viernes, 1 de julio de 2011

Tres Deseos - Capitulo III

Había, trabado amistad sincera con Platón, afirmada por dos litros de aguardiente, que le proporcionaba semanalmente, más el respeto, cuidado, exigido mantener hacia él, a los otros compañeros. Tiempos atrás, me había introducido en el aprendizaje, primero a fuerzas de golpes, a sabiendas, que me lo advirtió con antelación; Abecedario, absorbí con tal rapidez, dejándolo atónito, el leer fue cosa tragada, estragada, pan comido. Las operaciones matemáticas elementales, las practicaba a diario, sin saber, que así las llamaban.

Un sábado por la tarde, en el ocaso de su primera embriagues, extrajo, de su viejo maletín; Un libro, empastado en rojo-vino, apreciase a simple vista, que había sido frecuentado su interior, con insistencia, en su portada, se leía LOS CLASICOS, HOMERO, LA ILIADA, en letras color amarillo oro; Dejo, por un momento de atragantarse, con el poderoso tonificador, durante unos veinte minutos, me explico de que se trataba, hablo sobre el escritor.

En la esquina del bar, donde me tocaba la guardia, para esperar la salida de Mario, existía un alumbrado público, me senté en la acera, comencé a leerlo; Por primera vez mi mente, se extraviaba en las bellezas de las narraciones, sin darme de cuenta, se habían apoderado de mi mente, mi alma anidaba las hazañas de los héroes, de ambos bandos, los versos repicaban en mi mente como si fuesen melodías, que derivaban de una orquesta sinfónica, transportándome a un espacio infinito, ignorado, subyugantes, esa noche, sentí que se abría un universo sin límites, dando entrada a una luz que me hacia nacer; Cargue el fardo de huesos, carnes aún arropadas, forradas por la piel flácida, arrugada, de Mario.

Adrasto, una mentira, puede ser convertida en realidad, nos hacen pensar que sucedió, de acuerdo a los intereses, de quién los escribe, o de un grupo bien definido en sus objetivos. Cuando leemos, una obra épica, la epopeya de un pueblo, nos sentimos orgullosos, de pertenecer a la raza humano, viviendo mágicamente en nuestras mentes, esas hazañas preñadas de heroicidad, valentía, transportándonos a las fantasías floridas del poeta, alejándonos por momentos, de la insensible realidad tan sin sentido, y haciéndonos vivir en un mundo mágico, que se hacen eternos en el subconsciente.

Los héroes griegos, de la Ilíada, fueron unos saqueadores; Inventaron, la excusa del honor mancillado, como pretexto para invadir otra civilización. Por informaciones dispersas, con todo el propósito, se conoce que en ocasión anterior, habían intentado invadir a Troya, fracasando en su propósito. El rapto, o fuga de Helena con Alejandro, uno de los príncipes de Troya, fue un hecho real. Partiendo de ese acontecer sin trascendencia, normal; Un poeta, de ese acto de infidelidad, de una reina llamada Helena, creó una obra, con la Eterna Raptada, Selena, la Luna, nombres que le espetaron los bardos posteriormente, en sus inspiraciones.

En realidad, es un subterfugio para dar nacimiento al primer súper héroe; Aquiles. La Ilíada, es la obra de Aquiles, el ideal del hombre perfecto, en la incipiente civilización Helenista, cuna de la Occidental. ¡Mirá la actual! ¿Qué diferencia aprecias?-

De pronto, su rostro se transfiguro, con repugnancia, enardecimiento, de su boca, las palabras en percusión tronante, al brotar estallaban, por lo justo, y lo injusto, como remisión de la pena merecida, y perchando todo escrúpulo, se manifestó, con apiñamiento, abriéndole el apetito a su memoria, sin piedad, para que salieran, las corrientes de aguas putrefactas, ¡Quizás por cuánto tiempo retenidas! Se amartillo, medio litro de Pampero, el llamado caballito frenao, y haciendo perecer toda tolerancia, compostura, ecuanimidad, formalidad, en brioso, alebrestado potro, sin ensillado, bridas, ni estribos, se lanzo en desaforado galopear.

-Fugándose la Helena, con el troyano Alejandro; Deja con los crespos hechos al marido, en este caso el cornudo no se amileno, la gran puta en su escape, para acabarlo de escoñetar, se le fue, con todas las riquezas. Él había partido, para los funerales de su padre, bien poco le importaba ella, conocimiento tenía, que en recurrente demasía, gozaba lascivamente, sin perturbarse, con todos los demás reyes griegos, con seguridad sabia, que la putana, aprovecharía la ocasión, para marchase, por propia voluntad. En la travesía, la nave que albergaba los fugados enamorados, fue abrasada por una tempestad, obligándolos a maniobrar arribo forzoso, en Egipto. Retenidos por orden del rey Proteo. Ordenándole a Alejandro, y a su tripulación, abandonar Egipto, so pena de ser procesados, y ejecutado, por haber violado, la norma consuetudinaria, del hospedaje al necesitado, impuesta por el dios Hermes, trazador de los caminos del destino, indicador de los senderos de las vidas, a través de los mojones*, guías arquetipales, bifurcantés, causes por donde corren sin cesar las individualidades, engaños, dobleces, mentiras, robos, astucias.

Sin alternativa Alejandro, regresa a Troya, donde es príncipe; Dejando el rey Proteo, a Helena, con los tesoros robados al rey Menelao. El rey de Egipto, envía emisarios a todas partes, pregonaban ¡La reina Helena, está bajo protección del rey Proteo, con los tesoros, del rey Menelao, para entregárselas, a él! Resultaba, que poco le importaba, al rey Menelao, la infidelidad recibida, estaba acostumbrado, el objetivo real, la invasión a Troya. Convocaron, a todos los reyes griegos, que se mantenían peleando, entre ellos mismos, por cualquier nimiedad, y en permanente ofrendar, en festivales a los dioses, que los había para todos los gustos. En conciliábulo, fingimiento, disimulo, unánimemente, aprobaron unirse, para coadyuvar a la venganza, con el asidero, coartada legal, moral, de la afrenta recibida, por el rey Menelao; Cuando, los cabrones, sabían, dónde estaba la Helena-

En ese momento lo interrumpí, porque estaba entrando en proceso, de una descompensación alcohólica, lo cual significaba, el apagamiento del fuego antorchar de su cerebro. Dijele -¡Dígnese maestro, no se me mueva, que ya regreso! Salí espitado, espoleado, cómprele una garrafa de pecho cuadrado, Santa Teresa, el original, y dos arepas, tumba ranchos, de las súper, con tocino, huevo, jamón de pierna, mayonesa, mostaza, salsa de tomate, comió embardunándose, bebió copiosamente, para que el rio báquico, moviera los obstáculos, de la taponera comida; Se translucían, en sus verdes ojos, que se repotencio con el embuchamiento, esputo saliva, prosiguió.

¡Verga, donde íbamos! < ¡Ha, si! > Llamaron, a todos esos ociosos, que vivían en campamentos militares, en constante, permanente, ejercitar, desde la primera infancia, adolescencia, la palestra, los cuerpos abrazándose en la lucha, completamente desnudos, los gimnasios para moldear sus hermosos músculos, cuerpos, haciendo más atractiva la belleza masculina. La magia de los masajes, la fascinación de la seducción, el culto al falo, nalgas, pecho, al cuerpo en su totalidad. Reflejados en las esculturas, que servían de símbolos ideales, del físico perfecto. Practicando libremente el amor, entre ellos mismos; Hecho que se arraigo, igualmente en el pueblo.

Nombraron como comandante, al rey Agamenón, hermano de Menelao, el afrentado. Detenidas en Áulide, las cóncavas naves, retrasabase la partida, miles de ellas inertes, comenzaban a incitar, a los inquietos guerreros a desertar, los vientos escondidos, en espera de la orden del Olimpo, para abultar las arrugadas velas. Los reyes, exhaustos, de tanto arengar a las tropas, y escanciar la fermentada uva, deciden consultar, a uno de los brujos de esa época, a los cuales llamaban augures, siendo el mejor, el más reputado; Calcante el Testórida; Quien era un verdugo interpretando los oráculos del dios Apolo, hijo predilecto, del manda más de todos los dioses, Zeus. Se mantenía esté, el dios Zeus, en constantes metamórfeo, acechamiento, buscando huecos, sin importarle de que sexo fuesen.

Requerido, el oráculo, en el templo de Delfos Contéstale Apolo, por medio de las sacerdotisas. –“No, se liberaran los Céfiros vientos, hasta que Ifigenia, hija de Agamenón, y Clitemnestra, sea sacrificada en el Ara de la diosa Diana”- Su padre, Agamenón, generalísimo, jefe, de jefe, de los ejércitos griegos, codicioso, ambicioso, sin escrúpulos, como era, acede, a tan cruel asesinato, escríbele una carta a su esposa Clitemnestra, donde le informa, que ha concertado la boda de su hija con Aquiles, la envié inmediatamente a Áulide, el campamento donde estaban atrincheradas las naves como si fuesen bloques de cemento, en un mar muerto, sin brisas, ni oleajes, para la realización de la ceremonia nupcial.

Engañadas la bella, tierna, Ifigenia, y la madre, por el vil monstruo; En la consumación del holocausto, cuando van a degollar a Ifigenia, se apiado la diosa Diana, siendo sustituida por una cierva, y entre nubes mágicas se la lleva a su templo en Táuride, el templo de más importancia de la diosa, haciéndola su sacerdotisa. En ese templo se sacrificaban a todos los extranjeros que arribaban a sus costas.

Raudos acudieron, presurosos los invisibles combustibles naturales de las embarcaciones. Pusieronsé en marcha, las miles de naves. Llegaron a la prospera, rica, Troya, guerreando durante diez años. En el nueve, los troyanos imponiansé, estuvieron a punto de darles jaque-mate a los griegos. Aquiles, el más valiente, mejor combatiente griego, cogió una de palo mío, y señor, porque el Agamenón lo despojo de una mujer, botín de guerra, llamada Briseida, ese fue el inicio de la discordia. Pero los antecedentes fueron los siguientes.

Constantemente, ante la incapacidad para tomar la ciudad amurallada de Troya, se dedicaban a asaltar, destruir otras ciudades vecinas, siendo una de ellas, la del rey Crises. A los hombres, ancianos, y niños, sobrevivientes los degollaban. A las mujeres se las llevaban, y repartían entre ellos, prostituyéndolas, haciendo sus amantes o sirvientas; En ese reparto Agamenón, eligió a la hija del rey Crises que además de rey, era sacerdote del dios Apolo.

El rey agraviado Crises, confidencio con Apolo, presentándole sus quejas contra el rey Agamenón, por sus actos vandálicos, criminales. Manifestó la situación, de que habiendo ofrecido al Druida, como también se le conocía, cuantiosos rescates, negabase a entregarle a su hija, consagrada para servirle a él; No había manera de aflojarle los tornillos, habíase enamorado con terquedad caprichosa. Los lascivos dioses, que se pasaban todo el bendito día, y noche, comentando sus aventuras, metamorfoseándose, agarrándose, peleando por cualquier pendejada; Que si está, era la más bella, cual era el más pícaro, el que mejor cantaba, interpretaba los instrumentos musicales; De acuerdo estaban con el ofendido rey; Exigían la devolución de la bella, aromática Cris.

¡Arrechase el dios Apolo! mándales un gripón, de la puta madre, como la peste negra, caían como pajaritos los combatientes, sin combatir, vomitando sangre, o el vino, porque bebía como animales. Meditando el de los pies ligeros, que así apodaban al Aquiles, porque era hijo, de una diosa nombrada Tetis. Este Aquiles, era como Súperman, al cual lo joden con la kritonita; A, Aquiles, únicamente podían matarlo, si lo flechaban, o le escoñetaban el talón. Al nacer, su madre la diosa Tetis, lo introdujo en las aguas Divinizadas del Estigias, para hacerlo inmune a la muerte, agarrándolo de uno de los talones de su pie, para sumergirlo, razón por la cual ese era su punto vulnerable.

Cuando los griegos, se preparaban para la guerra, fueron avisados, por el vidente Calcante, que si el rey de Tesalia, que no era otro que Aquiles, y sus aguerridos, imbatibles, guerreros, mirmidones, no acudían a la guerra, serian derrotados, por los Troyanos.

Quedamos, que en el año nueve de la guerra. Los aqueos que así llamaban también a los griegos; Eran exterminados, como moscas de pescadería, por una rara enfermedad; El Aquiles, llamo a Calcante; Y le dijo -Viejito, vos soy amigo del dueño, verdadero poseedor del oráculo Délfico; El Apolo, que como es bien sabido, con engaños efusivos, mostrándose afectivo, al dios Pan, logro que esté le revelase todos los secretos oraculares; Quedándose el pendejo dios Pan; Como dice el dicho, sin el pan, y sin el queso, pasando a ser un dios de segunda, por deslenguado, hablador de guevonadas, no llegando ni siquiera a hipofeta-
Dirigíose el viejo Calcante, al más famoso templo consagrado a Apolo, el de Delfos, en su entrada, podían apreciase, talladas dos máximas.

“Conócete primero a ti mismo” “ Puede entrar al templo, quien sea Virtuoso” Las preguntas, y los ricos presentes, eran recibidas por unos sacerdotes, quienes se encargaban de hacérseles llegar, a las sacerdotisas, las interrogantes, inquietudes del implorante; Ellas las interpretaban como receptoras del oráculo; Antes de penetrar en los misterios, injerían, absorbían, sustancias alucinógenas, es decir, después de endrogarse, daban la repuesta, siempre en parábolas, especies de adivinanzas, o mensajes, que podían referirse, a cualquiera de las partes en conflicto.

Como le sucedió, al rey persa Darío, que consulto a través de sus augures, antes de comenzar la conquista de Grecia, a las endrogados sacerdotisas, y estás le dijeron -“Un gran rey, conquistara toda Asia” El enajenado Darío, se la cogió para él, cuando en la realidad, era el perdedor-

-Hizo el maestro un interviú, empinase la botella, y de un solo trancazo, sin resollar, descongestiono, un cuarto de litro. Continuó, el maestro Platón, abotagado por el legayaso-

-Al rato regreso el Calcante, todo compungido, amarilloso de miedo, cagantina se le olfateaba; Llamó al Aquiles y secreteando. Le confidencio < ¡Por Zeus, el Agamenón; No pega, bola, en el boche*! > El Apolo esta, no arrecho, sino arrechísimo, y así me caigáis a coñazo limpio, ni por la jodida, de mi madre, que fue la que con su perorata, me decía. -¡Calquito, vos naciste pa’ brujo, y de eso, vais a vivir- Toda la vaina, de la peste, acobardamiento de los guerreros, viene por haber invadido el reino del rey Crices, y haber tomado de botín de guerra a la Criselda, su hija predilecta, consagrada para servirle al mismísimo Apolo. Resultando que el viejito Crices, el padre de la hembrota, es panadería burda del Apolo, y hasta que no se la devuelva a su padre, estamos jodidos. Yo, Aquilito, ni cortándome lo cojones, se lo digo, así que anda vos, y trata descongestionarlo de su ceguera-

Llegase el Aquiles, hasta el rey Agamenón, le manifestó lo que decía Apolo, por intermedio de las videntes, y del Calcante; Iracundo, rojo morado, con los ojos desorbitados; De lo más hondo de su ser, surgió un estruendoso, escalofriante, paralizante, grito.

< ¡Viejo lujurioso, sedicioso y lascivo; Engendrado en el túnel del pecado, por una madre sellada por los mismos demonios del averno, en noche de orgia bacante! > ¡No me lo vais a sacar! ¡Primero, me hacéis perecer a mi hija! ¡Ahora, me queréis terminar de emplastar, con los residuos desechados por nuestros orificios anales, quitándome la hembra que me saca, hasta los tuétanos! ¡Os, voy a hacer una pregunta! ¿Estuvisteis en los Bacanales, con el senil Cadmo, y el ciego Tiresias? Quedose mirándolo, sin verlo, el ciego Tiresias.

¡Muchachos, disculpen! es Calcante, no Tiresias, pero el Tiresias que era otro augur, y ciego, el de la tragedia de Sófocles Edipo REY, es quién le manifiesta a Edipo la causa de la peste devastadora que exterminaba al pueblo de Tebas, convirtiéndose en un ciego errante, por propia voluntad al enterarse, que la causa de la mortandad era él mismo, al haber dado muerte a su padre, haberse casado con su madre, y procreado tres hijos con ella. De ahí viene lo que seguramente ustedes han escuchado, más de una vez, el Complejo de Edipo, concebido por el doctor Segismundo Freud, en el cual establece el sentimiento de parricida de los hijos varones, al sentir celos del padre, por el amor sexual que se le profesa a la madre.

El Tiresias también andaba en la rochela, a la cual se refería el Agamenón –Rectificó, afirmo, el maestro Platón-

–Bueno la cuestión, es que Calcante le contesto al rey Agamenón.

-Con palos encima, siempre andamos, uno de los acompañante, el mejor, y eterno, es el hijo de Semele, que no es otro, que nuestro muy amigo, el dios Baco, quien invento el licor, librándonos de los dolores, y de las infinitas miserias, cuando nos hartamos con él.

Feliz el bienaventurado, que vive los misterios de Baco, también llamado Dionisio, abandonando todo lo escondido, en su alma. ¡Oh, purificador divino! que aun en esta vejez, decrépita, me pones a danzar, como si fuera un adolescente, sobre rojos lotos lujuriosos, llenos de lozanía, entregándonos al sueño, o la realización de todo lo deseado, para hacernos dichosos.

Cuando el sabio encuentra ocasión oportuna, no es difícil que hable bien, voluble es la palabra, y en la ebriedad báquica, surgen mágicamente, con atrevimiento, sin trabas, ataduras, insensatamente, elocuentemente, sin juicio alguno. Tal, es la tarea del profetizar el porvenir.

¡Desorden, locura, extravío de la razón! Pero más locura, hay en el bestial hombre, que sin ser poseído por el divino dios, tiene los cojones de sacrificar a su hija, para conservar el poder, y cuantificar sus riquezas. Por otra parte, no creáis que el mandar es eterno, ni vale tanto, entre los hombres, te siguen la corriente, pero al menor descuido, te joden, vos actuáis como si fueras incólume, al destino mortal, que mal hacéis en no pensar lo que te depara el futuro ¿Acaso no pensáis, que Clitemnestra os odia acérrimamente? ¿Creéis que la razón es más fuerte, que los sentimientos?

Amanecéis la primera vez desnudo, del vientre de la madre, al salir a la fuerte iluminación de la vida, te ciega o te concede, el poder de la modestia, el primero te hará vivir siempre en las irrealidades, caminaras sin cesar, entre los espesor de los vapores, de la nada, estrellamientos negruzcos, entre vértigos te acompañaran, a duras penas, pensaras que estas avanzando, pero la realidad, es que el tiempo no cuenta.

Nos despojamos de las vestiduras, que encadenan nuestras apetencias, y nos sumergimos sin dilación, con ofuscación, en ese rio fangoso, subterráneo, del pecado, para ya no poder volver a tener, la más mínima esperanza de virtud.

Fingir engañar, ahogados en esa demencia sin tregua. Vivir eructándola, malicientemente, hasta apagarla. Y, aparece cuando menos se espera, ese grito inaudible, que hace estallar el alma, y la ruina buscada, es encontrada. La pasión, codicia, ira, en breves segundos se convierte en un tortuoso dolor, no hay nada más temible que el celo, la vanidad intempestiva, embrutecida.

La Modestia, en cambió, enseña el manejo del carácter, honra, y es luminosamente moral, es el instrumento para el manejo de la virtud, crea el éxito pues es el verdadero camino al cielo, hacia el verdadero Dios.

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