El
Maestro
-Creamos una religión temerosa a la vida, hacedero de la muerte, gozosa del
crimen, alimentada con odios, complejos. Epicentro de una descomposición que
hemos logrado expandir a países vasallos, donde merodea el hambre pervertida,
seductora, libertina, como el ácido mordiente, destructivo; guiadas por
filibusteros, bucaneros, piratas, embarcados en hilvanar costales de deshechos,
sin revelar su enferma ambición a los dineros dadivosos; sociedades tomadas por
la corrupción, el crimen y la impunidad. Tragedia que se alimenta sin cesar al
sacar a la superficie los más bajos instintos de los seres humanos, la poca
valía de alguna virtud, es el enseñoramiento de la codicia y la corrupción.
El Arañero
Mi doctrina es como el viento peregrino que no le interesa saberse
conducido a un objetivo determinado, andando sin conciencia: la hechura de
nuestros supuestos es el mejor secreto guardado, porque sencillamente no hay
tal reserva o disimulo. Las razones que me inducen a confesarme es el veloz tiempo,
silencioso, especie de Tsunami que lo arrastra todo, en el que permanecemos
sumergidos como exhalaciones que somos y luego no lo somos. Sombras como
abrojos en todas partes, que no somos nosotros, pero sin dejar de serlo, que
difieren de nosotros, pero las originamos; energías de esas sombras, vórtice
infinito que se transforma, para nunca aparecer sin poder perecer. ¡Miedo!
¡Temor! ¡Sospecha! ¡Turbación! ¡Desasosiego! ¡MIEDO!
El Maestro, empeñosamente se propuso a crear los planes de acción, ante la
evidencia impostergable de mi muerte, le era tan esencial que de ello dependía
su subsistencia. El azar es la esencia de la casualidad, pero su digirimiento
debe ser absorbido por la perspicacia y el olfato de quien la observa para
poder aprovecharse de sus consecuencias; así mismo las casualidades pueden ser
en cierto modo provocadas, a través de
situaciones estimulantes, cuando se ha tenido la experiencia de situaciones
similares, en estos casos los estímulos tienen una gran probabilidad de
provocar los mismos efectos, con algunas variantes y pueden ser adecuadas a lo
que se desee; y…..con la ayuda de la suerte o del demonio que llevamos encima,
conduce a la obtención del fin deseado.
La astucia del Maestro no puede ser cuestionada, ni aun, por su peor
enemigo; es como si cada uno naciera con todas las posibilidades de cumplir un
designio, en unos de virtud, en otros de maldad, pocos avistan estas
posibilidades, a otros se le presentan, la ven, tienen conciencia de su
existencia, la miden y se hacen los ciegos y sordos, la dejan pasar; pero,
existen los que poseen la voluntad de la santidad o de la maldad y están
dispuestos a actuar hasta sus últimas consecuencias; normalmente, los primeros
sufren todo tipo de contratiempo para alcanzar el fin y terminan siendo Martí
de la causa o dios tránsfugo; porque bien es sabido que, cada dios debe tener
su público, de lo contrario desaparece; en los segundos existe una especie de
desprecio por todo lo humano y divino, gozando con las situaciones que se van
originando, lo cual acrecienta su maldad y seducción. En el caso del Maestro
pareciera ser que, todos los demonios sobrevivientes de los últimos veinte
siglos se concentraron en él.
Me repugna hablarles sobre él, pero se hace necesario, para que puedan
entender mi historia: Imaginemos un árbol, el manzanillo de playa o arena, con
apariencia de manzano, nativo del Caribe; es todo mortal, todo en él es puro
veneno. Tocarlo causa grabes quemaduras, comer su fruto una grabe intoxicación
mortal; al quemarlo, el humo es toda toxina; si llueve, nadie puede guarnece
bajo sus follajes, el agua de la lluvia al hacer contacto con el árbol y
escurrirse por su tronco y hojas, se transforma en acido tan igual al ácido
clorhídrico; si la persona se guarnece para protegerse del inclemente sol del
trópico el árbol expela, al contacto con el sol, un polen caustico, ocasionando
en la piel eczemas que generan quemaduras de primer y segundo grado; todas sus
partes: corteza, hojas, flores y fruto, manan un látex blanquecino,
poderosamente irritante que pueden ocasionar la muerte; si mirarlo y tener
algún contacto con ese árbol, es sumamente peligroso, comer su fruto es
realmente conseguir la muerte de contado o a crédito, súbitamente o con
sufrimiento y desesperación; la sabrosa apariencia que pregona silenciosamente
sus frutos, parecidos al que prodiga el manzano verdadero, a los diez minutos
de haberla ingerido se convierte en una inflamación de las mucosas, la tráquea
se cierra y al llegar al estómago la toxina ocasiona una hemorragia masiva; si
te atan al árbol, te consumes lentamente, sin posibilidades de deslastrar la
muerte buscada, ese árbol es ¡Él, el maestro de la isla de la felicidad ¡Árbol de la Muerte! Esta, es la triste
historia del árbol de la muerte y la mía, que me ate a él, proclamándolo como
mi padre y renegando del verdadero. Este es el árbol que por más de cincuenta
años ha arruinado familias, cometidos los más atroces crímenes, manipulado
generaciones, esclavizando completamente al pueblo, alquilándolos como esclavos
a otros países y empresas, este es el árbol que ha mirado de soslayo la
prostitución del pueblo y la ha refrescado con chistes muy caribeños, este es
el árbol que se ha inmiscuido, fomentado, introducidos sus esbirros y sicarios
en innumerables países, este es el árbol que ha provocado y atizado crímenes,
desde su misma juventud. Este es el árbol que consumió mi existencia y me convirtió
en un deslastrador de mi país.
Ideó unas misiones en procura de divisas y como un instrumento dirigido por
la Religión, para garantizarnos por vía del populismo, la compra-venta de
voluntades y conciencias, aferrando por un sólo camino, la unión de dos países,
con la comandita de los países satélites, vasallos. Dos esperpentos de revoluciones
en una misma destrucción. Somos el mismo Especimen y el mantenimiento de esa
cosa, requiere las fuerzas dispuestas a operar como aniquiladores de toda
acción que se oponga al desmontaje, del todo en la sociedad; a profundizar la
polarización y las respectivas bandas o bandos de amigos y enemigos, tomándose
como bastión ejecutor a las cruzadas de la fe. El camino a los pantanos estaba
decidido.
Ahora, que me encuentro completamente paralizado, viviendo sin hacerlo,
sumergido en un miedo que trato de disipar recordando a mi abuela; carcomido, por todos los males que puedan
penetrarle a un organismo y al alma de un ser humano; pienso que pude tener un
fin auraleado con cierta dignidad. El destino, quién siempre me ha ayudado para
escapar de mi innata cobardía, una vez más lo hizo, pero en está ocasión, no
evitará que se conozcan las verdades “Por Ahora” a las cuales siempre pude vencer,
enmarañando los hechos con mi elocuencia, odio, narcisismo, abrojos. Madeja que
se deshizo. Despilfarre cien mil millones de dólares americanos por año del
ingreso de la explotación petrolera, los empréstitos obtenidos, los ingresos
por impuestos, desbarate generaciones, los hice tramposos y perdígueños,
convertí a las barriadas humildes en refugio de delincuentes, aúpe el delito y
el crimen reconociéndolo como una necesidad loable que puede ejecutar el
necesitado; fui cómplice de las
actuaciones criminales de las bandas armadas narco lavadoras y cultivadoras de
drogas; introduje en los países vasallos a los gobiernos más retrógrados,
terroristas del planeta. No es que Matatías no me hubiese dado a comprender la
igualdad de los otros sistemas políticos, pero el haberme adherido a ellos no
me hubiese permitido un lugar de protagonismo heroico, tal como lo he logrado
con la ayuda de los dineros públicos, de la tecnología computacional de punta y
el asesoramiento del maestro. Los verdugos que me han acompañado, en estos
momentos, de manera grotesca, viven en un arrebato por los despojos, ellos
saben que no van a sobrevivir y deben enfrentar lo que es inevitable, su ocaso;
ya los presagios dejaron de ser, son hechos; ellos se derrumbaran, al igual que
mi esperpento, en el transcurso de una década.
Desde mi infancia fui considerado como un niño muy mentiroso, idolatra de
la magia; afanoso buscador de tesoros escondidos; las batallas épicas, narradas
por mi abuelo, enrarecidas con una melcocha de fantasías alucinantes y de
ebriedad acampesinada, donde se desatan los demonios y fantasma que siempre lo
acompañaban, penetraban con gran impacto en mi inestable mente. Me veía viajar
en las inmensas naves que se dejaban venir, desde los más remotos planetas en
busca de la heroicidad necesitada por el Universo. En mis sueños era el elegido
apodíctico, incontrovertible, irrefutable, grato, tranquilo, que con solo mi
deseo, era fuerza suficiente para aprestar los problemas del universo.
¡Sobresaltado me
desperté! un irreverente sueño o quizás alucinación, abatíase sobre mi mente
con obesa soñolencia y centellante aturdimiento; había penetrado imperiosamente
y majestuosamente la Aurora. Un viento extraño se enfurecía por asimilarse a
eso rayos refulgente, logrando su cometido adhiriéndose a ellos, a través de
los intersticios de las forradas persianas; se irradiaba en mi mente una
gigantesca tormenta, era, como si toda la arena de un desierto avanzara
indiscriminadamente, creando
deformaciones tumultuosas que llevaban encima encrespadas figuras,
semejando torres floreadas de donde se deslizaban rocíos de sangre; se
fortificaban, protegidas por penachos negros que se esparcían navegando en
filamentos hechizados, sin resplandor alguno, brotantés; briznas de arenillas hilvanadas
en celulares ahebrado; permanentemente viviente y renaciente; acampanadas y
ensanchadas figuras prolongaban su estancia, agitándose con una afluencia
demencial que se iba engarzando en mi mente, gorgoteaban, bullentes,
hirvientes; alucinadas por las imágenes en algazara que iban enrareciendo todo
posible discernimiento; canticos guturales que deseaban ser, sin lograr su
propósito, saturaban y anegaban toda posibilidad de compresión.
Farolillos
gigantes de rocas calientes se elevaban desde las capas más profundas de la
tierra; en los espacios visibles, se posesiono tiranamente, el negro absoluto
en toda su extensión, menos en su centro, donde prevalecía colores incrédulos en extravagante anarquía;
marrones, rojos, naranja, tenues y llorosos blanquecinos; luego se hizo,
únicamente, fuego agitado, confundido, apenas molestado por matices rojizos,
pincelazos irreflexivos, contrariados y en su médula, una imponente franja
amarilla.
Así, en una noche
donde las nubes ultrajaban la presencia de la Luna, inicie mi viaje con las ilusorias
figurillas, por los caminos de todo lo pensado y existente. Con ira
premeditada, se avenían con furia, grandes nubes astrales negras, emitían
sollozos que se transfiguraban en gases sulfurosos, a medida que crecían las
emanaciones, ya sin sonido, dejaban traslucir su estado moribundo, el tamaño se
reducía en premioso vértigo; habían sido estrellas, celajes nacidos,
desurmegidas de las inmensidades presentidas, pero ignoradas; grandes
meteoritos negros buscando sus colores policromaticos retozaban, traían
mensajes encargados por las Sombras. En secreto corrí a buscarlas, para
escaparme con ellas. Hice mallas de luceros y de planetas estériles, que
deambulan lacrimosos, buscando gestar vidas, que le han sido negada por la
casualidad del Caos; presagie de sus tenues luces y sus vapores floreados, solo
blancos y amarillos, que navegaban enamorados. En tristezas se convirtieron;
acorneando en fragoso y escarpado abismo escabroso; vi, a los que quisieron ser
dioses; llorar, no se les permitía; deseaban les cediese una única oportunidad
para poder ser, lo que se es, por un solo instante. Un ruido caminaba como
energía negra, a su vera me adherí, para viajar con él en su seno; sus
sustancias se encontraba en las profundidades de la mar; ahí se preñaban de las
colisiones de las grandes olas oceánicas que se estrellaban contra los fondos
marinos, apropiándose de su energía, o quizás, siendo lo mismo; gran gama de
verdes, marrones, rojos y amarillos se reflejaban en mis pensamiento, que se
hacían ferocidades, saltando libres;
Luego surgieron
vivencias, sin frustraciones, ni engaños: mágicas fantasías libres, degustando las neblinas
fluidas, retozando en los espacios sin ataduras, sin denuesto ofensivo, pero
con aptitud desafiante. Siguieron transitando, pregonando con preñez insaciable,
su inmortalidad ávida en una perpetuidad que se desconocen, pero que se ha
vivido, dejando las fragancias de esas
evocaciones, que perduran eternamente en las ensortijadas y ondulantes figuras
de los Sueños.
El día borra las
sombras; ocultándose en las sombras, que no son las de ellas mismas, sino, las
sombras de otras Sombras, y, así, hasta el origen de la primera, que vive en un
Caos infinito, que no termina de comenzar, deshacerse ni concluir de
descubrirse, urdiendo permanentemente su existencia. Las sombras, se van
haciéndose, gradualmente visibles a la mente que las aprisiona. El
embelesamiento, no existe dos veces de la misma manera, es irrepetible: yo, vi
mi última sombra, que ya no estaba en mí, no me acompañaba, ni en el frente, ni
detrás, ni a los lados, presentía la presencia en un todo, en lo existente e
inexistente, en los rocíos que acariciaban los árboles, en los cantos de los
pájaros, que hablaban con las fuentes de oro y plata, entretejida en las nubes,
en los vientos hechos hebras de diamante; en el universo sin inmutarse por los
designios de la anarquía; nublando su confuso entendimiento con plomizos
pensamientos. LA incorregible Sombra, se desplazó con premeditada satisfacción,
sobre la ruidosa cascada, comenzando a hacer su cauce, en sus aguas corrían con
atolondramiento los primeros pensamientos, eran capullos golosos en su
inconsciencia, su néctar era solamente de miel, sin contaminaciones; nada
sabían del miedo ni la muerte; hizo su laguna y en ese primer aprisionamiento,
comenzaron a crearse olores nauseabundos que ya no desistieron de acrecentarse,
hasta llegada la permanente oscuridad.
No hay sombra que,
no esté deseosa por desdibujarse, para hacerse sueños; aceptamos la realidad
porque presentimos que no existen, como las palabras escritas en el mar o como
cuando se vislumbra el fin, quedando las imágenes sin palabras. A veces nos
sumimos en una melancolía tan profunda que nos hacemos insoportables, a
nosotros mismo, y lejos de poder explicárnoslo, sus causas, acudimos a embalsar
esos problemas y la hacemos piedras negras, lubricadas por la locura.
¡La vitalidad se
me escapa! la sombra que me ha acompañado en este nuevo transitar, deseosa, se
descompone con reconcomio, haciéndose volantinera y mimética; desea viajar;
liberarse de las ataduras que mi cuerpo ha querido imponerle; suavemente huye,
quizás, con algo de premura y desagradecimiento; me pregona, sin hacerlo, su
monotonía, desencajándose. Visiones, imaginaciones alegóricas, encarnadas,
invisibles; desasosiego de símbolos que se masturban alterándose; perversión
que se transforma en juego de fantasía; nebuloso fermento semejante a ficciones
y engaños; marea oceánica que lo arrastra todo; exhalaciones que se hace
indiviso, para luego dejar de Ser, la
esencia del más grande misterio que es uno Mismo.
Me hago preguntas,
cargantes, insidiosas, sediciosas, de nada sirve la angustia; a cada rato
enciendo la computadora: noticias infecciosas, alebrestan, taladran el letargo
de esa necesidad; desasosiego, el mundo aniquilado, cada vez menos existencia
espiritual, como si todo se hubiese sumergido en una oscuridad borrascosa;
tabletas electrónicas que hacen todo y nada, que engullen malévolamente el
poder de la voluntad, mentes hipnotizadas, cautivas. Columnistas que marchitan
los pensamientos, desbaratan las palabras, asesinan el verbo: imponer, seducir,
penetrar sublimemente, seductoramente; cantaros de zulla se descarga
interminablemente; estrujados, anoticiados, paralizados y obstruidos; nidos de
lombrices que se apoderan de toda libertad; carroña que nunca se deslastra;
amortecidos permanecemos sin posibilidad de desatarnos; intoxicación que solo
nos abandona con la muerte; perturbación en el alma; muerte. Asesinatos, secuestros;
estados delincuentes con presidentes insaciables de riquezas, de lujuria;
empresarios y políticos, peones de los traficante de drogas, extorsionistas;
planificaciones de genocidios, abatimiento de las especies, exterminios de la fauna;
impulso a asfixiar el planeta con la emanación de gases letales. Solo Codicia,
avidez, concupiscencia. Buitres insaciables, jauría aullando sobre cadáveres;
miserables al contado; discursos de babeles, se pegan, arrastran, estrujan sin
cambalaches; malayos, matraqueros. Seducción que no cesa; y nos arrastramos
para copiarlos; tufo de aguardiente, carne en vara; sexo a cuotas, sin
distinción, todo vale si despierta.
Asfalto Negro;
noche negrilla y esa negritud se hace parche de caraña que se adhiere al alma;
vasto e insondable micro universo de silencio presentido; hedor que como la
saga de la ventisca nauseabunda de una laguna aprisionada, sin posibilidad de
obtener oxígeno, saltar como una fiera liberada al percatarse de la existencia
de sus instintos, de la tragedia tramada que he vivido, transpirando de mi
cuerpo la venganza que ha de venir, quizás temida y esperada.
Escucho la voz, de
mi silente sombra -Hemos visto mundos desconocidos. Vivido en el Universo por hacerse; en el
mundo que acobija a los mortales; sus
páramos, desiertos, bosques; las bóvedas de su insigne ignorancia que,
no termina de forjase y abandonar a los presumidos humanos. Viaje por los
abismos ocultos, a las profundidades de los océanos, en sus simas inciertas,
acompañado de los gigantes crustáceos, que han buscado la soledad absoluta,
inescrutables, huyéndole a la barbarie humana, donde los sonidos se mecen
libremente, sin ergástulas obscenas que lo esclavicen. Con mis hermanas, las
viajantes y diminutas Medusas, inmortales, rejuveneciendo, rehaciendo sus
células en una transdiferenciasión inacabable.
En las grandes y multidinarias
ciudades, constate la forja inagotable de fantasmas olientes a soledad
enmohecida, vagando, buscándose, buscando sin encontrarse, en una monotonía engranada
por operarios capitalistas que blandean un poder que le es desconocido; en las
soledades urdidas para conseguir la libertad, la independencia, el deseo de
lograrla, fría rigidez como las tranquilas rocas negras de los páramos, que
lloran con roció su fría permanencia sin tener el auxilio de una tibieza, solo
es éxtasis adormecedor, muerte que no termina
de lograr su objetivo, que se sabe está, dentro de nosotros, buscándonos,
o quizás, a sabiendas que su fin no será recuerdo fingido, sino el ultimo que
adornara la exquisita tranquilidad. Anduvimos en las cavernas indómitas de las
efímeras nubes, con sus monumentos de fantasías delirantes. Frecuentamos a los
eunucos planetas donde abunda la inquieta nostalgia, en búsqueda de los
rituales para hacerse y Ser.
Descubrimos la
negritud manifiesta de los elementos formadores de la insaciabilidad del poder; el espejo
inagotable que deforma cóncavamente la vida; el triángulo buscando el inagotable
infinito; los elixires que producen todas las maravillas que, vienen de las
profundidades de la memoria inacabable, eterna; digerimos la oscuridad obscena
de la psique humana, de todas los instintos, emociones, intuiciones,
percepciones y pensamientos, que se han ocultado a lo largo de la existencia
humana.
Penetramos las
fluctuaciones del Macrocosmo, los espacios donde pudimos constatar que cada
acontecimiento de la vida, es duplicidad contraria, inversa, que existe en un
tiempo plano, sin límites; estuvimos con las clarividencias del futuro,
sumergidas en una turba de ansiedades, sin conseguir terminar de concebir y aceptar que, el futuro
es uno solo, sin variar; manifestándonos: Te advierto, imagen errante, que te
descompones en el invidente Universo, que si deseas sondearme para apresar mis
secretos, búscate primero en tu interior que, con seguridad hallaras dentro de
ti las verdades que anhelas; tampoco podrás hilvanarlas, si no has dialogado
con las fluctuaciones que se preñan de conjetural en los océanos oníricos.
En las nebulosas
de Orión, pude observar la guardería Estelar, donde nacían nuevas estrellas; en
el vientre estaban los parvularios, de aquel torbellino arropado por variados y
brillantes colores; las nubes de polvos cósmicos formaban hermosos filamentos
laminados y burbujas radiantes que, hacían islas vaporosas, nacientes,
adolescentes, calientes, era su primer verano, forjaban un encendido lazo en el
cielo; de su brillo anaranjado, sobresalía la portentosa imagen de un caballito
de la mar, espigaba su fantástica figura, tratando de deshacerse de la brumosa
condensación de gases; océanos de polvo semejando un tapiz Guayuu con la figura
de Awa Alas, la núbil y virginal doncella indígena, en su alrededor se
congregaban, cómo buscando hacerle el amor, la nebulosa de la Llama y del
Bucle. Continúe mi viaje acompañado de mi Sombra, de mis ojos se precipitaban
las lágrimas, ante mí veía la agonía de una estrella moribunda, la estrella
ligeramente menos masiva que nuestro Sol, se encontraba en la última etapa de
su vida; soportaba ya, los estertores que presagian su muerte; ruidos
espantosos que la hacían expulsar depósitos de materia, dándole a la nebulosa
moribunda, una extraña forma de un bulbo; en su configuración podía notarse su vejez
decrepita y senil; la cascara murmuraba su edad: diez mil millones de años;
atrapada la estrella agónica por los gases y rodeada por millones de otras
estrellas que se ahincaban para dar mayores brillantes, como despidiéndola, se
proyectaban espumarajos finos y azuladas, entrelazándose con un gas rojizo, los
cuales centellaban para ir reduciendo su tamaño, haciéndose Enana, la estrella
Enana Blanca, una ancianita espacial, destejiendo sus arañas, deseosa ya, de
descansar; luego se fue enfriando, con lentitud, hasta desaparecer
definitivamente
Fuimos guiado por
dioses misteriosos que reposan sin premura en la psiquis, a sabiendas de su
supremacía, reprochados en la absurda realidad pero que, disfrutamos con su
manifestación, su deslizante y suave permanecer; sus imágenes que colman los
deseos avanzando sin correajes y se van entretejiendo con sigilosos murmullos,
para hacerse voz que retumba en la vejez.
Figuramos la
aparición del poder de la voluntad en el ser humano, dispuesto a abandonar toda
supremacía que no fuese la de Él; desflorándose su cerebro en pétalos
humedecidos por las desgracias; luego su esquematización, organización, para
ser abordado por una locura silenciosa, que lo hunde sin misericordia en una
alienación. Viajamos en los pulsares, los núcleos de las estrellas, a
velocidades vertiginosas, de vértigo; eran estrellas enormes como una montaña,
emitiendo pulsaciones de radiaciones electromagnéticas, miles de millones de
ellas irradiaban sus luces, haciéndose los faros del Universo; guiados por
estas moles de luces, recorrimos los planetas gigantes, dándome cuenta de los
miles de millones de mundos que permanecen buscándose; aguante mi mirada en una
estrella que lloraba, errando moribunda, en una galaxia situada a tres mil
seiscientos millones de años luz distancia, en la constelación de Leo, de
pronto, en un tiempo no predecible ni medible, explosiono en miles de rayos
gamma, convirtiéndose en un agujero negro, el rayo gamma con su energía, de al
menos de noventa y cuatro mil millones de electro voltios, la hizo suya,
aspirándola y arrastrándola consigo por todo el espacio e interactuando con el
gas, previamente arrojado por la estrella moribunda, generando esplendores,
morados, rojizos con manchas negruzcas que se desvanecían en azuladas, luego en
vertiginosos rojos, anaranjados y amarillos que se batían produciéndose entre
las mismas energías vahídos, que eran succionados por una boca, que de amarillo
se deslizaba al blanco plateado, pudiéndose observa que en sus profundidades
abismales, se posesionaba la oscuridad de la muerte; otras estrellas a su
alrededor aumentaban sus luces, haciéndose reflectores que amenazan la
oscuridad del enorme agujero negro, haciendo nacer en él, ramilletes de luces
blancas como perlas que viajaban hacia el interior de su hacedor y exterminador
para morir siendo flores.
Con
apresuramiento, desde las lejanías del Universo, apareció una protoestrella,
semejando una inmensa flor, envuelta en una nube de gases y polvo recogidos en
los helados desiertos del espacio, de sus pétalos surgían ingentes cantidades
de agua en formas de paraguas, sus lágrimas eran de tal caudal que a cada
segundo equivalían a cien millones de veces el caudal del rio amazonas,
expulsándola a una velocidad de doscientos mil kilómetros por hora, era su
ansiedad en demostrar su belleza y audacia; podía deducir, que apenas iniciaba
la adolescencia, menos de cien mil años, muy poco tiempo para una estrella, que
puede durar miles de millones de años, venia de la constelación de Perseo,
asemejándose a nuestro astro rey. Observé la expansión del Universo, su
aceleramiento, lo vertiginoso de su
crecimiento, impulsado por la energía Oscura; su expansión acelerada, provocando
que la materia que contiene el Universo, en formas de galaxias y estrellas se
dispersen y alejen cada vez más ; al final, dentro de un tiempo inimaginable
largo, con toda la materia que existe diseminada a enormes distancias , en un
espacio gigante y oscuro, el Universo se apagara para siempre , será un momento
de tristeza y soledad, su desvaneciendo será de inexistencia, para volver a
comenzar, poco a poco ira perdiendo su entereza, como una red que va
deshaciéndose sus nudos. Ahí, estaré rehaciendo las arañas de mi abuela, para
inyectarles mi inmortalidad
En esos Cielos sin
fin, en ese Caos Ordenado y consentido por todos sus habitantes, vi colocado a
Dios, en su justo lugar, en la esfera sin fin que le corresponde; observaba la
creación del universo y el Big Bang, me miro sin sorpresa alguna, lo que me
hizo sospechar, no sin cierta alegría y por supuesto orgullo, que mutuamente
nos era dado conocer y compartir nuestros pensamientos, me dijo –Es imposible
que yo le pueda decir a usted, que está equivocado, porque todo origen solo es
conocido por el mismo hecho, por tanto se hace indemostrable y no se
contradice, a sí mismo, por cuanto es incomprensible; solo por la fe se crea mi
existencia, nadie tiene la posibilidad de borrar las creencias de otra persona
y no pueden hacerlo, por carecer de elementos que puedan justificar y sostener
alguna contradicción; esa misma razón, es suficiente para no tener la osadía de
querer imponer la verdad que Yo
represento a otra persona, porque se estaría forzando mis valores, sobre una
persona que no desea aceptarlas, cada persona debe tener su propia capacidad
para ver el Universo tal y como lo capta y lo siente. A mí, me era dado darles
su redentor, mi hijo vivo no servía, muerto se haría el Cristo, el hijo de Dios,
el redentor de los pecados de los humanos, su caída y humillación abre un nuevo
vivir, su crucifixión es la culminación de un proceso revolucionario,
verdaderamente rebelde, al darle a conocer a los excluidos de la sociedad su
igualdad con todos los seres humanos, pero mi hijo no utilizo su poder sobre
las masas que lo seguían para imponer en su provecho personal, para hacerse
Dios. En ese momento lo interrumpí y así le dije: Toda nueva creación implica
Caos, Destrucción y Sacrificados, tanto es, como el abismo de la creación a la
inmoralidad que es anhelada en el delirio; cuando estaba levantando mi pecho
para aréngalo hacia mi revolución, pude constatar que ya no estaba, por supuesto
debió irse por las múltiples tareas que debe cumplir. Solo se escuchaba una voz
que me decía.
-Con tu Sombra has
viajado por infinitos paisajes, visitado y observado lo maravilloso de la Creación
del Universo, sus secretos ignorados por las mismas fuerzas energéticas que
buscan el Hacerse Definitivo, para iniciar su proceso de vida de acuerdo a sus
fuerzas y sabiduría, consustanciadas con su materia perecedera; has notado y percibido
que, la inmortalidad que tus seguidores te adjudican acreditándote como mi
igual, observan y enuncian que, sólo existe diferencia en la forma de presumir,
existiendo una sabiduría que se enrostra y aniquila toda posibilidad de
alcanzar alguna verdad absoluta por lo que, en ese caos para los nuevos dioses
es irrelevante la fe y muy relevante el dinero. No existe un solo ser humano
que tenga la posibilidad de lograr conocerse a sí mismo, menos de conocer a los
demás; puede existir todo el poder de la voluntad para hacerlo, pero el camino
para llegar a ese estado, está lleno de abrojos y como el alma de los abrojos
se pierde en esos caminos sin fin que han de caminar; el egoísmo, la vanidad,
la hipocresías, se hacen semillas que obnubilan el querer y lo conducen a un
hacer en busca de llenar y llenarse de aturdimientos su alma contaminada;
aparece la obsesión y llegan a estados paranoicos donde la única verdad es la
suya; luego al verse acorralados por los acaecimientos del destino, se finge la
modestia cuando la desgracia ya los ha atrapado en sus redes; bajan
enloquecidos, vertiginosamente, palideciendo al mirar hacia atrás y poder
comprobar la inutilidad de su ofuscación, pero ya es tarde, su abrojo ha llegado a su destino que es el
fin de su andar. Mi hijo fue asesinado por el Poder de la Voluntad de los
humanos, Él, es la semejanza de ellos, fue creado para que habite en su
interior, su muerte, su crucifixión, es el sacrificio, que de alguna manera
transitan en cada uno de los humanos. ¿Acaso, no te has dado cuenta que la vanidad
y la hipocresía, atrapa a tus creyentes en la misma trampa tuyas, y dispuestos
están a aplicarlas aun contra de ti mismo? ¿Acaso no te has enterado que todos
los nueves dioses han transitado por tus penurias?
Los pensamientos
de un ser humano sólo, y en muy exclusivas ocasiones, puede ser comprendido
únicamente por él, y es tan breve esta aprehensión que, al intentar ordénalos
bajo el mismo significado original que lo cimiento, la primera vez, ya han
cambiado, se le ha escapado, porque la transición, tanto en el pensamiento,
como el cuerpo y el organismo, no detienen su andar; si esta es la realidad de
los pensamientos, más volátil resulta la expresión de esos pensamientos a
través de la palabra y aún más mediante la escritura; el receptor de la idea,
pensamiento, bien sea, las transforma a su antojo, de acuerdo a su nivel de
conocimientos e intereses; y si es, la captación y reflexión condesada en la
escritura es apresada con mayor intensidad e interpretada de acuerdo a la
inspiración del receptor; y es tan precaria esa interpretación que al leerla en
otra ocasión le dará una nueva interpretación, llegando en ocasiones a hacerla
completamente suya; todas estas consideraciones me permiten decirte que, la simbología
de la Torre de Babel, no es otra que la imposibilidad de los seres humanos de
llegar a comprenderse, aun existiendo la voluntad de hacerlo, es una traba
insuperable que en cualquier momento desbarata los amores, las pasiones, la
amistad y cualquier sentimiento que sientan, solo es cosa de tiempo que surjan
las equivocas interpretaciones entre ustedes los humanos, no hay posibilidad de
cambiar esta situación; cada uno de tus súbditos y creyentes es un mundo
exclusivo que te sujetan y te contienen; los haces y te hacen, los dominas y te
dominan, los acabas y te acaban. Arañero fuiste atrapado en tu propio tejido.
¡Se me desvanece
la ilusión de mi propia imagen y de los mundos vividos! Hacía mucho tiempo que
mis pensamientos eran ferocidades que erraban maquinando madejas; fríos vientos
que subían de las simas de los pies de las entumecidas montañas solo pobladas
de negras rocas, ennegrecidas por las lágrimas de millones de años llorando su
frigidez e infecundidad, mirar, mirar sin ver en esa eternidad llena de vacío
sin sentido; luchaba incesantemente contra mis pensamientos que me impedían
actuar consonantemente. Repetidamente con cierta furia que, no dejaba de
dañarme, me repetía: no hay bajas pasiones, sencillamente todas se convierten
en miserias, porque a cada ser humano le es dado la oportunidad de construir su
fortuna o infortunio.
No, hay actitud inocente y no hay vida que no sea arropada por las capas de
valores que aceptamos, silenciosamente, inconsciente, impuestas desde el mismo
nacimiento y viajantes de generación en generación. Hasta que de manera mágica
se revela la psiquis, desenclichandolas abusivamente.
Buscan su liberación el alma, tarde, siempre ha sido, es tan fatal la realidad
de nuestro cautiverio; él se preñan de lo soñado, de lo buscado; hacemos los
momentos, las conductas, el hacer que se ha de tener. Las infecciosas bacterias
mediáticas, los deseos incontrolables, contaminando desde su mismo origen,
destrozan las posibilidades de ser verdaderamente libre. Me niego a aceptar las
virtudes que nos disfrazan de humanidad, modestia, solidaridad, inocencia,
lealtad, afecto, pudor, compasión, esperanza, ilusión, altruismo, que
aparentamos; el egoísmo, mezquindad, suciedad, codicia, traición, adulación,
lujuria, lascividad, ira, que escondemos. La depredadora estupidez, de ese
animal que somos, que nos habita, nos hace y deshace.
Mi inseparable amigo Matatías, por allá, en un pueblito; luego de haber
obtenido mi libertad; me condujo a las fuentes de la insaciable ignorancia, me entregó
un libro que habría de abrirme las esclusas del poder: El Viejo Libro de los
Marañeros, y con la fiereza de la amistad inconsciente, me dijo –Nunca he
conocido un hombre con tanta ignorancia, pero así mismo con una imaginación tan
fértil y preñada de delirios, y tanto como los dioses de la inconsciencia;
pues, ellos pueden cambiar lo que no ha pasado y borrar lo que ha pasado, sin
los efectos de la concatenación de causa y efecto; contar cualquier nimiedad
con el embellecimiento de la imaginación maligna es un prodigio que te ha sido
otorgado por lejanos misterios de los genios aun no creados ni develados. Deduje o conjeture que el camino era una
premonición de una batalla que debía realizar.
Dedique a recorrer en silencio vulgar los alrededores de una desvirgada
montaña que, sin vegetación ni flores, se imponía con desvergüenza escapatoria;
nacida de las gotas de sangre de las portentosas águilas que la poblaron en
tiempos inexistentes; maldecidas, atrapadas en las tinieblas de sus almas que
quisieron imponerse. En amanecer, sin serlo aún, meditando me encontraba en la bendecida
meseta que albergaba la isla de la felicidad; solo cardones y cujíes me
acompañaban para contemplar el saliente Sol; se entretenía arropando con su refulgencia
todo lo viviente y perecido, desafiando a los iracundos dioses creados por el
ser humano: lo contemple por unos instantes, extenuarosen y dilataron mis
pupilas, quedándose grabada en mi mente el disco solar en toda su esplendidez.
Cerré los ojos; él, el sol, permanecía, ocupaba mi existencia en su totalidad,
habíame hipnotizado, sin adorméceme, veía dentro de mí un inmenso e intenso
diamante con una luminosidad jamás soñada bailoteaban sin descanso millones de
figurillas que se hacían y desbaratan y lanzaban jadeantes y sonoras carcajadas
que hacían estremecer mi estómago, no me producía adormecimiento;
despertándoseme, en la mente un estado de meditación y renacimiento; surgió
entonces un rio de aguas serenas y cristalinas, una fuente de permanente
elocuencia me comunicaban los secretos que circulaban sin descanso en sus
cauces, luego se convirtieron en arenilla azulada, creciente, transparente y
resplandeciente, entretejida por cuerdas de oro, incrustada de tumas tan
brillantes que se reflejaban en ellas siete dátiles verdes de esmeraldas que,
lanzaban danzantes rayos de luz a los ocho ángulos de la base de todo lo
pensado y lo por pensar; en cada lado, de los ocho rayos, se dividía cada uno
en cien gemas; y cada gema en mil rayos de luz y cada rayo en ochenta y cuatro
mil colores; reflejados en la brillante y azulada arenilla que, multiplicaban por
un infinito número de veces al radiante sol; descomponiéndose en luciérnagas
que enloquecidamente y frenéticamente, y como si fueran guiadas por la
embriagues de los sentidos y los deseos suplicante, se enrojecían exaltadas
buscando exhalar su excitación. Entonces, escuche el rayo que precede a la
tempestad. Desde los fondos de los sueños, no escrutado, pero deseosos de
serlos, rugían escandalosamente siete enormes reptiles, unidos todos por
cordeles con siete esmeraldas cada uno, y con dicción clara y precisa me
dijeron al unisonó, los siete enormes reptiles, hambrientos de parquedad:
Cuando hayas logrado formarte una percepción del conjunto deberás meditar, se
formaran sin anarquía las Sombras y sus Abrojos, que no lo son, pero que serán,
mantén tus ojos abiertos, ellas, sin mirarte, te verán y te hablaran; en ese
preciso momento tu alma absorberá la sabiduría de La Turba de los Locos
Endemoniados y comenzara tu muerte.
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