domingo, 12 de agosto de 2012

LILITH


El amante oficial de mi tía, Mario, decidió divorciarse de su esposa para casarse con ella, ya los unían los dos hijos varones; Él procedía de una de las familias pudientes, con apellido de tradición, abolengo. Trabajaba como gerente de una cadena de almacenes, los más famosos de ciudad; Alquilo una mansión en las riberas del lago, compro muebles nuevos; La vivienda de la calle Palón ,su antigua casa, a su vez fue alquilada, pusieronle de condición a quien la regentaba, que se me permitiera continuar viviendo en el ático, pagándoles el alquiler con los servicios que ya les realizaba a mi tía; Me sentía feliz, por primera vez gozaba de privacidad, tanta felicidad producían desasosiego.

Una tarde, se presento Mario a su mansión en las riberas del lago, antes de la hora acostumbrada, eufórico, acompañado de varios de sus amigos de la infancia, que a medio palo, cuando en verdad se disfruta la ebullición de la ebriedad, traían varios bocachicos ya preparados, adobadas, rellenados con frutos del lago, verduras de los andes, para ponerlas a asar en una enorme parrillera, bajo las copiosas, elegantes palmeras. Vehemente, lleno su corazón con intensidad afectiva. Al entrar a su dormitorio, estaba mi tía, en plena faena, con dos adolescente en la cama matrimonial; No era la primera vez, desde su convivencia adultera, en el barrio se comentaban a voz pópulos, sus andanzas insaciables de sexo, siempre con jóvenes. Enloqueció Mario, pero su locura no fue de ira, se entregó desbordadamente, definitivamente al aguardiente.
Mudase para una pensión, en el mismo centro, cercana ella al aposento donde vivió sus momentos más felices, en la calle Palón. Iniciaba su faena alcohólica a partir de las tres de tarde, dejándoles a los empleados de su confianza las obligaciones inherentes a la gerencia, y cerraran a la hora establecida, las siete de la noche; Pronto se dieron cuenta los dueños, en varias oportunidades lo aconsejaron tratando de no perder a tan eficiente gerente y apreciado amigo; pero como dice el refrán; Más jala un pelo del papo, boño o vagina, que cien bueyes juntos; Él estaba enajenado, por el amor de mi tía; En varias ocasiones, había tratado de que se reconciliaran, hasta el momento que se le apareció un abogado, contratado por ella, para proceder al divorcio.

Mario, poseía una abultada cuenta bancaria, dos casas, y otras propiedades, finalizado el divorcio, se hizo la repartición.

Termino por perder el trabajo; Mi tía, parió una hembra, del joven con quien se encambrono; Y, de ahí, en adelante, fue como deslizarse el pobre hombre por una pista descendiente, montado en dos patines marca Winchester. En una ocasión la dueña de la pensión donde vivía Mario, llamó a sus hijos para informarles que tenían que llevarse a su padre, por cuanto debía casi un año del canon de arrendamiento, encima de eso, cada vez que se los reclamaba, estaba como una hora riéndose, y, para cerrar con broche de oro, vivía todo el tiempo borracho, no se aseaba, peleando constantemente con los otros inquilinos; Entraron los hijos a la habitación, jurunguearon todo lo existente, en una caja adosada al retrete encontraron cientos de miles de billetes, dos libretas de cuenta de ahorro bancario, que al ser verificados sus saldos, casi los hacen infartarse, por la cantidad de dinero en depósito.

Hablaron con su madre, ella con los inquilinos de la casa de la calle Palón, les había ido de maravilla, los escuálidos salones los habían emparapetados con cartón piedra, dividiéndolos en cuartuchos, para alquiler por hora, a las putas de la calle; Exigió mi tía, que mi cuarto en el ático, cambiara de inquilino; Trastocaron mi pequeña habitación para instalar a Mario; Asignaromen para dormir el saloncito-túnel, donde estaban los barreños, en una cama de lona desarmable.

La riqueza súbita en el pobre, dura menos que la hediondez de un pedo en un chinchorro, la razón es obvia, se gasta en todas las frivolidades, pendejadas, tratando de imitar la vida de los ricos. En sus almas surge una necesidad irrefrenable,  de que todo el mundo sepa, que se posee dinero; Inventaban fiestas fastuosas, rochelas, que terminaban en escandalosas reyertas, ya en varias ocasiones habían sido citados a la prefectura de policía, por quejas de los acaudalados vecinos; Se deja de trabajar y el sueño desaparece, como una frágil mariposa.

La huida se hizo necesidad, no podían mantenerse en una cima que a diario se desbarataba por no poseer bases, las existentes eran como las candilejas del teatro que al terminar la obra, se apagan. El dinero de Mario sufrió el mismo deslave, apenas una partecita gastaron en él; En un breve tratamiento para desintoxicarlo, el verdadero problema de Mario era su amor persistente, decidido a ofrendar su vida, que en realidad no le pertenecía; La permanencia nuevamente de mi tía en la casa y la asidua presencia de su amante, aligeraría su carrera desenfrenada a exterminarse. Es droga el amor, muy poderosa que lo ahondaba en profundidades Abismales.

Me había convertido, en el consentido del taciturno, incógnito, hombre del mecedor, el maestro Platón, que así lo llamaban, por haber sido un gran profesor, en algo que referían como filosofía; Y de tanto beber, sin saberse el por qué, perdió la sobriedad, familia, trabajo, estima; Frenando definitivamente, e instalándose en los predios del mercado, donde su sabiduría lo convirtió en oráculo, disolvente, sentenciador, para resolver los problemas cotidianos; Los mayores siempre terminaban, en muerte, mutilaciones.

Inframundo, que alberga, aglutinan, todos los declives que pueden operarse en el transcurrir de la existencia, de los que nacieron para ser miserables y los que se hacen por propia voluntad, o carecen de ella.  Sobreviven cada uno dentro de su mundo, sin más tormento que alimentar, su vicio, fantasía, opresión, obsesión, fuese está, de cualquier naturaleza.

Existía, una gran similitud entre Mario y el maestro Platón; A ambos los desbaratos un problema amoroso, prendiéndose de ellos con perturbación inaudita.  Mario atraco en los bares del malecón, donde se albergaban los iniciados en los secretos de las miserias humanas, prevalece en ellos las misteriosas necesidad de la locuacidad, hablar, contar, expresar, darse a conocer lo que fueron, son torneos, que siempre terminan hablando alborotadamente todos al mismo tiempo, sin decirse nada al final, recordar sus infancias, adolescencias, adultez, esos momentos donde se fijan las imágenes como en un film, que nos da la idea de una brevedad en la vida, sintetizada solamente en el comienzo y final de los actos ocurrenciasdos, lo cual los conduce inevitablemente al llanto.

Platón, hizo arribo forzoso en el mercado Principal, tenían el mismo objetivo, suicidarse con lentitud, viajando constantemente en naves de ilusiones, donde desaparecen las enardecidas realidades de la vida, transfigurándose en un éxtasis, en hacha de fuego, que al no dejarla apagar, navegan hasta llegar al puerto donde ya se deja de sentir, sufrir.

Me encomendaron cuidar a Mario, estar pendiente a las puertas del bar donde acudiese, para trasladarlo a la casa; Salida que siempre era lastimosa, sacaba fuerzas sobre humanas para poder arrastrarlo, ocasionalmente, algún conocido ayudaba en el caótico transporte.  En una ocasió Mario se detuvo, en unas de las banquetas del malecón, quedose mirándome, como si fuese la primera vez que me veía, hizome seña que me sentara a su lado, sus ojos hipnóticos, adormecidos, narcotizados, despedían un magnetismo aletargados, sin fingimiento ni disimulo, me dijo.  ¡Fui engendrado por la noche, sin el concurso de ningún ser humano!  Soy la venganza y el castigo, nadie escapa de mi poder, dirijo el destino, premio al virtuoso y destruyo al soberbio. ¡Castigo a las putas infieles, porque, doblemente son putas!  Hago que concluyan sus últimos días pordioseando; Pasoles al lado y les digo; Si te vi, ni me acuerdo.

Conocí, a la agraciada, provocativa hembra, en el bar El Coral, antro de envenenamiento del alma y del cuerpo; Esa primera noche, dormí encamado con ella; Entre mis normas de putañero, la principal era no hacer amistad con putas; Pero, la picada fue emponsoñonza, infesta; Porque las mañas, inteligencia, maldad, de las verdaderas putas es superior a la de cualquier ser humano.

¡Localizado un intersticio! por donde descuartizar el alma y la carne, del iracundo enamorado, dejan únicamente los huesos y pellejos para que lentamente, él mismo se suicide. Escupida el ánima frutal, del alebrestado falo, sin dejarlo pasar ni una cuarta parte, en su recinto vaginal. Porque, de tranques vulpinos, genios son, fierecillas engendradas, en el mismo inicio Primigenio por Tártaro, Caos, en el mismo huevo incubado por la Noche, de donde escapó Eros protegido por el infinito Nigredo, cubriendo con la negritud todo lo existente, en su hermana Tierra.

Ya, la substancias de ellas se presentía venir, en los tiempos aun no comenzados, para dar a entender, que su orificio huecal, existencial, guerras desatarían, legiones de esclavos tendrían.
Todas alegan, jurando por la Virgencita, de hinojos, con lagrimas que ríos hacen, que poco han sido trajinadas; Dicente ¡Que me atormenten, en todos los Infiernos, si mi mente, pensamiento insano ha asomado!  Pero, con la astucia de su padre “EL DIABLO” Van hiriendo como las horas transcurridas, y con la última te matan.  ¡Y, si te atreves a refunfuñar! el enloquecido Caos, agitado con su fusta ciega, que se le va y viene, de tan arduo trabajar  ¡Exclaman con serenidad de estatua!   ¡Poco te importa el gran dolor que me causa tu verga descomunal!   Y, uno de maricon, se traga la píldora, sin liquido alguno, bajase el rolito, esconde su cabecita, casi desapareciendo, refugiándose lo que queda, entre las desmedidas bolas, acrecentadas en la vejez con insolente desvergüenza, por haberlas mantenidos acurrucadas durante tanto tiempo.

Momento donde la grandísima puta, comienza su derroche de lagrimas, entre ayees y suspiros.  Porque como dicen, desde la más remota antigüedad, lo más grandes sabios, eruditos < ¡La puta, es un demonio, con forma de mujer! >  Tienen su veneno en el alma, por fuera son encantadoras.  “Uno piensa” ¿Cómo no he poseer esas caderas, y esa vagina si no hay ningún engarce en el futuro?  Es allí donde se cae en el infierno; Lo que piensan, nunca lo hablan, lo que aparentan, no lo hacen, trata uno de calmarla, erguido el pecho, por el piropo recibido al fálico organito.

¡Tres veces negado seré, antes de que cante el primer gallo! Dijo, Jesús Cristo; Así, sucedió; Tres veces fui a la Catedral, a implorarle al Señor; Pero ya el pacto, al igual que el pobre doctor Fausto, estaba firmado.  Montado en la mula, lo que queda es abrevarla; En convencimiento, seguridad, que tan esplendorosa equina, me conduciría por el camino real tanta veces buscado, y en establo seguro terminaría mis días, porque la casa, no es casa, dicen los sabios, los profetas, si no hay una mujer que te quiera; Un hogar, no lo es, si al despertarte no absorbes el inigualable aroma del amor de una mujer.  Anduvo erguidita, hasta la mitad del camino. En ese breve andar, no me cansaba de horadar, primero con el falo sus labios verticales, néctar hirviente de la mora que pegajosamente se adhiere; Luego al comenzar a pistonear, el traicionero, autónomo, escurridizo pene, imponíase la utilización del órgano lenguaz, saboreando los ácidos bicarbonatados.  Nada vale contra ese reptil indefinido, con forma humana.  La verdadera puta, es como la hiena, insaciable en su hambre; A medida, que mas me emponzoñaba, con premura siempre excusa tenia, comenzaron a rodar las falsas lagrimas, risas, luego las mentiras; Ellas las guardan en el mismo cajón, tal como si fuese un televisor, con control-remoto para cambiar a su antojo los canales.  Sus ojos  son como un sol eclipsado, que deja brevemente de alumbrar, para luego hacerlo, con más arrechera, hasta quemarte.

Así, caí en la trampa, comencé por deshacer todo lo hecho, le fue fácil hombrearme, con sus duras carnes, su batidora lengua, que si, el cielo existe, las cucas de las verdaderas putas, es el preámbulo, para llegar a él.  Lomito tierno, piel suave como las telas de algodón; Tetas duras, coronadas por un eterno clavel rojo, siempre naciente; Manzano culo, baboso molusco, valiente aguante sin chistar, que tritura con su contorsionar; Caderas sobresalientes como los muslos de la fina yegua; Piernas sin arrugas, estrías, venas azuladas, ni olor a viejo, que dejaba en agotamiento precario al mal trecho falo, cuando lo desease, torciéndolo, retorciéndolo, estrujándolo, bamboleándolo, oscilándolo, sin darle tregua, descanso, desbarajuste, taladra, perforar, mamar, anarquía, que no permite división, cruce, escape.

De modo que me divertía, a cojones batientes, como las velas de un barco, en el océano Pacifico, cuando esté se emputa, desafiando, tragándose, defashaciendo, todo lo que se le atraviesa.

La transgresión, se hizo amor endiablado; Ya le era inevitable mentir, es ahí, cuando comienza el verdadero engaño, urdir, hacer madejas;  Uno niegase a escuchar las verdades, que son más que evidentes, termina amistades, hermandades, los desfolla.  Piensa El hijo de puta, quiere cogérmela-  ¡Desmadrado!  Sabido es que las putas tienen en la boca miel, que es hiel; en las manos un rosario, que es una pistola.  Sin úntame vaselina, para que rodara el coñazo, y mentol Davis, para no hinchar las venas, sin ningún acobardamiento, brincando como una yegua salvaje, relinchando, la consigo atosigada, con un guevo en la boca, y otro falo aprisionado en su culo, y para acabar de escopetarme, de dos niños no salidos aun de la adolescencia.
En mis adentro, se arremolino una tormenta, pero ya mi voluntad no me obedecía, era de ella; Tramoyando la tempestad, me la hizo suave, sin viento.  Apenas balbuce ¡Cuaima!; y, con la dignidad, del apestoso, pestilente, repugnante, la perdono, sin sentir furor, fiereza, indignación; A partir, de ese momento, quede sellado, como el pobre Caín.  Es un estado anímico, donde ya no existen, los valores elementales, decencia, respeto, fortaleza, resistencia, hacia uno mismo, sé es, un cadáver insepulto.

He sido un insecto desde mi nacimiento, tunante miseria deseada, servilismo rallante en la esclavitud, encerrado, atado en esté laberinto.  Mi mujer, hijos caricaturas crueles, diabólicas; Aparentemente mi muerte resolverá sus problemas, nada más falso, porque el verdadero problema, es esté mundo es el egoísmo, soledad, traiciones, inhumanidades sin sentido.

Un día me desperté Adrasto, sin saber que en mi mente sería el último normal de mi vida; Lo deseche como lo había hecho con todos los demás, sin darle importancia, deseando terminara, para que llegará el otro, en esa ansiedad que martilla buscando la nada, sin esperar ninguna realización.

Al despertarme en la madrugada, un titánico cansancio me agobiaba, como si todo lo experimentado, se hubiese convertido, concentrado, en algo solido, sobre mi cuerpo, impidiéndome movimiento, arrastrándome logré entrar al baño, en los espejos se reflejaba el cuerpo, en mi rostro grandes tumoraciones, de donde se desprendían escarchas de infestas purulencias, sobrepuseme, continué observándome, poco a poco, me fui dando de cuenta que mi rostro era el mismo, decrepito, envejecido, corroído por las enfermedades. Con tenacidad se asomaban como si fueran las arenillas de una playa, todas, y cada una de las marrumancias que había cometido.  Pero igualmente aflorando con ellas, las enseñanzas guiadas por una conciencia, para darme cuenta de que mi monstruosidad verdaderamente, se alojaban en mi alma, permitiéndome juzgarme como humano, en posesión de sentimientos, del miedo que es esencialmente lo que nos hace vivir realmente, darnos cuenta que existimos en un estado único, privilegiado, que es el de poder respirar, porque mientras lo hagamos existe un futuro, no importa su naturaleza -
Calló, quedose mirando el lago, las olas se estrujaban, violentamente contra el malecón, como si trataran de imitar a Mario, en su locura.  Ruidoso atronar, para deshacer la mole de concreto armado que frenaba su baile ondulante, sin conocer el propósito.  Llegó, la marea baja, el lago sereno traslucía serenidad; Contrastaba, con el incendio perpetuo de Mario en vacuidad, desollar el alma, desahogar su mente, le permitió por esos minutos ser nuevamente, el loco racional que somos todos los que actuamos, de acuerdo a las reglas.

Dijomé, con un rostro lastimoso -Adrasto, como ansió los días de mi infancia, todo me era dado, amor en demasía, cuidados, estudios, viajes, tantos que en la inconsciencia de la adolescencia, uno se revela con odio hacia esos seres humanos, que lo sacrifican todo por hacernos felices, es la única etapa donde en realidad se vive,  porque desconocemos la existencia de la vida.  La serena soledad del alma, invita al sueño último, verdadero; Un solo acto de voluntad y todo queda en el olvido en esa nada, a la cual nos dirigimos, sin atajos, abatiéndonos, acechándonos, rodeándonos, para luego apretarnos sin sorpresas que alegar, porque toda Ella, está anunciada desde el nacimiento, o quizás siga con nosotros después de la muerte, en esa peregrinación, la cual nos está vedada conocer, en esté breve transitar terrenal, sabemos, marcamos los sufrimientos, dolores.  Los momentos felices no los apreciamos y como si fuesen carbones ardientes le huimos.  Solo Dios sabe la verdad.