Las conversaciones con Julio Cesar se
hicieron habituales y de algún modo, fueron agrietando las esferas de la mente,
lacradas con dogmas fructuosos de odios y venganzas ¿Resarcimiento, tormento o
complejos? El juicio es que a medida que dialogábamos, las inquietudes de Julio
Cesar dieron origen a los fundamentos, de la imposibilidad real e histórica de
la aplicación de esa doctrina. Surgían las oscilaciones de la honradez de esas
ideas, alimentándose de las contradicciones de la teoría, con los hechos que
comenzaban a destapar la gran cloaca, que eran las tiranías de la órbita
Soviética y China. Nos reuníamos dos veces a la semana, al cesar nuestras chácharas
nos arropaban las primeras horas del nuevo día.
Hablábamos de la importancia de una
asamblea extraída de los intelectuales y representantes de las clases obreras,
sin distinguíos de sus ideas, libremente designados y escogidos por sus
comunidades, en razón de su talento y anegación por el pueblo. La existencia de
tribunales de justicias donde los jueces virtuosos, sabios, interpretaran
imparcialmente las leyes generales y los derechos individuales consagrados en
la constitución y declaración de los derechos humanos, así como el castigo por
las violaciones a esas normas. La protección para los niños, los adolescentes,
las mujeres y ancianos. La necesidad de controlar la prudente gerencia del
patrimonio de la nación. La defensa de la soberanía, ante tantas agresiones
suscitadas por las riquezas naturales con las cuales ha sido dotado nuestro
país. El extraordinario cuidado que se debe tener en la educación, para el
desarrollo de las nuevas generaciones, dentro de un concepto amplio de
pluralidad del pensamiento, la escritura y la palabra; desarrollar la
investigación científica, única manera de lograr una verdadera liberación,
conjuntamente con el cultivo de las artes y el deporte, genuinas expresiones
del alma y el cuerpo. Julio Cesar se esmeraba en las objeciones, que el mismo
se encargaba de contestar, me interrogaba sobre la manera en que se elegiría la
asamblea; qué condiciones eran necesarias para aquellos que aspiraran a ser
elegidos como representantes del pueblo; porque era necesario, me decía: evitar
los sobornos para reforzar a cualquier partido; así mismo castigar de manera
ejemplar, la intromisión de los funcionarios del estado, en la elección de
cualquier representante. Veía como algo esencial que los representantes del
pueblo y cualquier funcionario del estado, estuviese preparado para el cargo
que ejercería, fuesen conocedores de las leyes, dentro del ámbito a ejecutar.
Evitar la avaricia, parcialidades y ambiciones; que el soborno o cualquier otro
designio, no pudiera tener entre ellos tierras que cultivar. Evitar que las
personas interesadas, ajenas a los intereses comunes del pueblo, o funcionarios
del estado pervertidos, pudiesen mediante dadivas, chantajes y sobornos
corromper a los elegidos por el pueblo, para lograr contratos o colocación de
personas afines a sus intereses; porque es sospechoso, manifestaba, esas vocaciones
de sacrificio, a costa de las molestias y las privaciones económicas, de los
miembros de esa asamblea con un sueldo tan reducido y la imposibilidad, de
poder dedicarse a otra actividad. Estaba decidido, obsesionado, en convertirse
en magistrado del tribunal supremo de justicia, y se dedicaba con ahínco,
salteando todas las penurias, al estudio del derecho; no concebía que los
jueces fuesen nombrados a dedo o bajo figuras temporales, que los mantienen con
un hacha al cuello, para ser despojados del cargo al momento que se desee o
permanecer controlados, por los altos funcionarios del estado a su antojo; veía
con preocupación el tiempo que tardaban en discernir la razón de la sinrazón, y
los gastos a los cuales se veían sometidos los más necesitados para poder
defenderse. La sumisión tradicional del poder judicial a los partidos
políticos, poder religioso y económico, empeñados en balancear la justicia a
sus intereses y querencias; la huérfana capacidad de los defensores públicos,
en el conocimiento del derecho, y la poca entereza para una debida defensa de
los más necesitados; el tiempo que se tardaban en descifrar y digerir, las
causas que le eran sometidas; si alguna vez, en ocasiones distintas, habían
sido defensores y acusadores, de una misma causa, y citado precedentes, en
pruebas de opiniones contradictorias; si recibían alguna recompensa pecuniaria
tras bastidores; porque más robos, aseveraba, padecen los estados en el castigo
de los ladrones, por los mismos jueces, que lo robado por los ladrones; a los
ladrones los buscan los jueces, no para castigarlos, sino para dejarlos sin
nada; muchas leyes aúpan al delincuente, pocas normas legales, desatinan los
andamiajes legales de los jueces y abogados, porque el que roba tanto y con
premura, fácilmente atrae y calla, al que pretende acusar y hace inclinar la
balanza, a favor del que tiene que juzgar.
Nefesto -el derecho debe ser la
expresión genuina del pacto social, de las reglas para regularlas, de las
garantías para desenvolver libremente, en busca de la máxima felicidad posible;
debe ser el conceso libre, juicioso, espontaneo, de todos los ciudadanos.
Existen tantas normas éticas y tan pocas son cumplidas. No se cree en el bien
común, nos formamos dentro de una economía que pregona y fortalece el egoísmo,
y esa competitividad, los beneficios materiales, obliga a las personas a ser
muy individualistas, obligándolos a acarrearse, en principio, dentro de una
insuperable verdad: el interés individual y corporativo, encargándose este de
desintegrar el bien común
Tenemos el país más panegírico, aseguraba.
La ignorancia, pereza, viveza y el odio, son los ingredientes con los que se
sazona la vida de los legisladores y jueces; los primeros solo atienden a los
interese de sus partidos, y los propios; los segundos, explican, interpretan y
aplican las leyes, con interés y habilidades, para pervertirlas, confundirlas y
eludirlas; acaso no te fijas en los bufetes, que enmarañados con los jerarcas
del gobierno, hacen del derecho y la justicia, un verdadero latrocinio; la
Constitución del país, como decía el profesor Laureano Vallenilla Lanz, miembro
destacado de la dictadura Gomecista, considerado como uno de los más grandes
constitucionalista por los académicos de este país, con lo cual se afrenta
ensordecedoramente la probidad de tantos intelectuales honestos: es la mujer
más violada que existe, nace para ser transgredida. De estas conversaciones
llegue a la sencilla conclusión que estábamos orinando fuera del pote y que
mejor era hacerse el policía del cine Vallejo, por la sencilla razón, de que si
se meten todas las doctrinas políticas en un cajón se abrazan y cagan de la
risa.
Una
de esas noches tuvimos el primer y único encontronazo; sin enmiendas le dije, en
referencia, a lo que está sucediendo en Cuba, contradice la esencia de
Igualdad, libertad y la Soberanía; un país que es menos, que una colonia de la
Unión Soviética, donde se prodiga con regocijo y altavoces al mundo entero, que
han dejado de ser dependientes y el burdel de Estados Unidos; para lastrar
esa sumisión total a la Unión Soviética
¡Ah sí! pero es el proletariado quien manda, absurdo argumento, solo hay un rey
y todo se lo traga; solo se aceptan a los que piensan y actúan como el líder;
es un dios, hace y deshace a su antojo, es dueño y señor de haciendas y vidas,
ha invadido nuestra patria por Churumato, desea consolidar las guerrillas
dirigidas por él; su dependencia es total de la Unión Soviética, ha recibido
órdenes para incendiar África y desea hacer lo mismo con la América
hispanoparlante; siempre sirviendo como intermediario financiero y como
testaferro de ese imperio; actúan tan igual o peor, que los países capitalistas
e imperialistas fundamentados en la libre empresa, con la agravante que él lo
controla todo, sin excepción. Se hacen recelosos sus inagotables discursos, exponiendo
su gran clemencia y el amor a la humanidad, su ternura y cualidades, sabidas y
confesadas miles de veces por él mismo, y la pandillas de revolucionarios
ambulantes, que son como las moscas cuando huelen mierda barata, ahí se van,
con sus ínfulas de brigadistas internacionales e intelectuales, pero que al
escasear el menú, son como las hienas ante la presencia del tigre; las bondades
de su revolución pedigüeña, sin producir prácticamente nada, donde únicamente
cuenta su voluntad, es dios sin posibilidades de aceptar ni muecas de
desavenencias; el terror que producen sus manifestaciones de clemencia, logros,
democracia, igualdad y fraternidad, hacen pujar al más valiente; ¿Acaso, no has
observado? que entre más acrecienta esas alabanzas e insiste en ellas, más
fusilamientos realiza y trama más engaños; inhumana es la tortura contra
cualquier ser. Dícese entre el pueblo cubano, que en las madrugas al penetrar
la marea alta, en los sótanos del castillo del Morro, los gritos de los
torturados son absorbidos por las olas, dialogando con ellas en tiradas
silentes, yéndose en brotadas ilusiones desquiciadas encimas de las crestas y
sus ondas. A mí me parece Julio Cesar, repitiendo lo que dijo alguien: que la virtud necia hace mal en el bien, que no sabe
hacer, y a veces es peor la virtud viciosa y la valentía desatinada, que la
cobardía cuerda y el vicio considerado, porque es mejor lo malo que se retoca,
que lo bueno que se agrava; poco se diferencia el hacer mal con lo bueno,
cuando no se sabe hacer el bien por carecer de humanidad.
El caso venia alimentado, en cierto
modo, porque me había enterado por una hija de un nuevo oligarca adeco, una
verdadera experta en literatura; que la mayoría de los discursos y actuaciones
estratégicas, por supuesto marañeras, de los próceres socialistas, estaban
basadas en una proclama y las actuaciones de doble mascarada, eran copias
burdas de un instructivo (acomodado a las circunstancias) y de las estrategias,
de uno de los especímenes más amorales que ha habitado en este planeta y que ha
logrado franquearse como humano: José Fouché, dirigido al pueblo de Lyon, antes
de comenzar el genocidio, el despojo y la destrucción de la ciudad de Lyon, y
que los teóricos socialistas, se han esmerado en ignorar y esconder, en
sabiendas que sus actuaciones nada tienen de diferente, con los abonados por el
futuro multimillonario marques de Trento, saltador de la talanquera y traidor;
a Berenice, la versada en literatura, la vi por primera vez en una acción de
fusilazo y lanzamiento por los aires de propaganda subversiva y salir espitado,
algo que parecerá una pendejada, pero que en aquel tiempo del inicio de la
democracia, era penado con la tortura si capturaban al transgresor o con la
muerte, si tenían el chance de desenlazar sus instintos las fuerzas policiales,
que contaban con la venia de un decreto presidencial. Era la juramentación del
nuevo gobernador del estado, acto presidido por el presidente de la república.
Llegamos a primeras horas de la mañana,
la brigada que había sido seleccionada, con cierta mala intención y con el vivo
deseo, de púrganos o derribarnos definitivamente; estaba constituida por Macizo,
un negro de facciones finas, oriundo del pueblo de Bobures en la costa oriental
del lago de Maracaibo; Ceibas, Josef, y Timoteo, andinos huyéndoles a la
ignorancia y hambre eterna de esos pueblos, donde lo poco que se produce, es
para alimentar los privilegios de una oligarquía venida desde los tiempos de la
colonia, y el quinto era yo; considerados como problemáticos y anarquista, por
el hecho de que en muchas ocasiones, realizábamos acciones sin consultar a la
dirigencia. En esta operación mi tarea era colocarme lo más cercano posible a
la tribuna presidencial, lanzar el royo de propaganda alusiva a la dictadura
(considerábamos al gobierno libremente elegido por el pueblo como una
dictadura, algo bastante normal en las estrategias de las doctrinas
totalitarias) y partir sin enmiendas. Estando en la posición, que consideraba
adecuada y convincente, comencé a sentir que alguien me miraba, sin apresuramiento
ladee la cabeza, y pude constatar que mis poderes magnéticos, los cuales
ejercitaba con regularidad, encerrado en el único baño de servicio de la casa,
una vez más acertaba con sus poderes extrasensoriales, allí estaban dos bellos
ojos dotado de gran hermosura, verdes como
dos inmensas esmeraldas, hablando el lenguaje de la codicia erótica, acechantes,
fijos, deseando, haciendo; un telúrico rayo me dejo pasmado; anonadado permanecía,
quizás fue por una vida completa solo la veía a ella; un codazo en las
costillas me hizo regresar de ese cósmico andar; sin embargo, a pesar de la
sequedad contundente del golpazo, permanecía aturdido sin poder licenciar y
apurar la regresión del proceso de magnetización; un verdadero vergajazo me
hizo culipandear y en esta coyuntura, despejo toda obstrucción. Macizo
revestido su cuerpo de blanco puro, despertaba las voces de la intolerancia
racial, a las cuales acallaron la aparición programada, de un tropa de negros
venidos de su tierra de Bobures, con el generoso San Benito, ya emborrachado de
tantos menjurjes alcohólicos, las notas musicales y aromáticas del África,
descuajada de sus tambores, haciendo contorsionar todo lo viviente y muerto;
animadores músicos con la sonora matraca de los diferentes repiques tamboriles,
que engarzaban los movimientos atolondrados y báquicos del séquito; como pudo
me dijo –no topaba la manera de introducirme en las cercanías de la tribuna, a
vos te fue fácil, pareces un hijo de puta gallego o quizás portugués; pero decidme
pariente, cómo hace el negro en esta vaina; mi hermano que se hizo ganadero en
el sur del lago; si, no me miréis así, quizás hizo lo que no debía, pero ese no
es el caso, quizás se le metió en la cabeza la iguana de los gobiernos, que al
joderse cualquier cosa se la toman con la iguana como culpable y salen entonces,
los vergatarios y furibundos seguidores del régimen a dale palo a los pobres
reptiles; bueno la vaina es que a mi hermano, se le olvido que lo de igualdad
racial es puro cuento; el sumario es que se contrata un chofer blancote, como
para descarrilar su negrura, que una pista siempre dan los que se meten en la
vaina de las drogas, unos se hacen de santos repartidores de vainas y muchos
muertos se adosan a su currículo; a otros le da cosquillas en el culo y
comienzan con acrecentarse las nalgas, construirse un altar dentro de sus
muchas haciendas y dárselas de cura pedófilo, reconfortando a los adolescentes
con aguardiente, drogas y luego los ponen a disparar su sexo y a ser
ambidiestro sexualmente, para a la final ser matraqueados por los nuevos que
son afiliados; a mi hermano la cachaza se le hizo color de la piel; y se le
desatoraron sus deseos reprimidos de venganza negra; buscase un blancote; lo
que importa es paladear el nuevo estatus, mamando con sumo placer, como si se
tratara de un helado en la cúspide de una barquilla; que todo el mundo sepa que
se tiene, no importa la jodedera que se despreña, aguevaos que son; llegan a la
primera alcabala, él va sentado al lado de su chofer, el guardia le dice al
perijanero-chofer, que en verdad era rojizo más que blanco -le aconsejo no
darle colas por estos lares a cualquiera, menos, bueno usted sabe, tenga
cuidado, hay que ver que usted tiene cojones- se arrecha mi hermano, se abriga
en la poltrona de atrás del vehículo; llegan al segundo puesto de tracalería
legal ¡usted está loco! le dice otro guardia nacional; se sienta mi hermano
como chofer y baja al contratado chofer perijanero; llega a la tercera alcabala.
Aún está preso, y qué por ladrón de vehículo; no joda ni tan siquiera por la
jodencia de la droga ¿Qué porqué estoy vestido así? sencillo, en todos los
actos proselitistas, se buscan a negros e indios; a unos para disfrazarlos de
Negro Primero, bailadores enturbiados por el Vudú, aduladores del señorito; y a
los indígenas con sus plumas, guayucos, arco y flecha hechos con cacho e’ diablo, y dale que dale
aguardiente, y del chinrrichero, antes de que inicien la danza; es el arrebato
tan criollo de los gobierneros, de hacer de todo acto un carnaval, donde las
máscaras siempre las aportan los eternos explotados, los indígenas y los negros;
no veis esta pila de carajos, emfluzaotes con sus cinturones sin ajustarse,
nosotros ni cinturón tenemos, una cabuya y de vaina, nos las pasamos engañando el hambre, en los saraos de
estos grandes muérganos, nos dan carnes de las reses resecas por un día, para
que luego comience el danzón, la picazón y larguemos el culo en la letrina,
porque es como darnos ácido muriático, para que nos destruya las tripas-
Aderezado como estaba de liquilique blanco, tan fino, que se le hacían las
dotes, sin habérselo propuesto, de hermosura blancal y dental, expansión y mejunje
con sus espumadera y empacaduras blancas; sin demora me entregó el bulto contentivo
de la propaganda; llegó el nombrado por la voluntad presidencial, los ánimos
estaban en el máximo paroxismo; cierto nerviosismos se apoderaban de la
brigada; Macizo me hace señas, indicándome que los tres restantes han
desertado; me conmina a que lancemos la mercancía y corramos, nos están cazando,
gritó, lanzo, miro a Berenice, corro, nos agarran, golpean, zarandean, de un
solo envión como un fardo de maíz nos proyectan a un camión. Fue inesperado
conocer a Berenice, enaltecimos una verdadera amistad, sin nada que ver, y enfurrúñese
esa amistad.
Nefesto, me dijo un día, regodéate, escucha
lo que te voy a leer, el discurso de Fidel Castro, en la celebración del
aniversario de la revolución parasitaria: “La Revolución está hecha para el
pueblo; pero no hay que entender por pueblo esa clase privilegiada por su
riqueza, que ha acaparado todos los goces de la vida y todos los bienes de la
sociedad. El pueblo es únicamente la totalidad los revolucionarios (los
ciudadanos franceses), sobre todo esa clase infinita de los proletarios que
defienden las fronteras de nuestra patria (el ejército francés contra la
coalición de las monarquías europea) (Fidel: contra el poder avasallante del
imperialismo yanqui) y que sustentan a la sociedad con su trabajo. La
revolución sería un absurdo político y moral si se ocupara del bienestar de
unos cientos de individuos y dejara perdurar la miseria de nueve millones de
revolucionarios. Por eso sería un engaño afrentoso a la humanidad el pretender
hablar siempre en nombre de la igualdad, mientras nos separan aun a los hombres
desigualdades tan tremendas en el bienestar.........Porque los ricos se tendrán
siempre por otra clase de seres…. No os engañéis: para ser un verdadero
revolucionario (republicano) tiene que sufrir cada ciudadano en sí mismo, una
revolución parecida a la que ha cambiado la faz de la tierra como la de la Unión
Soviética (ha cambiado la faz de Francia). No puede quedar nada común entre los
proletarios (vasallos) de los tiranos y los habitantes de un país libre. Por
eso tiene que ser completamente nuevas todas sus obras, sus sentimientos y
costumbres. Estáis oprimidos y debéis aniquilar a vuestros opresores; habéis
sido esclavo de las religiones (supersticiones eclesiásticas) y no debéis tener
otro culto que el de la revolución (libertad). Todo el que permanece al margen
de este entusiasmo, no conoce alegrías y tribulaciones ajenas a la felicidad
del pueblo, abre sus alma a intereses fríos, calcula lo que le rentara su
honor, posición y su talento, y se aparta así por un momento del bien general;
todo aquel cuya sangre no arde vindicadora ante la opresión y la opulencia;
todo aquel que tenga una lagrima de compasión para un enemigo de la revolución
(del pueblo), y el que no guarda todo la fuerza de sus sentimientos para los
mártires de la revolución (libertad) , todos estos mienten si se atreven a
llamarse revolucionarios (republicanos). Que abandonen el país, sino quieren
que se les desenmascare y que su sangre impura riegue el suelo de la revolución
(de la libertad). La revolución (la república) no quiere en su seno más que
seres libres, está dispuesta a aniquilar a los contrarrevolucionarios, a los
parásitos (a los demás), y no reconoce como hijos, sino a los que quieren
vivir, luchar y morir por ella….Todo el que posea más de lo indispensable ha de
contribuir con una cuota igual al exceso de los grandes requerimientos de la
revolución (patria). De modo que habéis de averiguar, de manera generosa y
verdaderamente revolucionaria, cuanto tiene que desembolsar cada uno para la
causa revolucionaria (publica). No se trata aquí de la averiguación matemática,
ni tampoco del método vacilante que en otros casos se emplea en la repartición
de contribuciones; esta medida especial tiene que llevar el carácter de las
circunstancias. Obrad, pues generosamente y con audacia: quitadle a cada ciudadano
lo que no necesite; pues lo superfluo es una violación patente de los derechos
del pueblo. Todo lo que tiene un individuo más allá de sus necesidades no lo
puede utilizar de otra manera que abusando de ello. No dejarle, sino lo
estrictamente necesario; el resto pertenece integro a la revolución (para la
guerra) y a su pueblo (a los ejércitos). Todos los objetos que se poseen en
demasía y que pueden ser útiles a los defensores de la revolución (país) en su
lucha contra los opresores imperialistas, fascistas, vende patria y apátridas
(contra la aristocracia y nobleza) les pide ahora la revolución (la patria) que
esos bienes sean expropiadas (requisados). El oro la plata, los metales que
corrompen (los dólares) que son despreciados por el verdadero revolucionario
(republicano) deben ser entregados al estado revolucionario, del pueblo para
que allí se le dé un verdadero uso revolucionario (para purificarlas con fuego
y acuñar monedas con la efigie de la
república y sirvan solamente a la comunidad) No necesitamos sino acero y hierro
y la revolución (republica) triunfara. Administraremos con todo rigor la
autoridad que nos ha sido encomendada por el pueblo (directorio de la
revolución francesa; año 1792) consideraremos y castigaremos como actos
antirrevolucionarios (malvados) todo lo que bajo otras circunstancias se llame
descuido, debilidad y lentitud. Paso la época de las decisiones tibias y de las
consideraciones ¡Ayudadnos a dar los golpes implacables o estos golpes implacables caerán sobre
vosotros mismos. Nadie debe siquiera pensar en el perdón a los enemigos, si lo
intentáis sobre el que se atreva caerá el paredón (la guillotina, el cañón)
¡Patria, Socialismo o Muerte! (Libertad o la Muerte) Podéis elegir” José Fouché.
Tres años después de firmar ese decreto
y asesinar a más de mil seiscientas personas, sin juicio alguno, a mansalva,
fusilados con cañones y los restos lanzados al rio; es nombrado por el
emperador Napoleón, duque de Otranto y se convierte en el segundo hombre más
rico de Francia. Sobrevivió como figura principal en la política de Francia,
durante la convención como diputado de Nantes; aprobando la abolición de la
monarquía de Luis XVl; voto por la
ejecución del rey y la reina María Antonieta en la guillotina; en la
revolución traiciono a todos los diputados, perteneció a los Jacobinos,
Girondinos, a los radicales de la montaña; fue eje decisivo para la ejecución
de Robespierre; las caídas de Marat y Danton; traicionó a Barras presidente del directorio,
su salvador cuando cayó en desgracia; luego en el consulado y el imperio
desmadejo a Napoleón. Su fuerza radicaba en espiar y conocer la vida de
cualquier persona, para ello se valía de los delatores extraídos de los bajos
fondos, o mejor dicho en términos revolucionarios, los protectores de la
patria.
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