos, normalmente los que van no regresan, solo salen indemnes, los que tienen la suerte de que ese día, no sueltan el moño completamente. Los dos médicos perecieron en un accidente de tránsito, saliendo de la clínica del doctor Cosme, se les avino enfurecida una gándola de combustible.

Dentro de la Bulka reposa la humillación, los complejos, las intolerancias; Guardados están, con cobardía ancestral. El alma de los seres humanos se hace cobarde al no aceptarse, tal cual es.

martes, 12 de julio de 2011

Capitulo IV

-Así expresosé Calcante- El atrida Agamenón, con el rostro contraído, sus rangos monstruosos, mirada retadora, pómulos inflamados, boca amplia del criminal. La estocada de Calca, habíalo penetrado a la profundidades de su enturbiada, maligna alma, que dejaba traslucir sin dudas, sus intenciones. Moldeando su voz, para hacerla convincente, se despoja de sus armas, ordena que escancien el rojo vino, sin agua, puro, en las copas de todos los presentes, desatora su cara, buscando que el abrojo se haga rosal.

-Ocurrencias jocosas, que puede producir la demencia del amor, para las otras personas, pero nunca para el loco. Su razón, es la sin razón, que se tiene como tal, y solo puede ser considerada como razón, cuando se carece de ella, o se trata de fingir, para engañar, sin dejar de estarse engañando así mismo. De entre ellos, se encuentran los enamorados, amados, los caprichosos, consentidos. El saberse héroe, aún no queriendo serlo.

Urdidor es, y en su esencia recurre a la admiración que se le profesa, a sabiendas, que su destino es inalterable. ¿Acaso son desconocidas? Las angustias sufridas, por la madre del valiente Aquiles, la diosa Tetis. A su nacimiento, báñalo en las bendecidas aguas de Estigia, para hacerlo inmortal; De igual manera, no os ignoráis, que al enterarse del rapto, de la reina Helena, y nuestra decisión de ir a la guerra, lo sacó del gimnasio donde se ejercitaba, amaba, y era amado, por su inseparable Patroclo, enviándolo disfrazado de mujer a la corte del rey Scito, donde con su belleza, y su cabello dorado como el oro, deslumbraba a todos los jóvenes pretendientes. Siendo descubierta por la astucia del rey de Itaca, Ulises, quien urdiendo de su sabiduría, una inapelable estratagema, disfrazo de mercader, e inverosímilmente, entre sus mercancías mostro a todas las damas de la corte, armas deslumbrantes, esculpidas, con figuras alegóricas, a los inmortales dioses, en sus empuñaduras, que deslumbraban por su esplendidez.

¡Fijase el sagaz Ulises! en la mirada de avidez, codicia, con la cual, la más bella de todas las jóvenes damas, embebecida admirabalas, sin mostrar el más mínimo interés, por las otras mercancías.

Llámala aparte, y sin miramientos, pero con bondadosas palabras, dijole -¿Tú, eres el imbatible rey, de los invencibles mirmidones, el inmortal Aquiles? Debe serte conocido, la afrenta recibida, por el rey Menelao, todos los reyes griegos nos hemos involucrados, no tanto, por el honor del rey Menelao, sino por las ansias de aventuras, y lo que es más importante, por las riquezas que alberga en su seno, la amurallada Troya.

Otros intentos de conquista, realizaron nuestros antepasados, durante diez años lucharon ferozmente, en vano, hoy los dioses nos son favorables, pero si tú, no te nos unes, la desgracia de la derrota batirá nuevamente, a tan valientes guerreros-

Sus azules ojos, quedaronsé, fijamente posados en los del astuto Ulises; Una sonrisa de muerte, se dibujaba en sus hermosos rojos labios, paso su brazo, por la espalda del Urdidor, sin mediar palabra, comenzó a caminar, con él, habían atravesado los hermosos jardines, donde las aromas de las flores dejaban de emanar su invisible paz al alma, caían marchitas, presentían ellas, que el más hermoso de su súbditos, se alejaría para cumplir con su ineludible destino-

Pero, como dice el pueblo: El que nace barrigón, ni que lo fajen desde chiquito, el pollino, siempre será pollino, y de la raza burrera, con su misma inteligencia. Sin darse de cuenta, que el ofendido dios Baco, habíase apoderado de él, perdió no solo los estribos, sino que también casi excrementa los instentinos, por su soez boca, y cortando de un hachazo, lo que con tanto disimulo había construido, se dejo rodar por el tobogán, para caer en una sentina.

< ¡Estas, son coñoemadradas, del gay, transvestista, llamada la Rubia! > -Exclamó, Agamenón, y desahogándose con cagadas, continuo.

–A sabiendas por su madre, la diosa Tetis, de que si venía a está desmadrada guerra moriría, lo que quiere en realidad, es salirse e irse, con su Patroclo, para morir como un viejito en la cama, el vivir se le ha hecho habito, y cuando esto sucede, es porque se piensa en la muerte, porque por todos es sabido, que su inmortalidad esta en perecer, pero al parecer, se le han aflojado los cojones, y ha culipandeado-

En el palacio-carpa, emparapetados con todo tipo de objeto, lleno de trofeos, riquezas robadas, no se escuchaba, ni siquiera el sonido del viento, el mar permanecía estático como si fuera mármol, a todos los había petrificado, con su arenga; Su cuerpo transpiraba hediondez como la de la hiena.

-Okey; Voy, a entregársela al viejo Crises, pero yo me quedo con la que le toco a Aquiles, la Briseida- Se enredó el trompo, se insultaron, amenazaron, y, si no interviene la diosa Minerva, lo destaja el Aquiles con su enorme espada, que le había regalado, el dios Vulcano, al igual que su armadura mágica, a la diosa Tetis, para que se la entregara a su hijo, esté regalo se lo había hecho el dios jorobado, que así lo llamaban, porque quería acogerse a la bella diosa Tetis.

Apaciguados los ánimos, decidió el de los pies ligeros, Aquiles, retirarse de la guerra con sus valientes soldados, los más feroces, los mirmidones. La peste desapareció, con la entrega de Criselda, y las ofrendas que se le hicieron, al dios Apolo, para desagraviarlo. Sin embargo, y era lo que los griegos no se explicaban; Los troyanos barrían a los griegos, los habían hecho retroceder hasta las negras, cóncavas naves.

El compañero de Aquiles, Patroclo, se apiado del desguace que le hacían los troyanos; Se fue hasta donde su amante, y le dijo -¡Amado, si no queréis pelear, no lo hagáis! pero por lo menos, préstame tus armas, armadura, y carro, para que ellos crean, que yo, soy vos, les entre la culeria, y salgan espantados como perdices, cuando presienten su muerte. Aceptó él.

Salió el Patroclo, comenzaron a correr los troyanos, pero el más valiente de todos ellos, Héctor, el hijo preferido del rey Príamo, le echo cojones, enfrentándosele, matando al guevón de Patroclo, por meter sus pies en zapato ajeno. Feroz batallar, por las armas de Aquiles, carnicería en ambos lados, intervienen los dioses, y de entre una nube, rescatan el cuerpo de Patroclo, y las armas.

Corrida la noticia, como si la hubiesen transmitido por internet-yahoo; Llego a los oídos de Aquiles, enloquecido corrió, con la desesperación de un dragón herido, jalabase, arrapabase, sus amarillos, frondosos, bellos cabellos, abstruso no comprendía, negabase absorber lo absurdo de lo sucedido, por su terquedad, error, revolcaba en el arenal.

Logro recuperarse, cumplió con los ritos, e incinero el cadáver de su amado. Tomó su armadura, espada, ordeno a sus guerreros mirmidones, se prepararan para guerrear. Se enfrento al valiente Héctor, matándolo, arrastro su cuerpo, tres veces, alrededor de la amurallada Troya. A pesar, de su dolor, fiereza, el hijo de Tetis, por interpuestos mensajes de los dioses, que les parecía un sacrilegio lo que estaba haciendo, el de los pies ligeros, al tratar de esa forma el cadáver del héroe Héctor, y no permitir que le rindieran las horas fúnebres.

Lo convencieron de su error, y se encargaron mágicamente de crear una nube, que hacia invisible al rey Priamo, para que llegase hasta el poderoso Aquiles, atravesando el campamento, de los terribles mirmidones.

Ya en presencia del héroe, rogó, imploro el anciano rey, ante el abatido amante. Logrando conmover al inmortal Aquiles, con sus imploraciones, suplicas, consintiendo en entregarle el cadáver, de su hijo. Protegido nuevamente por la mágica nube, se llevó el anciano, lo que quedaba de Héctor, a Troya. Iniciaron las honras fúnebres, de Héctor, con lo cual termina la Ilíada.

Sin embargo, por investigaciones que se han realizado, para saber que paso con nuestro querido Aquiles, la historia más verosímil, es esta, que os voy a referir.

En la entrega, del cadáver de Héctor, se enamoró Aquiles de una hija del rey de Troya, Priamo, llamada Polixena. Ambos al verse sintieron el ineludible, inevitable, fogoso, impulsivo, fierro horadar de sus corazones, lanzado desde el arco mágico del travieso, Cupido, este, en una de sus tantas locuras, extrajo de su aljaba, dos flechas, con puntas de oro, que producen la enajenación en los amantes, las lanzo al centro de sus corazones, cegándoles todo entendimiento.

Prometió el héroe de los, pies ligeros, desertar del ejército griego, para unirse a ellos, si se casaba con él, Polixena. La virgen, hermosa joven, acepto. Acordaron la ceremonia, en el templo de Apolo Tymbreo.

Avisado el Paris, por el mismísimo dios Apolo. Lo espero el agraciado Alejandro, también conocido como Paris, guarnecido, protegido por las oscuridad, que emanaba de la noche, sin luna, Selena, Helena, acobijado tras inmensas columna, cómplices ignorantes de la emboscada fatal, que catapultaría a la eternidad de las letras al inmortal, Aquiles. Guiando Apolo, el camino fatal de la ineludible flecha, hacia el talón del magno héroe.

Ante está desgracia, los griegos se preparaban para irse, definitivamente. Cuando al astuto, vergatario, rey de Itaca, Ulises; Dijole en el oído, al comandante Agamenón

-Vamos, a prepararles una trampa. Construyamos un inmenso caballo de madera, como señuelo, colocamos en su interior azufre, y alquitrán, arriamos las velas de las naves, como si nos fuéramos, dejando las tropas escondidas lo más cerca posible, de la cuidad, que no reciban el viento de frente. Con toda seguridad, los troyanos, lo van a introducir en la ciudad, para festejar su victoria.

Cuando estén borrachos; Que como es sabido, el borracho, no le para a nada, ni a nadie, en su euforia, aupados por nuestros espías, encenderán el incontrolable fuego en el caballo, los gases que emanen, de la quema del azufre, y el alquitrán, actuaran como gases venenosos, muchos morirán, por las inhalaciones, otros saldrán en desbandadas, por todas las puerta, de la amurallada ciudad, esperamos que los vientos disperses, los letales gases, lo demás es pan comido-

Así, se hizo; Y fue tomada la ciudad. Esta, fue la primera vez en la historia de las Infamias de la humanidad, que se emplearon gases letales, venenosos, para ganar una guerra, el primer genocidio programado.

En esos tiempos, al igual que ahora, los bardos, poetas, escritores, eran unos pelas bolas, había uno llamado Homero, al cual le refirieron la historia, pasabasé pensando en ella, y hambre que viene, sin pedos con que solventar las tripas, que para estrujar, moldear, excrementar, no es suficiente el conocimiento, la contemplación, o el aire, porque así, como el bagre necesita la mierda para alimentarse, los humanos necesitamos los alimentos, para hacer la cagada, no hay momento que no se piense, en el yantar.

A los sucesos acaecidos en la historia me remito, y brevemente os contare lo acaecido a Buda, para dejar constancia de la verdadera necesidad ineludible, de la necesidad del embuchamiento alimentario.

Según una leyenda, Buda, comenzó a buscarse, a si mismo, su transcendencia, realización, ayunando permanentemente. Llegase a un rio, desfallecido, calaverado era su estado, cuenta se dio, que la vida se le escapa bajo el manto de una absurda decisión. Su figura se reflejó en el rio, asombrado quedose, en meditación hambruna, dijosé ¡Que vaina, es está! si quiero poder mental, autocontrol, meditar, crear un modo de vida, enseñar, necesario es el comer, así lo hizo, adquiriendo la imagen bonachona, de serenidad, inteligencia, sabiduría, transcendencia, que todos conocemos. A los ochenta tres años, murió de una congestión, habíase comido un lomo de puerco en mal estado.

Un buen día, se le ocurrió al poeta Homero, visitar la tumba del Aquiles, y mediante sacrificios y preces, logró que el héroe apareciese, ante sus ojos, fue tanto el esplendor explosivo de luz, que el bardo griego, ciego quedo, de sus ojos, por el resto de su vida. Pero en su mente irradio el poder del saber. Le fueron revelados, todos los detalles de la guerra. Dando origen a la más bella Epopeya, de todas las existentes.

Obra que al ser leída, penetrar en el alma, expresa las pasiones, afectos. Es la presentación en palabras poéticas, de hechos que ocurrieron, guiados por intereses, codicia, ambiciones, deshonestidades. Que al ser tomadas, por el poeta Homero, versificadas, las hace resaltar, embellecer, afinar, haciéndose parte de la conciencia colectiva, extasiándolos, paralizándolos, con las asombrosas hazañas, manipuladas por la creatividad de los espíritus creativos, que se apodera de su mente. Trastocando lo real, transformando en actos heroicos, hechos ordinarios de una injusta guerra, quedando plasmados los cuadros versificados, en un pasado absoluto, intemporal. Viéndose necesariamente obligados los dioses del Olimpo, a actuar en la contienda, definiéndose por uno de los bandos. Su vivencia, que de por si era anarquizada, se extremo por la contienda, hecho que significo que pasaran a la historia, y la fama en los inmortales hexámetros de Homero.

El bardo griego interpreta magistralmente la vida, pensamiento, de los griegos contemporáneos históricamente con él, sus ideales, sus temas preferidos, el tipo de relaciones sentimentales, amorosas, sexuales.

Haciendo surgir la tragedia como género literario. Homero, conocía la realidad acontecida, la dejo a un lado, para realizar su creación.

Claro es el Sol, en su amanecer, de ello hace memoria en la Arista de Diomedes. Sus versos, reveladores son:

“allí los peplos bordados, obras de esclavas sidonias
Que de Sidón trajo Paris, semejante a un dios del cielo
Cuando cruzó el ancho mar en viaje funesto y trajo
a la divina Ilión, a Helena, de ilustre padre.

En la Odisea, en los siguientes versos, reafirma ese conocimiento:
Tan sabias drogas tenía, Helena, hija de Zeus,
regalo de Polidamna la egipcia, esposa de Ton,
que el fértil suelo de Egipto engendra copia de drogas
muy variadas, saludables muchas y muchas letales”.

En otros versos, Menelao le dice a Telémaco:
“Por más que ansiaba volver, me retuvieron los dioses
en Egipto, por no hacerles acabado sacrificios”

-Quedose el maestro Platón, viéndome fijamente, cerro sus ojos, en su rostro asomabase un feliz sonreír, que translucías satisfacción. En realidad, lo deseado por él, era traspasarnos sus vastos conocimientos, de manera coloquial, y solo lograba bajar a ese nivel, con el hacendoso aguardiente, que como él mismo manifestaba.

-Mis muchachos, la verdad es elemental, clara como el sol, los hechos son los hechos, las verdades verdaderas, pueden ser transgiversadas, por la magia poética, embellecidas, pero no dejan de serlo; Precisamente la historia de la humanidad, es adornada de oropel, se dejan pasar, con intención, o sin ella, las verdades de los hechos, se transgiversan de mil maneras.

Recuerdo, cuando aún era niño, que en las películas, relacionadas con África, los indígenas originarios de esas tierras, eran para nosotros, unos villanos, que en su revueltas, asesinaban, a los pulcros, piadosos, dadivosos, blancos, sin importarles edad, igual sucedía con los indígenas de América.

Alejandro Magno fue un héroe, Napoleón un genio de la guerra ¿Cuántas seres humanos, suman, a sus cementerios? ¿Cuál, era el móvil, que los conducía, esas carnicerías?

En las cercanías de los recuerdos, todavía permanecen las imágenes horripilantes, la locura genocida, festejada por todas las monarquías de Napoleón; Un Hitler demencial, pederasta; Un Stalin sanguinario; Fidel Castro manipulador, desvergonzado, traicionero; Busch criminal, alcohólico, títere de las grandes transnacionales. Son tantos los casos de transposición, que ya se suceden sin asombro. ¡Y, lo paradójico, extenúate, inverosímil! que cada día, lo hacen con más facilidad, por el desarrollo tecnológico, la alienación comunicacional, siempre ha habido manipulación de los hechos.

Esa primera vez, la de los griegos, no planificada, pero si callada, aun hoy. Las consecuencias de un engaño pueden marcar, la vida de una persona, grupo, sociedad, civilización; Por infinitas generaciones, engarzándonos, herrándolos con sellos que se idealizan, pero que son desvalores; O, en realidad, los tenemos, venimos con ellos, son parte de nuestra esencia humana, de un alma, energía vital, estática, que no evoluciona, en sus instintos primarios.

La civilización occidental, sigue bajo el sometimiento de los principios más negativos, de los legados de la civilización Helénica. Somos el Apolo, traicionero, corrupto, tramposo, caprichoso, bisexual, sensible a las artes, vengativo, incestuoso, inteligente, engañador, audaz; Y los arquetipales dioses, creados por nosotros mismos, en expresión de nuestra interioridad. Cupido el eterno niño desmandado, que no muestra respeto alguno por la edad, posiciones, jerarquías, sexo, pasase todo el tiempo volando, husmeando, con sus alas de oro, disparando por doquier sus flechas armadas de lengüetas de oro, encendiendo corazones, o de plomo despertando el odio; Sin impórtale las consecuencias de su desfachatado comportamiento.

¿Qué travesura, ha hecho mi hijo eterno? Pregunto Afrodita.
¿Acaso alguna vez, diferencia ha tenido?
Le da igual, flechar con oro, o plomo, sin distinguir.
¿No lo ha hecho, hasta con el viejo Zeus?
¡Poniéndolo a fornicar, con los adolescentes humanos!
De Ares, amante de la batalla.
Matar, por puro placer
Su hermana Éride, eterna buscadora de motivos
Para armar, peleas, muertes, guerras.
Dionisio, creado disfrazado de niña
Para que no lo encontrara, la diosa Heras
Eterna engañada, del adultero, lujurioso, dios Zeus.
Así nació, creció, Dionisio, luego Baco,
Inventor del vino, las demencias embriagantes,
Bacanales, incitador del terror, alegrías,
Al ser, consumido, adorado, venerado.

Hermes Trismegisto, y sus Hijos, fuentes inagotables para la inspiración del intelecto, fantasmas que se posan, esconden, en la mente humanas; Psiquis, fantasiosa, misteriosa, escurridiza, lanzando su anzuelo, sin interrupción que cae al azar, en forma de joyas, coronas, flores, prisiones, abrojos, locuras psicóticas

viernes, 1 de julio de 2011

Tres Deseos - Capitulo III

Había, trabado amistad sincera con Platón, afirmada por dos litros de aguardiente, que le proporcionaba semanalmente, más el respeto, cuidado, exigido mantener hacia él, a los otros compañeros. Tiempos atrás, me había introducido en el aprendizaje, primero a fuerzas de golpes, a sabiendas, que me lo advirtió con antelación; Abecedario, absorbí con tal rapidez, dejándolo atónito, el leer fue cosa tragada, estragada, pan comido. Las operaciones matemáticas elementales, las practicaba a diario, sin saber, que así las llamaban.

Un sábado por la tarde, en el ocaso de su primera embriagues, extrajo, de su viejo maletín; Un libro, empastado en rojo-vino, apreciase a simple vista, que había sido frecuentado su interior, con insistencia, en su portada, se leía LOS CLASICOS, HOMERO, LA ILIADA, en letras color amarillo oro; Dejo, por un momento de atragantarse, con el poderoso tonificador, durante unos veinte minutos, me explico de que se trataba, hablo sobre el escritor.

En la esquina del bar, donde me tocaba la guardia, para esperar la salida de Mario, existía un alumbrado público, me senté en la acera, comencé a leerlo; Por primera vez mi mente, se extraviaba en las bellezas de las narraciones, sin darme de cuenta, se habían apoderado de mi mente, mi alma anidaba las hazañas de los héroes, de ambos bandos, los versos repicaban en mi mente como si fuesen melodías, que derivaban de una orquesta sinfónica, transportándome a un espacio infinito, ignorado, subyugantes, esa noche, sentí que se abría un universo sin límites, dando entrada a una luz que me hacia nacer; Cargue el fardo de huesos, carnes aún arropadas, forradas por la piel flácida, arrugada, de Mario.

Adrasto, una mentira, puede ser convertida en realidad, nos hacen pensar que sucedió, de acuerdo a los intereses, de quién los escribe, o de un grupo bien definido en sus objetivos. Cuando leemos, una obra épica, la epopeya de un pueblo, nos sentimos orgullosos, de pertenecer a la raza humano, viviendo mágicamente en nuestras mentes, esas hazañas preñadas de heroicidad, valentía, transportándonos a las fantasías floridas del poeta, alejándonos por momentos, de la insensible realidad tan sin sentido, y haciéndonos vivir en un mundo mágico, que se hacen eternos en el subconsciente.

Los héroes griegos, de la Ilíada, fueron unos saqueadores; Inventaron, la excusa del honor mancillado, como pretexto para invadir otra civilización. Por informaciones dispersas, con todo el propósito, se conoce que en ocasión anterior, habían intentado invadir a Troya, fracasando en su propósito. El rapto, o fuga de Helena con Alejandro, uno de los príncipes de Troya, fue un hecho real. Partiendo de ese acontecer sin trascendencia, normal; Un poeta, de ese acto de infidelidad, de una reina llamada Helena, creó una obra, con la Eterna Raptada, Selena, la Luna, nombres que le espetaron los bardos posteriormente, en sus inspiraciones.

En realidad, es un subterfugio para dar nacimiento al primer súper héroe; Aquiles. La Ilíada, es la obra de Aquiles, el ideal del hombre perfecto, en la incipiente civilización Helenista, cuna de la Occidental. ¡Mirá la actual! ¿Qué diferencia aprecias?-

De pronto, su rostro se transfiguro, con repugnancia, enardecimiento, de su boca, las palabras en percusión tronante, al brotar estallaban, por lo justo, y lo injusto, como remisión de la pena merecida, y perchando todo escrúpulo, se manifestó, con apiñamiento, abriéndole el apetito a su memoria, sin piedad, para que salieran, las corrientes de aguas putrefactas, ¡Quizás por cuánto tiempo retenidas! Se amartillo, medio litro de Pampero, el llamado caballito frenao, y haciendo perecer toda tolerancia, compostura, ecuanimidad, formalidad, en brioso, alebrestado potro, sin ensillado, bridas, ni estribos, se lanzo en desaforado galopear.

-Fugándose la Helena, con el troyano Alejandro; Deja con los crespos hechos al marido, en este caso el cornudo no se amileno, la gran puta en su escape, para acabarlo de escoñetar, se le fue, con todas las riquezas. Él había partido, para los funerales de su padre, bien poco le importaba ella, conocimiento tenía, que en recurrente demasía, gozaba lascivamente, sin perturbarse, con todos los demás reyes griegos, con seguridad sabia, que la putana, aprovecharía la ocasión, para marchase, por propia voluntad. En la travesía, la nave que albergaba los fugados enamorados, fue abrasada por una tempestad, obligándolos a maniobrar arribo forzoso, en Egipto. Retenidos por orden del rey Proteo. Ordenándole a Alejandro, y a su tripulación, abandonar Egipto, so pena de ser procesados, y ejecutado, por haber violado, la norma consuetudinaria, del hospedaje al necesitado, impuesta por el dios Hermes, trazador de los caminos del destino, indicador de los senderos de las vidas, a través de los mojones*, guías arquetipales, bifurcantés, causes por donde corren sin cesar las individualidades, engaños, dobleces, mentiras, robos, astucias.

Sin alternativa Alejandro, regresa a Troya, donde es príncipe; Dejando el rey Proteo, a Helena, con los tesoros robados al rey Menelao. El rey de Egipto, envía emisarios a todas partes, pregonaban ¡La reina Helena, está bajo protección del rey Proteo, con los tesoros, del rey Menelao, para entregárselas, a él! Resultaba, que poco le importaba, al rey Menelao, la infidelidad recibida, estaba acostumbrado, el objetivo real, la invasión a Troya. Convocaron, a todos los reyes griegos, que se mantenían peleando, entre ellos mismos, por cualquier nimiedad, y en permanente ofrendar, en festivales a los dioses, que los había para todos los gustos. En conciliábulo, fingimiento, disimulo, unánimemente, aprobaron unirse, para coadyuvar a la venganza, con el asidero, coartada legal, moral, de la afrenta recibida, por el rey Menelao; Cuando, los cabrones, sabían, dónde estaba la Helena-

En ese momento lo interrumpí, porque estaba entrando en proceso, de una descompensación alcohólica, lo cual significaba, el apagamiento del fuego antorchar de su cerebro. Dijele -¡Dígnese maestro, no se me mueva, que ya regreso! Salí espitado, espoleado, cómprele una garrafa de pecho cuadrado, Santa Teresa, el original, y dos arepas, tumba ranchos, de las súper, con tocino, huevo, jamón de pierna, mayonesa, mostaza, salsa de tomate, comió embardunándose, bebió copiosamente, para que el rio báquico, moviera los obstáculos, de la taponera comida; Se translucían, en sus verdes ojos, que se repotencio con el embuchamiento, esputo saliva, prosiguió.

¡Verga, donde íbamos! < ¡Ha, si! > Llamaron, a todos esos ociosos, que vivían en campamentos militares, en constante, permanente, ejercitar, desde la primera infancia, adolescencia, la palestra, los cuerpos abrazándose en la lucha, completamente desnudos, los gimnasios para moldear sus hermosos músculos, cuerpos, haciendo más atractiva la belleza masculina. La magia de los masajes, la fascinación de la seducción, el culto al falo, nalgas, pecho, al cuerpo en su totalidad. Reflejados en las esculturas, que servían de símbolos ideales, del físico perfecto. Practicando libremente el amor, entre ellos mismos; Hecho que se arraigo, igualmente en el pueblo.

Nombraron como comandante, al rey Agamenón, hermano de Menelao, el afrentado. Detenidas en Áulide, las cóncavas naves, retrasabase la partida, miles de ellas inertes, comenzaban a incitar, a los inquietos guerreros a desertar, los vientos escondidos, en espera de la orden del Olimpo, para abultar las arrugadas velas. Los reyes, exhaustos, de tanto arengar a las tropas, y escanciar la fermentada uva, deciden consultar, a uno de los brujos de esa época, a los cuales llamaban augures, siendo el mejor, el más reputado; Calcante el Testórida; Quien era un verdugo interpretando los oráculos del dios Apolo, hijo predilecto, del manda más de todos los dioses, Zeus. Se mantenía esté, el dios Zeus, en constantes metamórfeo, acechamiento, buscando huecos, sin importarle de que sexo fuesen.

Requerido, el oráculo, en el templo de Delfos Contéstale Apolo, por medio de las sacerdotisas. –“No, se liberaran los Céfiros vientos, hasta que Ifigenia, hija de Agamenón, y Clitemnestra, sea sacrificada en el Ara de la diosa Diana”- Su padre, Agamenón, generalísimo, jefe, de jefe, de los ejércitos griegos, codicioso, ambicioso, sin escrúpulos, como era, acede, a tan cruel asesinato, escríbele una carta a su esposa Clitemnestra, donde le informa, que ha concertado la boda de su hija con Aquiles, la envié inmediatamente a Áulide, el campamento donde estaban atrincheradas las naves como si fuesen bloques de cemento, en un mar muerto, sin brisas, ni oleajes, para la realización de la ceremonia nupcial.

Engañadas la bella, tierna, Ifigenia, y la madre, por el vil monstruo; En la consumación del holocausto, cuando van a degollar a Ifigenia, se apiado la diosa Diana, siendo sustituida por una cierva, y entre nubes mágicas se la lleva a su templo en Táuride, el templo de más importancia de la diosa, haciéndola su sacerdotisa. En ese templo se sacrificaban a todos los extranjeros que arribaban a sus costas.

Raudos acudieron, presurosos los invisibles combustibles naturales de las embarcaciones. Pusieronsé en marcha, las miles de naves. Llegaron a la prospera, rica, Troya, guerreando durante diez años. En el nueve, los troyanos imponiansé, estuvieron a punto de darles jaque-mate a los griegos. Aquiles, el más valiente, mejor combatiente griego, cogió una de palo mío, y señor, porque el Agamenón lo despojo de una mujer, botín de guerra, llamada Briseida, ese fue el inicio de la discordia. Pero los antecedentes fueron los siguientes.

Constantemente, ante la incapacidad para tomar la ciudad amurallada de Troya, se dedicaban a asaltar, destruir otras ciudades vecinas, siendo una de ellas, la del rey Crises. A los hombres, ancianos, y niños, sobrevivientes los degollaban. A las mujeres se las llevaban, y repartían entre ellos, prostituyéndolas, haciendo sus amantes o sirvientas; En ese reparto Agamenón, eligió a la hija del rey Crises que además de rey, era sacerdote del dios Apolo.

El rey agraviado Crises, confidencio con Apolo, presentándole sus quejas contra el rey Agamenón, por sus actos vandálicos, criminales. Manifestó la situación, de que habiendo ofrecido al Druida, como también se le conocía, cuantiosos rescates, negabase a entregarle a su hija, consagrada para servirle a él; No había manera de aflojarle los tornillos, habíase enamorado con terquedad caprichosa. Los lascivos dioses, que se pasaban todo el bendito día, y noche, comentando sus aventuras, metamorfoseándose, agarrándose, peleando por cualquier pendejada; Que si está, era la más bella, cual era el más pícaro, el que mejor cantaba, interpretaba los instrumentos musicales; De acuerdo estaban con el ofendido rey; Exigían la devolución de la bella, aromática Cris.

¡Arrechase el dios Apolo! mándales un gripón, de la puta madre, como la peste negra, caían como pajaritos los combatientes, sin combatir, vomitando sangre, o el vino, porque bebía como animales. Meditando el de los pies ligeros, que así apodaban al Aquiles, porque era hijo, de una diosa nombrada Tetis. Este Aquiles, era como Súperman, al cual lo joden con la kritonita; A, Aquiles, únicamente podían matarlo, si lo flechaban, o le escoñetaban el talón. Al nacer, su madre la diosa Tetis, lo introdujo en las aguas Divinizadas del Estigias, para hacerlo inmune a la muerte, agarrándolo de uno de los talones de su pie, para sumergirlo, razón por la cual ese era su punto vulnerable.

Cuando los griegos, se preparaban para la guerra, fueron avisados, por el vidente Calcante, que si el rey de Tesalia, que no era otro que Aquiles, y sus aguerridos, imbatibles, guerreros, mirmidones, no acudían a la guerra, serian derrotados, por los Troyanos.

Quedamos, que en el año nueve de la guerra. Los aqueos que así llamaban también a los griegos; Eran exterminados, como moscas de pescadería, por una rara enfermedad; El Aquiles, llamo a Calcante; Y le dijo -Viejito, vos soy amigo del dueño, verdadero poseedor del oráculo Délfico; El Apolo, que como es bien sabido, con engaños efusivos, mostrándose afectivo, al dios Pan, logro que esté le revelase todos los secretos oraculares; Quedándose el pendejo dios Pan; Como dice el dicho, sin el pan, y sin el queso, pasando a ser un dios de segunda, por deslenguado, hablador de guevonadas, no llegando ni siquiera a hipofeta-
Dirigíose el viejo Calcante, al más famoso templo consagrado a Apolo, el de Delfos, en su entrada, podían apreciase, talladas dos máximas.

“Conócete primero a ti mismo” “ Puede entrar al templo, quien sea Virtuoso” Las preguntas, y los ricos presentes, eran recibidas por unos sacerdotes, quienes se encargaban de hacérseles llegar, a las sacerdotisas, las interrogantes, inquietudes del implorante; Ellas las interpretaban como receptoras del oráculo; Antes de penetrar en los misterios, injerían, absorbían, sustancias alucinógenas, es decir, después de endrogarse, daban la repuesta, siempre en parábolas, especies de adivinanzas, o mensajes, que podían referirse, a cualquiera de las partes en conflicto.

Como le sucedió, al rey persa Darío, que consulto a través de sus augures, antes de comenzar la conquista de Grecia, a las endrogados sacerdotisas, y estás le dijeron -“Un gran rey, conquistara toda Asia” El enajenado Darío, se la cogió para él, cuando en la realidad, era el perdedor-

-Hizo el maestro un interviú, empinase la botella, y de un solo trancazo, sin resollar, descongestiono, un cuarto de litro. Continuó, el maestro Platón, abotagado por el legayaso-

-Al rato regreso el Calcante, todo compungido, amarilloso de miedo, cagantina se le olfateaba; Llamó al Aquiles y secreteando. Le confidencio < ¡Por Zeus, el Agamenón; No pega, bola, en el boche*! > El Apolo esta, no arrecho, sino arrechísimo, y así me caigáis a coñazo limpio, ni por la jodida, de mi madre, que fue la que con su perorata, me decía. -¡Calquito, vos naciste pa’ brujo, y de eso, vais a vivir- Toda la vaina, de la peste, acobardamiento de los guerreros, viene por haber invadido el reino del rey Crices, y haber tomado de botín de guerra a la Criselda, su hija predilecta, consagrada para servirle al mismísimo Apolo. Resultando que el viejito Crices, el padre de la hembrota, es panadería burda del Apolo, y hasta que no se la devuelva a su padre, estamos jodidos. Yo, Aquilito, ni cortándome lo cojones, se lo digo, así que anda vos, y trata descongestionarlo de su ceguera-

Llegase el Aquiles, hasta el rey Agamenón, le manifestó lo que decía Apolo, por intermedio de las videntes, y del Calcante; Iracundo, rojo morado, con los ojos desorbitados; De lo más hondo de su ser, surgió un estruendoso, escalofriante, paralizante, grito.

< ¡Viejo lujurioso, sedicioso y lascivo; Engendrado en el túnel del pecado, por una madre sellada por los mismos demonios del averno, en noche de orgia bacante! > ¡No me lo vais a sacar! ¡Primero, me hacéis perecer a mi hija! ¡Ahora, me queréis terminar de emplastar, con los residuos desechados por nuestros orificios anales, quitándome la hembra que me saca, hasta los tuétanos! ¡Os, voy a hacer una pregunta! ¿Estuvisteis en los Bacanales, con el senil Cadmo, y el ciego Tiresias? Quedose mirándolo, sin verlo, el ciego Tiresias.

¡Muchachos, disculpen! es Calcante, no Tiresias, pero el Tiresias que era otro augur, y ciego, el de la tragedia de Sófocles Edipo REY, es quién le manifiesta a Edipo la causa de la peste devastadora que exterminaba al pueblo de Tebas, convirtiéndose en un ciego errante, por propia voluntad al enterarse, que la causa de la mortandad era él mismo, al haber dado muerte a su padre, haberse casado con su madre, y procreado tres hijos con ella. De ahí viene lo que seguramente ustedes han escuchado, más de una vez, el Complejo de Edipo, concebido por el doctor Segismundo Freud, en el cual establece el sentimiento de parricida de los hijos varones, al sentir celos del padre, por el amor sexual que se le profesa a la madre.

El Tiresias también andaba en la rochela, a la cual se refería el Agamenón –Rectificó, afirmo, el maestro Platón-

–Bueno la cuestión, es que Calcante le contesto al rey Agamenón.

-Con palos encima, siempre andamos, uno de los acompañante, el mejor, y eterno, es el hijo de Semele, que no es otro, que nuestro muy amigo, el dios Baco, quien invento el licor, librándonos de los dolores, y de las infinitas miserias, cuando nos hartamos con él.

Feliz el bienaventurado, que vive los misterios de Baco, también llamado Dionisio, abandonando todo lo escondido, en su alma. ¡Oh, purificador divino! que aun en esta vejez, decrépita, me pones a danzar, como si fuera un adolescente, sobre rojos lotos lujuriosos, llenos de lozanía, entregándonos al sueño, o la realización de todo lo deseado, para hacernos dichosos.

Cuando el sabio encuentra ocasión oportuna, no es difícil que hable bien, voluble es la palabra, y en la ebriedad báquica, surgen mágicamente, con atrevimiento, sin trabas, ataduras, insensatamente, elocuentemente, sin juicio alguno. Tal, es la tarea del profetizar el porvenir.

¡Desorden, locura, extravío de la razón! Pero más locura, hay en el bestial hombre, que sin ser poseído por el divino dios, tiene los cojones de sacrificar a su hija, para conservar el poder, y cuantificar sus riquezas. Por otra parte, no creáis que el mandar es eterno, ni vale tanto, entre los hombres, te siguen la corriente, pero al menor descuido, te joden, vos actuáis como si fueras incólume, al destino mortal, que mal hacéis en no pensar lo que te depara el futuro ¿Acaso no pensáis, que Clitemnestra os odia acérrimamente? ¿Creéis que la razón es más fuerte, que los sentimientos?

Amanecéis la primera vez desnudo, del vientre de la madre, al salir a la fuerte iluminación de la vida, te ciega o te concede, el poder de la modestia, el primero te hará vivir siempre en las irrealidades, caminaras sin cesar, entre los espesor de los vapores, de la nada, estrellamientos negruzcos, entre vértigos te acompañaran, a duras penas, pensaras que estas avanzando, pero la realidad, es que el tiempo no cuenta.

Nos despojamos de las vestiduras, que encadenan nuestras apetencias, y nos sumergimos sin dilación, con ofuscación, en ese rio fangoso, subterráneo, del pecado, para ya no poder volver a tener, la más mínima esperanza de virtud.

Fingir engañar, ahogados en esa demencia sin tregua. Vivir eructándola, malicientemente, hasta apagarla. Y, aparece cuando menos se espera, ese grito inaudible, que hace estallar el alma, y la ruina buscada, es encontrada. La pasión, codicia, ira, en breves segundos se convierte en un tortuoso dolor, no hay nada más temible que el celo, la vanidad intempestiva, embrutecida.

La Modestia, en cambió, enseña el manejo del carácter, honra, y es luminosamente moral, es el instrumento para el manejo de la virtud, crea el éxito pues es el verdadero camino al cielo, hacia el verdadero Dios.