sábado, 3 de septiembre de 2011

CAPÍTULO XIII

Estaba en la casa un niño de trece años, pequeño para su edad, delgaducho, ojos inexpresivos, su rostro cubierto por el acné, no había pronunciado palabra alguna, a pesar de todas las bromas, e insultos, que le hacían como para provocarlo; Oso Blanco se levanto, en realidad si se le observaba con detenimiento, el tipo era bien parecido, de modales finos, y se controlaba como una máquina; Se acerco al niño, extrajo de su bolsillo un revolver calibre veintidós, de cinco percusiones, se dirigió al niño, puso el arma en sus manos, eran como las seis de la tarde, mirándolo fijamente le dijo –Josué, querías un chance, hoy te voy a dar, vamos al puente, nosotros te vamos a mirar desde arriba, Elías, debe estar completamente borracho, ¡Mátalo!

Efectivamente, Elías, no solo estaba ebrio, sino también dormido boca abajo; Al sitio se dirigió Josué, estábamos arriba quince personas observándolo; Como si fuese un robot, se le acerco, puzole el revólver en la nuca, asentando el cañón con la carne, sonido seco del primer disparo, hizo un breve eco, volteo el cuerpo ya inerte, con pasmosa insensibilidad, descuajo los otros cuatro balazos en su pecho, todos, sin excepción lo aplaudimos, él regreso, un rictus diabólico abrían paso a sus roídos dientes. Elías, era un hombre como de cincuenta años, de los cuales entrando y saliendo de la cárcel, había pasado más de treinta, hacia ocho meses se encontraba en libertad condicionada, y habíase dispuesto a desplazar a la banda del hospital, que así los denominaban, en el negocio de las drogas; Oso Blanco, varios mensajes envió, él contestaba con bravuconadas y palabras soeces; Habían decidido ese mismo día para ejecutarlo, estando en el Gato Roto, para brindarme el espectáculo.

A las nueve de la noche, decidí sincerarme con ellos, en voz baja le dije a Oso Blanco, que necesitaba transmitirle un mensaje del señor Stalin, sin asombro alguno, me miro con una risa en sus labios, como si de antemano supiese lo que le iba a manifestar, de manera decente les dijo al grupo, que luego se verían, frente al reten de policía, dirigíose a Mikel Manthen, y a El Sonámbulo, el segundo a bordo, para que se quedasen; Sin preámbulo le manifesté el mensaje, y sin prologo él me contestó

–Dile, a ese come mierda, que se vaya a joder a otro lado, si quiere guerra, guerra tendrá- Permanecí con ellos un rato más, Oso Blanco me despidió con efusividad, como si nos hubiésemos conocidos desde niño, los otros dos fueron parco.

Amanecerá y veremos, dijo un ciego, y un vidente en un pozo cayó. El bribón del Stalin, jugada les tenia amarrada, preñada, de antemano, sabia cual sería la repuesta, y que las influencias de ellos, eran ojos de pescados de los pies, muy bajo los niveles, saltando a cada momento como los Salterines* que los despiden de sus trabajos continuamente, para no pagarles prestaciones de trabajo. Además tenía en su poder, todas las relaciones de sus contactos, en ambos negocios, conociendo el derroche dinero, que a trocha y mocha* entraba como si fuese una transfusión sanguínea, de un enfermo terminal en continua necesidad, para mantener viva la anarquía orgánica. Todos, a excepción de dos, Oso Blanco, y Mikel Manthle, no consumían heroína, droga letal, de la cual ellos desconocían su verdadero valor de mercado.

Como la tempestad que no se ve venir, y dispuesta está a estrujarlo todo, sin piedad. De esa manera se precipitó, el canto del último Cero, en esa tarde de perros. Secuestrados fueron los tres hijos, del gerente de la lotería, dos varones, y una niña de doce años, a la salida del colegio, el más prestigioso de la ciudad, abordados con enardecido salvajismo, cuatro camionetas Toyota, cuatro por cuatro, negro su color, vidrios ahumados impenetrable a la vista desde afuera, sin identificación alguna, nueve hombres, todos de negros, incluyendo pasa- montaña en sus rostros, fue una operación de comando, muy bien planificada, ejecutada, con maestría policial de avanzada, los guardaespaldas de los niños, igualmente fueron embarcados en las lúgubres, estrambóticas naves.

En trance psicótico, encuentra Oso Blanco al gerente, reacciona ante su presencia, cuatro funcionarios con Uzi israelitas, lo custodian, se le avalancha, golpea con continuidad, era como ser golpeado por una mariposa, él no se altera, calmase en sollozos él gerente, con voz entre-apagada, le recrimina su incumplimiento de la garantía de seguridad. Júrale Oso Blanco que en menos de una hora tiene sus hijos, en su quinta, tal como los vio en la mañana antes de que partieran al colegio, no ha habido denuncia a las autoridades. El enano Stalin, y sus asesores habían llegado a la conclusión, que el sorteo fue manipulado por los miembros de la pandilla, y el gerente.

El gerente, y los de la pandilla tenían la convicción, que era una trastada del enano, para deslastrase de algunos banqueros. Los banqueros en general deambulanvan en estado psicótico, sin comprender lo sucedido, las prestaciones en deuda ascendían a trece millones de dólares.

Recibo una llamada, de Oso Blanco -Adrasto, dile al enano, que podemos demostrarle que no hemos participado en ese despeñadero, que de todas maneras garantizamos el pago de seis millones de dólares, monto de la pérdida de sus agencias de lotería, que libere a los niños antes de una hora, gire las instrucciones a ti, para hacerle llegar el dinero, no deseo verlo, podría ser un baño de sangre, nos vemos en El Gato Roto, dentro de hora y media.

Estaba sentado en la barra del restaurant Los Cedros, acercase Antonio – el jefe quiere verte, sígueme- Esta vez el camino tunear fue diferente, entramos directamente a su oficina, por una puerta camuflageada detrás de los estantes, donde se exhibían los licores, con la satisfacción del niño que ansia algún objeto, para saciar sus fantasías, eufórico me dijo

-Repíteme, con tus propias palabras, la conversación que has tenido, con Oso Blanco, por tu celular - Sin omitir palabras se la repito, revienta una carcajada grotesca, burlona – ¡Ya, suficiente! Okey, llámalo, dile que sales para el bar con las instrucciones, que ante que tu llegues, ya los niños estarán en su casa- A la media hora, en dos patrullas policiales, fueron dejados los niños, en su casa.

Con ensombrecida vergüenza llegue, al Bar; Oso Blanco, el Sonámbulo, y Mikel Manthle, sentados en una mesa, tomaban en tranquila charla, al entrar, levantose Oso Blanco, colgó su brazo en mis hombros –No, te sientas culpable, ven siéntate con nosotros, de las desgracias, se deben sacar lo positivo, aunque parezca que no existan, siempre hay algo, pero se deben buscar como el primer enredo en un kilo de estopa para pulir, sin premura, pensando, analizando los detalles, sin ofuscación, en realidad hemos sido meteóricos en nuestros andar, desordenados en demasía, no pensamos como jugadores de Grandes Ligas, siéndolos.

Ahora nos enviaran a las ligas menores ¿Por cuánto tiempo? Ignoro, pero debemos aceptarlo, muy pronto, más que inmediato de lo que imaginas el enano caerá, ya sabemos cómo trabaja esa sabandija, habrá otro negocio, es buscarlo, para eso nací-

Recibo una llamada telefónica de Mikel Manthen -chamo, necesito hablar con usted, veámonos en el Gato Roto- Tomo mi bólido, un Mazda Seis, descapotable hasta la mitad, entró, está el joven Mikel, sentado con dos putas, me dice –Tú, eres ambivalente, escoge, o te fuqueo- Rió, abrazo ¡Calma hermano, todo tiene remedio, en esta vida, menos la Pelona, la muerte!- Carcajeasea, mirá fijamente a los ojos, nunca lo hacía.

Entran el señor Tiresias y el señor Autom al bar; ¡Sobresaltado sudoroso, escurridizo, trato de esconderme, entre las columnas! Nada, me ven, saludan, tengo obligación de presentárselo- –Un gran amigo Mikel; Quedasen mirándolo, fijamente, sin intermitente en sus ojos, posan sus manos en sus mejillas izquierdas, me espetan al unisonó- -No fue Josué, el niño de Elías, del puente; Oso Blanco, Mikel, y el Sonámbulo. ¡Fuiste Tú, no ellos!

La Cañada del Puente comienza a llenarse de gatos rotos, su sangre se hace rio, encima de ellos Panteras moradas los esguazan, ellos no hacen esfuerzo alguno, se dejan.

Se dedicaron a un nuevo negocio, lo vieron en una película. Las Compañías de Seguros perdían demasiado dinero, o dejaban de ganarlo, debido a la alta siniestralidad en el ramo de automóvil, llovían a cantaros los robos, atracos; Un abogado que les cobraba fijamente mensual y su esposa, fiscal del Ministerio Público, con jurisdicción especial penal, se encargaban de solventarles cualquier problema.

A ellos acudieron, les registraron una compañía de protección, consiguieron la permisologia. Oso Blanco, compro una exquisita percha, vestimenta fina, costosa, italiana, francesa; Comenzó a visitar a las compañías de Seguros, ofreciéndoles la garantía que en tres meses, la siniestralidad en ese ramo bajaría un noventa y siete por ciento, por cada mil vehículo asegurado, debían de pagarles cero dos por ciento, sobre las primas facturadas, la mayoría de las aseguradores aceptaron.

Estampaban en los autos bajo su protección, una pequeña imagen de la virgen de La Chiquinquira, en la cajuela del auto, y en la cajuela del vehículo las letras “O. S. M”.

Enviaron mensajes a todas las bandas de ladrones, atracadores de vehículos, exponiéndoles categóricamente la prohibición de atentar contra los automotores, que poseyesen la imagen y las letras. Al comienzo no fueron tomadas en cuenta las advertencias.

Luego del ajusticiamiento-asesinato de Elías, habían enviado a Josué a Colombia, para que lo prepararan, adiestraran en el sicariato. Oso Blanco con parsimoniosa alegría, satisfacción, inicio la poda sangrienta jamás pensada, todos los días, aparecían dos, tres, cuatro, cadáveres de conocidos delincuentes, especializados en esa lucrativa profesión.

Entraron en pánico los medios informativos, la población, y las autoridades. Comisionaron al jefe de seguridad ciudadana, compadre de la máxima autoridad del Estado, para que detectara, detuviera la masacre, esté se dirige al señor Stalin, para requerirle información, el enano tenía sospechas, más no seguridad, de quienes estaban haciendo la zafra sanguinaria, aviéntale al comisario-jefe, sus presunciones.

Hace contacto el jefe-Comisario con Oso Blanco, en El Gato Roto, dialogan, se entera el comisario del negocio de la pandilla con las compañías aseguradoras. Oso Blanco, ni corto, ni perezoso, los acuña en el mismo barco, sesenta por ciento, para las autoridades. ¡Que verga! que sigan los muertos, pero la codicia retumba, y bacanal báquico, aflora la lengua del comisario, deslizándose el negocio a los oídos del enano, reproches, alteraciones, sacas de madre, calmasen ambos, deciden hacer una compañía para garantizar directamente la inmunidad de los vehículos, el símbolo el Corazón de Jesús, el señor Stalin es devoto en extremo, de Él.

Enterado de la nueva jugarreta, contra la banda del hospital, llamólos. Reunimos, debajo del puente del reten, por precaución, hay muchos dobles infiltrados. Informo a Oso Blanco, esté, le dice al Sonámbulo -Vete, y trae de Colombia a Josué. -Gracias Adrasto, evita volver a vernos, deja de trabajar con el enano, te conviene, Mike acompáñalo, para que salga del barrio, sin problemas-

-Mirá Adrasto ¿vais a dejar, ar er` enano? -Sí, Mike ¿Por qué me lo preguntáis? -Tengo, un buen negocio, los muchachos no lo saben, en ti confió, te he observado sin desesperos, como el gato sabe esperar al ratón, sin exasperarse ¿Deseas que te lo plantee? Si lo hago, estas dentro, sino muerto- Sin apagamientos, con decisión, contestole -Desembucha, que pa` luego, es tarde, estoy emponzoñado con er` ¡Mardito enano!- -Hice contacto, con el padre de un político, aún no es capitán del barco, pero pronto lo será, tiene la manera de proporcionarme un kilo de heroína. Tú tienes educación, donde la conseguiste, no me interesa, eres bien parecido, fácil de hacerte aparentar con un ejecutivo, el trabajo, si tienes guaramos, cojones, es fácil, rápido, productivo, en nuestro país no se ha hecho, en Colombia sí, con buenos resultados, a pesar de que los ciudadanos de esa nación, son muy revisados en los aeropuertos de todas partes.

El asunto es que tú la transportarías, en finos dedales que vas a ingerir, poco a poco, en el transcurso de dos días, durante los cuales solo vas ingerir, puré de papa preparado por nosotros, compotas de manzana y agua- -¿Cuánto es el pagó?- -Diez por ciento, son ciento cinco dediles, diferente su peso, es difícil que puedas ingerirlo todos, queda de tu parte lo que quieras ganarte, el kilo cuesta puesto en Sicilia, Italia, cincuenta cinco mil dólares; nos vamos a ir el señor Gian Portulano, tu, y yo, a Maiquetía, tenemos reservación en un hotel cinco estrellas esta a cinco minutos del aeropuerto, en el transcurso de dos días absorberás los dediles, el viaje desde Maiquetía a Roma, dura siete horas, luego te vas a ir en tren hasta Sicilia, para ir descargando los dediles, al llegar a la estación del tren, ellos te reconocerán por el flux, sombrero, un clavel verde en el ojal del parto, te estrecharan la mano diciéndote tu nombre, además nosotros les daremos por teléfono tu fisonomía, te llevaran a un hotel, donde se pesaran los dediles, de acuerdo a ello, te pagaran-.

Fui al restaurante del señor Stalin, no estaba, o simplemente no quiso recibirme, porque estaba Antonio, él no se movía sin su custodia, deje dicho, que me iba para los Andes, a vivir en casa de una tía, que por favor le diera las gracias, por haberme ayudado. Al otro día salimos para Maiquetía, a las seis de la mañana, hospedamos en el hotel, realmente era lujoso; Un estilista transformo, trato el cutis, cabello, agregándole unas dispersas, tenues, canas; En el hotel existía una tienda de vestidos formales para caballeros, compraron tres fluses, azul marino, beige, y celeste suave, con el que me debía bajar del tren, todos eran de gabardina inglesa, un solo sombrero negro, dos pares de calzados, negro, vino, una correa con hebilla giratoria, teniendo por cada una de sus partes, los colores de los calzados, seis pares de medias, ropa interior, y una preciosa maleta Samsonite.

Luego del mediodía, sin haber almorzado, comencé a ingerir con agua los dediles, en la noche cene puré de papa sin sal, ni ningún aditamento, dormí un rato, en la madrugada del siguiente día continuamos, a las seis de la tarde había deglutido setenta dediles, comía compota de manzana, y agua; Mikel parecía estar sometido frenéticamente por una demencia diabólica, el vuelo salía a las cuatro de la mañana, era necesario estar en el aeropuerto, a las dos, a las doce de la noche me despertó, llegamos a noventa cinco, faltaban diez, él trato de atragantármelos, con furia los rechace, era imposible su ingesta.

El viaje lo realice sin ningún problema, la balanza marcó novecientos cinco gramos, entregaron cincuenta tres mil noventa tres dólares. Al regresar, por supuesto, estaban esperándome en Maiquetía, Mikel, y el señor Gian, nos fuimos al hotel, se violentaron por mi negativa a aceptar que fuese descontado, el valor de lo invertido en el almacén, llegamos a un arreglo, la factura la dividimos entre los tres. Tome mi parte, sin despedirme me fui.

Estuve un tiempo en los Andes. Al regresar, luego de diez meses, a los dos días decidí pasar por el Gato Roto, estaba cerrado, toque la puerta, con insistencia, por fin abrió la puerta Anaxímedes.

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