sábado, 1 de agosto de 2015

Una araña en el huerto de los Abrojos - Capitulo II

El Maestro

-Creamos una religión temerosa a la vida, hacedero de la muerte, gozosa del crimen, alimentada con odios, complejos. Epicentro de una descomposición que hemos logrado expandir a países vasallos, donde merodea el hambre pervertida, seductora, libertina, como el ácido mordiente, destructivo; guiadas por filibusteros, bucaneros, piratas, embarcados en hilvanar costales de deshechos, sin revelar su enferma ambición a los dineros dadivosos; sociedades tomadas por la corrupción, el crimen y la impunidad. Tragedia que se alimenta sin cesar al sacar a la superficie los más bajos instintos de los seres humanos, la poca valía de alguna virtud, es el enseñoramiento de la codicia y la corrupción.

El Arañero                  

Mi doctrina es como el viento peregrino que no le interesa saberse conducido a un objetivo determinado, andando sin conciencia: la hechura de nuestros supuestos es el mejor secreto guardado, porque sencillamente no hay tal reserva o disimulo. Las razones que me inducen a confesarme es el veloz tiempo, silencioso, especie de Tsunami que lo arrastra todo, en el que permanecemos sumergidos como exhalaciones que somos y luego no lo somos. Sombras como abrojos en todas partes, que no somos nosotros, pero sin dejar de serlo, que difieren de nosotros, pero las originamos; energías de esas sombras, vórtice infinito que se transforma, para nunca aparecer sin poder perecer. ¡Miedo! ¡Temor! ¡Sospecha! ¡Turbación! ¡Desasosiego! ¡MIEDO!
El Maestro, empeñosamente se propuso a crear los planes de acción, ante la evidencia impostergable de mi muerte, le era tan esencial que de ello dependía su subsistencia. El azar es la esencia de la casualidad, pero su digirimiento debe ser absorbido por la perspicacia y el olfato de quien la observa para poder aprovecharse de sus consecuencias; así mismo las casualidades pueden ser en cierto modo provocadas,  a través de situaciones estimulantes, cuando se ha tenido la experiencia de situaciones similares, en estos casos los estímulos tienen una gran probabilidad de provocar los mismos efectos, con algunas variantes y pueden ser adecuadas a lo que se desee; y…..con la ayuda de la suerte o del demonio que llevamos encima, conduce a la obtención del fin deseado.

La astucia del Maestro no puede ser cuestionada, ni aun, por su peor enemigo; es como si cada uno naciera con todas las posibilidades de cumplir un designio, en unos de virtud, en otros de maldad, pocos avistan estas posibilidades, a otros se le presentan, la ven, tienen conciencia de su existencia, la miden y se hacen los ciegos y sordos, la dejan pasar; pero, existen los que poseen la voluntad de la santidad o de la maldad y están dispuestos a actuar hasta sus últimas consecuencias; normalmente, los primeros sufren todo tipo de contratiempo para alcanzar el fin y terminan siendo Martí de la causa o dios tránsfugo; porque bien es sabido que, cada dios debe tener su público, de lo contrario desaparece; en los segundos existe una especie de desprecio por todo lo humano y divino, gozando con las situaciones que se van originando, lo cual acrecienta su maldad y seducción. En el caso del Maestro pareciera ser que, todos los demonios sobrevivientes de los últimos veinte siglos se concentraron en él.

Me repugna hablarles sobre él, pero se hace necesario, para que puedan entender mi historia: Imaginemos un árbol, el manzanillo de playa o arena, con apariencia de manzano, nativo del Caribe; es todo mortal, todo en él es puro veneno. Tocarlo causa grabes quemaduras, comer su fruto una grabe intoxicación mortal; al quemarlo, el humo es toda toxina; si llueve, nadie puede guarnece bajo sus follajes, el agua de la lluvia al hacer contacto con el árbol y escurrirse por su tronco y hojas, se transforma en acido tan igual al ácido clorhídrico; si la persona se guarnece para protegerse del inclemente sol del trópico el árbol expela, al contacto con el sol, un polen caustico, ocasionando en la piel eczemas que generan quemaduras de primer y segundo grado; todas sus partes: corteza, hojas, flores y fruto, manan un látex blanquecino, poderosamente irritante que pueden ocasionar la muerte; si mirarlo y tener algún contacto con ese árbol, es sumamente peligroso, comer su fruto es realmente conseguir la muerte de contado o a crédito, súbitamente o con sufrimiento y desesperación; la sabrosa apariencia que pregona silenciosamente sus frutos, parecidos al que prodiga el manzano verdadero, a los diez minutos de haberla ingerido se convierte en una inflamación de las mucosas, la tráquea se cierra y al llegar al estómago la toxina ocasiona una hemorragia masiva; si te atan al árbol, te consumes lentamente, sin posibilidades de deslastrar la muerte buscada, ese árbol es ¡Él, el maestro de la isla de la felicidad  ¡Árbol de la Muerte! Esta, es la triste historia del árbol de la muerte y la mía, que me ate a él, proclamándolo como mi padre y renegando del verdadero. Este es el árbol que por más de cincuenta años ha arruinado familias, cometidos los más atroces crímenes, manipulado generaciones, esclavizando completamente al pueblo, alquilándolos como esclavos a otros países y empresas, este es el árbol que ha mirado de soslayo la prostitución del pueblo y la ha refrescado con chistes muy caribeños, este es el árbol que se ha inmiscuido, fomentado, introducidos sus esbirros y sicarios en innumerables países, este es el árbol que ha provocado y atizado crímenes, desde su misma juventud. Este es el árbol que consumió mi existencia y me convirtió en un deslastrador de mi país.

Ideó unas misiones en procura de divisas y como un instrumento dirigido por la Religión, para garantizarnos por vía del populismo, la compra-venta de voluntades y conciencias, aferrando por un sólo camino, la unión de dos países, con la comandita de los países satélites, vasallos. Dos esperpentos de revoluciones en una misma destrucción. Somos el mismo Especimen y el mantenimiento de esa cosa, requiere las fuerzas dispuestas a operar como aniquiladores de toda acción que se oponga al desmontaje, del todo en la sociedad; a profundizar la polarización y las respectivas bandas o bandos de amigos y enemigos, tomándose como bastión ejecutor a las cruzadas de la fe. El camino a los pantanos estaba decidido.

Ahora, que me encuentro completamente paralizado, viviendo sin hacerlo, sumergido en un miedo que trato de disipar recordando a mi abuela;  carcomido, por todos los males que puedan penetrarle a un organismo y al alma de un ser humano; pienso que pude tener un fin auraleado con cierta dignidad. El destino, quién siempre me ha ayudado para escapar de mi innata cobardía, una vez más lo hizo, pero en está ocasión, no evitará que se conozcan las verdades “Por Ahora” a las cuales siempre pude vencer, enmarañando los hechos con mi elocuencia, odio, narcisismo, abrojos. Madeja que se deshizo. Despilfarre cien mil millones de dólares americanos por año del ingreso de la explotación petrolera, los empréstitos obtenidos, los ingresos por impuestos, desbarate generaciones, los hice tramposos y perdígueños, convertí a las barriadas humildes en refugio de delincuentes, aúpe el delito y el crimen reconociéndolo como una necesidad loable que puede ejecutar el necesitado;  fui cómplice de las actuaciones criminales de las bandas armadas narco lavadoras y cultivadoras de drogas; introduje en los países vasallos a los gobiernos más retrógrados, terroristas del planeta. No es que Matatías no me hubiese dado a comprender la igualdad de los otros sistemas políticos, pero el haberme adherido a ellos no me hubiese permitido un lugar de protagonismo heroico, tal como lo he logrado con la ayuda de los dineros públicos, de la tecnología computacional de punta y el asesoramiento del maestro. Los verdugos que me han acompañado, en estos momentos, de manera grotesca, viven en un arrebato por los despojos, ellos saben que no van a sobrevivir y deben enfrentar lo que es inevitable, su ocaso; ya los presagios dejaron de ser, son hechos; ellos se derrumbaran, al igual que mi esperpento, en el transcurso de una década.

Desde mi infancia fui considerado como un niño muy mentiroso, idolatra de la magia; afanoso buscador de tesoros escondidos; las batallas épicas, narradas por mi abuelo, enrarecidas con una melcocha de fantasías alucinantes y de ebriedad acampesinada, donde se desatan los demonios y fantasma que siempre lo acompañaban, penetraban con gran impacto en mi inestable mente. Me veía viajar en las inmensas naves que se dejaban venir, desde los más remotos planetas en busca de la heroicidad necesitada por el Universo. En mis sueños era el elegido apodíctico, incontrovertible, irrefutable, grato, tranquilo, que con solo mi deseo, era fuerza suficiente para aprestar los problemas del universo.

¡Sobresaltado me desperté! un irreverente sueño o quizás alucinación, abatíase sobre mi mente con obesa soñolencia y centellante aturdimiento; había penetrado imperiosamente y majestuosamente la Aurora. Un viento extraño se enfurecía por asimilarse a eso rayos refulgente, logrando su cometido adhiriéndose a ellos, a través de los intersticios de las forradas persianas; se irradiaba en mi mente una gigantesca tormenta, era, como si toda la arena de un desierto avanzara indiscriminadamente, creando  deformaciones tumultuosas que llevaban encima encrespadas figuras, semejando torres floreadas de donde se deslizaban rocíos de sangre; se fortificaban, protegidas por penachos negros que se esparcían navegando en filamentos hechizados, sin resplandor alguno, brotantés; briznas de arenillas hilvanadas en celulares ahebrado; permanentemente viviente y renaciente; acampanadas y ensanchadas figuras prolongaban su estancia, agitándose con una afluencia demencial que se iba engarzando en mi mente, gorgoteaban, bullentes, hirvientes; alucinadas por las imágenes en algazara que iban enrareciendo todo posible discernimiento; canticos guturales que deseaban ser, sin lograr su propósito, saturaban y anegaban toda posibilidad de compresión.

Farolillos gigantes de rocas calientes se elevaban desde las capas más profundas de la tierra; en los espacios visibles, se posesiono tiranamente, el negro absoluto en toda su extensión, menos en su centro, donde prevalecía  colores incrédulos en extravagante anarquía; marrones, rojos, naranja, tenues y llorosos blanquecinos; luego se hizo, únicamente, fuego agitado, confundido, apenas molestado por matices rojizos, pincelazos irreflexivos, contrariados y en su médula, una imponente franja amarilla.

Así, en una noche donde las nubes ultrajaban la presencia de la Luna, inicie mi viaje con las ilusorias figurillas, por los caminos de todo lo pensado y existente. Con ira premeditada, se avenían con furia, grandes nubes astrales negras, emitían sollozos que se transfiguraban en gases sulfurosos, a medida que crecían las emanaciones, ya sin sonido, dejaban traslucir su estado moribundo, el tamaño se reducía en premioso vértigo; habían sido estrellas, celajes nacidos, desurmegidas de las inmensidades presentidas, pero ignoradas; grandes meteoritos negros buscando sus colores policromaticos retozaban, traían mensajes encargados por las Sombras. En secreto corrí a buscarlas, para escaparme con ellas. Hice mallas de luceros y de planetas estériles, que deambulan lacrimosos, buscando gestar vidas, que le han sido negada por la casualidad del Caos; presagie de sus tenues luces y sus vapores floreados, solo blancos y amarillos, que navegaban enamorados. En tristezas se convirtieron; acorneando en fragoso y escarpado abismo escabroso; vi, a los que quisieron ser dioses; llorar, no se les permitía; deseaban les cediese una única oportunidad para poder ser, lo que se es, por un solo instante. Un ruido caminaba como energía negra, a su vera me adherí, para viajar con él en su seno; sus sustancias se encontraba en las profundidades de la mar; ahí se preñaban de las colisiones de las grandes olas oceánicas que se estrellaban contra los fondos marinos, apropiándose de su energía, o quizás, siendo lo mismo; gran gama de verdes, marrones, rojos y amarillos se reflejaban en mis pensamiento, que se hacían ferocidades, saltando libres; 
Luego surgieron vivencias, sin frustraciones, ni engaños: mágicas  fantasías libres, degustando las neblinas fluidas, retozando en los espacios sin ataduras, sin denuesto ofensivo, pero con aptitud desafiante. Siguieron transitando, pregonando con preñez insaciable, su inmortalidad ávida en una perpetuidad que se desconocen, pero que se ha vivido, dejando las fragancias  de esas evocaciones, que perduran eternamente en las ensortijadas y ondulantes figuras de los Sueños.
El día borra las sombras; ocultándose en las sombras, que no son las de ellas mismas, sino, las sombras de otras Sombras, y, así, hasta el origen de la primera, que vive en un Caos infinito, que no termina de comenzar, deshacerse ni concluir de descubrirse, urdiendo permanentemente su existencia. Las sombras, se van haciéndose, gradualmente visibles a la mente que las aprisiona. El embelesamiento, no existe dos veces de la misma manera, es irrepetible: yo, vi mi última sombra, que ya no estaba en mí, no me acompañaba, ni en el frente, ni detrás, ni a los lados, presentía la presencia en un todo, en lo existente e inexistente, en los rocíos que acariciaban los árboles, en los cantos de los pájaros, que hablaban con las fuentes de oro y plata, entretejida en las nubes, en los vientos hechos hebras de diamante; en el universo sin inmutarse por los designios de la anarquía; nublando su confuso entendimiento con plomizos pensamientos. LA incorregible Sombra, se desplazó con premeditada satisfacción, sobre la ruidosa cascada, comenzando a hacer su cauce, en sus aguas corrían con atolondramiento los primeros pensamientos, eran capullos golosos en su inconsciencia, su néctar era solamente de miel, sin contaminaciones; nada sabían del miedo ni la muerte; hizo su laguna y en ese primer aprisionamiento, comenzaron a crearse olores nauseabundos que ya no desistieron de acrecentarse, hasta llegada la permanente oscuridad.
No hay sombra que, no esté deseosa por desdibujarse, para hacerse sueños; aceptamos la realidad porque presentimos que no existen, como las palabras escritas en el mar o como cuando se vislumbra el fin, quedando las imágenes sin palabras. A veces nos sumimos en una melancolía tan profunda que nos hacemos insoportables, a nosotros mismo, y lejos de poder explicárnoslo, sus causas, acudimos a embalsar esos problemas y la hacemos piedras negras, lubricadas por la locura.
¡La vitalidad se me escapa! la sombra que me ha acompañado en este nuevo transitar, deseosa, se descompone con reconcomio, haciéndose volantinera y mimética; desea viajar; liberarse de las ataduras que mi cuerpo ha querido imponerle; suavemente huye, quizás, con algo de premura y desagradecimiento; me pregona, sin hacerlo, su monotonía, desencajándose. Visiones, imaginaciones alegóricas, encarnadas, invisibles; desasosiego de símbolos que se masturban alterándose; perversión que se transforma en juego de fantasía; nebuloso fermento semejante a ficciones y engaños; marea oceánica que lo arrastra todo; exhalaciones que se hace indiviso, para luego dejar  de Ser, la esencia del más grande misterio que es uno Mismo.

Me hago preguntas, cargantes, insidiosas, sediciosas, de nada sirve la angustia; a cada rato enciendo la computadora: noticias infecciosas, alebrestan, taladran el letargo de esa necesidad; desasosiego, el mundo aniquilado, cada vez menos existencia espiritual, como si todo se hubiese sumergido en una oscuridad borrascosa; tabletas electrónicas que hacen todo y nada, que engullen malévolamente el poder de la voluntad, mentes hipnotizadas, cautivas. Columnistas que marchitan los pensamientos, desbaratan las palabras, asesinan el verbo: imponer, seducir, penetrar sublimemente, seductoramente; cantaros de zulla se descarga interminablemente; estrujados, anoticiados, paralizados y obstruidos; nidos de lombrices que se apoderan de toda libertad; carroña que nunca se deslastra; amortecidos permanecemos sin posibilidad de desatarnos; intoxicación que solo nos abandona con la muerte; perturbación en el alma; muerte. Asesinatos, secuestros; estados delincuentes con presidentes insaciables de riquezas, de lujuria; empresarios y políticos, peones de los traficante de drogas, extorsionistas; planificaciones de genocidios, abatimiento de las especies, exterminios de la fauna; impulso a asfixiar el planeta con la emanación de gases letales. Solo Codicia, avidez, concupiscencia. Buitres insaciables, jauría aullando sobre cadáveres; miserables al contado; discursos de babeles, se pegan, arrastran, estrujan sin cambalaches; malayos, matraqueros. Seducción que no cesa; y nos arrastramos para copiarlos; tufo de aguardiente, carne en vara; sexo a cuotas, sin distinción, todo vale si despierta.

Asfalto Negro; noche negrilla y esa negritud se hace parche de caraña que se adhiere al alma; vasto e insondable micro universo de silencio presentido; hedor que como la saga de la ventisca nauseabunda de una laguna aprisionada, sin posibilidad de obtener oxígeno, saltar como una fiera liberada al percatarse de la existencia de sus instintos, de la tragedia tramada que he vivido, transpirando de mi cuerpo la venganza que ha de venir, quizás temida y esperada.
Escucho la voz, de mi silente sombra -Hemos visto mundos desconocidos.  Vivido en el Universo por hacerse; en el mundo que acobija a los mortales; sus  páramos, desiertos, bosques; las bóvedas de su insigne ignorancia que, no termina de forjase y abandonar a los presumidos humanos. Viaje por los abismos ocultos, a las profundidades de los océanos, en sus simas inciertas, acompañado de los gigantes crustáceos, que han buscado la soledad absoluta, inescrutables, huyéndole a la barbarie humana, donde los sonidos se mecen libremente, sin ergástulas obscenas que lo esclavicen. Con mis hermanas, las viajantes y diminutas Medusas, inmortales, rejuveneciendo, rehaciendo sus células en una transdiferenciasión inacabable.

En las grandes y multidinarias ciudades, constate la forja inagotable de fantasmas olientes a soledad enmohecida, vagando, buscándose, buscando sin encontrarse, en una monotonía engranada por operarios capitalistas que blandean un poder que le es desconocido; en las soledades urdidas para conseguir la libertad, la independencia, el deseo de lograrla, fría rigidez como las tranquilas rocas negras de los páramos, que lloran con roció su fría permanencia sin tener el auxilio de una tibieza, solo es éxtasis adormecedor, muerte que no termina  de lograr su objetivo, que se sabe está, dentro de nosotros, buscándonos, o quizás, a sabiendas que su fin no será recuerdo fingido, sino el ultimo que adornara la exquisita tranquilidad. Anduvimos en las cavernas indómitas de las efímeras nubes, con sus monumentos de fantasías delirantes. Frecuentamos a los eunucos planetas donde abunda la inquieta nostalgia, en búsqueda de los rituales para hacerse y Ser.

Descubrimos la negritud manifiesta de los elementos formadores de  la insaciabilidad del poder; el espejo inagotable que deforma cóncavamente la vida; el triángulo buscando el inagotable infinito; los elixires que producen todas las maravillas que, vienen de las profundidades de la memoria inacabable, eterna; digerimos la oscuridad obscena de la psique humana, de todas los instintos, emociones, intuiciones, percepciones y pensamientos, que se han ocultado a lo largo de la existencia humana.

Penetramos las fluctuaciones del Macrocosmo, los espacios donde pudimos constatar que cada acontecimiento de la vida, es duplicidad contraria, inversa, que existe en un tiempo plano, sin límites; estuvimos con las clarividencias del futuro, sumergidas en una turba de ansiedades, sin conseguir  terminar de concebir y aceptar que, el futuro es uno solo, sin variar; manifestándonos: Te advierto, imagen errante, que te descompones en el invidente Universo, que si deseas sondearme para apresar mis secretos, búscate primero en tu interior que, con seguridad hallaras dentro de ti las verdades que anhelas; tampoco podrás hilvanarlas, si no has dialogado con las fluctuaciones que se preñan de conjetural en los océanos oníricos.

En las nebulosas de Orión, pude observar la guardería Estelar, donde nacían nuevas estrellas; en el vientre estaban los parvularios, de aquel torbellino arropado por variados y brillantes colores; las nubes de polvos cósmicos formaban hermosos filamentos laminados y burbujas radiantes que, hacían islas vaporosas, nacientes, adolescentes, calientes, era su primer verano, forjaban un encendido lazo en el cielo; de su brillo anaranjado, sobresalía la portentosa imagen de un caballito de la mar, espigaba su fantástica figura, tratando de deshacerse de la brumosa condensación de gases; océanos de polvo semejando un tapiz Guayuu con la figura de Awa Alas, la núbil y virginal doncella indígena, en su alrededor se congregaban, cómo buscando hacerle el amor, la nebulosa de la Llama y del Bucle. Continúe mi viaje acompañado de mi Sombra, de mis ojos se precipitaban las lágrimas, ante mí veía la agonía de una estrella moribunda, la estrella ligeramente menos masiva que nuestro Sol, se encontraba en la última etapa de su vida; soportaba ya, los estertores que presagian su muerte; ruidos espantosos que la hacían expulsar depósitos de materia, dándole a la nebulosa moribunda, una extraña forma de un bulbo; en su configuración podía notarse su vejez decrepita y senil; la cascara murmuraba su edad: diez mil millones de años; atrapada la estrella agónica por los gases y rodeada por millones de otras estrellas que se ahincaban para dar mayores brillantes, como despidiéndola, se proyectaban espumarajos finos y azuladas, entrelazándose con un gas rojizo, los cuales centellaban para ir reduciendo su tamaño, haciéndose Enana, la estrella Enana Blanca, una ancianita espacial, destejiendo sus arañas, deseosa ya, de descansar; luego se fue enfriando, con lentitud, hasta desaparecer definitivamente
Fuimos guiado por dioses misteriosos que reposan sin premura en la psiquis, a sabiendas de su supremacía, reprochados en la absurda realidad pero que, disfrutamos con su manifestación, su deslizante y suave permanecer; sus imágenes que colman los deseos avanzando sin correajes y se van entretejiendo con sigilosos murmullos, para hacerse voz que retumba en la vejez.
Figuramos la aparición del poder de la voluntad en el ser humano, dispuesto a abandonar toda supremacía que no fuese la de Él; desflorándose su cerebro en pétalos humedecidos por las desgracias; luego su esquematización, organización, para ser abordado por una locura silenciosa, que lo hunde sin misericordia en una alienación. Viajamos en los pulsares, los núcleos de las estrellas, a velocidades vertiginosas, de vértigo; eran estrellas enormes como una montaña, emitiendo pulsaciones de radiaciones electromagnéticas, miles de millones de ellas irradiaban sus luces, haciéndose los faros del Universo; guiados por estas moles de luces, recorrimos los planetas gigantes, dándome cuenta de los miles de millones de mundos que permanecen buscándose; aguante mi mirada en una estrella que lloraba, errando moribunda, en una galaxia situada a tres mil seiscientos millones de años luz distancia, en la constelación de Leo, de pronto, en un tiempo no predecible ni medible, explosiono en miles de rayos gamma, convirtiéndose en un agujero negro, el rayo gamma con su energía, de al menos de noventa y cuatro mil millones de electro voltios, la hizo suya, aspirándola y arrastrándola consigo por todo el espacio e interactuando con el gas, previamente arrojado por la estrella moribunda, generando esplendores, morados, rojizos con manchas negruzcas que se desvanecían en azuladas, luego en vertiginosos rojos, anaranjados y amarillos que se batían produciéndose entre las mismas energías vahídos, que eran succionados por una boca, que de amarillo se deslizaba al blanco plateado, pudiéndose observa que en sus profundidades abismales, se posesionaba la oscuridad de la muerte; otras estrellas a su alrededor aumentaban sus luces, haciéndose reflectores que amenazan la oscuridad del enorme agujero negro, haciendo nacer en él, ramilletes de luces blancas como perlas que viajaban hacia el interior de su hacedor y exterminador para morir siendo flores.

Con apresuramiento, desde las lejanías del Universo, apareció una protoestrella, semejando una inmensa flor, envuelta en una nube de gases y polvo recogidos en los helados desiertos del espacio, de sus pétalos surgían ingentes cantidades de agua en formas de paraguas, sus lágrimas eran de tal caudal que a cada segundo equivalían a cien millones de veces el caudal del rio amazonas, expulsándola a una velocidad de doscientos mil kilómetros por hora, era su ansiedad en demostrar su belleza y audacia; podía deducir, que apenas iniciaba la adolescencia, menos de cien mil años, muy poco tiempo para una estrella, que puede durar miles de millones de años, venia de la constelación de Perseo, asemejándose a nuestro astro rey. Observé la expansión del Universo, su aceleramiento, lo vertiginoso  de su crecimiento, impulsado por la energía Oscura; su expansión acelerada, provocando que la materia que contiene el Universo, en formas de galaxias y estrellas se dispersen y alejen cada vez más ; al final, dentro de un tiempo inimaginable largo, con toda la materia que existe diseminada a enormes distancias , en un espacio gigante y oscuro, el Universo se apagara para siempre , será un momento de tristeza y soledad, su desvaneciendo será de inexistencia, para volver a comenzar, poco a poco ira perdiendo su entereza, como una red que va deshaciéndose sus nudos. Ahí, estaré rehaciendo las arañas de mi abuela, para inyectarles mi inmortalidad

En esos Cielos sin fin, en ese Caos Ordenado y consentido por todos sus habitantes, vi colocado a Dios, en su justo lugar, en la esfera sin fin que le corresponde; observaba la creación del universo y el Big Bang, me miro sin sorpresa alguna, lo que me hizo sospechar, no sin cierta alegría y por supuesto orgullo, que mutuamente nos era dado conocer y compartir nuestros pensamientos, me dijo –Es imposible que yo le pueda decir a usted, que está equivocado, porque todo origen solo es conocido por el mismo hecho, por tanto se hace indemostrable y no se contradice, a sí mismo, por cuanto es incomprensible; solo por la fe se crea mi existencia, nadie tiene la posibilidad de borrar las creencias de otra persona y no pueden hacerlo, por carecer de elementos que puedan justificar y sostener alguna contradicción; esa misma razón, es suficiente para no tener la osadía de querer  imponer la verdad que Yo represento a otra persona, porque se estaría forzando mis valores, sobre una persona que no desea aceptarlas, cada persona debe tener su propia capacidad para ver el Universo tal y como lo capta y lo siente. A mí, me era dado darles su redentor, mi hijo vivo no servía, muerto se haría el Cristo, el hijo de Dios, el redentor de los pecados de los humanos, su caída y humillación abre un nuevo vivir, su crucifixión es la culminación de un proceso revolucionario, verdaderamente rebelde, al darle a conocer a los excluidos de la sociedad su igualdad con todos los seres humanos, pero mi hijo no utilizo su poder sobre las masas que lo seguían para imponer en su provecho personal, para hacerse Dios. En ese momento lo interrumpí y así le dije: Toda nueva creación implica Caos, Destrucción y Sacrificados, tanto es, como el abismo de la creación a la inmoralidad que es anhelada en el delirio; cuando estaba levantando mi pecho para aréngalo hacia mi revolución, pude constatar que ya no estaba, por supuesto debió irse por las múltiples tareas que debe cumplir. Solo se escuchaba una voz que me decía.
-Con tu Sombra has viajado por infinitos paisajes, visitado y observado lo maravilloso de la Creación del Universo, sus secretos ignorados por las mismas fuerzas energéticas que buscan el Hacerse Definitivo, para iniciar su proceso de vida de acuerdo a sus fuerzas y sabiduría, consustanciadas con su materia perecedera; has notado y percibido que, la inmortalidad que tus seguidores te adjudican acreditándote como mi igual, observan y enuncian que, sólo existe diferencia en la forma de presumir, existiendo una sabiduría que se enrostra y aniquila toda posibilidad de alcanzar alguna verdad absoluta por lo que, en ese caos para los nuevos dioses es irrelevante la fe y muy relevante el dinero. No existe un solo ser humano que tenga la posibilidad de lograr conocerse a sí mismo, menos de conocer a los demás; puede existir todo el poder de la voluntad para hacerlo, pero el camino para llegar a ese estado, está lleno de abrojos y como el alma de los abrojos se pierde en esos caminos sin fin que han de caminar; el egoísmo, la vanidad, la hipocresías, se hacen semillas que obnubilan el querer y lo conducen a un hacer en busca de llenar y llenarse de aturdimientos su alma contaminada; aparece la obsesión y llegan a estados paranoicos donde la única verdad es la suya; luego al verse acorralados por los acaecimientos del destino, se finge la modestia cuando la desgracia ya los ha atrapado en sus redes; bajan enloquecidos, vertiginosamente, palideciendo al mirar hacia atrás y poder comprobar la inutilidad de su ofuscación, pero ya es tarde,  su abrojo ha llegado a su destino que es el fin de su andar. Mi hijo fue asesinado por el Poder de la Voluntad de los humanos, Él, es la semejanza de ellos, fue creado para que habite en su interior, su muerte, su crucifixión, es el sacrificio, que de alguna manera transitan en cada uno de los humanos. ¿Acaso, no te has dado cuenta que la vanidad y la hipocresía, atrapa a tus creyentes en la misma trampa tuyas, y dispuestos están a aplicarlas aun contra de ti mismo? ¿Acaso no te has enterado que todos los nueves dioses han transitado por tus penurias?

Los pensamientos de un ser humano sólo, y en muy exclusivas ocasiones, puede ser comprendido únicamente por él, y es tan breve esta aprehensión que, al intentar ordénalos bajo el mismo significado original que lo cimiento, la primera vez, ya han cambiado, se le ha escapado, porque la transición, tanto en el pensamiento, como el cuerpo y el organismo, no detienen su andar; si esta es la realidad de los pensamientos, más volátil resulta la expresión de esos pensamientos a través de la palabra y aún más mediante la escritura; el receptor de la idea, pensamiento, bien sea, las transforma a su antojo, de acuerdo a su nivel de conocimientos e intereses; y si es, la captación y reflexión condesada en la escritura es apresada con mayor intensidad e interpretada de acuerdo a la inspiración del receptor; y es tan precaria esa interpretación que al leerla en otra ocasión le dará una nueva interpretación, llegando en ocasiones a hacerla completamente suya; todas estas consideraciones me permiten decirte que, la simbología de la Torre de Babel, no es otra que la imposibilidad de los seres humanos de llegar a comprenderse, aun existiendo la voluntad de hacerlo, es una traba insuperable que en cualquier momento desbarata los amores, las pasiones, la amistad y cualquier sentimiento que sientan, solo es cosa de tiempo que surjan las equivocas interpretaciones entre ustedes los humanos, no hay posibilidad de cambiar esta situación; cada uno de tus súbditos y creyentes es un mundo exclusivo que te sujetan y te contienen; los haces y te hacen, los dominas y te dominan, los acabas y te acaban. Arañero fuiste atrapado en tu propio tejido.

¡Se me desvanece la ilusión de mi propia imagen y de los mundos vividos! Hacía mucho tiempo que mis pensamientos eran ferocidades que erraban maquinando madejas; fríos vientos que subían de las simas de los pies de las entumecidas montañas solo pobladas de negras rocas, ennegrecidas por las lágrimas de millones de años llorando su frigidez e infecundidad, mirar, mirar sin ver en esa eternidad llena de vacío sin sentido; luchaba incesantemente contra mis pensamientos que me impedían actuar consonantemente. Repetidamente con cierta furia que, no dejaba de dañarme, me repetía: no hay bajas pasiones, sencillamente todas se convierten en miserias, porque a cada ser humano le es dado la oportunidad de construir su fortuna o infortunio.
No, hay actitud inocente y no hay vida que no sea arropada por las capas de valores que aceptamos, silenciosamente, inconsciente, impuestas desde el mismo nacimiento y viajantes de generación en generación. Hasta que de manera mágica se revela la psiquis, desenclichandolas abusivamente.

Buscan su liberación el alma, tarde, siempre ha sido, es tan fatal la realidad de nuestro cautiverio; él se preñan de lo soñado, de lo buscado; hacemos los momentos, las conductas, el hacer que se ha de tener. Las infecciosas bacterias mediáticas, los deseos incontrolables, contaminando desde su mismo origen, destrozan las posibilidades de ser verdaderamente libre. Me niego a aceptar las virtudes que nos disfrazan de humanidad, modestia, solidaridad, inocencia, lealtad, afecto, pudor, compasión, esperanza, ilusión, altruismo, que aparentamos; el egoísmo, mezquindad, suciedad, codicia, traición, adulación, lujuria, lascividad, ira, que escondemos. La depredadora estupidez, de ese animal que somos, que nos habita, nos hace y deshace.

Mi inseparable amigo Matatías, por allá, en un pueblito; luego de haber obtenido mi libertad; me condujo a las fuentes de la insaciable ignorancia, me entregó un libro que habría de abrirme las esclusas del poder: El Viejo Libro de los Marañeros, y con la fiereza de la amistad inconsciente, me dijo –Nunca he conocido un hombre con tanta ignorancia, pero así mismo con una imaginación tan fértil y preñada de delirios, y tanto como los dioses de la inconsciencia; pues, ellos pueden cambiar lo que no ha pasado y borrar lo que ha pasado, sin los efectos de la concatenación de causa y efecto; contar cualquier nimiedad con el embellecimiento de la imaginación maligna es un prodigio que te ha sido otorgado por lejanos misterios de los genios aun no creados ni develados.  Deduje o conjeture que el camino era una premonición de una batalla que debía realizar.

Dedique a recorrer en silencio vulgar los alrededores de una desvirgada montaña que, sin vegetación ni flores, se imponía con desvergüenza escapatoria; nacida de las gotas de sangre de las portentosas águilas que la poblaron en tiempos inexistentes; maldecidas, atrapadas en las tinieblas de sus almas que quisieron imponerse. En amanecer, sin serlo aún, meditando me encontraba en la bendecida meseta que albergaba la isla de la felicidad; solo cardones y cujíes me acompañaban para contemplar el saliente Sol; se entretenía arropando con su refulgencia todo lo viviente y perecido, desafiando a los iracundos dioses creados por el ser humano: lo contemple por unos instantes, extenuarosen y dilataron mis pupilas, quedándose grabada en mi mente el disco solar en toda su esplendidez. Cerré los ojos; él, el sol, permanecía, ocupaba mi existencia en su totalidad, habíame hipnotizado, sin adorméceme, veía dentro de mí un inmenso e intenso diamante con una luminosidad jamás soñada bailoteaban sin descanso millones de figurillas que se hacían y desbaratan y lanzaban jadeantes y sonoras carcajadas que hacían estremecer mi estómago, no me producía adormecimiento; despertándoseme, en la mente un estado de meditación y renacimiento; surgió entonces un rio de aguas serenas y cristalinas, una fuente de permanente elocuencia me comunicaban los secretos que circulaban sin descanso en sus cauces, luego se convirtieron en arenilla azulada, creciente, transparente y resplandeciente, entretejida por cuerdas de oro, incrustada de tumas tan brillantes que se reflejaban en ellas siete dátiles verdes de esmeraldas que, lanzaban danzantes rayos de luz a los ocho ángulos de la base de todo lo pensado y lo por pensar; en cada lado, de los ocho rayos, se dividía cada uno en cien gemas; y cada gema en mil rayos de luz y cada rayo en ochenta y cuatro mil colores; reflejados en la brillante y azulada arenilla que, multiplicaban por un infinito número de veces al radiante sol; descomponiéndose en luciérnagas que enloquecidamente y frenéticamente, y como si fueran guiadas por la embriagues de los sentidos y los deseos suplicante, se enrojecían exaltadas buscando exhalar su excitación. Entonces, escuche el rayo que precede a la tempestad. Desde los fondos de los sueños, no escrutado, pero deseosos de serlos, rugían escandalosamente siete enormes reptiles, unidos todos por cordeles con siete esmeraldas cada uno, y con dicción clara y precisa me dijeron al unisonó, los siete enormes reptiles, hambrientos de parquedad: Cuando hayas logrado formarte una percepción del conjunto deberás meditar, se formaran sin anarquía las Sombras y sus Abrojos, que no lo son, pero que serán, mantén tus ojos abiertos, ellas, sin mirarte, te verán y te hablaran; en ese preciso momento tu alma absorberá la sabiduría de La Turba de los Locos Endemoniados y comenzara tu muerte. 

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